Dormir era absolutamente inútil. Después de lo sucedido lo único que tenía en su mente era lo que había pensado durante horas: Cómo conseguir, de una vez por todas, salír de allí
Su preocupado rostro estaba iluminado por una luna que en esos momentos de la madrugada ya se alzaba alta en el cielo. Se incorporó, ajustándose su camisón y levantándose despacio. Una vez llegó hasta la puerta con pasos lentos, la abrió saliendo hasta el pasillo. Las pequeñas lamparillas apenas iluminaban pero podía distinguir lo suficiente.
Miraba hacia un lado y otro. Era temprano, luego era lógico que todo el mundo estuviera descansando.,pero tratándose de Marie y Emma cualquier cosa era posible.
Suspiró, finalmente aliviada y cerrando la puerta de su cuarto tras de sí. Todo estaba en calma. O lo hacía ahora o posiblemente no lo consiguiera nunca. Suspiró aliviada, cerrando la puerta tras de sí. Sería cuestión de minutos...
Miró pensativa hacia su armario, yendo hasta el mismo y extrayendo uno de sus vestidos oscuros. Cuando se había terminado de vestir se recogió el pelo con una cinta negra. Dando una última mirada al cuarto con la esperanza de que vinieran tiempos mejores con su decisión. Todo había ido demasiado lejos y ni su cuerpo ni su alma podían soportarlo más..
Fue acercándose hacia la ventana, mirando de nuevo hacia atrás definitivamente segura de que no había nadie. Abrió la ventana y salió por ella sin mucha dificultad. Comenzó a andar hacia la calle principal cuando escuchó una voz no muy lejana
"¿Ocurre algo, Mademoiselle?"
Se volvió, buscando la dirección por la que venía la voz. Tenía frente a ella a un caballero no muy mayor y de vestir impecable que la miraba preocupándose por su situación
"¿Qué quiere..?-dijo, dando un pequeño paso hacia atrás- ¿Quién es usted?"
Se encontraba tumbada en su cama, su melena se extendía por todo lo largo de la almohada y sus mejillas se encontraban algo sonrojadas. Ahora hasta su subconsciente rondaba en torno a lo que había ocurrido. El beso, esa sensación que no había sentido nunca...
Se movió, apoyándose hacia un lado. ¿Era esto realmente el amor¿El ver a esa persona hasta en el rincón más oscuro de tu subconsciente, sentir tu pulso acelerarse cada vez que está frente a ti, no pensar más que en la próxima ocasión en la que le encontrarás, recordar cada tono de voz y las notas de aquel violín¿Era tan realmente obsesivo? No conocía la respuesta, pero sí sabía que todos esos sentimientos se los evocaba él. Luego, si eso era el amor, lo estaba sintiendo y con fuerza en su corazón.
Suspiró, incorporándose de la cama, preparando el nuevo día que la esperaba. Al menos, era viernes y posiblemente tendría su tiempo de descanso.
Lo que no se esperaba era lo que encontró una vez llegó a su lugar de trabajo: Sobre una pequeña mesa se hallaban dos tazás de té. En medio unos pequeños bollos... Y él sentado en una silla, mirándola atentamente al mismo tiempo que señalaba con una de sus manos la otra silla situada frente suya.
"Supongo que necesitarás algo de desayuno..." -la miró con cierta complicidad que la hizo enrojecer ligeramente
