Doce.

Genzo.

Es curioso, siempre me había burlado de aquellos que decían que una mujer les había roto el corazón. Siempre pensé que no habría necesidad de sentirse triste por una chica, pensaba que si se esforzaba uno lo suficiente la muchacha deseada caería a los pies de uno.

Como bien dicen por ahí, más rápido cae un hablador que un cojo...

Traté de hacer que no se notara mi desilusión. Al mal tiempo buena cara, y pues me mantuve tranquilo, como siempre, aunque por dentro me sintiera un tanto cuanto destrozado.

¿Y tú que le contestaste a Tsubasa?.- pregunté, una vez que Lily terminó de contarme su relato.

Pues le di a entender que yo me sentía igual que él.- murmuró ella, sin mirarme a la cara.

¿Se lo dijiste directamente o se lo diste a entender?

Se lo di a entender... La verdad, tan aturdida estaba que ni siquiera estoy segura de haber respondido algo coherente...

Ya veo... ¿Quieres que te de una opinión sincera?

Sí.

Opino que deberías de decirle a Tsubasa lo que tú sientes, no nada más dárselo a entender.

¿Tú crees?.- Lily me miró, escéptica.

Sí. Después de todo él te confesó lo que está sintiendo y creo que es justo que él sepa lo que tú sientes...

No sé si la desilusión me impidió razonar bien las cosas o qué. Pero les aseguro que en ese momento mi consejo me pareció buena idea. Lily asintió suavemente con la cabeza y después sonrió.

Mil gracias.- dijo.- Realmente me sirvió contarle a alguien sobre esto... Solo espero que cumplas tu promesa y que no se lo cuentes a nadie...

Puedes estar segura de eso. Jamás le contaré a ninguna persona lo que acabas de decirme.- respondí.

Muy bien.- Lily se incorporó.- Tengo que irme, nos vemos después.

Yo la despedí tocando ligeramente la visera de mi gorra. Lily caminó unos cuantos pasos y después detuvo su marcha para voltear a verme.

¿Sabes? No sé por qué, pero me siento muy bien al charlar contigo.

Y sonrió. Bueno, no era el fin del mundo. Al menos había conseguido que Lily comenzara a confiar en mí. Me costaría mucho trabajo pero al final lograría que ella llegara a amarme. De eso pueden estar seguros.

Lily.

¿Será una crueldad? ¿Habré sido una desgraciada por haberle contado a Genzo lo que me había confesado Tsubasa? Por ahí se rumoraba que Genzo tenía intenciones serias conmigo pero el propio Tsubasa me había dicho que me cuidara de él. Quizás en realidad solo quería ver si yo caía como las demás... Bueno, pues no le resultaría. Es cierto que Genzo comenzaba a agradarme pero hasta ahí. Seguía pensando que era un hombre muy atractivo y ya comenzaba a darme cuenta de que en realidad no era tan petulante como yo creía pero aun así estaba lejos de sentir algo más por él que simpatía... Sobre todo sabiendo que yo le gustaba a Tsubasa...

Ni siquiera me puse a pensar en la esposa. Ni siquiera me detuve a pensar en que ella lo tenía a su lado todas las noches y todos los días. Nada de eso pasó por mi mente, únicamente pensaba en las palabras que él me había dicho hacía apenas unas horas...

Y también pensaba en el consejo de Genzo. Me parecía que él tenía razón, Tsubasa debía saber lo que yo sentía... Tal vez me animaría a decírselo... Tal vez... Soy una mujer muy tímida, no estaba segura de poder confesarle a un hombre mis sentimientos... Sobre todo porque se trataba de un hombre casado...

Le conté a Azumi lo que había pasado. Taro andaba en quién sabe donde, así que no pude contarle a él la impactante noticia. Azumi me miró con ojos como platos y con la boca abierta.

¡No manches! ¿En serio?.- gritó. Yo me reí para mis adentros, ya se le estaban pegando mis expresiones.

Sí, aunque no lo creas.- contesté, sonriendo levemente.

¿Y tú que le dijiste?

Pues balbuceé alguna estupidez, seguramente. Estaba tan sorprendida que no supe ni qué le dije...

Ya veo. ¿Y qué piensas hacer?

Seguir el consejo de Genzo. Decirle a Tsubasa lo que siento, con todas sus palabras.

