El sol se levantaba y desde la pequeña ventana de su miserable apartamento todo se despertaba. Su pequeño,y quizás algo más delgado de la cuenta, cuerpo aún descansando sobre la pequeña cama. Sus ojos se abrieron lentamente..
Se desperezó, su largo pelo cobrizo ahora aún más alborotado por la almohada. Miró a la calle, con cierto aire de tristeza. Esa había sido su casa durante todos esos años. Había vivído de pequeños escondrijos, cogiendo algo de comida donde buenamente podía, ganándose la confianza de unos pocos..pero eso no es fácil cuando tienes 10 años y te has visto practicamente forzada a vivir en la calle. ¿El motivo? Demasiada familia a la que mantener, con lo que ella..la mayor, se quedó fuera.
Había sido el ojo derecho de su madre, y el centro de atención de todos los amigos..pero eso cambió tan pronto. Pasó de llevar una vida como la de cualquier niña normal, con un aspecto saludable, a vivir de la calle. El cuerpo que con diez años se veía firme y su piel suave y nacarada, se había vuelto flaco, con pocas curvas y demasiada palidez.
Los días en su trabajo se le hacían eternos. Todo el día yendo de un sitio a otro, sin parar, obedeciendo las órdenes de su jefe..muchas veces llegaba a la casa con infinidad de bolsas. Pero..poder verle compensaba. Lo cual le llevó en sus pensamientos a lo sucedido la noche anterior. Con que fuerza, tensión, rabia la había mantenido cerca de él...tan cerca que podía sentir su respiración, su cuerpo, oler su aroma, analizar sus ojos milimétricamente..nunca había pensado que una persona tan peligrosa pudiera hacer que su pulso se acelerara de tal manera,ni de que de sus labios saliera tal contestación.
Había delatado la inevitable atracción que siempre había existido hacia él en una simple frase. Pero, ahora que lo pensaba, tampoco se arrepentía de ello. Luego, escuchó su música,vió como sus dedos acariciaban lenta y acompasadamente aquel violín..cuánto deseaba haber sido tocada de esa forma.No, se engañaba. Cuánto deseaba que él la tocara de esa forma..desde la noche anterior su mente había dado un giro, haciendo que ahora sólo estuvieran él y su música en su cabeza.
Aún recuerda el día en el que le vio por primera vez: Entró en la casa, muy tímidamente...sin conocer el motivo sentía que todo aquello le intimidaba... y le resultaba excitante al mismo tiempo. El pequeño apartamento no era gran cosa en sí, y se veía en necesidad de cuidados. Los muebles viejos y cubiertos de polvo, el pequeño piano..la chimenea que estaba absolutamente sucia por la falta de uso..
"Es el cliente más especial que tenemos, así que por favor atiéndele bien, querida"
Esas fueron las palabras que le dijo Maeghan, quien la había sacado de la calle y sus horrores, antes de que entrara y...se lo encontrara. Su aspecto impecable e intimidante a la vez, su mirada curiosa buscando la de ella..en ese momento se sintió la persona más pequeña del mundo,al lado de ese caballero de gran estatura y cierta peculiaridad..su máscara, sí. Fue eso en lo primero que se fijó cuando le vió..esa preciosa máscara blanca de porcelana que cubría la mitad de su cara. Le había intentado preguntar sobre ello en mitad de alguna de las pequeñas conversaciones que habían podido mantener,pero él siempre evitaba la respuesta.
Una vez se había aseado y vestido se miró en el espejo. Ah, era prácticamente imposible que él se fijara en ella. Posiblemente en su trabajo habrá conocido a centenares de mujeres hermosas y que puedan ofrecerle algo mejor que ella..
Se apresuró. Ya casi llegaba tarde.
El sonido de la puerta se escuchó por todo el cuarto.Christine se despertó bastante sobresaltada. A los pocos segundos, la voz de Emma.
"¡Despierte! Las tareas no se van a hacer solas"
Se incorporó en su cama,viendo a través de la poca claridad que entraba por la ventana la hora: Tan sólo eran las 6 de la mañana. Con un suspiro, se levantó de la misma, lavándose la cara para enfrentarse a las demandas de las personas que en un principio la acogieron, pero...¿ lo habían hecho por bien?
La primera hora la pasó agradable, tomó algo de desayuno, ésta vez ninguna de sus dos superiores estaban allí, y aprovechando la tranquilidad de la residencia se retiró a leer en una pequeña sala. Era el último libro que estaba leyendo y después de los últimos sucesos que tuvieron lugar en su vida no había tenido tiempo ni ganas de leer..hasta que vió ese pequeño momento de tranquilidad..el sol comenzaba a salir tímidamente, una suave brisa entraba por la ventana haciendo mover ligeramente las pequeñas cortinas..
Se olvidó del mundo por un momento, centrándose en las palabras, imaginándose cada escenario, cada personaje...pero una mano que sujetaba con fuerza su hombro la distrajo de su lectura inmediatamente.
"Querida, creo que te habíamos indicado claramente que hoy empezarías a trabajar, ¿verdad?"- La fría voz de Marie podía escucharse claramente.
"Sí.."-se volvió lentamente, el temor reflejándose en su voz
Le arrebató el libro de sus manos, tirándolo al otro extremo del cuarto.
" No vas a leer ni una página más hasta que todas las malditas salas de ésta residencia estén limpias y ordenadas.,-la miró,quizás como nunca lo había hecho- ¿ha quedado claro? Esto no es un hostal"
Con esto, dio pasos bastante rápidos, y dándole una pequeña patada al libro que aún seguía en el suelo, se marchó.
No reaccionó. Sencillamente se quedó allí, viendo que la habían faltado al respeto de la forma más horrorosa delante de sus narices. Sus pálidas mejillas se enrojecieron con rabia, y cerrando la mano de su puño con fuerza, se dirigió al cuartillo donde encontraría todo lo necesario para comenzar.
