¡Muchísimas gracias, Julia! Por supuesto, ya tengo escritos unos cuántos capítulos. Me alegra de que el personaje de Angie esté gustando...le tengo un especial cariño ;) Con respecto a lo de enrollarse con Erik...lee, lee y averiguarás jeje. ¡Capítulo 9!
El final de su jornada por fin se acercaba. Y todos los comercios, poco a poco, uno por uno, iban cerrando anunciando que el tiempo de descansar se aproximaba. Se sentía confusa, y...extrañamente, feliz. Era la actitud que él había tenido con ella anteriormente lo que hacía que, desde hace muchísimos años, su corazón latiera quizás algo más rápido de lo normal. Pero no quería que todas sus ilusiones se tornaran en vano...
Miraba a su alrededor. La gente volviendo a casa, muchas de ellas con sus parejas, otras cargadas del bolsas..Una madre de la mano de su pequeña hija, ella haciéndola reír. Simplemente feliz de tener a su madre al lado comiéndose un caramelo.
Recordaba sus días. Esos días en los que fue niña y feliz..también había dado paseos con sus padres.
Pero todo cambió. A partir del momento en el que comenzaron a aparecer sus hermanos. En un principio podía llegar a entender que el hecho de aumentar la familia implicara más complicaciones y responsabilidades en casa...pero no hasta ese punto.
Siendo ella la mayor, fue la que más cosas tuvo que hacer y presenciar de toda la familia. Entre otras, cómo su madre y su padre discutían...y al poco tiempo verle huír. No lo recordaba al detalle, pero si pequeñas imágenes que le eran lo suficientemente reveladoras.
Y...ese fue exactamente el final de toda la felicidad que había conocido durante su niñez. A partir de ese momento, la actitud de su madre para con ella cambió. Apenas hablaban, y muchas veces cuando volvía del trabajo sólo tenía tiempo para sus cuatro hermanos..y no para ella.
Aún recuerda...esa tarde...esa horrible tarde...
Su madre estaba realmente exhausta. Acababa de terminar con el almuerzo para todos. Ella, una niña de 10 años recién cumplidos, sólo buscaba un poco de..conversación, compañía. Su madre se hallaba sentada en la pequeña silla del salón, leyendo. Ah, su madre siempre había sido guapa. Una belleza clásica. Pelo exactamente igual que el que había heredado ella, pero se lo cuidaba mucho. Sus ojos azules centrados en las letras de la obra que leía..
Se acercó a ella. No eran muchas las ocasiones en las que estaban solas en el silencio de la casa. Apoyó una mano en su hombro, tímidamente.
-"Angeline, ahora no puedo.¿No ves que estoy descansando?"
-Ella frunció el ceño y se molestó ligeramente ante la respuesta de su madre-" Apenas pasamos tiempo juntas mamá..y tengo preguntas que hacerte.."
Janine se volvió, suspirando en gesto de resignación
-"¿Qué quieres saber?"
-"..¿Volverá papá algún día...?"
Había sido, posiblemente, una de las preguntas más inocentes que había hecho.Pero no lo entendió. Janine la miró, enfurecida,pegándole en una de sus mejillas.
-" Te tengo dicho que NO nombres a tu padre más. ¿Está claro?Podrías ayudarme en vez de estar dando vueltas como una estúpida todo el día haciendo preguntas sin sentido. Trabaja, ganate tu dinero y así harás algo util..."
Salió llorando de su casa. Pero eso no fue lo que la hizo marcharse del infierno en el que se había convertido su casa.
Su primer trabajo consistió simplemente en vender de toda clase de objetos en una especie de mercadillo. Solía llegar bastante tarde, muchas veces a conciencia para evitar encontrarse con su madre.
Una de esas noches fue quizás la más impactante de su vida, y en la que decidió que nunca, jamás volvería a esa casa... a ese lugar que ya no era acojedor ni digno de llamar "hogar"
Era noche cerrada, y aunque había terminado su trabajo hacía bastantes horas,prefirió quedarse con alguna de la poca gente que había conocido. Pero, de todos modos, sabía que en algún momento tendría que volver a su casa...
Y así lo hizo. Pero no contaba con lo que iba a encontrarse una vez cruzara la puerta..
Entró, y viendo que llamaba a su madre pero ésta no respondía, subió las escaleras acercándose hasta su cuarto: Lo que vió en ese momento...jamás había pensado que...
No se atrevió a entrar, pero la puerta estaba ligeramente encajada con lo que podía ver algo a través de ella. Lo suficiente, más que suficiente para saber que su madre ya no era la misma madre que hace unos años...
Estaba besando a un hombre: Pelo entre castaño y rubio,alto..y no pudo ver mucho más de él.Antes de que el espectáculo continuara delante de sus ojos. Sólo hubo un detalle que no pudo olvidar: Su madre ya no llevaba su anillo de casada, sino el que parecía haberle regalado ese hombre..
