Dos.

"¡Vamos, señora, insista! Ya falta poco... Ya casi nace... ¡Bien! Es un niño, señora Misaki. ¡Felicidades! Vamos a ponerlo en una cuna caliente para que no se vaya a enfriar... Después se lo enseñamos, señora..."

"¡Bien! ¡Eso es! Un poco más... ¡Listo! ¡Es una niña! Y es preciosa... Uh, pero... ¿En dónde la ponemos? ¡Todas las cunas están llenas! Ya sé... Espero que no te moleste compartir la cuna, pequeño bebé Misaki... Saluda a tu compañera, nació apenas 3 minutos después que tú..."

Ambos bebés dejan de llorar y se observan el uno a la otra. El pequeño Taro Misaki mira con cierta extrañeza a su compañera...

Taro.

Mi madre me dice que, cuando yo nací, tuve que compartir la cuna con otra bebé debido a que el hospital estaba a reventar por esos días y no había camas ni cunas disponibles. Mamá recuerda que se puso nerviosa por el temor a que las enfermeras se fueran a confundir y le dieran al bebé equivocado. Sin embargo, era algo difícil que el personal del hospital se fuera a equivocar ya que yo soy un hombre y la bebé que compartió la cuna conmigo era una mujer...

Quién diría que sería esa bebé la mujer que el destino me pondría en mi camino...

El tiempo en Barcelona transcurrió más rápido de lo que cualquiera de nosotros se lo esperaba. Me gustaba estar ahí, hasta cierto punto. No era perfecto, pero sí bastante bueno. Todos nos esforzábamos al máximo. Lily no tardó mucho en adaptarse, aunque yo sabía que ella no era feliz del todo...

Como sea, Azumi y yo hacíamos un buen equipo. ¿Olvidé decir que ella también quiso estudiar medicina? Nunca supe bien sus razones, pero en fin, habíamos sido amigos desde adolescentes y ahora éramos compañeros de trabajo. Lily y Azumi pronto se hicieron buenas amigas, a pesar de que ninguna de las dos se conocía desde antes... Y como era de esperarse, no pasó mucho tiempo antes de que ambas comenzaran a ser acosadas por los hombres del campamento... No era para sorprenderse, las dos eran jóvenes solteras y exitosas... Lo que sí era motivo de asombro era el hecho de que ninguna tuviera novio...

Yo tampoco tenía novia, dicho sea de paso. Mucha gente quiso emparejarme con Azumi, pero la verdad era que ninguno de los dos sentía algo más por el otro que una buena amistad. Habíamos compartido muchas cosas juntos pero en definitiva no estábamos hechos para ser pareja... De hecho, había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve realmente enamorado de una mujer...

Pero luego llegó ella...

Mutsumi, así se llamaba. Fue todo lo que supe, solo un nombre sin apellido. Era ella la asistente deportiva que me señaló en mi primera semana de haber llegado a Barcelona. Era una chica preciosa, como ya había dicho, de largo cabello negro que siempre llevaba recogido en una cola de caballo y ojos del mismo color. Era extremadamente tímida y muy introvertida. De no ser porque era muy linda, habría pasado completamente inadvertida...

Una mañana como cualquier otra saludé a Aranza, la jefa de las asistentes deportivos. Recuerdo perfectamente que Mutsumi estaba sentada a un lado de ella...

Buenos días, Aranza.- saludé.

Buenos días, doctor Misaki. ¿Cómo está usted?.- respondió.

De maravilla, como siempre.- sonreí.- Y más puesto que un calcetín para el inicio de la temporada española.

Será maravilloso. Todos esperamos a que juegue el gran prodigio del sóccer japonés, Tsubasa Ozhora...

¿Y me lo dice a mí?.- reí.- ¡Llevo años esperando para poder verlo jugar de nuevo!

Los dos reímos. Noté que, ni una sola vez, Mutsumi levantó la vista del libro que estaba leyendo, ni siquiera para saludarme. Ni siquiera para darme una sonrisa. Supuse que no le era del todo agradable y me entristecí un poco. La verdad es que siempre me ha gustado llevarme bien con toda la gente con quien convivo. En fin...

¿Es cierto que usted y él jugaron juntos de pequeños?.- me preguntó Aranza, mirando con algo de extrañeza a Mutsumi.

Sí. De hecho, en el World Youth también jugamos juntos.- contesté.

¡Ah! La doctora Hayakawa me comentó que usted era también una gran promesa del sóccer... ¿Por qué abandonó el fútbol, doctor Misaki?

Pues en realidad, aun no lo abandono del todo. Lo que sucede es que quise evitar que otra gente joven y deportista sufriera lo que tuve que sufrir yo...

¿Se refiere al accidente que tuvo por salvar a su hermana?

Azumi sí que es chismosa... .- murmuré.

No se lo tome a mal, simplemente quiso ser amable... Fui yo quien la acosó con preguntas... .- se disculpó Aranza, algo avergonzada.