¿Desde cuando sigues los consejos del que consideras el hombre más petulante del mundo?

Desde que me di cuenta de que no es tan desgraciado como yo creía...

Aun no puedo creer que se lo hayas contado primero a él...

Fue el primero al que vi...

Sí, pero... .- Azumi titubeó y después se encogió de hombros.- Bueno, no importa, no me hagas caso.

Era ya viernes por la noche. Yo no trabajaría ni sábado ni domingo, así que tendría que esperar hasta el lunes para decirle a Tsubasa lo que sentía por él...

Taro.

Definitivamente, Aranza estaba loca. Miren que decirme que Mutsumi quería conmigo... La muchachita me había dejado parado como un verdadero idiota, con la palabra en la boca. Ahora, yo estaba más que convencido de que ella me odiaba...

Como era de esperarse, Azumi y Lily se rieron a carcajadas cuando les conté lo que pasó. Par de desgraciadas, bien las hubiera podido arrojar a un pozo... Como sea, yo estaba decidido a no volver a escuchar a Aranza, la mandaría a freír espárragos la próxima vez que ella intentara engatusarme para que me acercara a Mutsumi...

Doctor Misaki.- Aranza se dirigió a mí un viernes por la mañana.- ¿Cómo está?

Sintiéndome un idiota.- murmuré, algo enojado.- ¿Por qué me dijo que Mutsumi estaba interesada en mí si no era cierto?

¡Ah! Se refiere a la otra vez que ella lo dejó con la palabra en la boca, ¿cierto?

O sea que ya lo sabe... ¡Qué rápido se corren los chismes!

Ella misma me lo dijo.- Aranza soltó una risilla.- Y me pidió que me disculpara con usted por parte de ella, está muy avergonzada.

¿Y si está tan avergonzada por qué no viene ella misma a decírmelo?

¿Qué aun no lo entiende, doctor?.- Aranza elevó sus ojos al cielo.- Mutsumi es una chica extremadamente tímida. Le cuesta muchísimo trabajo relacionarse con la gente y más con los chicos que le atraen. Como usted, doctor Misaki...

Ahhh, no.- protesté.- No volveré a caer en la misma trampa. Ya no voy a creer que Mutsumi está interesada en mí, me diga lo que me diga...

¡Pero si es la verdad!.- protestó Aranza.- Entienda que ella es tan tímida que no puede ni siquiera decirle "hola" de tanto que le gusta... Sé que se portó de una manera muy descortés, pero no la juzgue mal. Solo dele algo de tiempo... Solo no deje de insistir, estoy segura de que Mutsumi es la chica ideal para usted...

No respondí. A decir verdad, las insistentes palabras de Aranza habían logrado hacer que la imagen de Mutsumi entrara muy profundo en mi corazón...

Vamos, doctor.- insistía Aranza.- No se de por vencido. Siga intentando, estoy segura de que en algún momento logrará derribar esa barrera de timidez que se interpone entre usted y Mutsumi.

Pero es que ni siquiera he hablado con ella ni una sola vez.- protesté.- Ni siquiera nos hemos mirado a los ojos. No ha habido nada que me haga pensar que ella en realidad está interesada en mí.

Pero tiene mi palabra de que así es.- replicó Aranza.- Créame, yo nunca jugaría con usted.

Iba a responder pero un ruido me contuvo. A través del reflejo de la ventana me di cuenta de que Mutsumi había estado escuchando gran parte de la conversación a través de la puerta semiabierta. Sonreí. Quizás no estaría mal el volver a intentarlo...

Por cierto que, justo en esos momentos, mi mejor amigo, o sea, Tsubasa, le estaba confesando a mi mejor amiga, o sea, Lily, que estaba enamorado de ella. Y miren que yo tardé muchísimo tiempo en enterarme sobre esto. Por cuestiones de la vida me encargaron un proyecto que me hizo no ver ni a Lily ni a Tsubasa por varios días y cuando por fin me enteré de la situación, ya era tarde para tratar de corregir las cosas. Eso siempre me remordió la conciencia, si me hubiese enterado a tiempo de lo que Tsubasa y Lily planeaban hubiera podido convencerlos a ambos de que no lo hicieran y quizás se habrían evitado muchas tragedias...

Saki.

