Hoyo! ya vuelvo a estar aquí, pero no os acostumbreis por que dentro de nada empiezo atrabajar :( siff, si no me contribuyera a la cuenta bancaria iba a trabajar su madre, pero bueno a lo que vamos, y vamos a los reviews (me han hecho mucha ilusión ;)

SaraMeliss: El hombre sabio dijo "la paciencia es una virtud" ya se que en primer capítulo no parece un DG, pero lo es. Aun así gracias por hacermelo notar, ahora como podrás ver he cambiado el sumary, y también por advertirme sobre los reviews anónimos, ni me había dado cuenta, así que gracias, ah! y sigue con tus historias que he leido algunas y están muy bien.

a-grench: Tu sí que sabes como subir el ánimo, me alegra que te haya gustado, y como tu reviewfue de los primeros memetió caña para escribir el siguiente rápidamente

Karkinos: Mme ha hecho mucha ilusión recibir tu review leí una de tus historias y me gustó mucho, pero te advierto que esto no es un Voldemort Ginny aunque en el primer capítulo lo sea, de todas formas espero que a pesar de esto continues leiendo este fic

abin: La verdad es que lo hice expresamente para que los personajes no se supieran hasta el final, al menos el del chico. Bien, aquí tienes a Draco aunque sea solo un momento, y como prota que es, te garantizo una aparición continuada desde ya.

Kit:Ni te preocupes a mi Sesshi ya lo tengo en reserba.Merci pel review Kitty ;)

Kisuna-chan: Me gusta que te guste mi fic, en serio, y no te preocupes que no tengo la mas mínima intención de dejarlo a medias, además me estoy divirtiendo de lo lindo.

Al loro: Todos los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K Rowling, por que si fueran mios os aseguro que este verano yo estaria de vacaciones en el caribe y no currando en un pans.

Bien aquí teneis el capítulo, espero que lo disfruteis.


Quince años después

Albus Dumbledore se encontraba en su despacho de Howarts mirando como los estudiantes cogían el Howarts Express para volver a sus casas una vez más.

- Es increible lo rápido que pasa el tiempo a veces – suspiro el anciano.

- La verdad es que si – corroboró la profesora de aritnomancia, Hermione Granger, casi para si misma – Bien yo también tengo que ir a por mis cosas profesor Dumbledore, nos vemos a finales de agosto para la reunión de profesores, no?

- Sí Hermione, buen verano.

- Buen verano, profesor – contestó mientras salía del despacho.

Albus se quedó mirando un rato más por la ventana hasta que finalmente se sentó en un cómodo sillón mientras mascullaba.

- El verano no sé, pero el inicio de curso será sin duda digno de ver – El profesor Dumbledore cogió, de una pequeña mesa al lado del sillón, un par de cartas y se las quedó mirando perdido en sus pensamientos – Ya no se puede postergar más, y tú lo sabes. Así qué Ginebra? Qué es lo que harás? – volvió a poner las cartas sobre la mesa, se levantó y salió lentamente del despacho, muy consciente de que antes de que se acabara el verano tendría que hacer frente a una situación que se había retrasado durante cuatro largos años.

En un pequeño claro en medio de un bosque y al lado de un lago se alzaba una discreta lápida, sin ornamentos, sin inscripciones, nada, solamente las flores que crecían a su alrededor acompañaban la solitaria tumba. A su lado se erguía una silueta humana envuelta en negro. El ser se movió y puso una mano pálida y de largos y finos dedos encima de la lápida, acariciándola suavemente mientras que con la otra bajaba la capucha de su capa. Una cascada de largos cabellos rojos como la sangre, cayó sobre sus hombros para que la brisa jugara con ellos.

- Se acerca la hora mi amor, pronto abandonaremos este lugar para acabar algo que dejamos inconcluso – suspiró - No puedo creer que ya hayan pasado quince años, tendrías que verlos a veces me recuerdan tanto a ti, sobretodo ella, sin duda será una gran serpiente, en cambio él siempre esta lleno de vida, parece que tenga tanta energía que no se vaya a acabar nunca, me recuerda más a mí, sobretodo cuando se enfada, será un gran león ... Albus lo sabe, y también sabe que por mucho que yo lo intente no hay cosas que ni yo puedo evitar... pero el futuro está de su parte, harán grandes cosas, te sentirás orgulloso de ellos, eso es algo de lo que no tengo ninguna duda ... pero empezar de nuevo significa muchas cosas, no sólo para ellos, sino también para mí. Los dos sabemos que hay situaciones que no se pueden cambiar. En realidad esto es culpa tuya – agregó con una triste sonrisa – si no hubieras sido tan orgulloso, si no te hubieras resignado, nada de esto hubiera pasado. Pero tu no podías hacer nada, todo estaba escrito desde el momento en que tomaste ese rumbo y aun que cambiaste lo hiciste demasiado tarde para tener otro destino. Esto de conocer el futuro es un constante dolor de cabeza – admitió con resignación – y lo que más siento es que ambos lo han sacado, pero hasta que no estén bien preparados no les enseñaré todo, no quiero que pasen por lo que yo – calló durante unos minutos mientras se perdía en su mente, sabía lo que tenía que hacer, pero decirlo parecía costarle más, por que cuándo lo hiciese sabia que ya no habría vuelta atrás. Respiró profundamente y se tranquilizó – Me estoy yendo por las ramas, si he venido aquí esta noche es por que he venido a despedirme, pronto empezará el curso y yo me iré con ellos ... para no volver nunca más aquí, contigo, como ahora. Tu intuías lo que me esperaba, por eso me diste una segunda oportunidad. Ha llegado la hora de cogerla, y mirar hacia delante, pero sin olvidar jamás, siempre serás parte de mi, pero ha llegado la hora de avanzar – se agachó levemente y beso con suavidad la fría piedra, la acarició una última vez, se recogió el pelo, se puso la capucha y se fue, pero antes de salir del claro, y sin girarse, pronunció algo que la liberaba del pasado, de él y le permitiría hacer una nueva vida.

