Miró el producto de su última noche de trabajo con admiración. No había dormido, era lo que solía pasarle cuando un ataque de inspiración le invadía. Podía trabajar durante la noche entera, sin siquiera inmutarse. Pareciéndole cinco minutos..pero la realidad le indicaba claramente que ya había amanecido.
Metió su trabajo en un pequeño tubo, dejándolo sobre su mesa. Su pequeña, curiosa e insolente mensajera llegaría en cualquier momento...
¿Se pensaba acaso que lo que había hecho no iba a tener consecuencias? Oh, por supuesto que las ha tenido y las va a tener , mucho más allá de lo que pueda caber dentro de sus pensamientos...
Con esto, decidió retirarse y arreglarse. Se presentaba un día realmente interesante.
¡El fantasma de la opera! Sí, dicen que es la persona más horrible que alguien pueda encontrarse...¡pobre muchacha!Tan joven..y enfrentarse a tal..¡monstruo!
Había oído esos comentarios tantas veces..y todo alrededor del ópera populaire, ese "fantasma de la ópera" Y una...soprano. Y una vez más los había oído esa mañana, era admirable cómo la gente hacía lo posible para mantener a la ciudad entretenida con rumores.
El lugar de su trabajo estaba cada vez a menos pasos , y un extraño temor invadía su cuerpo...ahora no sabía que reacciones esperarse de él...y más después de lo sucedido. ¿Seguiría castigándola? Dando los últimos pasos hasta llegar a la misma, se dijo a sí misma que mejor era no saber la respuesta..
Entró, tímidamente, viendo que no había nadie. Nada había sido tocado, todo estaba en su sitio...tan sólo un pequeño tubo encima del escritorio, que suponía que era para que lo llevara. Miró hacia el sillón en el que le había visto tocar el violín, y un extraño sentimiento de felicidad le invadió, comenzando a tararear levemente la hermosa melodía que había tocado. Fue hasta el escritorio, tomando el tubo que él había dejado allí, y lo metió en la gran bolsa que utilizaba para guardar todas las cosas. Iba a volverse cuando sintió una mano sobre su hombro, que reconoció inmediatamente.
Su mirada se movió, lentamente, hasta dar con su mano-"Buenos días, Monsieur..yo..yo simplemente iba a coger las cosas y a preguntar si necesita algo, enseguida me iba"-sin darse cuenta, su voz temblaba. Había surgido un nuevo e inexplicable respeto hacia él por su parte.
Una leve risa, muy leve, se escuchó. Con sus dos manos la volvió para tenerla en frente. Le costaba mirarle a los ojos de nuevo, de hecho, tenía miedo de hacerlo..demasiada fuerza en ellos.
"Ayer no me hablabas así"- la media sonrisa aún se mantenía en sus labios
En seguida subió su mirada a la de él, perdón era lo que se describía en los pequeños ojos de la muchacha- "Con respecto a lo de ayer, yo...quiero disculparme, no..no pretendía..."
Sorprendentemente, notó su dedo posado en sus labios. Lo retiró a los pocos segundos-" Tú no eres la que ha de disculparse.Mi temperamento a veces es demasiado fuerte, no controlo lo que hago o digo..-por la sorprendida reacción de Angie, sabía que lo estaba consiguiendo- Acepta mis disculpas, por favor. Y..creo que el título de "Monsieur" queda demasiado formal para los meses que llevas trabajando para mí. Erik es suficiente.."
Pero¿qué significaba esto? Se había comportado como una intrusa, se había metido en el cuarto más íntimo, en el que guarda las cosas más preciadas para él...y sin embargo, no salían más que palabras amables de sus labios...¿ a qué venía ésta agradable contradicción¿Por qué la estaba tratando de repente como a una auténtica dama? No quería pensar, se limitó a dejarlo estar.
Sin apenas reaccionar, asintió- " De..acuerdo-una pequeña sonrisa salió de sus labios- Erik..bien"
Con esto, se iba a dar la vuelta, pero Erik la frenó depositando una pequeña nota en su mano
"Sólo unos pequeños encargos,si no te importa.."
Ella asintió, volviéndose de nuevo...se dirigió hacia la puerta. Pero su voz la frenó de nuevo antes de abrir la puerta para salir.
"Por cierto...me alegro de que te gustara la pieza que toqué"
Su mirada se congeló por un momento. ¿La había escuchado?
La tarde ya había prácticamente dado a su fin. Christine dejaba todos los utensilios. Entró a su cuarto. Cansada. Frustrada...sabiendo que se había metido en éste sitio, en éste infierno, voluntariamente.
Se apoyó en la puerta. Respirando fuertemente. La habían insultado, la habían hecho limpiar hasta el último rincón...y el único consuelo que quedaba en su mente, lo único que la había mantenido alerta, viva, después de la muerte de Raoul..parecía cada vez más lejano. Miró sus manos, ahora rojas, arañadas y cansadas.
¿Por qué¿Es que no se daba cuenta de que estaba pidiendo su ayuda a gritos?
Lo cual la hizo entrar en un estado de furia. Golpeó la pared con una de sus manos, apoyando la cabeza también. Cerró los ojos. Tenía que afrontarlo. Estaba muerto..no había vuelta atrás...
¿Qué motivo había para seguir ahí de pie?
Con un suspiro triste, ahogado, se quedó allí..intentando asimilar que no volvería a verle nunca más. Y que no le había confesado nunca sus verdaderos sentimientos.
