En compensación por haber estado tantos días sin subir capítulos, hoy he decidido subir el 5 también. En éste capítulo vais a conocer a alguien bastante especial y significativo en mi historia...
"So lost, so helpless..."
Pidió parar al conductor poco antes de la entrada a la que había sido su casa durante todos esos meses. Úna vez se bajó del mismo, el coche se retiró, parando mientras Christine entraba a retirar sus cosas.
Fue corriendo hasta la puerta trasera de la casa. No quería ser vista por nadie. Entró, haciendo el menor ruido posible...pero eso no le sirvió de mucho, puesto que uno de los sirvientes se hallaba frente a ella...sus ojos mirándola en sorpresa.
" ¡Señora Vizcondesa! –christine posó un dedo en sus labios, indicándole que no hablara tan alto- todos han estado buscándola desde ayer...¿se..se encuentra bien?"
Francoise era su amigo, más que su sirviente. El buen muchacho desde que llegó con Raoul a ésta casa no había sido más que amable con ellos. Se alegraba de que,de entre todos, se hubiera topado con él.
Asintió-" Estoy bien-dijo, en una voz realmente baja- pero..-se acercó a él, apoyando una mano en su hombro-necesito que me ayude, ahora como amigo Francoise"
Éste la miró con cierto temor-" Claro..dígame que puedo hacer por usted"
" Sólo necesito que me ayude a sacar mis cosas de aquí del modo más discreto posible"
Se acercó a ella, bajando su tono también -"Así que..se marcha..."
Suspiró-" Mucho me temo que sí. He encontrado un sitio agradable lejos de aquí y de los recuerdos que me trae ésta casa"
Asintió, su expresión algo triste pero comprensiva-" Entiendo. Por favor, acompañeme. No combiene que pasemos por aquí si no queremos llamar la atención"
Dicho esto, ambos entraron por una pequeña puerta cercana que sabían que daría con el dormitorio.
Se encontraba terminando de limpiar y ordenar uno de los cuartillos, como llevaba haciendo desde hacía ya meses.Maeghan amablemente le había dado un trabajo, atendiendo la casa y llevando y trayendo todo lo necesario para el que era su jefe. O Erik, pero él prefería que ella no se dirigiera hacia él por su nombre. ¿La razón? Otro de los enigmas que él envolvía...
Estando allí..recordaba las palabras que él le había dicho durante los primeros días de trabajo " Podrás usar la casa a tu antojo..pero..-señaló la puerta que daba a un pequeño cuartillo que tenía tras él- éste cuarto..-su voz permanecía calmada, pero amenazante ésta vez- se quedará cerrado y sin atender..-se aproximó a ella, sus ojos mirándola, transmitiendo claramente lo que sucedería si no cumplía esa norma- ¿he sido claro, Angie?"
..Y ahora,apunto de pasar justo frente a ese cuartillo, esquivarlo tal y como él le había dicho..la curiosidad la invadía...
¿Qué había ahí dentro que su misterioso jefe guardaba con tanta cautela?
Miró hacia un lado y otro.. sintiéndose segura de que no estaba.Posó la mano en la cerradura,y lentamente, lo abrió...
La puerta se cerró tras de él. Dejó su capa y su sombrero.Raoul muerto...el pequeño, cobarde y querido Vizconde de Christine. Ahora veía claro el motivo de su huída, pero ¿A dónde? Claramente, volvería al ópera populaire.¿Buscándole quizás?.¿Cómo...cómo se atrevía a buscarle después de todo¿Acaso esperaba que ÉL siguiera ahí torturándose con sus recuerdos¿Realmente pensaba que era tan débil?
Sus ojos se llenaron de rabia. Si la había abandonado con el Vizconde era para siempre, no para intentar volver en busca de otra figura de guía. ¿Acudiendo al último recurso quizás, Christine? No. Tenía más dignidad, mucha más dignidad que mostrarse ante ella haciéndole ver el maldito infierno que todo había sido desde que se fue. Que no había sido capaz de tocar ninguna pieza de música, ni en su piano ni en su pequeño violín que era lo único que había recuperado de su antigua vida...por su culpa. Por su maldito recuerdo. Lo reconocía, que bajo la capa de hielo con la que había cubierto su corazón, existía ese amor inextingible por christine...y lo odiaba. Odiaba ese sentimiento. ¿Por qué¿Por qué amaba a quien le había destrozado?
Un sonido le sacó de sus pensamientos. Ah, la muchacha. Sí, casi siempre olvidaba que estaba allí..atendiendo y ayudando a que su casa no fuera un caos. Era tan a menudo cuando olvidaba su presencia..de hecho más de una vez se sorprendía cuando aparecía ante él con un un café o algo de comer. Su melena cobriza recogida en un moño y su aspecto rebelde y desordenado que nunca cambiaba.
..Se encontraba ante absolutamente un mundo de objetos inéditos, y corroídos por el polvo y el tiempo. Sus curiosos ojos claros observaban cada rincón de aquel cuarto. El hecho de que estaba haciendo algo altamente indebido hacía que su pulso se acelerara con nerviosismo..
Miro hacia el fondo. Algo llamaba su atención..fue acercándose poco a poco..su boca se abrió con ojos de sorpresa. Una hermosa caja de música con un mono...era una bonita pieza de arte.Acompañados por dibujos de una hermosa joven..y muchas, miles de partituras..
Pensaba en salir de allí,sabiendo que lo que hacía no estaba bien. Pero era demasiado tarde. Una mano sujetaba fuertemente su muñeca.
"¿Mirando lo que no debemos, Angie!"-sus palabras lentas y furiosas sonaron por el pequeño cuarto.