Sus ojos se encendieron con furia. No podía aceptar, sencillamente no podía, que su madre hubiera olvidado a su padre, y aparentemente a ella también. Antes de que su madre lograra verla, se marchó de su casa..para no volver. Sin notas. Sin avisos. Nada.
Y a partir de eso momento...hasta ahora. Suspiró, llena de tristeza ante el recuerdo...el anhelo de haber tenido una familia, una vida normal..mientras sus pasos se acercaban de nuevo a la pequeña casa.
"Maldita niña, te tengo dicho que los platos tienen que estar todos en el mismo sitio"-Emma miraba agresivamente a Christine.
Suspiró.Había aprendido a contener su rabia en más de una ocasión-" Está bien, Madame.."
Un tortazo en su mejilla la pilló absolutamente de sorpresa.
" Y espero que todo esté listo antes de las 10, o si no tu comida no se servir�¿he sido clara?"
Cerró los ojos. Todo estaba yendo lejos, extremadamente lejos. Tenía que conseguir salir de allí,de algún modo, pero esos dos diablos que tenía como jefas no la dejarían salir a ninguna parte..siempre que salía a hacer cualquier cosa era bajo expresa supervisión de ellas.
Una vez cayó la noche su cabeza restaba sobre la almohada, pero aún el sueño no la había vencido. A pesar de que su cuerpo gritaba por descanso, su mente no se relajaba. Hasta hubiera preferido seguir en la gran villa francesa, con Raoul, antes que estar donde estaba ahora mismo.
Al menos la vida allí era tranquila...excesivamente tranquila. Quiso a Raoul, pero sus ausencias eran más abundantes que sus días en la villa. Era todo tan...monótono.Sin color, sin vida, sin música sin...sus tiempos en la ópera.
Los días previos a la boda habían transcurrido con normalidad. Él estaba encantadoramente nervioso por el evento. Se había encargado de presentarle a toda su familia durante todo ese tiempo.
-"Oh, Raoul hijo mío...vas a tener una esposa realmente encantadora"
Fue la primera impresión de su madre. Al menos, lo era hasta...esa tarde.
Se hallaba en su cuarto, terminando de arreglarse para dar un paseo. Francoise, su fiel sirviente, entró una vez llamó y ella le dio permiso para que entrara.
-" Mi querida señora Vizcondesa, alguien quiere verla.."
-Ella frunció el ceño, algo extrañada ante la inesperada visita-" ¿De quién se trata?"
-Se encogió de hombros-"Se ha presentado como Mademoiselle Giry, señora"
-Una sonrisa iluminó su cara-"¡Meg! Oh, por favor...hazla pasar, hazla pasar"
Él obedeció, y a los pocos segundos Meg entraba en su cuarto.Su expresión alegre por ver a su mejor amiga de nuevo pero...entristecida por lo que tenía que decirle..
-La miró, sonriente-"¡Christine! Cómo me alegro de verte"
La abrazó fuertemente, hacía una semana que no sabía nada de ella. Desde aquella noche.
-"¿Qué tal tu nueva vida¿Te trata Raoul bien?"- Sonrió al mismo tiempo que se sentaba.
-" Raoul siempre me ha tratado bien,Meg. No puedo quejarme, pero...hay cosas que echo de menos de mis días en la ópera.."
En el momento en el que pronunció esas palabras su mirada se ensombreció.Precisamente porque sabía a lo que se refería..tenía que sacar las fuerzas para decírselo, como fuera.
-"Christine.."
-Su mirada ahora atenta -"¿Si?"
-"Yo..he venido a verte. Mamá estaba realmente preocupada por ti y por Raoul..después de aquello...pero...-suspiró-también hay otra cosa que necesito decirte..es sobre tu mentor.."
-Le había nombrado. Su atención se centró enteramente en sus palabras-" Por favor Meg, te pido sea bueno o malo..dímelo.."
-"Está bien.."
Abrió una pequeña bolsa que llevaba consigo, extrayendo...¡Su máscara! Por Dios, eso no podía indicar nada bueno. Sus ojos comenzaban a sentirse vidriosos.
-"Encontré...encontré esto ahí abajo..-posó una mano en su hombro-Christine, tu mentor murió víctima de toda esa gente armada que bajó hasta allí..no pude frenarles..yo..."
Comenzó a llorar..no quería creerselo.
-"No...no puede ser Meg, por favor dime que no es cierto.."-su voz temblaba.
Su mejor amiga se limitó a abrazarla. Entendía cómo se sentía.Ella había presenciado la conexión tan especial que les unía, los había visto cantar..maravillosamente bien, con una naturalidad e intimidad indescriptibles y que sólo dos personas que saben uno del otro más que de ellos mismos pueden tener..
