RESTO DEL MUNDO: Este especial de todas maneras influye en el argumento de la historia(así que léanlo)
TROPECÉ…
-----------------
-Sólo toma mi mano y confía en mí… Yo te voy a ayudar, estaré siempre aquí -.
- Pero… -. El caballero de cabellos rojos y pecas le miró ofendido…
- ¿No me crees? Tócame. Yo existo -.
- Es que… -.
- Sólo sigue el tono de mi voz Ruri… -.
- RURI!!!!!!!!!!!!!!! -.
La joven no quería despertar, a pesar de que los intentos de sus amigas para que abriera los ojos eran desesperados y amenazaban con recurrir al vaso de agua en la cara. Ruri Duncan estaba soñando, y no deseaba que ese dulce sueño se fuera a acabar…Envuelta en las sábanas blancas de su cama helada, la muchacha soñaba con príncipes de pelo rojo, de voluntad y valentías a toda prueba… ¿Por qué no? Ella era una hechicera bastante moderna, sin embargo eso no quería decir que no podía soñar con ser princesa y esperar que algún día su príncipe llegara montado en un caballo para raptársela a su castillo encantado. Había estudiado en Salem, y mejor que nadie sabía que los sueños podían hacerse realidad y que la magia no provenía sólo de las varitas, sino que andaba libre por todos lados, en brazos del viento y la naturaleza.
- Ruri!!!! Wake up!... Es increíble, hasta Danielle LeGrand se ha levantado, no puedes quedarte en la cama mujer -. Le regañaba Lucy Bloom, zamarreándola para que de una vez por todas se pusiera de pie. LeGrand estaba en el baño, de lo contrario hubiera lanza do un par de hechizos por el comentario insidioso.
- Está bien… Pero no quiero -. Dijo con voz somnolienta mientras se volvía a meter en la cama y abrazaba la almohada… - Estoy tan calientita y se sueña tan rico -.
- Por favor Ruri… -. Le rogó la chica de cabellos ondulados – Umbridge nos va a quitar un millón de puntos si nos quedamos aquí… Recuerda que tenemos clase con esa señora -.
- ¿Umbridge?... Ah si, ya me levanto, si quieren se adelantan -.
Vieja Abominable! Se dijo la muchacha en tanto comenzaba a agarrar sus cosas para ducharse y bajar a desayunar. Dolores Jane Umbridge odiaba a Miss Hart, la Directora del Instituto de Salem y nadie sabía por qué… Eso le provocaba mucha ira a las extranjeras, porque se eso se traducía en una odiosidad más grande que la que se expresaba por Potter y Cía.
Diez minutos más tarde las chicas de Ravenclaw estaban en el pasillo que daba al Gran Salón para comer un poco antes de irse a su clase de DAO… O más bien, a la tortura de DAO. Desde que Agatha Vane se había marchado, las clases eran las más terribles que habían experimentado los extranjeros. Siempre era lo mismo; duras bancas aguardándolos, un silencio de mausoleo y por si eso no fuera poco… El olor, los gestos, la manera de hablar de esa profesora que sólo los molestaba. Aunque no lo quisieran admitir, echaban de menos a la mujer de las mil pelucas y al chico invisible que vivía molestando. Ya casi alcanzaban la puerta cuando…
Paff!
Ruri fue empujada por alguien y rápidamente se cayó al piso.
- ¡Estúpido! -. Vociferaba Danielle en francés - ¡¿Es que nunca te cansas de empujar al resto?! -. Pero nada. El pelirrojo siguió de largo y fue a reunirse con sus compañeros de Gryffindor. - ¿Estás bien? -. Le inquirió la otra chica de cabello corto, ayudándole a levantarse. – Ese Ron Weasley… -. Masculló.
- No te preocupes… -. Le calmó Duncan – No es bueno amargarse por estas cosas -. LeGrand alzó una ceja, curiosa.
- Pero nunca debes dejar que estos ingleses se sientan superiores a ti –
Pobre Ruri. Ni siquiera logró comer a gusto…
Las cuatro Ravenclaws corrían con desesperación… El que se levanta tarde, llega tarde, no hay otra opción.
Y por si fuera poco…
AW!
Como sino fuera ya bastante perderse en ese laberinto, Ruri quedó con su pie izquierdo atascado en uno de los escalones de broma.
Definitivamente ese no era su día.
- No se preocupen, chicas… Es mejor que llegue una atrasada a que lleguemos todas tarde… Yo… Yo puedo quedarme aquí, estoy bien -. El tiempo corría, y las demás siguieron escaleras arriba.
- (--;) Pensé que se iban a quedar… -. Resignada a su suerte, la chica comenzó con la penosa tarea de sacar su pie del escalón.
