Su mirada se centró en la imagen de él ante el espejo. Sus ojos estaban rojos, llenos de tristeza, de agonía...Por Dios¿qué era lo que estaba partiendo su corazón? O mejor dicho...¿quién?
Pero, había algo en lo que no se había fijado hasta ese mismo instante. No llevaba la máscara. Dios¿cómo en la cara de una persona podría reflejarse tal dualidad? Tanta dualidad como la que tiene su personalidad misma...su lado hermoso, gentil, amable, romántico y..por otro lado su parte oscura...engimática...que aún no conocía. Todo eso, resumido en su cara.
Observaba con detemiento, sin dejar de impresionarse. No por el horror, el miedo o el shock de lo que veía...sino por verle tan destrozado, y por averiguar el motivo por el que llevaba esa máscara. Estaba totalmente deformado, la piel que cubría perfectamente su lado izquierdo se convertía en una fina, muy fina capa de piel en su lado derecho. Prácticamente podían distinguirse los huesos en su mejilla..su nariz parecía por ese lado casi inexistente.. su ojo que parecía normal llevando la máscara puesta estaba ligeramente dañado.¿Cuánto sufrimiento habría tenido que pasar? Un nudo se formó en su garganta y en su corazón al pensarlo.
Por unos segundos, se miraron a través del reflejo. Ella, sabiendo y reconociendo que claramente no debería de haber interrumpido tal momento, se marchó, pero cuando ya estaba fuera, escuchó su voz..
"Angeline, entra y cierra la puerta contigo"
Su cuerpo se quedó parado al escuchar su petición. Se lo había advertido...la otra vez le había dicho que...
Cerró sus ojos en anticipación cuando escuchó su voz de nuevo
"Creo haber dicho que vengas..."
Obedeció, entrando lentamente y cerrando la puerta, tal y como él le había dicho. No sabía si el hecho de que estuviera tan calmado era algo bueno o malo en ese momento.
"Acércate.."
Su respiración comenzaba alterarse poco a poco, pensando que una vez más iba a pagar por lo que había hecho...aunque ésta vez no fuera intencionado. Sus pasos fueron lentos, hasta que estaba justo detrás de él, casi apoyada al respaldo de la silla. Se vió sorprendida cuando, bruscamente, cogió sus dos manos.
"Bien, querías una respuesta sobre mi máscara..¿cierto?Aquí la tienes..¡frente a ti!- tomó sus manos aún más fuerte, haciendo que un pequeño quejido saliera de ella- Y ahora dime...¿qué ves¡Mira y dímelo!"- La calma y resignación que había alcanzado hace unos momentos desaparecía por segundos.
Ella miró. Tensa. Mordiéndose el labio. Por un momento, sin saber qué respuesta dar...
"Veo...-su voz se alzaba poco a poco..respirando para continuar- A un hombre destrozado. Destrozado y furioso..."
Una vez más, le había dado una respuesta que no esperaba. La miró por unos segundos a través del espejo, antes de levantarse y ponerse justo frente a ella.
Una risa irónica escapó de él, mientras la sujetaba por ambos hombros fuertemente- "Destrozado..¿eh?..¿Tú sabes...tienes alguna maldita idea de lo que ha sido mi vida hasta ahora como para clasificarme de "hombre destrozado"? –la tomó aún más fuerte- �¿Sabes lo que es vivir en una agonía constante diaria¿Sabes lo que es estar cada día que pasa viviendo en una memoria pasada queriendo tan fuertemente olvidarla que lo único que podría aliviar el dolor seria la muerte¿ Lo que es que te llamen "monstruo"¿Ser brutal y emocionalmente rechazado!-suspiró,intentando calmarse- Entonces, me temo querida, que no tienes ni la más remota idea."
Podía sentir el dolor en cada palabra que había dicho. Sintió su respiración, alterada, conteniendo rabia. No quiso decir nada, simplemente le miró. Y fue entonces, en ese preciso instante, cuando lo supo. Que el hombre que tenía ante su mirada tenía el alma más rica, pura y preciosa que ninguna otra persona puede tener.
" Y creo que te advertí que NO volvieras a irrumpir en mi privacidad pero veo que sigues sin hacer demasiado caso de lo que digo"-la mezcla de amenaza, rabia y agonía en su voz la hizo temblar.
Levantó su mano hacia ella. Los ojos de Angie se tornaron vidriosos con pena y temor,pensando que ésta vez sería castigada con más dureza por lo que había hecho. Pero,sorprendentemente, vió como desplazaba su mano, chocándola contra el espejo fuertemente haciéndolo partirse en miles de pedazos que se repartieron por todo el suelo del cuarto.
