¡Julia! Mi fiel lectora, muchísimas gracias como siempre...de verdad, jamás pensé que mi historia fuera a ser tan seguida :) Aquí dejo el capítulo 13, corto...lo sé.. pero en el capítulo 14 las cosas se tornan muy muy interesantes para Angie...
El ópera populaire se alzaba ante sus ojos al sol del mediodía. No había sido capaz de visitarlo nunca...nunca después de aquella noche. Aún estaba en reformas, quizás terminándolas antes de abrir la nueva temporada. Podía aún ver partes de la fachada destrozadas por el incendio..el cual produjo él mismo. Irónico¿no? Ver el resultado del desastre y el temor que tú mismo causaste.
¿Estaría allí¿La tendría realmente tan cerca que podría entrar en ese mismo momento y traerla de nuevo a él? No, probablemente no lo estaría, y aunque lo estuviera, no pensaba salvarla. No ésta vez. Ya había hecho suficiente con salvarse de la desolación y dolor durante meses que había supuesto el hecho de que se marchara.
Levantó ligeramente su sombrero, centrando de nuevo su mirada en la que fue durante prácticamente toda su vida su hogar, su refugio..y a la vez su perdición.
Con un suspiro, y ajustándose la bufanda que con tanta dedicación Angie había tejido, se retiró.
Pero lo que no sabía era que una persona le había visto desde la entrada a su pequeño apartamento. Su hija estaba en lo cierto, había conseguido sobrevivir.
"¿Estás segura de que es ella?"-Preguntó Emma, un tanto insegura-
Marie sonrió, irónica- "¿Estás ciega? Nos dieron su descripción, inevitablemente lo es"
Ella asintió, finalmente convencida-"Tendremos que entregarla entonces..."
"Eso no está en nuestras manos, querida amiga, ellos tienen la última palabra en todo éste asunto"
Dicho esto, ambas salieron del cuartillo, observando detenidamente a Christine que se hallaba terminando de limpiar una de las salas más cercanas. Cuando se fueron, salió de la misma con gesto preocupado.
Tenía que abandonar éste antro. Cuanto antes. Pero sabía que eso era, en estos momentos, pedir un imposible.
La casa se hallaba en silencio. Acababa de dejar todas las cosas pertenecientes a su trabajo. Todas las cosas que eran de él las colocó en orden sobre su escritorio, tal y como él siempre le había indicado.
Aún no podía olvidar el haberle visto en su momento de mayor debilidad. Y al verle tan tremendamente destrozado le daban ganas de destrozar también a la persona que le había hecho tanto daño a un alma tan preciada. ¿Quién, Dios, quién le había dejado en tal agonía¿Quién le había dejado con tantas memorias y dolor que lo único que podía hacerle olvidarse de ello era la propia muerte?
Sacudió su cabeza, sacándose de sus pensamientos y volviéndose para seguir con su rutina. Pero él estaba ahí, silencioso, apoyado en la puerta..con aquella mirada que parecía delatar que había estado leyendo todos sus pensamientos...y...¿era su mente o acababa de quitarse la bufanda que ella misma había tejido?
