No soltaba su muñeca ni un segundo, aunque eso no le daba tanto miedo como el que le daba el pensar en todo lo que sería capaz de hacer ahora que lo sabía absolutamente todo..ahora que sabía realmente la verdad sobre él. De vez en cuando intentaba soltarse de su fuerte mano, pero le era imposible, Édmond estaba muy consumido por la rabia y eso se reflejaba en su fuerza.

" ¿A dónde me lleva..?"- Le miraba suplicante

Se volvió, soltando bruscamente su muñeca- " No tengo por qué decírselo"

"Por favor, Édmond, si me deja ir..."

Una mirada terminante por su parte la paró-"Déjese de súplicas y sígame¿me ha entendido?"

Asintió, sus manos temblaban. Miró a su muñeca y la gran marca que le había dejado. Suspiró, obedeciendo antes de que le hiciera algo más que dañarle ligeramente la muñeca..

Si tan sólo pudiera salir de allí y marcharse a algún lugar seguro, si todo estuviera a la distancia de un movimiento...pero eso ahora no era más que una simple ilusión. Su miedo aumentaba por segundos, no sabía qué iba a ser de ella..aunque a esas alturas, después de todo lo que había pasado notaba que ya nada importaba, que lo único que le quedaba era ella misma y un futuro ahora más incierto que nunca.Una lágrima surcaba su pálido rostro. De nada servía ya... ¿La llevaría todo esto a su eterno final? De repente comenzaba a cuestionarse si quizás la muerte le proporcionaría más paz que todo éste tiempo de incesante agonía.

Parecía llevarla no muy lejos, seguía sus pasos viéndole torcer la esquina de la calle en la que estaba su casa. Édmond se paró frente a una pequeña puerta de madera, esperando a que ella llegara tras él. Extrajo una pequeña llave de su bolsillo abriendo la puerta

"Entre.."-Su voz sonaba más calmada ahora.

Dio pequeños pasos hasta que entró observando con detalle aquel sitio: Parecía haber estado abandonado durante años,pero aún así todavía estaba en condiciones para vivir en el mismo. Aunque si se le quitaran los muebles y la pequeña apariencia de vivienda, podría decirse con seguridad que era un trastero. El único lugar por el que entraba algo de claridad era a través de una pequeña ventana al fondo de la sala

" ¿Por qué me ha traído aquí?"- Intentaba no parecer asustada ante él, pero el temblor en su última palabra la delató

Édmond medio sonrió- " Tenerla aquí es sólo un modo de asegurarme que no querrá escaparse.Traeré sus cosas en breve"

Y con esto y retirando su mirada de ella salió de allí, asegurándose de cerrar con llave. Christine fue hasta la cerradura de la misma, apoyando su cuerpo contra la misma, viéndose como un pequeño ratón dentro de una gran jaula.


"¿Cómo que no han podido averiguar nada?"-Édmond las miraba con una especial furia en sus ojos

"Mademoiselle no se encontraba en su casa en ese momento,nos atendió la persona que está a su cargo y no parecía saber mucho sobre el asunto.."- Emma lo miraba algo inquieta por su agresiva actitud

Movió su mirada hasta otro punto del cuarto, un golpe de rabia le llevó a dar un golpe sobre la mesa- "Pues si no han averiguado nada, que a veces me pregunto para qué las tengo colaborando conmigo en esto, muevan el maldito cielo y la tierra para encontrarla o si no no me quedará más remedio que hacer el trabajo que yo les he encomendado por mi cuenta"

"Haremos todo lo posible, Édmond...pero, mientras tanto podremos seguir teniendo a Christine en nuestro poder¿no es así?"-Marie medio sonrió

Su gesto se volvió aún más furioso, volviéndose hacia ellas con brusquedad-" Y si no yo mismo haré que sea así. ¡ Y ahora vuelvan al trabajo,maldita sea!"

Con esto se marchó de la residencia,sus pasos firmes y evidentemente molestos ante las no muy buenas noticias. Sonó el portazo de la puerta principal. Después,nuevamente, silencio.

Su pequeño apartamento se veía iluminado por los rayos que entraban al llegar el atardecer. Aún tenía que terminar pequeñas cosas que no suponían mucha importancia pero realmente necesitaba un pequeño descanso. Su mente ahora mismo bullía llena de pensamientos. ¿Quién era ese hombre? Parecía como cosa del destino que ya se hubieran encontrado dos veces, y no entendía pero se parecía tanto a aquel hombre...el hombre que la hizo salir aquella noche...noche en la que no volvió a saber nada más de su madre,de su casa, de sus hermanos...nada. Ahora mismo lo único que conocía como hogar era éste pequeño apartamento y su lugar de trabajo, lo cual la llevó a Erik. A pesar de todo le echaba de menos, terriblemente de menos.

Inmersa en sus pensamientos, no escuchó como alguien con pasos tan sigilosos como los de un gato subía las escaleras que daban hasta su apartamento.

Sentaba en la punta de la pequeña cama de aquel lugar, lo miraba todo con inquietud. No podría salir de allí, de algún modo ya sabía que no habría ninguna manera de que Édmond la dejara salir. No hasta que cumpliera con todos y cada uno de sus propósitos. Miró hacia el techo, y sin darse cuenta fue a toparse con una trampilla. Podría salir de todo por allí, escapar pero...seguramente él estaría al acecho, esperando cualquier movimiento por su parte.


Miró tímidamente hacia todas las partes, viendo la pequeña escalera que estaba situada a la derecha,al lado de un viejo sillón. La tomó sin pensar. Al diablo las consecuencias, al diablo absolutamente todo, pensó mientras la ponía impacientemente bajo el lugar en el que estaba la trampilla.

La subió teniendo cuidado con la larga falda de su vestido, dando pequeños pasos hasta que llegó arriba. La empujó con toda la fuerza, pero no cedía.Lo intentó de todos modos posibles, sin resultado. La frustración se iba apoderando de ella cada vez más,haciéndola dar un fuerte golpe con su puño en la fuerte madera de la misma. Gimió, por el dolor y la angustia de no poder salir de allí..sus ojos irritados, al borde de soltar todas las lágrimas del mundo. Bajó las escaleras lentamente, quedándose sentada en el suelo. Se acurrucó en si misma buscando el consuelo y calor que ahora mismo nadie le daba,frotándose ambos brazos y llorando como pocas veces había hecho.