5 El Salón de la Torre Gryffindor -------------------------------
Hermione deambulaba por los pies de la escalera que conducía a la Sala Común de Gryffindor cuando escuchó pasos. De inmediato vio que Potter y Vane se acercaban... Agatha llevaba su cabello muy parecido al de Hermione y una túnica violeta.
- Señorita Granger ¿No le dije yo que se fuera a dormir por esta noche? -. Hermione se puso roja.
- Lo siento, pero no puedo dejar de cumplir con mi labor -. Replicó ella con soltura. Entonces la chica reparó en Harry. Este, con una gran cara de culpabilidad movió los labios para que su amiga leyera con claridad lo que intentaba decir.
"Perdóname, no fue mi intención". Hermione le quedó mirando extrañada.
- Señorita Hermione, sígame... Tu también Harry -. Cuando lograron juntarse, Harry susurró en el oído de Granger.
- De veras lo siento... Se me escapó -.
- ¿Qué se te escapó? -. Potter no quiso decirle nada. Agatha había movido la cabeza, como si hubiera escuchado algo.
- Muy bien, llegamos -. Luego de cinco minutos de caminata por una larga galería que nadie recorría, con armaduras de pared a pared, se detuvieron al final del corredor, donde dos armaduras parecían hacer la guardia con sus espadas frente a la cara.
- No entiendo... -.
- Tranquila, Hermione. De inmediato se sabrá el secreto -. Y sacando su varita de Pino Oregón, Vane hizo un floreo y dijo - "Chocolate" -. Las armaduras en silencio se desplazaron hacia los costados, dejando la pared desnuda a la luz de las antorchas.
- La verdad es que yo tampoco entiendo nada -. Murmuró Harry, sin poder entender dónde demonios estaba el dichoso lugar del que la maestra le hablaba.
- Harry, querido, ¿Por qué no te acercas y tocas la pared? -. Dijo Vane con suavidad. Harry obedeció y puso su mano sobre la pared... Y de inmediato entendió de qué se trataba. Los dedos de Potter no tocaron la dura y fría piedra del castillo, sino que traspasaron el muro y siguieron de largo. Harry dejó que la pared lo rodeara hasta la altura del codo, sin poder creerlo.
- Exacto. Esta pared esta hechizada con un tipo de magia muy similar a la de la plataforma 9 3/4 -. Le explicó a los muchachos. Y tomado la mano de Hermione agregó -. No les hará daño, vengan -. Y prácticamente arrastró a sus dos alumnos al interior de la cámara.
- Es mucho más grande que la Sala Multipropósito del séptimo piso, pero es más fría. Y con un conjuro, la profesora encendió el fuego de la chimenea y las antorchas. - Si le ponen un 'Insonorus' o un Hechizo de Impasibilidad se convertirá en el lugar perfecto para que el Ejército de Dumbledore pueda sesionar... -. Harry abrió muy grandes sus ojos verdes, no se quería perder detalle...
El piso era de piedra, al igual que las paredes. De forma rectangular, el salón se hallaba adornado con varias vitrinas donde armas, objetos y libros acumulaban una capa de polvo de siglos. Colgados de las paredes, lienzos de aproximadamente tres metros estaban pintados con retratos de dos mujeres y dos hombres, intercalados con tapices de las Cuatro Casas. Hermione dejó escapar un ruidito que parecía ser un gemido de asombro con un gruñido de disgusto. Cerca de la chimenea, una mesa redonda llevaba cuatro puestos, cubiertos también de polvo, como si todo estuviera preparado para una cena que jamás se llevó a cabo.
-¡Estos son los retratos de los Cuatro Fundadores! -.
- Si y curiosamente son las únicas pinturas de todo el castillo que no se mueven -. Agregó Agatha pensativamente - No sé por qué sería eso, jamás pude averiguarlo -.
- ¿Cómo lo encontraste? -. Quiso saber Harry.
