Fanfiction por Lita Kino
Inuyasha no me pertenece (y de ser así, Sesshoumaru sería sólo mío y Kikyo sería devorada por Naraku ), sino que todos los personajes tienen los derechos reservados de Rumiko Takahashi.
Capítulo 1: La Decisión de Sesshoumaru.
Era una noche tranquila en las Tierras del Oeste. En algún tiempo, el legendario Perro-Demonio había sido su regente, pero ahora éstas estaban bajo los dominios de su hijo, el Gran Sesshoumaru, conocido por todos como "Amo Bonito", quien al ya no tener motivos para andar errante por la tierra, se había establecido en un gran palacio ubicado en sus tierras.
Esa tranquilidad era igual todas las noches desde la derrota de Naraku y la desaparición de la Perla de Shikon. Habían pasado tantos años de eso, que incluso parecía como si hubiese sido alguna especie de sueño... o pesadilla. Y sin embargo, no lo había sido.
Pero ese era ya un asunto del pasado y ahora lo que reinaba era la paz. Exceptuando, claro está, las interminables guerras civiles entre los humanos. Pero ciertamente ese no era asunto de su incumbencia. No le interesaban los patéticos humanos ni sus estúpidas guerras. Aún los despreciaba.
- Sesshoumaru-sama -escuchó una suave voz que le hablaba.- ¿Puedo ir a la aldea?
- Jaken. -llamó con fuerte voz.- Ve con Rin a la aldea.
- Si, Amo Bonito. -respondió el sirviente, mientras pensaba:- ¿Por qué siempre me toca a mí de niñera?
Niñera... Esa palabra no tendría por qué aplicarse más con respecto a Rin. Dentro de poco tiempo cumpliría dieciséis años y tenía ya una apariencia perfectamente adulta. Era una cabeza más baja que Sesshoumaru; con su largo cabello negro hasta las rodillas, que ondulaba libremente con el viento al caminar; sus formas perfectamente redondeadas que le daban un aspecto muy agradable... Prácticamente se había transformado en una belleza.
Sesshoumaru la observó marcharse con su indiferente mirada color ámbar. El tiempo había surtido efecto en ella, volviéndola una graciosa muchacha. No era tonto como para no darse cuenta que Rin era ya toda una mujer... Una mujer humana. Y como humana que era, debía cumplir con su ciclo vital: Nacer, crecer... reproducirse... y morir.
La vida humana era realmente muy efímera. En un momento existen y al siguiente dejan de existir. Era por eso que desde que Rin había cumplido la edad en la que las humanas acostumbraban casarse, Sesshoumaru había considerado la posibilidad de que volviera con los humanos, encontrara un esposo, se estableciera y viviera una vida normal, junto a los de su especie. No podía permanecer toda su corta vida humana rodeada de youkais.
Mientras tanto, en la aldea, Rin iba de tienda en tienda buscando kimonos nuevos, junto con Jaken. Los que solía usar aún eran algo infantiles y le quedaban ya demasiado ajustados.
Todos los jóvenes de la aldea la miraban de una manera que a ella le incomodaba mucho. Y era que nadie podía ignorar la fresca belleza de la joven; pero no era sólo su belleza: aunque como seres humanos comunes y corrientes no podían percibirlo, la joven Rin tenía poderes similares a los de una sacerdotisa y era por eso que su cercanía daba una sensación muy agradable. Sin embargo, ninguno tendría nunca el valor de acercarse a ella: Sabían que estaba con el Señor de las Tierras del Oeste, un youkai sumamente poderoso que según los rumores, tenía una mirada tan dura y fría que podía incluso matar con ella. Pero a Rin le hacía mucha gracia escuchar ese tipo de comentarios acerca de su señor: En verdad tenían una gran tendencia a exagerarlo todo cuando de bestias se trataba.
- Señorita Rin. -sonrió una anciana al verla entrar en su establecimiento.- ¡Qué alegría verla¿En qué puedo ayudarla?
- Estoy buscando kimonos. -respondió Rin dulcemente. La anciana inmediatamente fue a la bodega de su tienda y trajo varias cajas y un pequeño baúl de madera.
