"Querido Édmond:

La verdad es que no sé por dónde empezar..

Todo ha sido muy complicado para mí éstos días: Raoul ya no se encuentra entre nosotros y es algo difícil de llevar. Con respecto a lo dicho en tu carta, la cual acabo de recibir, preferiría tratar éste asunto contigo personalmente

Entiendo que el hecho de haberte enterado hace relativamente poco de el papel que te corresponde en ésta familia debe haberte alterado, pero creo que con diálogo directo todo puede llegar a un buen fin.

Por favor, no tomes a mal mis palabras, sabes que a pesar de todo eres, en parte, alguien muy cercano a mí"

Esas fueron exactamente las palabras que la habían llevado allí firmadas por la madre de el que fue su marido, a ese momento, dispuesta a averiguar absolutamente qué era lo que pretendía y...quién era y de qué se estaba escondiendo. Aún le tenía en frente, esperando una respuesta. La tensión podía cortarse con un cuchillo de cocina fácilmente.

"¿Qué ocurre, Christine?-algo en su tono de voz la hizo sentir un escalofrío-¿No confía ya en todo lo que le ofrecí cuando la recogí?"-Una media sonrisa salía de sus labios.

Le miró con desconfianza, pero fortaleza al mismo tiempo- " Sólo hay cosas que no me quedan claras con respecto a usted. Si me las dice no le entorpeceré más y me marcharé, si así lo quiere"

Se sorprendió a sí misma por el valor que parecía estar demostrando, pero por dentro temblaba ante la posibilidad de cómo podría reaccionar si le dijera lo que había visto.

´Pero él sabía muy bien cómo iba a jugar las cartas ésta vez...


La luna cubría con su precioso manto la ciudad de Paris.La figura alta y elegante de un hombre avanzaba poco a poco por las inmediaciones de aquel parque. Su capa hondeaba al ritmo de la fresca brisa que corria,su máscara de porcelana ahora parecía de un material más delicado con el brillo de aquella hermosa noche. Ese era su pequeño escondite, allí siempre podía acudir a andar, pensar...o simplemente despejarse.

Una nube surcaba el cielo, juguetonamente queriendo tapar el brillo y esplendor de la que en esos momentos parecía su mejor enemiga a la que intentaba desbancar. Éste paisaje tan natural le recordaba al original decorado que se había elegido para esa noche...la gala en la que su voz, aquella maravillosa voz que él había perfeccionado, sonó para toda la audiencia haciendo que absolutamente todos los presentes se rindieran a sus pies. Aún podía recordarla..él la escuchó desde su miserable pero a la vez maravilloso refugio, cada perfecta nota cantada entrando en cada fibra de su ser..sintiendo el mayor de los orgullos que alguien puede sentir hacia otra persona. Quería darle todo lo que estuviera en su mano, en aquellos momentos, estaba dispuesto a dar un mundo por su amor, tan solo su presencia o una simple caricia...aún recordaba el día que le preguntó cuál era su nombre:Al principio fue muy tímida, parecía incluso que iba a hacer algo indebido..y cuando él le pregunto si ocurría algo ella sonrió,apoyando una mano en su hombro y inocentemente sus palabras salieron de sus labios

"Simplemente quería saber tu nombre, debes tener uno, aunque seas realmente mi ángel, pero debes tener uno.."

-Sonrió, cogiendo con timidez su mano que aún seguía apoyada- "Erik.."

Su mirada se fue tornando vidriosa, pero con un gesto consiguió evitar llorar. Ella era un sueño, nada más que eso, una ilusión. No la volvería a ver más, tan sólo aquel día en el que la vió apresurada andando por la calle, lágrimas cayendo por sus ojos..jamás se encontrarían de nuevo. Era demasiado buena como para merecerse a una persona como él.

Sus pensamientos fueron inmediatamente invadidos por Angie, y por todas las cosas que había traído a su vida desde que la conoció. ¿Qué había hecho? Esa era su gran duda con respecto a ella¿cómo había conseguido que sintiera todo lo que aparentemente ella sentía con tanta intensidad? Siempre que se habían visto le había ayudado, estuvo junto a él en su momento de mayor debilidad...ni siquiera gritó cuando le vió sin la máscara.. y aún así...le estaba ofreciendo su apasionado y joven amor abiertamente, tal y como había demostrado en muchas ocasiones..quizás eso fuera lo que más confuso le tenía. Era imposible, totalmente imposible, que se hubiera enamorado por lo que es él. Sólo el hecho de pensarlo le hacía prácticamene reír.

Pero¿ y si era así¿Y si ella, por los motivos que fueran, le aceptaba tal y como era? Por más imposible que le resultara..quizás fuera hora de dejar el pasado en el pasado y de tomar el presente con fuerza. ¿Lo lograría¿Olvidarse de Christine, y de todos sus recuerdos, de su amor hacia ella? No...

La casa estuvo en silencio por unos minutos, hasta que Édmond se acercó a ella, tomando uno de sus brazos

"¿Hay cosas que no le quedan claras?-su tono cada vez sonaba más furioso- quizás sea porque últimamente lee más de la cuenta¿no es así?"

Sus palabras la dejaron prácticamente sin capacidad de reacción. Quieta- " No..entiendo lo que quiere decir"

Ésta vez sujetaba sus dos frazos, ahora con fuerza, atrayéndola hacia él-"¿No!-reía irónicamente- Pues yo diría que sí..- tomó la carta de la mesilla- No es muy delicada poniendo las cosas donde las dejó ¿verdad?"

"Por favor...-comenzaba a sentir miedo-tan sólo dígame lo que necesito saber y me marcharé, lo prometo"

"¿Quiere saberlo, Christine? Bien, se lo diré..-soltó ligeramente sus brazos- Su querido marido y yo...somos, teóricamente- pausó un momento, como buscando las palabras exactas- hermanos..aunque no de la misma madre"

No hubo palabras. Ningún sonido que saliera de su garganta. Tan solo sus ojos le miraban intentando asimilar la información.

"Esto es...señor..no es posible...Ahora lo entiendo-consiguió finalmente hablar- Quiere el título..."

Medio sonrió-" Parece más astuta de lo que aparenta, Madame de Chagny"