Y entonces…
- No hagas eso, sólo conseguirás lastimarte más -. Ron se acercó a la joven. – A ver, yo voy a ayudarte -. La muchacha, sonrojada, levantó su túnica del uniforme para que Weasley le desatascara su piececito adolorido.
-AW! -.
- Perdona… -. Ron tampoco tenía lo que se llamaba "Un día de Suerte". Hermione y Raphael no se despegaban el uno del otro y no sólo él los miraba con odio… Todas las chicas de cuarto esperaban que Granger se quedara sola para asesinarla por acercarse demasiado al muchacho… Raphael en tanto, sólo sonreía. - No, no importa… -. Unos minutos de trabajo siguieron después, pero gracias a la Diosa no fue mucho tiempo.
- Ya! -.
- Eres muy amable -. Le dijo Ruri, en cuanto se vio libre.
- ¿Sabes qué hora es? -. Duncan miró su reloj.
- Llevamos como media hora de retraso -. Weasley se sentó a su lado y sus piró
- Ni de broma nos dejarán entrar. Umbridge está más pesada que el año pasado -.
- ¿Y qué hacemos? -.
- No lo sé, pero no podemos aparecernos en el salón de DAO -. A pesar de que la odiaba porque sí, Weasley también echaba de menos a Agatha Vane. Los dos se quedaron en el escalón, muy cerca y mirando completamente desanimados hacia el techo. No se les ocurría nada.
- Lamento que te hayas quedado afuera -.
- Nada de eso. Esta mañana te empujé muy fuerte y bueno, es mi manera de pedirte disculpas -. Definitivamente cuando quería, Weasley podía ser muy tierno.
Menos mal que le pesa la conciencia Se Dijo Duncan De lo contrario yo seguiría atascada en este escalón tonto Pero la verdad era que deseaba prolongar por el mayor tiempo posible el contacto con ese muchacho… Ya llevaba dos semanas metida en Hogwarts y siempre había querido estar con él, siendo esto imposible hasta el momento…
- Yo me voy a la Sala Común de Ravenclaw… -.
- No, no puedes. Si los de séptimo te ven habrá más líos. Es mejor que gastemos el tiempo en otra parte, así sólo aparecerás en el Gran salón y no te preguntarán nada -.
- ¿Acaso lo has hecho antes? -.
- Si… A veces no tengo ganas de ir a ningún lado -.Ron miró al suelo. ¿Y por qué le estaba contando esas cosas a una chica que ni conocía?... Bueno había que hacer algo y no se podían refugiar en cualquier parte.
- Sígueme!... Yo sé dónde nos podemos quedar mientras tanto -. Dijo el pelirrojo poniéndose de pie. Ruri, curiosa y emocionada, le siguió.
Si Harry se entera va a matarme… Ni pensar lo que hará Hermione… Gesto de disgusto Bah! ¿Por qué pienso en esa traidora?
- ¿Sucede algo? () -. Inquirió Duncan, mirando con interés el salón… Era muy bonito y se parecía bastante al Hall de Trofeos de Salem…
- No… Nada (;) -. Replicó el muchacho, mientras se preguntaba por qué demonios había llevado a una perfecta desconocida al Salón de Godric…
Bueno, ya da lo mismo… Odia a Umbridge, no creo que vaya a hablar de este lugar… Además no sabe del ED
- Me gustaría que… -. El pelirrojo se llevó una mano a la cabeza, desordenándose el cabello de manera nerviosa. – Bueno, que no le cuentes a nadie sobre este lugar… Es mi descubrimiento y no me gustaría que llegara más gente -. Mintió.
- No, no lo haré -. Dijo ella con cara de niña buena… Durante un buen rato Ruri se dedicó a escuchar a Ron, obligándolo a hablar de cualquier cosa para que él entrara en confianza y dejara de caminar como robot.
Puede ser que algún día los cuentos de hadas se hagan realidad.
A lo mejor para Ruri, ese día había llegado
Pero definitivamente las cosas no iban a empezar si ella no actuaba
Como decía un hermano mío… Hora de hacer algo.
- Tengo sueño -. Se quejó la muchacha y Ron se quitó la túnica del uniforme. El orgulloso león de Gryffindor observaba la escena desde el cuadro, junto a su amo tan inmóvil como una estatua Muggle. Weasley quedó sólo en uniforme y a Duncan se le antojó más guapo que nunca.
- Bueno. Puedes sentarte aquí, sobre mi túnica -. Dijo tendiéndola en el suelo para que Ruri se acomodara. Ron estaba algo triste, pero se obligó a recordar que no podía permitir que esa tristeza le dominara…
De lo contrario la familiar de Rowena saldría de su encierro, llamada por sus lágrimas, como siempre…
Eso definitivamente le echaría a perder el día.
No tenía ganas de escuchar sobre lo que Tom Riddle hizo alguna vez ni sobre nada de nada. Lo único que necesitaba en ese momento era paz… Por eso llevó a Ruri sin dudarlo al Salón de Godric, para estar en paz…
¿Utilizar a la Ravenclaw?