- Fue hasta el último año que estuve aquí que lo descubrí. Cerca de acá se dictaba la clase de Encantamientos y las espadas y las armaduras siempre me han gustado mucho... En una ocasión me puse a revisar las armaduras y noté que estas dos tenían en los costados las insignias de las casas de Hogwarts; Eso me indicó que no estaban de adorno. No sé si lo notaron, pero estas son las únicas dos armaduras que no tienen el penacho del casco de un solo color, sino que de cuatro; verde, amarillo, azul y rojo... Dejé la escuela sin poder abrir este lugar... Pero llegó una época en la que pude regresar y me dediqué exclusivamente a buscar la manera de abrir esta cámara, y lo logré. Se tenían que dar contraseñas. Cambié las palabras y me fui... De todos los rincones y pasadizos que conozco de Hogwarts muchos no salen en el Mapa del Merodeador, y me di el lujo de entrar a todos... menos a uno -.
- ¿A cuál? -. Dijo Hermione, que durante todo ese tiempo miraba a Harry con ganas de estrangularlo.
- Bueno, en el baño de Myrtle descubrí que una de las llaves del lavabo no era normal... Tenía una serpiente grabada -. Y suspiró con tristeza. - Jamás hallé el modo de saber qué hacía... -.
- Esa llave conducía a una cámara secreta -. Le enteró Harry.
- ¿De veras? ¿Y tú sabes cómo se abre? -. Potter se quedó callado por un segundo, pensando si sería indicado decirle que él hablaba Pársel.
- Hay que hablar en la lengua de las serpientes -.
- ¿ Y quién la abrió?, Alguien de Slyhterin supongo -.
- No. Fui yo -. Agatha se puso blanca y luego recuperó los colores- ¡Qué loca!, Debí suponerlo... Si era serpiente tenía que ver con el Pársel y con el viejo Salazar... .
Harry y Hermione se movían por el lugar, examinando detenidamente los anaqueles y las pinturas y los tapices de seda. Los dibujos de las insignias eran un poco más rústicas que las que ellos conocían, pero eso se debía obviamente a lo antiguas que eran... Harry se quedó de pie ante la pintura de Godric Gryffindor, el fundador de su casa. Se trataba de un hombre más o menos musculoso y de porte gallardo a pesar de lo adulto que se notaba. Tenía el cabello castaño, hasta los hombros e iba vestido con una túnica de color rojo con ribetes dorados... A su lado, un león joven se dejaba acariciar la cabeza con aire de gato doméstico, mientras que en su diestra llevaba una espada... Harry la recordaba perfectamente; era la espada con la que el sombrero le dio en la cabeza, para salvarlo del horror del Basilisco y una muerte segura. Godric y el león estaban parados sobre lo que parecía una colina. El cielo tenía los colores rojizos y naranjas de un atardecer moribundo y se vislumbraba un valle a los lejos, pintado de un verde plácido y suave... Lo que más le llamó la atención a Harry de esta pintura en apariencia tan sencilla eran los ojos de Godric; de un verde muy vivo, como los suyos detrás de las gafas. Un escalofrío recorrió la espalda de Harry, era casi como si esos ojos 'pudieran verlo...'
En el otro extremo de la sala estaba el retrato de Salazar Slytherin. Su rostro Harry lo conocía muy bien, porque por la boca de una escultura con su cara se deslizaba el basilisco que casi lo mató en una ocasión, cuando Tom Riddle poseyó a Ginny a través de un diario. Era mucho mayor que Gryffindor y su rostro no era muy agradable; labios mezquinos y alargados, torcidos en una sonrisa de desprecio, ojos pequeños y negros como dos ópalos que parecían penetrar hasta en lo más profundo de las mentes humanas. Tenía el cabello negro mucho más largo de lo que lo llevaba Godric y una barba de azabache puro le hacía ver aún más anciano. A sus pies se deslizaba una cobra amenazante, dispuesta a atacar a cualquiera que se acercara a su amo. Salazar se apoyaba en un bastón muy parecido al de Lucius Malfoy... Su túnica era verde con los ribetes plateados, sobre su cuello reposaba un hermoso medallón de plata, llevaba la serpiente de su Casa y los ojos de la serpiente eran de piedras preciosas, pero había algo más que a Harry le dio miedo... En la mano que sostenía el bastón pudo distinguir claramente un anillo en el dedo anular... Un anillo con una descomunal esmeralda. De fondo, un pantano se expandía hasta donde alcanzaba la tela del lienzo y el cielo estaba lleno de nubes arremolinadas. A lo lejos, un rayo relucía, aterrador.