Está bien, no se preocupe.- me encogí de hombros.- Y sí, me refería a ese accidente. Eso marcó mi vida para siempre...

Y por eso quiso ser médico...

Así es... Bueno, debo irme antes de que comiencen a buscarme por todas partes... Fue un placer, hasta pronto.- me despedí.

Hasta pronto, doctor Misaki.- respondió Aranza.

Mutsumi no contestó a mi saludo, pero sentí como su mirada de clavaba en mi espalda...

Lily.

Bueno, Barcelona no era como me lo imaginaba...

A los pocos días de haber llegado ya estaba empezando a acostumbrarme. Lo que sí, es que hice berrinche porque el infeliz de Taro no quiso hacer pareja conmigo para trabajar, sino que se fue con su amiga de toda la vida, Azumi Hayakawa. Mugroso, que se vaya con ella pues, quién lo necesita... Al final, hice pareja con una chica llamada Saki Aiza, una muchacha a quien había conocido en la Facultad de Medicina pero a quien rara vez le dirigí la palabra. No es que la chica no me cayera bien, sino que simplemente sus amigos eran diferentes a los míos... Sin embargo, y para mi sorpresa, ella y yo nos adaptamos bien a trabajar juntas. Rara vez tuvimos algún tipo de altercado durante nuestras guardias... Algo muy diferente a lo que me había ocurrido en el equipo de las Chivas, en donde mis compañeras de trabajo casi terminan por desgreñarse en mi presencia...

Volviendo al tema, durante el primer mes tuve poco contacto con los jugadores del equipo, ya que nuestra especialidad consistía en hacer rotaciones por varias subespecialidades y en el primer mes de mi llegada estuve trabajando con las ligas menores. Taro y Azumi fueron los primeros en trabajar con el equipo mayor. Y pues un buen día me perdí en las instalaciones del equipo. No me culpen, la zona era enorme... Dando vueltas y vueltas, me topé con un joven de gorra roja que estaba sentado muy tranquilo como si no tuviera nada mejor que hacer que estar sentado ahí... Me dirigí hacia él, quizás supiera cómo rayos salir de ahí...

Buenas tardes. Disculpe... .- lo abordé.- Ando un poco perdida. ¿De casualidad sabe como llegar al campo principal?

Buenas tardes.- el muchacho me sonrió.- Bienvenida a Barcelona. Eres nueva aquí, ¿verdad?

¿Tan evidente es?

Solo los nuevos se pierden...

Es cierto... .- me puse algo roja.- Aun no conozco esto del todo...

No te preocupes. Yo con gusto te ayudaré a llegar a tu destino...

El muchacho se levantó y comenzó a caminar. Yo no tardé en seguirlo.

¿También juegas en este equipo?.- le pregunté.- Nunca te había visto... Aunque, para ser sincera, aun no conozco a todos los jugadores...

No.- negó él.- Yo también juego sóccer, pero en Alemania. Estoy aquí visitando a un viejo amigo...

¡Ah! Ya veo...

¿Y tú estás aquí por...?

Estoy haciendo mi especialidad en Medicina Deportiva. Soy una de las nuevas asistentes médicos que llegaron en enero...

Ya entiendo. Pues otra vez, bienvenida a Barcelona, señorita, eh...

Me llamo Lily Del Valle.- dije yo.- Muchas gracias por el recibimiento...

Yo soy Genzo Wakabayashi. Encantado de conocerte...

El joven me ofrece su mano y yo se la estrecho. Noto que él me sonríe muy amablemente, quizás demasiado amablemente... El tipo no está nada mal, dicho sea de paso, pero yo no vine a Barcelona a coquetear...

Por fin, llegamos a nuestro destino. Yo le agradezco a Wakabayashi su amabilidad y me despido. Él me sonríe, al tiempo que murmura un: "Cuídate". Es curioso, pero algo en su tono de voz me hizo sentirme algo extraña...

Como sea. El primer mes transcurrió sin novedades, aunque a finales del mismo yo enfermé de gravedad... Bueno, ni tan grave que me puse, pero sí hubo la necesidad de que me hospitalizaran... Mi simpática vesícula biliar decidió que ése era un buen momento para darme lata. Después de miles de dolorosos y vergonzosos estudios, los cirujanos decidieron que yo debía operarme... Ni modo, qué se le hace... He de decir que es horriblemente espantoso ser paciente... Prefiero mil veces ser médico... Como sea, la cosa es que regresé a México a operarme y estuve de incapacidad por medio mes. No es mucho tiempo, pero sí el suficiente como para que en mi ausencia hubiesen pasado muchas cosas... Pero ésas no las cuento yo, sino quienes las vivieron en carne propia... Yo simplemente les diré que, al regresar a Barcelona, tras una operación y 15 dolorosos días de recuperación después, me topé con algo que me dejó con la boca abierta...

