Dos días y dos noches. Dos días y dos noches en las que Christine no había recuperado el conocimiento.Lo había notado al cogerla entre sus brazos, su cuerpo lacio y frío. Fue al tomar una de sus pequeñas muñecas: Su pulso era muy débil, casi nulo..pero fue suficiente para devolverle la esperanza y alegría de saber que no estaba muerta. No podría soportar el hecho de pensar que su vida había acabado en tales circunstancias. No, ese tipo de destino final no estaba reservado para una persona como ella. Las musas no deben morir así.

Esa noche la había pasado a su lado, vigilando por si su situación empeoraba. Aún no le había dicho nada a ella, que ciertamente se había mantenido en un respetuoso silencio durante todo el camino de vuelta mientras él llevaba su cuerpo completamente envuelto en su capa. El frío del agua era posiblemente lo que la había hecho entrar en ese estado. Jamás había esperado volver a verla, y sin embargo, por..ni si quiera sabía el motivo, justo en el momento que ya se había hecho a la idea de una vida sin ella, aparece. Ante él. Como una señal, parecía que ella le hubiera estado llamando durante mucho tiempo esperando su rescate. Un hecho que odiaba, y por el que al mismo tiempo estaba eternamente agradecido en parte de su corazón. Aquella que intentaba no disfrazarse de falso rencor y odio. La parte que aún le hacía quererla. La parte que le había hecho llorar frente a su cuerpo sin vida a las orillas del lago.

Suspiró,moviéndose en la silla y tocándose el cuello. Se había quedado dormido por un breve espacio de tiempo en la silla y su cuerpo estaba pagando por ello. Su mano fue a coger la suya que descansaba a un lado de su cuerpo, pero cuando estaba tan sólo a unos centímetros de rozarla la apartó. Tenía miedo de tocarla, como si el hacerlo fuera a empeorar las cosas. Se la veía tan pálida, aunque con mejor aspecto que los días anteriores. Aún no había despertado a la consciencia en todo ese tiempo, era como una especie de coma en el que no sabía cómo había conseguido sumergirse.

Y no sabía si saldría...

Se llevó sus dos manos a su cara,ahogando un sollozo. Ahora, frente a ella, otra vez su debilidad volvía a mostrarse. El miedo a perderla le estaba invadiendo por momentos. Había intentado por todos los medios mantenerse lo más frío posible ante todo esto...pero¿cómo hacerlo al verla así, entre la vida y la muerte?

Sus dos manos aún cubrían su cara y sus lágrimas tan desesperadas como su estado en ese momento caían inocentemente sobre las sábanas.

Angie al escucharle fue hasta la puerta, abriéndola lo suficiente como para verle. Todavía sin poder reconocer al hombre que había visto en aquel lugar, de rodillas ante la mujer que ahora estaba tumbada en la cama y que de nuevo se mostraba débil. Destrozado. Desesperado. Llorando como nunca le había visto..era evidente que era especial y había sido parte de su vida.¿Por qué sentía que una oleada de celos invadía su corazón¿Por qué sentía que empezaba a perderle? No. Ella formaba parte del pasado. El hecho de que tuviera su retrato guardado en un cuartillo olvidado lo decía todo...¿ o no? De repente se sentía insegura. Y el hecho de que durante éstos dos días apenas había solicitado su presencia no hacía más que confirmárselo.

Pero no podía verle así. El sonido de sus sollozos le estaba partiendo en dos su corazón, y no lo soportaba. Si había algo que no quería era verle sufrir.Fue aproximándose hasta él, con mucho cuidado y sin querer que notara su presencia tan pronto. Una vez llegó a su lado, apoyó su mano en su hombro consoladoramente.Él se volvió al instante para mirarla, sus ojos mostrando tanta tristeza..

No dijo nada.Apoyó una mano en su mejilla derecha, intentando limpiar todas las lágrimas.Después pasó a su mejilla izquierda cubierta por su máscara. Quería retirarle todas sus lágrimas. Y decirle que todo saldría bien. A pesar de que estuviera llorando por otra mujer..

Su mano agarró su muñeca parando el trayecto de su mano- "No..no delante de ella"-Su voz estaba totalmente rota.