Hermione en tanto, observaba los retratos de las fundadoras. Rowena Ravenclaw le recordó mucho a la profesora McGonagall. Se trataba de una mujer muy bella y de aspecto severo. Sus ojos azules reflejaban la emoción de la curiosidad y su cabello negro azulado iba apretado en un severo rodete en la nuca. Su túnica era azul de ribetes color bronce, y la cubría una gruesa capa del color del cielo de medianoche. Llevaba anudada al cuello un trozo de tela azul, seguramente para abrigarse la garganta y su piel blanca contrastaba con sus ropas oscuras. En su rostro se reflejaba la superioridad, el saberlo todo y apoyado en su brazo derecho, donde llevaba un grueso y tosco guante de cuero, un águila abría sus alas, pura majestuosidad. El fondo eran las montañas nevadas y la noche se encontraba salpicada de estrellas, entre ellas La Cruz del Sur resaltaba. La pintura de Helga Hufflepuff era muy linda y dulce. La mujer era bajita y se parecía ligeramente a la Profesora Sprout, de Herbología. Detrás de ella, el bosque mostraba su claro más dulce y muchas plantitas se enredaban en los añosos y nudosos troncos. En sus brazos un huroncito se encontraba acunado y miraba con cariño a su dueña. La luz que bañaba la escena era dulce, como miel que se colaba entre las hojas de los árboles y las ropas de Helga consistían en unos guantes y una túnica amarilla con ribetes negros manchada de barro. La mujer llevaba el cabello pajizo algo revuelto y sonreía con la dulzura de una madre. Los marcos de los cuadros eran de diferentes maderas; Ébano para Salazar, roble para Godric, pino para Rowena y rojizo Alerce para Helga. Todos los marcos llevaban grabados los lemas de las casas y el escudo de Hogwarts en la parte superior.
- Los alumnos son el más perfecto reflejo de los fundadores- Dijo Agatha - ¿Notas cómo Helga tiene la túnica manchada de barro y el cabello revuelto? -.
- Sí -. Dijo Hermione.
- Eso habla de cariño, de cercanía con todo lo que de verdad es importante. Mientras los Gryffindor se preocupan de demostrar su valentía, los Ravenclaw su inteligencia y los Slytherin su arrogancia y su sangre limpia, los Hufflepuff sólo se preocupan de estar bien por dentro y por fuera... Eso se refleja en la manera en que el hurón le mira. Puede que los puffies no demuestren su inteligencia, pero siempre son los primeros en acercarse a ti y preguntarte qué te pasa cuando te ven triste y sola... -.
- Profesora Agatha, ¿Qué es esto? -. Inquirió Granger, observando con interés el estandarte de Ravenclaw. Vane se acercó, al igual que Harry. En la pared, al lado del tapiz había unas manchas muy peculiares, como las que quedan cuando le tiras ketchup en la polera a un compañero. Eran salpicaduras de algo rojo y se veían siniestras.
- Nunca pude averiguar qué era exactamente -. Dijo alzando la varita y moviendo el tapiz hacia un lado - Pero ojos que no ven, corazón que no siente -. Y tapó la mancha - Lo único que tienen que hacer es limpiar un poco y quitar el polvo, por lo demás está disponible para cuando ustedes quieran usarlo. Tiene el mismo mecanismo de la Sala Común; dicen la contraseña y sólo los dejará entrar a ustedes. Mientras la persona no pronuncie la palabra indicada, la pared será tan sólida como cualquiera de este castillo.
- Está muy bien. Muchas gracias -. Dijo Harry.
- Bueno, entonces me avisan cuándo es la primera reunión. Quiero ver cuál es el nivel que tienen -. Y se acercó a la pared y se marchó.
- ¡HARRY JAMES POTTER, TE EXIJO QUE EN ESTE MOMENTO ME DIGAS QUÉ DEMONIOS ESTÁ SUCEDIENDO! -. Gritó Granger, dejando escapar todo el enojo que tenía dentro. Esa profesora los había dejado como tontos. Harry se quedó callado. Era su culpa, su completa culpa que Agatha se hubiese enterado de lo que estaba pasando con el Ejército de Dumbledore... Lo único que quería Potter en ese momento era desaparecer, pero su amiga no le dejaría las cosas tan sencillas.
