Quince.

Lily.

Los siguientes días no fueron nada buenos para mí. Pareciera que la vida estaba castigándome por querer meterme con un hombre casado...

Tuve muchos problemas en el hospital en donde nosotros hacíamos guardia dos veces por semana (olvidamos decirles que dos noches de cada semana dos de nosotros nos quedábamos a trabajar de noche en uno de los hospitales de Barcelona). Hubo complicaciones con una paciente a la que yo atendí, la señora tenía un padecimiento muy grave que casi le cuesta la vida pero nuestros esfuerzos desesperados consiguieron salvarla. Sin embargo, la paciente continuaba en estado crítico y no sabíamos lo que iba a pasar con ella. Yo estaba al borde de la histeria y mi jefe me empujó a ella al decirme que yo había tenido la culpa de todo lo que había pasado. No era justo, no había gran cosa que se pudiera hacer y yo no cometí ningún error, pero háganle entender a la gente...

Después de la charla que tuve con mi jefe, huí. No sabía ni por dónde iba, lo único que quería era desaparecer. Y por casualidad choqué con Tsubasa...

¡Ey, cuidado!.- dijo, sonriente.- ¿A dónde vas tan deprisa?

Al fin del mundo.- contesté yo, con el rostro bañado en lágrimas.

¿Qué te pasa?.- preguntó él, preocupado.

Nada. Simplemente me voy a largar a la ching... (lo dije con todas sus palabras).

¿Por qué?

Ya no quiero ser médico. Quiero largarme de este maldito lugar...

Ey, tranquila.- Tsubasa me tomó por los hombros.- ¿Qué fue lo que pasó?

Le conté lo ocurrido a grandes rasgos. En el proceso, varios médicos y enfermeras ya se habían enterado de lo ocurrido y me decían que yo no había tenido la culpa y que me daban todo su apoyo. Yo estaba muy cerca de traspasar la línea que separa la cordura de la locura...

Ven, vamos a dar una vuelta.- me sugirió Tsubasa.

¿A dónde?

Afuera. Vamos a pasear por la ciudad.

¿Estás loco?.- le grité.- Los dos estamos trabajando, no nos podemos salir.

La verdad es que me hubiese gustado que me hubiera propuesto eso en otra ocasión más agradable...

Bueno, vamos al menos a un lugar menos concurrido... .- replicó Tsubasa.- Al estacionamiento, por ejemplo.

Como sea...

Él me condujo suavemente hasta el estacionamiento semivacío del estadio. No sé por qué rayos nunca se nos había ocurrido ir ahí antes, el lugar es perfecto para poder conversar tranquilamente y sin interrupciones...

Muy bien. Antes que nada, tranquilízate.- pidió Tsubasa.- Era obvio que tu jefe te iba a acusar de lo ocurrido, ese tipo es un verdadero idiota, pero no debes dejarte vencer por eso, debes ser más fuerte que él.

¡Es que no lo entiendes, Tsubasa!.- grité, al borde de la histeria.- ¡Esa mujer puede morir y quizás fue por mi culpa!

Eso no es verdad. Ya escuché todo lo que pasó y me dijeron que lo único que tú hiciste fue ayudarla. Sabes que no había mucho que pudiste haber hecho y sin embargo lo hiciste, actuaste muy rápido y eso la salvó.

¿Y entonces por qué me siento tan miserable?.- sollozé.

Porque eres un ser humano.- respondió él. Vi que las lágrimas se asomaban a sus ojos.- Tienes sentimientos y tu corazón se preocupa por todos y cada uno de tus pacientes...

Me conmovió el hecho de que Tsubasa tuviera deseos de llorar. Fue una muestra clara de que me estaba dando todo su apoyo...

Pero mi jefe... .- rezongué.

Tu jefe es un idiota, como todo el mundo lo sabe.- me interrumpió Tsubasa.- No le hagas caso.

¿Es que no te das cuenta de que él tiene mi futuro en sus manos? A una palabra suya yo podría ser expulsada de la especialidad...

Pero eso no pasará, no lo permitiré.- replicó Tsubasa, muy enojado.- Si eso pasa tu jefe no quedará impune, yo me encargo de eso.

En esos momentos no acabé de comprender que se trataba de una amenaza directa. Quizás si hubiera estado menos histérica la habría tomado más en serio.

Tsubasa.