A los pocos días de mi regreso, cuando fui al comedor, me senté sola en una mesa a devorar mis escasos alimentos. De pronto, noté que enfrente de mí había un hombre increíblemente guapo que captó mi atención de inmediato. Era japonés, de ojos y cabello negro, el cual estaba peinado de una manera un tanto cuanto sui generis...

"¡Guau!", pensé "¿Quién será él? ¿Y por qué lo tenían tan bien escondido?".

Para qué negar que ese hombre captó mi atención de inmediato. Era el tipo de hombre que se ajustaba a mi ideal...

Genzo.

Decidí ir a visitar a Tsubasa a Barcelona durante mi periodo vacacional. Me había enterado que Misaki también estaba allí, haciendo su especialidad en Medicina Deportiva. Debo reconocer que ésa fue una de las tantas cosas que hizo Misaki que me dejaron con la boca abierta... ¿Quién diría que después de tanto tiempo se decidiera a estudiar medicina?

Como sea, durante mi visita, Tsubasa consiguió que me permitieran dejarme pasar a las instalaciones del equipo a mi antojo, así que yo podía seguir practicando a la hora que yo quisiera. Las ventajas de tener amigos influyentes... Y un buen día, conocí a Lily... Resulta curioso el hecho de que fuera yo el primero en conocerla y no Tsubasa... En fin...

Ella andaba perdida y yo con mucho gusto la ayudé a encontrar su camino. Debo decir que ésa no era la primera vez que yo la veía, ya desde antes me había percatado de su presencia, aunque ella no me vio a mí. Recuerdo lo que pensé la primera vez que la vi... Dije una cursilería, algo así como: "Esa chica tiene rostro de ángel". Incluso la persona que estaba conmigo me miró de manera extraña. No era para menos, yo no soy así de ridículo...

La misma tarde en que conocí a Lily, abordé a Tsubasa un par de horas después, como quien no quiere la cosa...

Oye, Tsubasa. ¿Cuántos asistentes médicos llegaron este año a hacer su especialidad?

Uhm, pues creo que seis.- me respondió Tsubasa, vagamente.- Aunque aun no los conozco a todos...

¿Cuántas mujeres llegaron?.- insistí.

Pues creo que tres. Azumi Hayakawa, la amiga de Misaki-kun, es una de ellas. La otra se llama Saki Aiza y la tercera pues... Aun no la conozco... ¿Por qué lo preguntas?

Pues... Por pura... Curiosidad.- dije yo.

Ajá.- Tsubasa me miró con picardía.- A mí me parece que tu interés ya supera la simple curiosidad...

No seas malpensado. Solo era una pregunta cualquiera... Solo quería saber porque hoy conocí a una de ellas. A Lily Del Valle, la tercera doctora a quien aun no conoces. Y he de decirte que...

¿Qué qué?

Que es una verdadera preciosidad...

Tsubasa sonrió. Supongo que pensó que ya era hora de que empezara a fijarme en alguna mujer...

¡Ja! Sí, ya me había fijado en Lily Del Valle, pero no sería el único que lo haría...

Tsubasa.

Vagamente me enteré de que una de las nuevas asistentes médicos se había enfermado y habían tenido que operarla de urgencia. Sin embargo, como no conocía a la chica, realmente no me preocupé mucho por ella. Solo supe que era la doctora a quien Wakabayashi había conocido el otro día y que era la única a quien yo aun no conocía...

Así pues, seguí entrenándome como siempre, esforzándome por alcanzar mi meta. Febrero llegó, y a mediados del mes la chica incapacitada y recién operada regresó a Barcelona a trabajar. Un día, mientras estaba en el comedor, entró una muchacha muy bella, la cual tenía el cabello más largo y precioso que había visto yo en mi vida... La joven se sentó enfrente de mí a comer y, de repente, nuestras miradas se encontraron. Sus ojos negros se prendaron por un momento de los míos y me sentí algo extraño... Desvié la mirada, un tanto perturbado... Y para empezar, ¿quién rayos era esa muchacha?

Mira.- comentó uno de mis compañeros.- Ya regresó la doctora que se incapacitó.

¿Qué le pasó?.- preguntó otro compañero.

Le quitaron la vesícula o algo así.

¡Ah! Ya veo... Es muy linda, por cierto...

Ajá...

¿Y cómo se llama?.- pregunté, tratando de no mostrarme demasiado interesado.

No estoy seguro. Creo que se llama Lily o algo así...

Y de pronto lo recordé. Lily Del Valle, la chica de quien me había hablado Wakabayashi. Bueno, pues esperaba que él lograra conquistarla, harían buena pareja...

Sin saber muy bien por qué, mis ojos siguieron buscando los suyos... Era una estupidez, no me había sentido así desde el día en que le pedí a Sanae que fuera mi esposa... ¿Qué rayos me estaba pasando?

Notas:

Olvidé decirlo... Este fic va dedicado a Saki y, sobre todo, a mi querido "H". Porque una promesa, es una promesa... El nombre de Mutsumi es especial para ti, "H"...