- ¿No se suponía que era un secreto? ¿No se suponía que se te llenaría la cara de granos Harry? ¿Pero en qué estabas pensando cuando se lo dijiste?. Es una profesora nueva, ni siquiera nos conoce -.
- De eso no estaría tan seguro... -. Murmuró el muchacho. De inmediato Hermione se quedó callada. Potter se dejó caer en el piso, a los pies del retrato de Godric Gryffindor. Hermione asustaba con la imponente Rowena Ravenclaw a sus espaldas.
- ¿Cómo es eso? -.
- Lo que acabas de oír. Esa mujer nos conoce muy bien... Conoció a Lupin, a mi padre y a Sirius... Uno de los Aurores que estaba la noche en que Umbridge se metió en la sala Multipropósito le contó qué había pasado exactamente. Así es como ella se enteró de que existía el Ejército de Dumbledore y me mostró este lugar -. Se explicó Harry. Granger se acercó a él y se sentó enfrente. Ya parecía mucho más calmada.
- ¡Lo sabía! -. Dejó escapar la muchacha, más molesta todavía. Por eso no salía en los anuarios -.
- ¿Los anuarios? -.
- Lo que sucede es que me llamó mucho la atención que la Profesora McGonagall la tratara de esa manera, y dejara que Agatha tuviera ese gesto de galantería sin ruborizarse, como sé que lo haría. Basándome en la edad que aparentaba, me metí en la biblioteca y revisé todos los anuarios que pude encontrar... Y no estaba en los registros... Y a todo esto ¿Por qué un Auror le contaría eso a ella? -.
- ¿No es obvio?... ¿A qué crees que me he estado quedando todos estos días con ella? -. Hermione le miró.
- No lo sé... Tú dijiste que era para que la ayudaras a revisar los trabajos de los cursos inferiores... Y que no me había llamado a mí porque tenía mucho qué hacer... -.
- Te mentí Hermione -. Dijo, los ojos verdes fijos en los suyos castaños - Ella me ha estado enseñando Oclumancia... -.
- ¿Oclumancia? ¿Pero...? -.
- Agatha Vane es integrante de la Orden del Fénix -. Le respondió antes de que ella pudiera formular la pregunta. Sólo Kingsley Shacklebolt y Dumbledore lo saben... -. La muchacha se cruzó de brazos, con su típica cara de 'no molestes, estoy viendo dónde tiene el gato encerrado esta situación'.
- Es muy sospechoso... ¿Y no has tenido forma de comprobar sí acaso ella realmente es de confiar? -.
- Por desgracia no. Lo que más me encargó Agatha fue que no se lo contara a nadie, que Dumbledore se lo había pedido -.
- No sé... Si algo he aprendido en todos estos años de colegio es que no puedo confiar en nadie más que tú y Ron. Agatha me es muy agradable y me gusta como enseña, pero una cosa es apreciarla como maestra y otra tenerla como amiga... -.
- Es que eso es el problema... Sencillamente 'no puedo' desconfiar de ella. Siento que siempre me está diciendo la verdad. Hoy mismo me lo demostró... Me dice lo que está pasando... Bueno, lo que ella sabe, porque tampoco está muy informada. Por ahora su única misión es hacerme fuerte... -.
- Sigo pensando... -.
- ¿Entonces por qué la escogió a ella? -. Le interrumpió.
- Puede tener millones de razones para hacerlo... -.
- Hermione; no creo que Dumbledore haya escogido a la profesora Vane sólo porque era la única que pidió el puesto... No en esta época -.
- Te aferras a una esperanza nada más... -.
- Llegará el momento de descubrirlo. Siempre llega... ¿Bueno? ¿Y qué opinas? -. Dijo apuntando el piso - ¿Crees que sea lo bastante bueno para las clases? -.
- No te lo puedo negar... Va a ser bastante difícil que nos pillen aquí. Esta mujer sí que sabe escoger los lugares... ¿Qué crees que habrá pasado entre los Fundadores? -.
- ¿Los Fundadores? -.