Ya. Pobre Lily, dejen que yo continúe por ella, este recuerdo la lastima demasiado...

Me siento tan mal.- murmuró ella, apretándose con fuerza los brazos.- Quisiera que alguien me abrazara y me dijera que todo va a estar bien, aunque sea mentira...

¿Y no puedes imaginar que yo estoy abrazándote?.- murmuré.- ¿Qué yo estoy besándote? Para mí no es necesario hacerlo, en mi mente tú ya estás en mis brazos...

Ella me miró con sus dulces ojos negros llenos de lágrimas y sonrió débilmente.

Ay, Tsubasa.- murmuró.- No sé por qué te esfuerzas tanto por mí si yo nada más estoy de paso en tu vida... Cuando este año termine, me marcharé de Barcelona y nunca más me volverás a ver...

No si puedo evitarlo.- repliqué.- Seguiré en contacto contigo, no dejaré que te vayas de mí.

No. Si yo lo quiero, tú nunca más me volverás a ver...

Se hizo un silencio pesado. Nunca había escuchado hablar a Lily de una manera tan pesimista.

No me hagas caso.- dijo Lily, a manera de disculpa.- Hoy todo lo veo negro, ando muy pesimista...

Ya me di cuenta de eso.- murmuré.- Pero si me permites decirte algo, deberías tratar de ser más fuerte...

¿Tratar de ser más fuerte?.- Lily estalló.- ¿Tienes una idea de lo que es tener en tus manos la vida de una persona? ¿El luchar con desesperación por preservar esa vida y saber que a pesar de todos los esfuerzos esa vida se perderá sin remedio? ¡No tienes ni una idea, Tsubasa! ¡No sabes lo que es tener que vivir en otro país, el no tener el apoyo de tus padres porque toda la atención se va para tu hermana que por cierto es una histérica!

Sé que mi comentario le dolió. Después de todo yo no sabía por lo que ella estaba pasando, podía darme una idea de lo ocurrido pero nada más. Preferí no decirle que yo me había marchado a Brasil de joven, dejando atrás mi país, mis amigos y mi familia. No era el momento más adecuado para ese tipo de comentarios...

Por favor, imagina que estoy abrazándote.- pedí.- Imagina que te transmito con mi abrazo toda la fortaleza que te hace falta...

Es difícil.- murmuró ella.

La verdad es que yo creo que eres una mujer admirable. Estás en una carrera muy difícil pero no te das por vencida. Hay mucha gente que quisiera estar en tu lugar...

¡Ja! Lo dudo mucho.

Es verdad. Eres una mujer inteligente, fuerte, decidida, además de ser tierna y dulce. Tienes muchas cualidades, eres una persona que le pone mucho empeño a todo y que lucha hasta el final por sus objetivos. La vida solo puede depararle un futuro maravilloso a una persona así...

Ella no dijo nada, pero noté que mi comentario le había llegado muy hondo.

¿Por qué crees que me tienes loco?.- proseguí.- Es porque eres una persona muy especial, como hay pocas.

Eso no es cierto... .- murmuró Lily, ya más tranquila.

Claro que lo es. Pienso en ti todos los días. Hay veces que incluso me gustaría poder sacarte de mi cabeza de tanto que ocupas mis pensamientos...

Lily sonrió de esa manera tan dulce que yo tan bien conocía.

Así.- dije.- Sonríe así siempre. Nunca te dejes vencer.

Gracias, Tsubasa... .- susurró ella, con una mirada de gratitud en los ojos.- Bueno, pues creo que ya debemos regresar. Han de estar buscándonos como locos...

Yo creo que sí. Pero que lloren por nosotros al menos por hoy.

Lily y yo regresamos al campamento. No sabía qué pasaría con nosotros después, no quería pensar en que quizás sería verdad eso de que ella solo estaría de paso en mi vida. Pero pasara lo que pasara, yo sabía que si bien ella nunca sería mi enamorada sí sabía que sería mi amiga. Para toda la vida.

Lily.

Gracias, Tsubasa, por narrar esa parte de la historia por mí. Es mi turno de continuar. Después de que regresamos al campamento, el entrenador del equipo me dio permiso de ir a darme un baño. He de decir que yo había pasado la noche entera en el hospital y que obviamente no había alcanzado ni a cambiarme de ropa. Cuando entraba a la ducha en la mipera, noté que Tsubasa me había visto en mis peores momentos: desvelada, despeinada, con la cara llena de lágrimas y además de todo, mugrosa y apestosa. Pero ni así dejó de decirme que lo volvía loco...

