Dieciséis.
Genzo.
No sé que hubiera pasado si Alana no se hubiera metido en donde no la llamaban. Bueno, en definitiva las cosas no hubieran sido tan desastrosas aunque de todas maneras estábamos destinados al desastre...
Lily vino a contarme lo que le pasó el otro día, con lujo de detalles, desde el incidente con la señora a la que ella atendió hasta el episodio del chocolate relleno de almendra, omitiendo el poema que Tsubasa le dio (de eso no me enteré sino hasta muchos meses después). Prácticamente me platicó hasta el número de pausas que hizo Tsubasa durante la conversación. A mí cada vez me costaba más trabajo fingir que la información no me afectaba en lo más mínimo.
La verdad es que tengo mucho que agradecerle a Tsubasa.- decía Lily, sentada cómodamente en la silla de su cubículo, con los pies apoyados en el escritorio.- No sé que hubiera pasado si él no hubiera estado ahí para apoyarme...
Seguramente habrías encontrado a alguien más que te escuchara.- repliqué, secamente.- Nadie es indispensable.
Sí, quizás... .- Lily murmuró con la vista perdida.- Pero fue Tsubasa el que estuvo ahí y eso tiene su mérito. No cualquiera tolera uno de mis ataques de histeria...
¿Y qué va a pasar con la señora a la que atendiste?.- pregunté, deseoso de desviar el tema.
No lo sé... .- susurró Lily, cabizbaja.- Yo rezo para que se encuentre bien...
Mala táctica. Ahora Lily estaba triste...
¿Y tú jefe?.- estaba dispuesto a probar con todos los temas posibles hasta encontrar uno que fuera neutral.- ¿Qué más te ha dicho? ¿Aun sigue diciendo que fue tu culpa?
No.- Lily sonrió con cierta satisfacción.- Ayer hablé con él y puse las cartas sobre la mesa. Básicamente, lo amenacé con acudir a un nivel superior si él no estaba dispuesto a ayudarme.
¡Ja! Y con eso debe de haber bastado para que inmediatamente cambiara su manera de comportarse, ¿no?
Por supuesto. Después de eso, me dijo con las palabras más amables que yo no tenía la culpa de nada... Menos mal que no tuve que recurrir a la petición de Tsubasa de mandarlo golpear...
¿Qué cosa?.- grité, sorprendido.- ¿Qué Tsubasa te dijo qué?
Pues algo así como que no se iba a quedar de brazos cruzados si mi jefe me hacía algo, palabras más, palabras menos.- respondió Lily, encogiéndose de hombros.- ¿Por qué la sorpresa? Lo más seguro es que solo hayan sido palabras...
Lo dudo mucho.- la contradije.- Tsubasa no suele hacer ese tipo de amenazas por lo que cuando las hace es porque van en serio.
Lily no respondió, se quedó cavilando las palabras que acababa de decirle.
¿Entonces debería de preocuparme por eso?.- me preguntó, después de un rato.- ¿Crees que Tsubasa sea capaz de hacerle algo a mi jefe?
Bueno, no creo que vaya a mandarlo matar o a arrojarlo por un barranco pero quizás utilice sus influencias para correrlo del campamento.- contesté.
Vaya... Y mira que yo no me tomé sus palabras en serio... .- Lily volvió a quedarse muy pensativa.
No te preocupes, no creo que lo haga.- intenté tranquilizarla.- Cuando vea que tu jefe ya no te molesta olvidará su amenaza.
Lily se recargó para atrás en su silla y cerró los ojos por unos momentos. Yo jugueteaba con un abatelenguas al tiempo que le lanzaba miradas furtivas. Me estaba costando muchísimo trabajo pero por fin estaba consiguiendo que Lily me aceptara. Unos cuantos meses atrás no habría conseguido ni siquiera la más mínima sonrisa por parte de ella y ahora estábamos platicando como dos viejos amigos. Lástima que sea esta última palabra la que no termina de convencerme: amigos...
Lily.
Me sorprendió mucho lo que Genzo me acababa de decir. ¿Realmente Tsubasa sería capaz de cumplir su amenaza? Quien sabe, la verdad es que yo no la tomé muy en serio por la situación en la que nos encontrábamos cuando la dijo. Como sea, más tarde hablaría con Tsubasa al respecto y le pediría que no hiciera nada, en el caso de que tuviera planeado hacer algo.
La verdad es que sigo creyendo que fue peor decirle a Tsubasa la verdad acerca de lo que siento.- comenté, después de una larga pausa.