- Sí, Hace días que le estoy dando vueltas a eso... En la biblioteca no hay información muy amplia sobre los magos que abrieron Hogwarts... Ni siquiera Binns lo sabe. ¿Qué cosa tan grave podría haber ocurrido como para que dos amigos se pelearan hasta el punto de odiarse? -. Harry se quedó pensando... Harry sólo conocía una buena razón por la cual las amistades podrían morir... La desconfianza. Salazar Slytherin debió hacer algo... No sólo la manera de escoger a los alumnos...
Llega un momento en la vida en que comienzas a ver las verdaderas intenciones de las personas... Aquellas que callan son manipuladoras, yo ya no confío en las sonrisas, ni en que hagan algo que es "por mi bien"... Sirius y Remus son los únicos a los que les creo todo a ojos ciegos... Y aunque me duela mucho admitirlo, Dumbledore está perdiendo mi respeto. Mis amigos son todo lo que tengo, mi verdadera familia ahora, y tengo que salvarlos de él, porque este hechicero que tanto sonríe y habla de proteger y ayudar es capaz de mentir descaradamente y causar una muerte inocente por lograr lo que quiere... Aunque sólo se trate de salvarme la vida
Luego de un rato revisando el sitio, Hermione terminó por aceptar y perdonar el error de Harry.
- Pero te aseguro que a los demás no les va a sentar bien tener a una profesora en las sesiones -. Le previno - Así que te vas a tener que aguantar si llegan a decirte cualquier cosa... Lo que ellos quieren es independencia, sentirse útiles y comenzar a valerse por sí mismos... Así son los hombres valientes y estúpidos -.
- ¿No crees que un miércoles a las once de la noche es un momento un poco desatinado para beber brandy en esas cantidades... Severus Snape? -. Sonó una voz ronca a espaldas del maestro de pociones. Severus se volteó... Realmente se había demorado demasiado en comenzar a mortificarlo. Snape se puso de pie y se acercó a los ventanales de su cuarto. Sentada en el alféizar de una de ellas, donde la luna llena se robaba la panorámica del lago, una mujer rubia platinada, de rasgos afilados y rostro cruel, inexpresivo y a la vez atormentado se queda mirando a Severus con sus ojos azules fijamente... Está sentada como un hombre, con una pierna flexionada donde su brazo derecho descansa mientras que el izquierdo está colgando como inerte con un cigarrillo encendido, su cabello resbalando por sus suaves hombros con una delicadeza que es puro abandono. La chica tiene los labios enrojecidos, erubescentes... Todo en ella es deseo, incluso su voz es una invitación oculta... Lleva una túnica negra, pantalones apretados y botas altas, de tacón, su rostro tan parecido a aquel que busca en sus sueños...
- A ti no te importa lo que haga con mi vida... -. Dijo con una sobriedad que era puro aguante.
- Por supuesto que me importa... Después de todo, gracias a ti sobreviviré para vengarme de mi hermano -. Replicó ella con frialdad. - Es como si fueras mi señor y yo me hubiese convertido en tu prole, Severus... - Se llevó el cigarrillo a los labios y fumó un poco - ¿Qué información manejas sobre Remus Lupin? -.
- ¿Y desde cuándo te interesa tanto Lupin? -.
- Desde que me interesa -. Respondió ella con insolencia. - No me hace gracia que Dumbledore me haya aceptado en la Orden del Fénix y me tenga sin noticias... Estoy haciendo todo lo que él me dice; Potter ha avanzado mucho en las clases de Oclumancia -.
- Es lo mismo que antes... No tenemos derecho a reclamar nada. Si estamos aquí es para servir, no para cuestionar... -.
- Yo no entiendo cómo entraste al servicio del viejo si lo odiabas tanto... -.
- ¿Por qué se supone que entraste tú, eh? -.
- Yo entré para vengarme de alguien... De mi hermano -.
- Pues yo entré para salvar a alguien... -. Y sonrió - A tu hermano -. La mujer pareció molestarse mucho...
- ¿Cómo puedes amar a ese sangre maldita?... Desde que recuerdo sólo te ha hecho daño. Cada vez que pudo te lastimó... -.