De las cajas sacó kimonos informales, con diseños sencillos como le gustaban a Rin. Seleccionó los que mejor le parecían, pagó por ellos y cuando estaba a punto de retirarse, la anciana la detuvo.
- Espere un momento, señorita Rin. -la anciana tomó el pequeño baúl de madera que había sacado junto con las cajas y se lo entregó.
- ¿Qué es esto? -preguntó Rin con curiosidad.
- Esto es en agradecimiento por habernos ayudado hace unas semanas con aquel espíritu maligno.
Un espíritu maligno, atraído por los poderes de Rin, había invadido la aldea. Pero fueron esos mismos poderes espirituales de la joven que lo atrajeron los que causaron su perdición: Hacía algunos años que Kagome le había enseñado a utilizar sus poderes y con ello pudo sellar ese espíritu.
- No es necesario. -sonrió Rin.
- Por favor, acéptelo. -pidió la anciana de una manera tan sincera y sencilla que conmovió el corazón de Rin. Terminó tomando el baúl en sus brazos. La anciana agregó:- Solamente le pido que no lo abra todavía... Solamente si llega un momento en el que su corazón se sienta triste y solitario...
Las palabras de la anciana extrañaron a Rin, sin embargo decidió obedecerle. Hizo una pequeña inclinación a modo de agradecimiento y se retiró del lugar, dispuesta a volver al palacio con su señor Sesshoumaru.
Su señor Sesshoumaru... Cada vez que pensaba en él, su corazón sentía una gran calidez y sabía perfectamente qué era lo que causaba esa sensación en ella: Lo amaba. La perfecta devoción que sentía hacia él desde su infancia se había transformado con el paso de los años en el más puro y sincero amor; un amor que la motivaba a levantarse cada día y acostarse cada noche con el pensamiento de hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudar y complacer a su amo.
No podía evitar soñar de tanto en tanto con que ese profundo amor que sentía hacia Sesshoumaru se viese correspondido algún día; que en el corazón del youkai naciese un sentimiento como el de ella. Pero sabía que eso era un sueño y nada más... Y que no todos los sueños se realizan. (N.A: Especialmente los de Lita -.-U). Sin embargo, ella era feliz con sólo estar junto a él, con sólo verse reflejada en los hermosos ojos ámbar del youkai que amaba.
- ¡Sesshoumaru-sama! -exclamó Rin al entrar al palacio.- Ya regresamos.
- Bien. -respondió Sesshoumaru, observándola y a una pequeña montaña de paquetes que caminaba tras ella, la cual se asumía que era Jaken. Ambos fueron a la habitación de Rin a dejar las cosas, para alivio de cierto sapo, y ella se dedicó a ordenar sus nuevas adquisiciones.
Decidió ponerse uno de sus kimonos nuevos y luego fue a preparar la cena. A Jaken no le gustaba admitirlo, pero había aprendido a apreciar esa comida de humanos, especialmente la preparada por Rin, así que su boca se hizo agua al sentir el delicioso aroma del guisado que estaba haciendo esparcirse por el lugar. Lo sirvió y comieron en silencio y con tranquilidad. Pero había "algo" en la mirada de Sesshoumaru mientras comía, que hizo pensar a Jaken que algo no estaba bien. O que algo sucedería. Pero era lo único que lograba descifrar, que por lo demás era imposible adivinar qué era lo que su amo pensaba.
El sapo vio que sus conjeturas eran acertadas cuando, luego de la cena, Sesshoumaru lo miró y le dijo fríamente:
- Retírate.
- Sí... Amo Bonito. -respondió él. Era evidente que si le había pedido sólo a él que se retirase, era porque quería hablar con Rin. La curiosidad lo mataba, pero si su amo lo descubría espiándolos lo castigaría, así que con resignación se fue hacia la otra ala del palacio.
El apuesto youkai tenía la mirada perdida, como si estuviese meditando muy detenidamente lo que debía decir. Sin embargo, esa mirada se endureció, como era habitual, antes de dirigirse a ella.
- Rin... -dijo gravemente.- Ya no eres una niña.
¡Vaya! Hasta que al fin lo había notado, pensaba Rin. Aunque ciertamente no le gustaba nada el tono en el que había hecho esa afirmación.
