La miró durante unos segundos más con detenimiento. El vestido azul que le acababa de comprar le quedaba como un guante, reflejando una vez más lo acertada que había sido la elección. Incluso desde esa distancia, podía oler el aceite de rosas, inundando absolutamente todos sus sentidos.

Se había dado cuenta de aquellas dos lágrimas que habían escapado de sus ojos, pero pudo con el impulso que le llevaba a ir a consolarla. Tenía que poder…

"Me encantaría leer el contenido de esa nota, Madame"-su voz era suave y distante.

Christine se levantó mirándole sobresaltada y al mismo tiempo avergonzada por el hecho de que la había visto en tal situación. Consiguió recuperar la compostura y, cogiendo de nuevo el papel que había escrito cinco minutos atrás, se acercó y la extendió a sus manos. Erik correspondió su mirada cogiéndola sin demora.

Desplegó el papel y lo leyó con especial atención. La escueta pero tierna carta le resultó incluso divertida.

Suspiró, riendo levemente- "No hay nada que agradecer, querida. Una dama en apuros ha de ser atendida. Me alegro de que los vestidos sean de su agrado…- su tono ahora se volvió irónico- aunque estoy convencido de que no son comparables en elegancia y lujo como los que su marido le compraba¿verdad?"

Por un momento la rabia comenzaba a crecer dentro de ella. Le había escrito aquella carta con todo el sentimiento del mundo, y él no solo lo encontró divertido, sino que se atrevió a nombrar a Raoul. Una parte de ella entendía el por qué de sus duras palabras, pero no podía evitar sentir que le clavaban un puñal por cada una de ellas. Cerró su puño, frustrada. No podía responder, ni decirle lo equivocado que estaba. Nada…

El modo en el que le miró le hizo ver claramente que esas palabras la habían hecho mucho daño. Comenzó a andar hacia la entrada, dispuesta a abandonar la casa. Quería salir. Dar un paseo. Quizás eso la haría sentirse menos frustrada de lo que ya estaba. Ah, pero ir sola era tremendamente peligroso. Tenía gente tras ella y no debía arriesgarse.

Él por supuesto que se había dado cuenta del dolor que le había producido su ruda respuesta. Por un momento se odió a sí mismo por haberlo hecho..pero no podía ser. ¿Qué esperaba? Sabía que se iba a encontrar con esto, no con un hombre de brazos abiertos dispuesto a olvidar y entregarse de nuevo a ella dejando su dignidad en el suelo.

Cogió su mano con la estúpida excusa de devolverle la nota. Había olvidado por completo las sensaciones que evocaba su tacto por todo su cuerpo. Por unos segundos sus miradas quedaron bloqueadas. Christine podía jurar que por unos segundos veía en aquellos ojos verdes al Erik que había conocido, al de hacía unos meses…pero eso sólo fue así hasta que le vio obligándose a retirar su mirada.

"Un paseo la hará bien...espere por Angie, estará aquí en breve"-Dicho esto rompió el contacto de su mano retirándose hasta otro punto de la casa.

No lo entendía…

Toda ésta mezcla de momentos dulces y amargos estaban oprimiéndose en su pecho, casi asfixiándola. Se sentó en el sillón, con su corazón en una mano, la nota en la otra y miles de pensamientos confusos.


El día siguiente empezó de modo tranquilo. Los primeros rayos de sol iban apareciendo tímidos a las nueve de la mañana y Angie ya se disponía a salir. Rápidamente, desapareció por la no demasiado espaciosa entrada del hostal con su bolsa y de camino al centro.

Tenía un desayuno al que acudir y ahora más que nunca necesitaba hablar con alguien amable. La nueva actitud de Erik no hacía más que irritarla cada vez más. Había pasado a ser una persona indiferente y pasiva que sólo se dirigía a ella cuando había algo que hacer. Y sabía que todo era causado por Christine.

Lo que…la extrañaba y odiaba al mismo tiempo era que, después del paseo que habían compartido, comenzaba a ver su presencia agradable e incluso comenzaba a admirarla. Su calma, su amabilidad, su dulzura…y su aparente perfección de actitud ante todo.

Dio los últimos pasos hasta la cafetería más cercana. Édmond sostenía un periódico entre sus manos y frente a él un café. Levantó su mirada, saludando con amabilidad a Angie que en seguida se sentó frente a él

Xxx

Dejó sus diseños por un momento. A pesar de ser unas horas tan tempranas de la mañana, sentía que debía avanzar con algunos de los proyectos que tenía en mente, pero algo más surgía en su mente.

Inmediatamente, comenzó a escribir. Se preguntaba si seguirían en el mismo viejo apartamento de siempre, pero tenía que intentarlo…probablemente estarían preocupadas.

Se sonrió. Por todos los cielos¿hacía cuánto tiempo que no escribía una carta?

Xxx

Ambos disfrutaban de un agradable desayuno al mismo tiempo que él comenzaba a saciar su curiosidad con respecto a la muchacha.

"Dime Angeline¿cómo es que siempre te veo recorriéndote las calles tan a menudo? Tu trabajo debe ser agotador, sin duda"- dio un sorbo de su café mientras esperaba a que ella diera un mordisco más de su croissant.

"Bueno, la verdad es que sí. Ciertamente, antes no lo consideraba tanto. Trabajo…para un…-su mirada dudó un momento-artista importante que se ha instalado aquí hace no mucho. Yo llevo prácticamente todos sus asuntos, además de cuidar de su casa. Y ahora es especialmente…agotador"

Doloroso.

Lo que escuchaba comenzaba a interesarle- "Vaya. Puedo llegar a comprenderte, un tipo de trabajo así no ha de ser fácil de llevar. Pero parece que antes lo llevabas mejor¿qué es lo que se te hace tan pesado ahora?"

Se pausó por un momento, tomando un sorbo de su propio café y mirándole directamente a los ojos-"La reciente entrada de otra persona en la vida de alguien muy apreciado por mí"

La miró muy sorprendido, soltando su taza lentamente…

Aquello comenzaba a dar resultados.

Se levantó de su escritorio. Volvería a sus diseños más tarde, ahora lo que quería era despejarse. Llevaba ya más de una hora en ello y sentía que si continuaba su mente podría explotar seriamente.

Avanzó hasta donde estaban todos los cuartos, viendo que el de ella estaba con la puerta entreabierta. Entró silencioso, con la siguiente escena ante sus ojos: Christine se había quedado dormida, con su cabeza echada hacia atrás y un libro entre sus manos.

Se acercó hasta la silla, cogiendo con el máximo cuidado el libro y dejándolo en una mesa al lado. Después, miró hacia su cama y tomó el cojín. Volvió a acercarse y, moviendo su cabeza procurando por todos los medios no despertarla, le puso un cojín para que luego no le doliera el cuello.

Miró su expresión pacífica, su respiración lenta…

Señor. La quería. La quería y no podía evitarlo

Pero aún no se lo haría saber.

Acarició su mejilla, sólo durante un momento…el necesario simplemente para rozar sus dedos con su piel

"Descansa, Christine"-era un susurro casi inaudible

Lo que no pudo percibir cuando ya iba a abandonar el cuarto era la sonrisa que se había formado en su cara ni el pequeño suspiro que exhaló antes de seguir durmiendo

Tampoco que Angie había presenciado la escena, retirándose hacia el salón de prisa…