- Eso es lo de menos... Así lo amo yo -. Y volvió a reírse - Tal vez por eso jamás has tenido a nadie... Entiéndelo. No existe el amor de las historias de hadas... No hay príncipes, sólo seres humanos a los que hay que aceptar... Yo amo a tu hermano porque es poder, es ambición... Me protegió siempre, mientras el mundo caía a mi alrededor... Con él yo entendí qué era el horror, la obscuridad... -. Sus ojos brillaban; le provocaba un placer indescriptible enojar a la chica. - En él entendí hasta dónde podía sentir... -.
- Me das asco... -.
- Tú me das lástima... -.
- Perrito Faldero -.
- Bastarda, sangre mezclada. Siempre fuiste un estorbo para mí... -.
- Por lo menos no he estado rogando el amor de nadie durante todos estos años... -. Estaban tan cerca el uno de la otra que podrían besarse sólo con un paso más. Así se trataban; se odiaban y a la vez... Eran hermanos.
- ¿NO?... Podría darte una lista de aquí a Hogsmeade... -.
- Sevvy, no vine a hablar de eso, sino de Remus J. Lupin ¿Okis? -. Dijo arrebatándole de una su vaso de brandy. - ¿Por lo menos está vivo? -. Severus gruñó -. Tomaré eso como un SÍ... Pasemos a la segunda pregunta... -.
- ¿Por qué no te vas?. Tengo que dormir... -. Agatha se largó a reír...
- Está bien... Pero mañana me lo cuentas todo ¿Entendido? -. Severus gruñó otra vez y Vane se marchó...
Como Harry escribió con letras grandes y claras en el trozo de pergamino, el día viernes eran las pruebas para hallar nuevos bateadores y cazadores en el equipo de Quidditch de Gryffindor. Harry estaba muy emocionado, pero echaba de menos a los Gemelos Weasley. Durante el verano Ginny y Ron entrenaron arduamente mientras se los permitió la amenaza de los Mortífagos. Fred y George decían que la menor de los Weasley era su orgullo. Poco a poco, el pelirrojo vencía su miedo a jugar en público, ayudado en gran parte por el triunfo que ayudó a conseguir para la final de la copa contra Slytherin... Y por supuesto, rumores sobre el nivel alcanzado por loas serpientes ya recorrían la Sala Común como un reguero de pólvora.
- No lo creo Harry. ¿Por qué preocuparse?. Lo único que podría haber mejorado Draco es su manera de aterrizar sobre el campo -. A Potter no le hacía gracia ¿Acaso era él la única persona que lo notaba?. Draco estaba cambiando. El verano lo había templado como una espada se templa en la fragua y se vuelve más dura. Sus ojos grises tenían una expresión cruel, una expresión de odio tan profunda y genuina que hería al Niño Que Sobrevivió... Potter ya no se lo podía negar por más tiempo a sí mismo, pero seguiría disimulándolo hasta que le diera el cuerpo... El viernes se les vino muy pesado. El techo del Gran Salón estaba atiborrado de nubes.
- Va a llover -. Dijo Hermione
- Roguemos al señor para que no sea así -. Replicó Ron... Y para más remate tenían clases con Snape al finalizar el día; pociones avanzadas. Agatha se había mandado un numerito la noche anterior y luego de casi lanzar a Draco por las escaleras se dio el gusto que restarle 20 puntos a la casa por la sencilla razón de hacer ronda en una zona que no le correspondía... Comprenderán ustedes, que al no tener Agatha un favorito, sino que toda la Casa de Gryffindor por regalona, Snape se encargó de hacerles la vida imposible a cada uno de los alumnos... Pero se llevó una sorpresa. Neville se había hecho muy amigo de una chica de Hufflepuff, llamada Penelope Gray, con quién compartía su gran amor por las plantas... Resultó ser que Severus les estaba enseñando una complicadísima versión de la poción infladora, en la que si te pasabas sólo un poco con los ingredientes podrías convertirla en un poderoso veneno o en un explosivo de la misma potencia que una bombita de ruido, como les explicó con mucho gusto a Harry y a Neville, quienes sólo tragaron saliva y temblaron, más cuando el profesor se apoderó de Trevor y con los ojos brillantes dijo que esta vez sí se lo iba a dar al sapo... Y lo hizo, pero se infló, tal y como debería suceder. Neville se sentó con la muchacha de Hufflepuff, no cometió un solo error y al terminar la clase, Severus sencillamente era incapaz de creerlo.