Yo creo que hiciste lo correcto.- replicó Genzo.- No es bueno guardarse lo que llevas dentro...
¡Ja! ¡Mira quién lo dice!.- solté la carcajada.- El rey del hermetismo...
¿Qué cosa?.- Genzo me miró con extrañeza.
Pues que eres el rey del misterio y el hermetismo.- contesté, mirándolo con cara de hello con tu hello.- Rara vez hablas de ti mismo, siempre ocultas tus verdaderos sentimientos.
Uhm... .- murmuró Genzo, frunciendo levemente el ceño.
No mujas como vaca, que bien que sabes que es cierto.- volví a reír.- Nunca sé en qué estás pensando. Creo que por eso me caías muy mal al principio, porque nunca sabía qué era lo que pasaba por tu mente.
O sea que sí te caía mal.- habló él, algo dolido.- Vaya, vaya...
Vamos, si bien que lo sabías.- repliqué.- Normalmente a mí se me nota mucho cuando alguien nomás no me pasa porque no me gusta ser hipócrita.
Sí, la verdad es que sí lo sabía, Tsubasa y Misaki se encargaban de hacérmelo notar.
Jajaja, perdóname. Si te digo esto es porque ya te tengo confianza. Es cierto que me caías muy mal al principio pero ahora me agradas mucho. Veo que en verdad puedo contar contigo y no sabes lo bien que me hace sentir el poder platicarte lo que me pasa.
Genzo no respondió, pero me miró de una manera muy, muy profunda. Sus ojos café oscuro estaban llenos de... No sé como explicarlo. Es esa mirada que tienen los hombres cuando ven a la mujer que les gusta. Me estremecí hasta lo más profundo. Sí, sabía que Genzo intentaba conquistarme pero no creí que... Es que esa mirada me lo decía todo. Solo a otro hombre le había visto una mirada similar y ese hombre era Tsubasa. No, estoy mintiendo, la mirada de Genzo era mucho más intensa...
Qué cosas... .- murmuré, desviando la mirada.- A veces creo que me paso de sincera...
Y eso me gusta mucho de ti.- contestó Genzo.- Que seas tan directa.
Bajé mis pies del escritorio y apoyé mis manos sobre la mesa, haciendo que mis dedos tamborilearan sobre ella. Genzo tomó la oportunidad al vuelo, se acercó y agarró una de mis manos. Yo no hice el intento de soltarme.
Lily.- murmuró él.- Dije que no te iba a presionar pero... ¿Recuerdas que hace tiempo te invite a salir y tú me contestaste que quizás en un futuro sería posible?
Sí.- el contacto de su mano me quemaba, quería soltarme pero no podía.
Quizás no tenga derecho a preguntarte pero... ¿Cuánto tiempo más me tendrás esperando? No es que no esté dispuesto a esperar por ti hasta el fin del mundo pero me cuesta trabajo estar en tu presencia y no poder acercarme hasta el nivel a donde yo quiero...
Genzo me hizo mirarlo a los ojos. Yo me puse muy colorada. Él lentamente se fue acercando a mi rostro. Le vi las intenciones en la mirada, el hombre me agradaba pero no sabía si estaría bien el dejar que él me besara... No me sentía bien haciéndolo, a mí me gustaba mucho Tsubasa y no quería usar a Genzo como ruta de escape. Cuando sus labios estuvieron a tan solo unos cuantos centímetros de los míos agaché mi cabeza.
Lo siento.- murmuré.- Pero no sé si esté lista...
De acuerdo... .- Genzo suspiró.- No voy a presionarte...
En esos momentos la puerta se abrió con mucha fuerza, azotándose contra la pared. Yo salté violentamente en mi silla y casi caigo al suelo. Genzo y yo volteamos y nos encontramos con Alana parada en la entrada del cubículo.
Genzo, querido.- Alana habló con una voz cargada de veneno.- ¿Recuerdas lo que te dije la otra vez? ¿Lo que podría pasar si no hacías lo que yo quería?
Genzo frunció el entrecejo, muy enojado. Se levantó bruscamente de su silla y salió furioso de la enfermería. Alana me lanzó una mirada de desprecio antes de seguirlo.
A mí todo eso me dio muy mala espina...
Taro.
Todo me parecía maravilloso: París, el sóccer, mis antiguos compañeros a los que volví a ver después de mucho tiempo, Esmeralda La Salle... Bueno, no me vean así, la verdad es que la chica me caía muy bien. Era simpática, alegre, divertida, segura de sí misma y muy, pero muy vanidosa. Sé que por esto último voy a recibir un pellizco pero ni modo, Esmeralda sabe que lo que dije es verdad.