Nah
Si ella era lo bastante hábil, las cosas podrían tomar un giro inesperado…
Y viniendo de Salem, bueno, no podías apostar a que no sería de esa manera.
Para cuando Ron se dio cuenta ya estaban los dos sentados y muy juntitos observando los retratos de Rowena y Helga… Ruri se tomó la libertad de apoyar su cabeza en el pecho del Weasley, y este no hizo nada por moverse… Ya no tenía ánimos para otra cosa que no fuera estarse quieto ahí, mirando los retratos de los uno de los viejos que, aún muertos y fríos en sus tumbas perdidas en la inmensidad del cosmos fuera de "Ronnieland", no dejaban de joderlo.
Dicen que cuando dos seres humanos con mala suerte se reúnen por las convergencias, y los caprichos, de las estrellas siempre resulta algo bueno para ambos…
Por eso varios compran el boleto de la lotería de a dos…
- ¿Te han dicho alguna vez que tienes la misma manera de mirar de Rowena Ravenclaw? -.
- ¿Qué? -.
- Eso, que tienes la misma mirada de esa mujer en el cuadro -. Replicó la joven con sencillez.
- ¿En serio? -. A Duncan le pareció tonto que él no se hubiera dado cuenta… Un largo silencio que se instaura entre los dos y Ruri que se aburre esperando una nueva reacción del pelirrojo.
Duncan se aprieta aún más contra Ron Weasley y este comienza a acariciarle distraídamente la cabeza….
Las cosas no iban tan mal, después de todo.
Unos labios que atrapan otros en un dulce beso, en tanto dedos temblorosos son atrapados por otros más expertos… Y ansiosos.
Ron no comprendía bien qué sucedía… Pero lo que fuera, ¡Diosa! Que no acabara jamás…
Que ese beso no terminara nunca, se sentía tan aceptado, tan amado….
Su corazón era un tambor, le golpeaba las costillas y le dolía, pero la calidez de la chica apretada contra él, esos sentimientos que recién descubría… Eso no tenía precio… Ruri lo abrazó, como siempre había soñado… Y sin embargo una parte de ella notaba que Ron era nuevo en estas cosas, que a lo mejor nunca había besado en su vida, y reclamaba un poco…
- Me gustas Weasley… Me gustas demasiado -. Le confesó la chica. Más roja que un camarón… Y con cariño le acarició el pelo, las orejas, los labios…
Ron sólo pudo apoyar una de sus manos grandes y tibias sobre la espada de Ruri, y jugar con su cola de caballo… Estaba atontado ¿Qué era lo que pasaba?...
Gratitud…
- Estuvo muy bien para ser tu primera vez -. Comentó la chica y Weasley quiso desaparecer…
¡¿Era tan obvio?!
Sólo gruñó por respuesta… no hallaba palabras para poder expresar lo que le pasaba por dentro, las mil emociones que lo llenaban, el deseo de desaparecer y la vez hacer otras treinta mil tonterías más… La sangre latiendo en sus sienes, las ganas de abrazarla, el hecho de que olvidó a Hermione por completo y aún no se acordaba de ella, en realidad ni siquiera se acordaba de que era Gryffindor…
Y así se quedaron por mucho tiempo más, contemplando la nada hasta que Weasley pudo hacer algo más que respirar agitadamente y conjuró una bella flor… Para ponerla en el cabello de Duncan…
Ni siquiera sabía bien por qué lo hacía, sólo que… Siempre había pensado que si alguien lo besaba, que si alguna vez se atrevía ser sincero con alguien más, le daría una flor, una linda flor para adornar su cabello…
Su madre se lo había contado miles de veces a él y a los demás y Ronald siempre quiso hacer lo mismo que Arthur hizo alguna vez con Molly, cuando le pidió en un Yule que fuera su novia…
Y lo hizo algunos años después, cuando le pidió que fuera la madre de sus hijos…
A Ruri no le importaba nada más… Sólo quería estar con él, que el tiempo no avanzara, que siempre pudiesen estar así, juntos…
Le dio gracias a la Diosa que había movido sus influencias para ofrecerle esta oportunidad…
Su cuento de hadas se hacía realidad con una flor sobre su oreja derecha, un dulce aroma que los rondaba a ambos…
No había muerte, no existía la amenaza, sólo la paz… Sólo las ganas de vivir como jóvenes normales un minuto de realidad…
Sólo eso.
Sólo toma mi mano y confía en mí Nada te tocará rodeada por mis brazos Cuando la muerte muerda mis huesos Y destruya mi piel Sólo pensaré en ti y dejaré que mi amor Se vaya con el viento Para que así nunca me olvides ni te sientas sola Otra vez
Sólo eso.