- Supongo que nadie te habrá ayudado ¿No es así Longbottom? -. Lo acusó, los ojos muy fijos en Hermione, quien lo miraba con ojitos inocentes. - Podría jurar que Granger está detrás de esto, como todos los años... -. Pero fue incapaz de probarlo. A menos que se comunicaran por telepatía, Hermione no intervino. Penelope miraba muy molesta al Profesor Snape.
- ¿Tienes algo que decirme Gray? -. Penelope se puso de pie. Era bastante baja, casi tanto como Agatha, y su cuerpo rechonchito no le ayudaba mucho con la mirada desafiante con la que intentaba fulminar a Severus...
- Es desagradable ver cómo un maestro intenta intimidar a sus alumnos... Profesor Snape -. Harry se puso blanco.
- ¡¿Cómo te atreves, MudBlood?! -. Gritó indignado Draco, y echando la silla abajo hizo el ademán de acercarse a la muchacha, pero Severus le detuvo.
- ¿Comprendes que esta es tu última clase conmigo no?... Esto lo sabrá Sprout... -. Dijo sonriendo, pero Penelope no se intimidó con eso.
- Por supuesto, ya no quiero volver a ver su cara de amargado. ¿No le da lástima que sus alumnos lo odien en vez de apreciarlo?. Profesor Snape, su talento con pociones es insuperable y lo admito, pero por desgracia no es más grande que su inmadurez -. Declaró con aires de niña madura, y dándose vuelta dignamente tomó su mochila, le dio a Neville un beso en la mejilla y se marchó con un sonoro portazo. Severus temblaba de ira y fulminó a los otros puffies con sus ojos negros.
- Llevan cincuenta puntos... ¿No es así?. Bueno, pues ahora se los quito por la insolencia de la señorita Gray -. Dijo este y dio por terminada la clase.
- Pobre muchacha -. Dijo Hermione.- Fue muy imprudente de su parte enfrentar a Snape -.
- Si... Pociones, por desgracia, es necesario tanto para la carrera de Auror como para la de Medimago... Y ella quería seguir Medimagia -. Suspiró Harry.
- ¿Cómo lo sabes? -. Quiso saber Ron.
- Neville me lo dijo... Él también quiere seguir Medimagia -.
- ¿Por qué yo nunca me entero de nada? -.
- Bienvenido a mi mundo -. Dijo Potter alegre e irónicamente - Así me sentí yo cuando Ernie Macmillan tuvo que enterarme de lo de los Mortífagos... -. Ron se quedó callado.
Penelope Gray era una muchacha muy linda. Sus ojitos eran castaños y francos y provenía de una de las familias que conformaban la aristocracia de Francia, pero su madre se casó con un inglés Muggle y así quedó en Hogwarts, en Hufflepuff. Durante años se había callado su antipatía por Snape, pensando que a la única que intentaba intimidar era a ella, pero cuando notó que Neville también era víctima de su campaña del terror, no pudo soportarlo y se le enfrentó. Ahora su sueño se veía roto... La muchacha entró en la Sala de Maestros y de pie cerca de la mesa donde Sprout siempre dejaba sus artículos de Herbología más caros, se puso a esperar a que Snape y la jefa de su casa llegaran y decidieran sobre su situación.
- ¿Qué haces acá, chiquilla? -. Dijo Agatha, mientras andaba con su jarrón favorito lleno de leche por uno de los percheros, buscando su capa o... La capa de otro.
- Le dije al profesor Snape que era un amargado y que su talento era opacado por su inmadurez... De seguro va a echarme de la clase -. Se explicó ella con sangre fría. Agatha se dio vuelta y le quedó mirando con unos ojos muy grandes.
- ¿Que hiciste qué? -.
- Eso -. Repitió la muchacha con paciencia- Me enfrenté al profesor de Pociones por molestar a Neville Longbottom y no admitir que hizo bien una preparación -. Vane parecía en la luna. De inmediato llegaron la profesora Sprout y Severus...
- Penny, ¿Es verdad que le dijiste amargado al profesor Snape? -. Le inquirió la profesora Sprout sin ninguna cortesía.