Erik reprimió el dolor que le habían causado los cristales al clavarse en su mano, viendo toda la sangre que salía de ella. Angie se alarmó, cogiendo un trapo que llevaba con ella y acercándose hasta él.
Por un momento, no cedió a que curara su mano pero finalmente se la dio. Ella, delicadamente, extrajo los trozos de cristal que se le habían clavado, cosa que hizo que la mirara frunciendo ligeramente el ceño en gesto de dolor.
Ella puso el trapo de forma que cubriera toda su mano. Le miró directamente a los ojos, con una sinceridad increíble reflejada en ellos.
"En ocasiones-dijo mientras terminaba de poner el paño-...la vida es el auténtico monstruo al que debemos enfrentarnos cada día"
Dicho esto, volvió a mirarle y se retiró a por algo de agua para poder limpiar sus heridas. Él miró cómo se marchaba, analizando la frase que acababa de decir...¿por qué le estaba ayudando¿No había querido huír después de verle tan torturado? Suspiró, sentándose en la pequeña silla
Quizás le ayudaría a curarse las heridas visibles..pero las internas aún persistían.
Desde la ventana de su cuarto lograba ver la iglesia. Era la misma en la que había contraído matrimonio con Raoul..ese día tampoco fue fácil.
Recordaba que Raoul la había encontrado llorando pocas horas antes de la boda..pero no era por la razón que ella le había dado, sonando bastante creíble. Iba a rechazarle. Con esto, iba a rechazarle totalmente..y no se sentía preparada para ello. No cuando hacían tan solo escasas semanas le habían comunicado que él, su ángel, había muerto...¿Cómo casarse sabiendo que jamás le recuperar�¿Que no podrá decirle nunca lo que tanto quiso decirle?
-Él fue hasta ella, apoyando gentilmente una mano en su hombro-"Christine, querida¿va todo bien?"-acarició su mejilla suavemente.
-Ella sonrió, simulando no estar triste-" Estoy bien, Raoul...en serio. Es sólo que estoy un poco nerviosa por la boda...-tomó sus manos, definitivamente su actuación estaba siendo suprema- Todo esto me hace muy feliz.."
Él sonrió, besándola en la frente.
-"Todo saldrá bien, Linda Lotte"
Suspiró, al mismo tiempo que asentía y le veía marchar. Ah, para él siempre será la pequeña e inocente Linda Lotte...¿sería capaz de tratarla como una mujer, como una esposa? No, y la única persona que había sabido tratarla como tal ya no estaba...
Miró a su alrededor. Miró las flores, las invitaciones, las sirvientas que estaban listas para prepararla...Tenía que asimilarlo. Era la nueva, cómoda, lujosa y fantástica vida que había elegido...a partir de hoy sería una Vizcondesa...una Vizcondesa...
La iglesia lucía en todo su esplendor esa tarde. Todo estaba especialmente decorado, millones y millones de personas mirando atentamente a la pareja...
No. No podía elegir ésta vida. Maldita sea¡ella no quería esto¿Cómo va a ejercer de esposa de Raoul si ni siquiera se siente como su esposa, o como si quiera como su amante? Lágrimas volvieron a salir de sus ojos. Tenía que salir de allí, aunque fuera el mismo día de su boda...aunque fuera a romper el corazón de Raoul con esto...
Dado que aún quedaba tiempo para que se celebrara oficialmente la ceremonia, se excusó a su sirvienta, la cual no puso objeciones en que se marchara...pero, de nuevo, la madre de Raoul, sí. Sus dos ojos azules la atravesaban cuando la encontró ya cerca de una de las salidas, su gesto rudo...
-"Oh,pobre muchacha. Debes de estar muy nerviosa.."-se acercó a ella, en un principio amable.
-La miró, sus ojos reflejando el miedo. Decidió ser sincera ésta vez-" No...no puedo...Madame...lo siento mucho por usted, por su hijo, por todos...pero..esto. es más de lo que yo puedo soportar-comenzó a llorar- Ésta boda no puede celebrarse..."
No esperó en absoluto su reacción
-"Hoy te casarás con mi hijo, tal y como estaba programado. Tomaste una decisión, querida, no pienses dejarla atrás ahora"
Tomó su brazo y, prácticamente forzada, volvió a la entrada de la iglesia.
Volvió a la realidad, revolviéndose entre las sábanas de su cama, antes de intentar de nuevo coger el sueño. Su vida en ésta residencia era más o menos comparables. En ambas ocasiones había accedido voluntariamente a tal cambio en su vida, y después ese cambio se había vuelto en su contra...
Y ahora se hallaba en una espiral de la que no podía salir