El resto del día fue para mí como una especie de alucinación. Continué con mis actividades diarias con el mismo entusiasmo con el que lo habría hecho un robot. Lo único que quería era largarme a mi casa y llorar un rato. Me hubiera gustado muchísimo el poder hablarle a mis padres y contarles lo que pasaba, pero no quería preocuparlos, suficientes líos tenían ya con mi hermana...

Durante un descanso, Tsubasa se me acercó.

¿Y tu chocolate con almendra?.- me preguntó.

Quiero comentar que todos los días me comía a media mañana un chocolate relleno de almendra porque soy una golosa y me encantan esos dulces. Pero en ese día no tenía ganas de comer nada.

La verdad es que no estoy de ánimos ni para eso.- contesté.

Tsubasa no me dijo nada más, pero más tarde, cuando yo regresé a mi cubículo en la enfermería para arreglar unos papeles, él entró con actitud de un niño que está por cometer una travesura.

¿Se encuentra aquí la señorita Lily?.- preguntó, con su sonrisa pícara.

Aquí estoy.- respondí, sonriendo.- ¿Qué se le ofrece, señor?

Vengo a darte esto.

Tsubasa extendió la mano. Era un chocolate relleno de almendra lo que me ofrecía.

Para que te endulces la vida.- me dijo.

Yo tomé el chocolate y poco me faltó para que los ojos se me llenaran de lágrimas. Era un gesto que podría parecer insignificante pero que a mis ojos valía más que todo el oro del mundo. Tsubasa sabía que yo adoraba esos dulces y pensó que darme uno podría levantarme el ánimo... No pude evitarlo, corrí hacia él, lo abracé y, siguiendo un impulso, lo besé en la mejilla... Yo sentí como sus labios rozaban torpemente la mía...

¡Qué lindo eres!.- grité, emocionada.- ¡Mil, mil gracias!

Lo solté y salí corriendo como loca de la enfermería, sin mirar para atrás. Mi corazón daba retumbos de alegría aunque poco después me asaltó la vergüenza. ¡Por Dios! ¿Acaso había besado a Tsubasa? ¿Eso había pasado? ¡Qué pena!

Mucho tiempo después fui a buscar a Tsubasa para ofrecerle disculpas. Lo encontré sentado muy tranquilo a un lado de la cancha.

Perdón por lo de hace rato.- le dije precipitadamente, sin saludar.- Pero fue algo que no pude evitar... Me nació del corazón...

¡Qué bien!.- Tsubasa sonrió.

De verdad, lo lamento mucho... ¿No estás molesto?

Para nada... Es algo que yo llevo mucho tiempo queriendo hacer...

Tsubasa y yo nos miramos. Después me di la vuelta e hice el intento de marcharme.

Espera.- me llamó.- Toma.

Y me extendió un papel.

Escribí esto hace rato, para ti. Léelo cuando estés sola, quizás en la mipera... .- y desvió la mirada.

De acuerdo.- sonreí. Me metí el papel en la bolsa y me marché.

Pero no pude controlarme. En cuanto tuve una oportunidad, saqué el papel para ver qué había escrito Tsubasa. Escrito al reverso de una de las hojas membretadas del Barcelona había un poema, del puño y letra de mi querido Rey del Sóccer:

Me quedaré esperando a que vuelva a amanecer para poder estar así, solo así...

Me quedaré aquí, caminando donde siempre, mirando de perfil.

Esperando que algún día esta vida se acuerde de ti.

Pero sin hacer preguntas te responderé...

Besándote en mi pensamiento, te miraré otra vez.

Escapándote del mundo... Llorando por las noches...

Te acompañaré en cada recuerdo que tú tengas... En cada lluvia que tú veas,

Y al amanecer... Me quedaré aquí...

Me quedé sin palabras. Era lo más lindo que alguien me había escrito en la vida...

Notas:

Este poema no tiene nombre. Me lo escribió hace tiempo mi ángel negro...

Ya, ni me lo digan, sé que Tsubasa no sería capaz de escribir ese tipo de poemas pero ya saben... Esto es una historia de la vida real P

Por cierto que pronto se acerca el final... Bueno, quizás todavía falten unos cuatro o cinco capítulos.