Ella era mexicana y llevaba año y medio viviendo en Francia, después de haber acabado su carrera en Ciencias de la Comunicación en una prestigiosa universidad de la Ciudad de México. Tenía la misma edad de Lily y, curiosamente, también usaba muchas de sus frases. Yo podría jurar que eran hermanas, cosa que desde luego que no era cierto.
La semana de permiso en París vino y se fue como agua. Yo ya no quería regresar, quería quedarme en Francia para siempre, jugando al sóccer y recordando mi antiguo sueño. Pero no podía.
¿Por qué no quieres aceptar la oferta que te hace el PSG?.- me preguntó Esmeralda, una de las tantas veces que fuimos a tomar un café.
Porque no puedo abandonar mis estudios de Medicina.-respondí.- Fue una promesa que le hice a mi madre.
Ya veo.- murmuró Esmeralda.- Pero tu sueño siempre ha sido el sóccer, el llevar a Japón a la Copa del Mundo. No es justo que sacrifiques ese sueño por una promesa... Aunque se la hayas hecho a tu madre.
Me sorprendía lo bien que Esmeralda me conocía. Era cierto que su deber como reportera era investigar mi pasado pero sentía que su interés rebasaba lo profesional.
Eso es cierto.- contesté.- Pero aun así...
Entiendo.- Esmeralda me evitó la pena de responder.- Esa promesa debió de haber sido muy importante para ti, aunque sigo pensando que deberías de seguir tu propio sueño.
Quizás lo haga.- sonreí.- Dentro de poco tiempo terminaré la especialidad en Medicina Deportiva y entonces quedaré libre. Y entonces volveré a jugar al fútbol si es que aun tengo una oportunidad.
Por supuesto que la tendrás.- Esmeralda sonrió.- Muy pronto, todos los equipos de Europa desearán que el gran Taro Misaki juegue entre sus filas.
Ambos reímos. Me agradaba mucho Esmeralda y en el fondo yo quería intimar más con ella pero muy pronto yo volvería a Barcelona y era muy probable que nunca más la volviera a ver. Además, en Barcelona me estaba esperando Mutsumi... Yo aun seguía pensando en ella y tenía muchas ganas de volver a ver su rostro...
Sin embargo, los directivos del PSG decidieron pedir un alargamiento de mi permiso. Como que se dieron cuenta de que una semana no sería suficiente para convencerme. Mi jefe aceptó a regañadientes, quizás debido a que de todas maneras yo me hubiera quedado allá, me hubiese dado permiso o no.
A Esmeralda esto la puso muy feliz, según ella porque así tendría más tiempo para entrevistarme. Bien que los dos sabíamos que lo que pasaba era que así tendría más tiempo para estar conmigo...
Creo que en el fondo yo también soy algo vanidoso...
Saki.
No sé por qué siempre me toca ser la última en hablar pero no importa. Solo quiero decir que me sentía muy contenta por ser la novia de Soujiro. Todos los días él iba a buscarme al cubículo de la enfermería en donde trabajo para llevarme el desayuno. Lily-chan sonreía al verlo y cuando él se iba ella hacía comentarios de burla pero sin mala intención. Lily-chan decía que se sentía muy feliz por mí y que al mismo tiempo me envidaba mucho porque yo podía estar con el hombre a quien amaba, cosa que yo sé que ella hubiera querido hacer también... Ya me había contado todo lo que había sucedido entre ella y Tsubasa y yo sinceramente no sabía qué decirle, me hubiera gustado aconsejarla pero en realidad no sabía qué se podía decir ante una situación semejante...
Pero bueno, como les decía, yo era muy feliz con Soujiro. Todos los días comíamos juntos y él cocinaba especialmente para mí, cosa que hacía levantar protestas por parte de Azumi-chan y de Lily-chan, quienes tenían que comer lo que comían todo lo demás. Yo le pedí a Soujiro que también las incluyera en su menú, cosa que ellas me agradecieron por tres días.
Sin embargo, ya sabía yo que todo era demasiado bueno para ser verdad...
Una mañana nublada mi madre apareció en el campamento del Barcelona. Había olvidado que había quedado en ir a visitarme un día de éstos. Cuando vi su rostro, comprendí que algo malo estaba por suceder. Y dado que fue mi madre la que me alentó para estudiar medicina, supe que si estaba molesta solo podía deberse a un motivo...
Soujiro.
Notas:
PSG son las siglas del Paris St. Germain.