- Ha llegado la hora -agregó el youkai.- de vayas a vivir con los humanos.
- Pe...pe...pero... ¡Sesshoumaru-sama! -exclamó incrédula la joven. Habría podido imaginar que él le diría cualquier cosa... excepto eso.
- Las mujeres humanas -continuó él.- acostumbran casarse a tu edad. Debes hacer lo mismo.
- ¡Yo no quiero irme! -fue todo lo que alcanzó a decir Rin. Sentía un enorme torbellino de pensamientos y sentimientos en su pecho.
- Ahora debes estar con los de tu especie. -continuó él, como si no la hubiese escuchado.- Vivir como los de tu especie.
- Amo... ¡No me diga eso!
- Debes irte con ellos.
- ¡No quiero!
- Vete.
- Pero amo.
- ¡Vete!
¡La estaba echando del palacio! Y de una manera tan fría e indiferente... Su corazón le dolía de sobremanera. Su amo, el único ser al que amaba, le estaba diciendo no sólo que se fuera... sino que encima de eso, que se casara... ¡Mientras que ella lo amaba a él¿Cómo podría ella simplemente irse a hacer una vida... cuando su vida era él?
- Amo... -dijo ella, casi a punto de sollozar.- por favor, compréndame... Yo no quiero irme... Yo no quiero... no quiero... alejarme de su lado... Por favor, amo... No me haga esto...
No... La que no comprendía era ella. Ahora era joven y bella, llena de vida y de entusiasmo y siendo feliz al vivir bajo su protección. Pero la vida de los humanos pasa en un suspiro y pronto llegaría el día en el que se convertiría en una anciana, sintiendo lástima de sí misma al haber desperdiciado su vida sirviendo a un youkai como él y a él no le agradaría ver esa amargura en ella por una vida que no vivió y situaciones que no podrá solucionar ya en su ancianidad. Rin era una mujer muy dulce y tenía derecho a vivir una vida normal, como todas las mujeres humanas y él estaba seguro que llegaría el día en el que ella misma le agradecería haberla alejado de esa vida rodeada de bestias.
Una dura batalla se libraba dentro del corazón de Rin. ¿Y si le decía a su amo acerca de sus sentimientos hacia él¿Y si le explicaba que ella lo amaba y que por ello no deseaba irse sino permanecer a su lado, pasara lo que pasara¿Y si le explicaba que se sentía morir con solamente imaginar su vida sin él? Sus labios se entreabrieron, como si quisiesen articular palabra, mientras que sus ojos estaban fijos en los ojos ámbar de su amado amo. Pero aunque ella deseaba decirlo, sus labios no respondían, no atinaban a decir lo que de verdad deseaba decir... Por lo que optó por callar... No tenía el valor suficiente para hacerlo...
Sesshoumaru dirigió una fría mirada hacia la joven, que trataba infructuosamente de contener sus lágrimas. Rin sabía lo que esa mirada significaba: No había súplica que valiera... Debía irse porque él así lo deseaba y no habría manera de convencerlo de lo contrario.
Se dirigió tristemente hacia su habitación y se tiró en su futón a llorar silenciosamente. ¡Todo estaba tan bien! No se explicaba por qué razón su amo querría que se fuera... ella pensó que él tan siquiera sentía un leve aprecio por ella, luego de todas las veces que había salvado su vida. Pero si él quería que se marchara, ella lo haría para complacerlo. Comenzó a arreglar sus cosas. A primera hora del siguiente día se marcharía de ese lugar... para nunca más volver...
Cuando los primeros rayos del alba aparecieron en el horizonte, Rin partió del palacio sin siquiera despedirse de nadie. Sin embargo, una mirada ámbar observaba desde dentro del palacio a la triste figura que se alejaba del lugar... para siempre...
Fin del Capítulo 1.
Y Lita sigue publicando un millón de fics a la vez T.T Bueno, es que este lo voy publicando en una comunidad de Inuyasha, así que igual decidí subirlo por acá. Es mi primer intento de un Rin xSesshoumaru. Por cierto, me he cambiado de nombre por aquí. Ahora me verán como SadnessQueen (Nada personal...), pero sigo siendo la única e inigualable Lita Kino, jeje.
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Lita Kino.