- Sí -.
- Pero sabes que eso te perjudicará enormemente ¿NO? -. Severus parecía regodearse cuando dijo eso. Disfrutaba las palabras... - Empecemos por el hecho de que yo no te admitiré más en mi clase -. La muchacha se mantuvo serena, aunque Agatha notó que tenía ganas de llorar y salir corriendo.
- Lo que hiciste Penny fue muy feo. Uno nunca debe dirigirse a un maestro en un tono ofensivo -.
- Lo entiendo profesora Sprout -.
- Ejem, ejem -. Agatha se acercó. ¿Cómo Sevvy podía ser tan infantil?... Bueno, tratándose de Harry se entendía, era el vivo retrato del papanatas de James, pero con una pendeja Puffie... ¿Qué intentaba?. - No creo que el profesor Snape se atreviese a echarte, Penelope... No si sabe lo que le conviene -. Dejó escapar casi con dulzura. - Tú tienes de seguro mucho talento para haber pasado los MHB... -. Snape lo entendió. El numerito de la escalera no sería nada comparado con lo que podría hacerle a Draco... Y él sabía perfectamente de lo que Agatha podría ser capaz.
- Por favor, profesor Snape -. Dijo Sprout con delicadeza - Penelope ha tenido un exabrupto nada más, le aseguro que no se volverá a repetir -.
- Además, sólo en la Inquisición condenaban a las brujas por decir la verdad ¿NO? -. Snape le dirigió una mirada asesina - Tu deber aquí es enseñar, para eso te pagan, Snape... Y si no lo haces tú lo voy a hacer yo... Estoy muy interesada en traspasar los conocimientos que adquirí luego de salir de la escuela a alguien que de verdad pueda utilizarlos para el bien de la humanidad -.
- Muy bien... Se quedará en mi clase -. Le temblaba todo el cuerpo de rabia - Se quedará en mi clase, pero no voy a permitirle una sola insolencia más -. Y se fue con un portazo más fuerte que el del otro día.
- Gracias -. Dijo Sprout.
- ¿De Qué?. Snape no podría echarla... No por defender a Neville. Un profesor debería expulsar a sus alumnos sólo por incompetencia profesional o por no dejar que la clase continúe, pero esta niña se ve que no es ninguna amenaza -. Y salió con su jarrón de Slytherin al pasillo, donde Longbottom en compañía de Harry, Granger y Weasley aguardaban.
- ¿Qué...? -.
- Tranqui. La chica sigue en la clase -.
Estaba lloviendo para la hora de la Selección. Harry y Ron fueron los únicos que se quedaron afuera, mojándose mientras el resto del equipo (Ginny) comía con calma para integrarse después. Lo que necesitaban con urgencia eran bateadores, dos buenos bateadores y un cazador... Estuvieron hasta que el sol desapareció y la tormenta arreció, pero todos regresaron al Gran Salón muy satisfechos; habían encontrado lo que buscaban. Agatha los alcanzó en el pasillo. Iba igual de mojada que Harry, con un cigarro en la boca y el maquillaje se le había corrido. Se veía espantosa.
- ¡Tienes muy buen ojo! -. Le aseguró cuando Harry se quedó atrás, para conversar con ella - Espero que se afiaten bien, el chico de tercero se nota algo arisco -.
- Si... ¿Estuviste viéndonos? -. Agatha le señaló sus ropas mojadas.
- Nooooooooo... Estaba tomando sol -. Potter apretó los labios. - Te tengo noticias de Remus... Está bien, no te preocupes. Lo que pasa es que anda... Bueno, ya sabes y con lo de su transformación, no creo que le quede mucho tiempo para escribir -.
- ¿Cómo sabe que es... Bueno, que es eso? -.
- Tierra llamando a Harry Potter... -. Dijo ella burlonamente. - Ahora sólo les queda entrenarse seriamente para destrozar a Slytherin este año... Otra vez -.
- Sí... -.
- Yo me voy a mi cuarto... Tengo mucho sueño -. Harry se integró al grupo en cuanto Vane desapareció por uno de los pasillos. Hermione lo miraba con enojo, pero Potter no le dijo nada.
