La tenía frente a él. Sus ojos posiblemente sorprendidos ante el hecho de que finalmente hubiera decidido utilizar su bufanda. Luego pensó en la noche anterior. Había sido la única persona que no había gritado, ni había quedado en shock al ver su cara de primeras. Y además, le había curado las heridas. Quizás fuera el momento de continuar con lo que ella misma había empezado.

Angie le miraba atenta- " He..dejado todo en la mesa como siempre. Si hay alguna cosa de urgencia que haya que hacer, yo estaré cerca.Necesito un poco de descanso..-miró a su mano, la cual aún estaba dañada y cubierta con la cura que ella misma había hecho- Me alegro de que esa mano esté mejor"

Erik se acercó a ella, tomando su brazo- " Espera..-su voz ésta vez suave, incluso seductora-quería decirte algo..."

Ella se paró, volviéndose de modo natural, como esperando a que le mandara algo más.Quizás con el despiste había dejado algo por hacer o...

Sintió como la distancia entre ellos se acortaba siendo mínima. Otra vez volvía a sentir todo aquello que tenerle tan cerca le provocaba: Confusión por su actitud, y sobretodo el latir de su corazón que se aceleraba.

Erik tomó delicadamente su barbilla. Podía notar cómo ella tembló ligeramente al sentir su tacto. Fue acercando sus labios a los de ella poco a poco: su rabia hacia Christine aún quemaba y eso no hacía más que incrementar sus deseos de venganza. Ella le miró, sin saber con certeza por qué estaba ocurriendo todo aquello…

Pero, Dios, todos sus pensamientos se disiparon al notar sus labios sobre los de ella, haciéndola cerrar los ojos, perdida en la sensación. Algo en su interior despertó, queriendo profundizar en el beso, despacio, apoyando una mano en su torso.

Erik correspondía con ternura, sus manos apoyadas en ambos lados de su pequeña cintura. La sensación de besarla no era desagradable, pero no sentía lo mismo que cuando Christine le besó…La razón era bastante simple: No estaba enamorado de Angie , aunque ella aparentemente si lo estuviera. Pero sería algo pasajero, pensó, algo que se esfumaría como el vapor en no mucho tiempo.

Se separaron lentamente. Una pequeña sonrisa se formaba en los labios de la muchacha.

"¿Bien?-dijo, fingiendo no estar sorprendida, aunque el pequeño suspiro que acompañó a su pregunta la delató-¿Era esto todo lo que tenías que decirme?"

El sonrió, ella siempre tenía una respuesta para cada una de sus acciones-"Bueno…-dijo, aumentando la distancia entre ambos ligeramente- es mi modo de dar las gracias. Y, de todos modos esto es algo que había quedado pendiente entre nosotros…"

Dicho aquello, y con una medio sonrisa en sus labios, se marchó a su cuarto.

Ella se quedó pensativa hasta que dio con la clave: Aquel día en el que había intentado besarle. Rió para sí misma, sin saber si era por felicidad o por lo extremadamente inteligente que era ese peculiar genio. Su genio.


Un par de horas después, sus dedos cosían insistentemente, arreglando y bordando uno de los muchos sombreros que le habían sido encargados. Su cabeza agachada, concentrándose en su trabajo. Sus manos ahora con marcas por su falta de práctica y aprendizaje...

Pero algo llamó su atención, concretamente la presencia de dos personas que la miraban con ojos de sospecha y rabia.

"Creo que tenemos que hablar, muchacha"- Habló finalmente Emma.

Christine levantó su mirada poco a poco. Tragó saliva, temiendo algo pero sin saber el qué. Dejó el sombrero que estaba terminando en la mesilla de al lado, cogiendo con una de sus manos la falda de su pobre y simple vestido.

"¿...Y qué es ese asunto del que quieren hablar?"-sentía como todo su cuerpo temblaba por dentro.

Marie la miró, tomándola del brazo tan fuerte que la levanto de donde estaba sentada.

" Lo averiguarás en seguida, acompañanos"- Su tono era frío y su petición era más una orden.

La llevaron a través de varios pasillos, hasta que llegaron al que parecía un despacho. Una vez dentro, la situaron frente a las dos.

"Siéntate, tenemos que preguntarte algo"

Ella asintió, temorosamente, y obedeció.

"Bien..-Marie se acercó a ella- tal y como te ha dicho mi compañera hay algo que nos concierne a ambas desde ayer-apoyó una de sus manos en el reposabrazos de la silla, mirándola directamente a los ojos- sólo asegurarnos de que no has oído..rumores y otros asuntos falsos"

¿Cómo era posible¿Cómo era posible que supieran que las había escuchado? Esto era su perdición...su perdición.

Intentó sonreír lo más natural y abiertamente posible- "Eso es imposible, Madame. Sabe tan bien como yo que no se me está permitido salir sin vuestro permiso y..bueno, como comprenderán aquí dentro poca cosa he podido escuchar"-Esperaba, rogaba por todas las cosas que la creyeran.

Marie la miró por un instante, haciendo creer a Christine que la había convencido de su palabra. Fueron segundos, pero tensos, los que pasaron.

"¡Mientes!-dijo, pegándola en la cara y levantándola para cogerla fuertemente de ambos brazos- ¡estás mintiendo maldita vizcondesa malcriada!"- La tiró al suelo bruscamente.

Emma en ese momento, decidió intervenir. Ella miraba horrorizada a ambas, llorando.

"Sí, sabemos perfectamente quién eres..Christine de Chagny"- Le propinó tal patada en la cadera que la hizo gemir de dolor

"Por favor..-consiguió decir, ya derrotada- por favor..."

Ambas la miraron despectivamente.

" Basta ya de suplicas, niña- Marie se acercó de nuevo- ahora nos perteneces y seguirás con nosotras hasta cuando lo creamos necesario"

Ella las miró,aún con lágrimas en sus mejillas. Su mirada de temor ahora tornándose en una de rabia.

"No...-se levantó costosamente- ¡No os pertenezco ni a ustedes, ni a vuestro plan ni a nadie!-gritó- La única persona a la que he pertenecido siempre ahora no está.¿Entienden?-sus sollozos eran cada vez más intensos- ¡Murió y sin la oportunidad de que le dijera muchas cosas que me callé!"

Sin más, se encaminó hacia la puerta con su cara entre sus manos.Ambas la sujetaron para que no se fuera, pero sacó las fuerzas como nunca había hecho y las apartó.Hoy saldría de allí. De allí y quizás...de todo.