-"Lo siento mucho, sé lo que significa esto para ti. Por eso he venido..¿quieres quedarte..éste último recuerdo suyo?"
-"No-dijo, intentando calmarse, mirando hacia la máscara- Esa máscara iba siempre con él...y con él quiero que se quede. Además ni a Raoul ni a su familia les agradará que la tenga conmigo..llévala, déjala donde la encontraste. Así..descansará con él"-Sus últimas palabras se quebraron por el llanto que volvía a apoderarse de ella.
Su amiga asintió, levantándose de la silla.
-" Por favor, si necesitas algún tipo de ayuda.."
-" Lo sé, gracias por todo Meg"-Intentó sonreír.
Ella se retiró, costosamente..y Francoise la acompañó hasta la puerta. Al volver se la encontró, ahí llorando desconsoladamente.
-"Señora...espero no ser indiscreto..pero si puedo ayudar a que se sienta mejor me podría decir lo que le ocurre.."
-Ella le miró, sus enormes ojos marrones ahora enrojecidos-"Mi querido amigo Francoise...¿no has sentido alguna vez que has desperdiciado una oportunidad de tu vida y no has podido volver atrás para solucionarlo?"
Él asintió, dejándola sóla en su cuarto. Esa misma noche, en plena madrugada, intentó salir. Necesitaba comprobarlo, realmente ver...que no estaba. Visitar el que había sido su hogar una vez...pero una voz la interrumpió
-" ¿Vas a alguna parte, querida?"
Sí, tenía que aceptar la realidad. Con un suspiro, se recostó y el sueño la venció poco a poco..
Ya había dejado las cosas, y al ver en su pequeño apartamento un montón de lana se le había ocurrido algo. Hacía muchísimo tiempo que no tejía, y era una de las pocas cosas que le habían enseñado a hacer.
Llevaba una hora trabajando en ella, y sabía a quién se la iba a regalar. Puede que hubiera sido dura con ella, pero el momento compartido antes le demostró que podía ser todo un caballero..aunque aún tuviera sus dudas.
Seguía tejiendo cuando una voz surgió detrás suya
"No sabía que tejieras.."
Ella se levantó del asiento, sorprendida. Escondió rápidamente lo que estaba haciendo tras ella, apoyándolo en la mesa. Era una sorpresa, para él, y no quería estropearla.
"No esperaba visita.."-Dios¿tanto temblaba su voz?
"Lo sé,espero que no te moleste..-miró curioso sus manos que ocultaban su pequeña obra, acercándose..- ¿qué tejías?"
Frunció el ceño. Invadía su intimidad y además ¿tenía que confesarle su regalo?-"..¡Nada!- lo siguió ocultando, algo molesta- Irrumpes en mi apartamento sin avisar y...¿tengo que decirte también lo que es esto¡Éste es mi pequeño espacio!"
Una media sonrisa salió de sus labios, acercándose más e intentando verlo.
" No creo que sea algo tan importante como para mantenerlo oculto¿no?"-Ésta vez estaba muy cerca suya, sujetando sus manos que estaban atrás, para intentar cogerlo.
Miró a sus ojos...¿era remotamente posible no dejarse hipnotizar, llevar, por ellos? No, y él lo sabía. Movió sus manos, tocando las suyas brevemente, mostrándolo poco a poco pero aún manteniéndole cerca. No quería perder esa sensación de nuevo
"Es..-suspiró - un regalo. Pensaba que podría ser una sorpresa pero.."
Su corazón se enterneció por un instante hacia la muchacha. Lo miró, con cierto detenimiento.
"Está quedando..muy bien, Angie. Pero no deberías de haberte tomado tal molestia. Ahora vete a descansar, mañana será un día duro"
Ella no pudo evitarlo. A pesar del pequeño incidente, pero la había tratado con mucha delicadeza. Y eso, viniendo del hombre al que siempre había admirado y cuestionado desde una distancia..era mucho. Sonrió, acercándose a él. Iba a aproximar sus labios a los de él, pero cuando estaban a muy poca distancia, él sujetó sus manos, con delicadeza, apartando su cara, quedando en un pequeño beso en la comisura de los labios.
Una pequeña sonrisa salió de sus labios-" Tienes que descansar, querida..-tomó su barbilla- no me gustaría ver esos ojos cansados mañana"
Suspiró, retirándose con resignación. Iba a volverse, cuando sintió que él tomaba su mano. La acercó lentamente hasta sus labios, depositando un pequeño, pero suave beso en ella.
"Que descanses..."
Ella le miró, aún sorprendida por el gesto-" Gracias..."
Él se retiró lentamente de su cuarto, dejándola con un montón de sentimientos, a cada cual más fuerte y sin poder definir ninguno de ellos...¿se estaba enamorando?