Le miró directamente a los ojos. Su expresión serena y mostrando comprensión- "Está bien..-su tono era suave, como intentando calmarle- Erik, llevas mucho tiempo sin descansar, quizás debas dormir..."

Soltó su mano lentamente, volviendo su mirada de nuevo a Christine.Ya recuperando su compostura normal poco a poco- " Te agradezco la preocupación, Angeline, pero puedo sobrevivir sin muchas horas de sueño"

Asintió lentamente-"¿Seguro? Yo puedo quedarme aquí, y te avisaría si...ella despierta"

Dudó por un momento-"Christine, su nombre es Christine de Chagny"-El recordatorio de su apellido de casada le dieron tono amargo a sus últimas palabras.

¡Christine! Ese era el nombre que le había oído susurrar mientras estaba de rodillas frente a su cuerpo. Entonces recordó el presenciar aquel momento frente al espejo, en el que estaba en un ataque de rabia y odio hacia sí mismo.Ella era la que había estado allí para calmar su dolor y curar sus heridas, no la mujer por la que mostraba tal pena. En cierto modo, ya sentía una especie de rabia hacia la intrusa.

" Bien..- la resignación asomando a su garganta- Entonces¿prefieres que me marche?"

La miró con aprobación ante sus palabras-"..Por favor"

Ya iba dando sus pasos hacia la puerta-" De acuerdo,entonces. Volveré en un rato, quizás necesites una taza de té..si quieres algo más ya sabes donde estoy"

Se levantó de la silla, y con un gesto amable hacia ella se situó frente a la ventana. No pensaba moverse de allí hasta que despertara.


La habitación estaba totalmente a oscuras. Sentía miedo, mucho miedo y escalofríos. El hombre que la había llevado hasta allí había tenido unos modos enormemente buenos con ella, para su sorpresa. Pero los dos hombres y las dos señoras que la recibieron fue absolutamente todo lo contrario. Inmediatamente, los dos desconocidos la habían llevado hasta esa habitación en la que llevaba ya dos días.

Por lo que pudo entender de las pocas conversaciones que se ofrecían ahí dentro, uno de los hombres se llamaba Édmond.. para su desgracia no pudo escuchar más. No estaba desatendida del todo, de lo único que se quejaba era de no poder ver la luz del sol, y de la actitud brusca de esas personas. Aquel hombre, sin embrago, era el que se encargaba de que comiera y bebiera, lo justo para sobrevivir. Quizás fuera así por la conveniencia de todos, posiblemente les interesaba tenerla viva por el momento..¿qué iba a ser de ella?

Sintió como la puerta se abrió y su cuerpo se tensó. Las mismas personas que la habían encerrado estaban ante ella

"Bien, querida, creo que va siendo hora de que hablemos contigo seriamente..."-La fría voz de Maurice sonó por todo el cuarto.

Xxx

Durante más de una hora sus pasos se habían resumido entre la silla en la que había estado sentado y la ventana, sin cesar de mirarla esperando una reacción. Pero eso evidentemente no iba a hacer que despertara, por más que pudiera insistir.

Cansado, se apoyó en la pared, con un pequeño gruñido de frustración. Angie entraba en el cuarto en ese mismo momento con una taza de té en la mano.

"Esto te hará bien.."-se acercó a él, tomando su brazo con mucho cariño y dejando la taza sobre la mesa

Él la cogió inmediatamente, con mirada agradecida hacia ella que no se movía de su lado.

Fue entonces cuando su pequeña mano comenzó a moverse, buscando algo familiar que tocar, y sus dos enormes ojos avellana se abrieron. Miró hacia el techo, confusa. ¿Dónde estaba? No reconocía ese lugar. Se movió lentamente, incorporándose. Cuando miró hacia la derecha pensó que había llegado al cielo. Sí, había muerto y esa era su recompensa.Era Erik. Estaba degustando una taza de té, aparentemente tranquilo. A su lado había una chica ¿quién era? Parecía cercana en su trato..

Eso fue precisamnente, lo que la devolvió a la realidad.

Intentó pronunciar su nombre..

Pero ningún sonido salía de su garganta.