Soujiro y yo cada vez nos llevábamos mejor. Él había adquirido la costumbre de acompañarme cada vez que yo iba al comedor y a mí me agradaba que él me hiciera compañía. Al principio, cumplimos lo que dijimos y nuestras charlas se trataban única y exclusivamente de las maneras en como podríamos hacerle la vida imposible a Gustavo. Pero poco a poco nuestros temas de conversación se desviaban por otros rumbos...

Sinceramente, a mí comenzaba a gustarme muchísimo Soujiro. Era un hombre algo serio pero muy amable. Era caballeroso y gentil, aunque algo existencialista y con alguna que otra idea dark... Era alguien diferente. Alguien que cada día ocupaba más espacio en mi corazón y en mis pensamientos...

Una tarde Soujiro fue a buscarme para llevarme algunos postres que había preparado y nos quedamos charlando por varias horas. Pronto, oscuros nubarrones comenzaron a invadir el antes claro cielo de Barcelona.

Parece que va a llover.- comentó Soujiro.- Quizás sea mejor que nos vayamos.

Sí, me parece buena idea.- dije yo.

Pero ni bien acababa de decir esto cuando del cielo comenzaron a caer unos gruesos goterones de lluvia. Soujiro y yo corrimos lo más rápido que pudimos a buscar refugio. Sin embargo, yo me sentía algo débil, quizás debido a que no había comido bien o a que había estado trabajando todo el día bajo el sol. Cuando estuvimos bajo resguardo, el mundo comenzó a girar a mi alrededor...

¿Te sientes bien?.- me preguntó Soujiro, algo preocupado.- Te noto muy pálida.

Creo que... Creo que me voy a...

Pero ni chance tuve de terminar la frase. La oscuridad se cernió sobre mí...

Cuando desperté, estaba recostada sobre una banca. Tenía bajo mi cabeza mi chaqueta y la chaqueta de Soujiro me cubría los brazos y el pecho. El propio Soujiro estaba a pocos metros de mí, mirándome con preocupación y abanicándome con una hoja de papel.

¿Estás bien, Saki?.- preguntó en voz baja, llamándome por mi nombre de pila.

¿Qué sucedió?.- inquirí, aun ago débil.

Te desmayaste... Tremendo susto que me pegaste...

Lo siento, es que de repente comencé a sentirme muy mal...

Intenté incorporarme pero Soujiro no me lo permitió. Suavemente hizo que volviera a acostarme sobre la banca.

Tranquila, ya pasó, pero no debes agitarte ahora.- murmuró.- Tranquila, que yo te cuidaré...

Lo miré con gratitud. Y también con otro sentimiento al cual no me atrevía a ponerle nombre...

Sanae.

Ese fin de semana Tsubasa estuvo mucho más extraño que en los días anteriores. Se mostraba extremadamente eufórico por momentos y por momentos parecía que la melancolía lo invadía... Yo no entendía qué era lo que estaba pasándole, nunca lo había visto comportarse de esa manera...

Y es que el Tsubasa que estaba frente a mí era un hombre distinto del que yo había conocido y con el cual me había casado... Algo, o alguien, lo había cambiado...

Ya después me enteré que fue en ese fin de semana cuando Tsubasa le confesó a Lily que estaba enamorándose de ella.

No hay otra cosa que me haga sufrir más que la incertidumbre. La duda de no saber qué era lo que pasaba por la mente de mi esposo estaba carcomiéndome las entrañas. Antes, bien sabía yo que solo había espacio en la mente de Tsubasa para el fútbol y para nuestros hijos, y para mí, por supuesto. Ahora, yo presentía que también había lugar para otra persona... Otra mujer...

Lily. Muchas veces la había visto en el campamento del Barcelona. Se notaba a leguas que era una chica extrovertida y alegre, del tipo que siempre están cantando mientras trabajan o que parlotean sin parar. Pero también se notaba que le ponía mucha entrega y esfuerzo a su trabajo. No sé, quizás en otras circunstancias nos hubiésemos podido hacer muy buenas amigas.

Pero el destino quiso que nos enfrentáramos. Y por el mismo hombre.

Tsubasa.

Notas:

Mil gracias a todas por sus comentarios, en especial a Samael, Yelitza, Alisse, Tutanilla, Sylvia y Chris que han seguido fielmente este fic