- Adiós Tom.

Muy lejos de allí, en la madriguera, Molly Weasley ojeaba con tristeza un álbum de fotos, todos sus hijos se habían ido, tenían su vida, Charlie seguía en Rumania, se había casado con una bruja griega llamada Eleutheria, y le habían dado una preciosa nieta, Ione, Bill seguía en Egipto con sus pirámides, Percy en el ministerio casado con su novia de toda la vida y con dos niñas, Elizabeth y Elena, ayudaba a su padre, el ahora ministro de magia, después de haberse reconciliado años atrás, los gemelos habían ampliado su negocio y ahora tenían toda una franquicia que se extendía por Europa, ambos por fin habían sentado cabeza y ambos tenían hijas, Lorraine y Virginia y Jane y Sophia, y Ron, Ron al fin había logrado casarse con Hermione, y aunque él trabajaba de auror y ella de profesora en Howarts, parecían que las grandes distancias no mermaban el fuerte matrimonio que ya le había dado un nieto, Tarquinn, su único nieto barón, todos ellos en Howarts entre primer y quinto año. Curioso, ella solo tuvo hijos, y ahora ellos le daban nietas. Eso es mentira, se dijo a si misma, ella tenía una hija, su pequeña. Las lagrimas se deslizaban por sus ojos mientras recordaba a su niña, su marido y sus hermanos habían borrado todo recuerdo de la pequeña Ginny, todo salvo un viejo álbum de fotos que Molly había podido esconder a tiempo, el mismo que ahora estaba viendo con anhelo, la única cosa material que indicaba que en esa casa había habido una niña. Desde esa fatídica noche, quince años atrás su pequeña había desaparecido, llevándose consigo al hombre que tanto dolor había causado al mundo de la magia. Y ahí estaba Molly, totalmente sola en la casa que había albergado años antes toda su felicidad y que ahora solo guardaba dolor y nostalgia. Incluso Harry se había ido, a disfrutar de lo que no pudo en su adolescencia decía él, pero la mayoría sabia que estaba huyendo, huyendo de los recuerdos, de los malos momentos... afortunado él que podía, por que ella se sentía demasiado mayor para ello, demasiado cansada, demasiado triste. Miró el reloj con los ojos nublados, ya tenía que irse, se hacía tarde, y su esposo no tardaría en llegar a casa ... a casa, Molly aún no podía asociar la palabra casa a esa pequeña mansión a las afueras de Londres, para ella su casa siempre sería la Madriguera, pero su marido la había hecho cerrar a cal y canto cuando se mudaron poco después de conseguir el puesto de ministro y de eso hacía ya bastantes años, pero ella aún conservaba una llave. Una llave para perderse en sus recuerdos, a solas. Si su marido se enteraba seguro que se enfadaría, al igual que su hijos, la única razón de que la Madriguera estuviese en pie era que cuando Arthur propuso su demolición ella se había opuesto de manera tajante. Se levantó lentamente y guardó el álbum mientras acariciaba las tapas con suavidad, salió de la casa, la cerró con llave y desapareció.

Más o menos por la misma zona un atractivo hombre rubio sujetaba en su mano una copa de Brandy sentado en un oscuro sillón de piel negra y veía pasar su vida por delante. Su niñez, en Malfoy Manor, su adolescencia en Howarts, y ahora su juventud y madurez haciendo aquello que nunca pensó hacer: luchar contra el mal. Suena bien eh? Si años atrás alguien le hubiera dicho que sería auror, primero se hubiera puesto a reír y luego le hubiera lanzado maldiciones hasta que el brazo no pudiese sujetar la varita, pero después de que su padre descubriera su traición y muriera no le quedaba otro remedio que empezar de cero. Acarició delicadamente su antebrazo derecho, costaba creer que hubo un tiempo que impreso a fuego en ese pálido y suave brazo hubiera una marca que hacía estremecer la comunidad mágica.

Draco Malfoy siempre había querido ser mortífago, pertenecer a ese grupo que se dedicaba a purgar el mundo mágico de sangre-sucias, hacer que su padre se sintiera orgulloso de él. Hasta que lo vio. Hasta que vio lo que realmente significaba ser uno de ellos, y definitivamente no le gustó ni siquiera un poco. Fue entonces cuando recurrió al profesor Dumbledore, y junto a Severus pasó a engrosar las filas de espías que tenía la Orden del Fénix.

La verdad es que cuando todo terminó y cada uno demostró el bando al que pertenecía fue una sorpresa descubrir que la pequeña Weasley estuviera de parte del Lord. Draco nunca olvidó su rostro justo antes de desaparecer, su ojos, parecerá una tontería, pero fue en ese momento en el que él se dio cuenta de su belleza, de su poder, incluso rota por el dolor que sentía, fue en ese instante cuando sintió que por primera vez su corazón se conmovía, se aceleraba y le faltaba el aliento. Ahora, pero, se reprochaba mentalmente, a quien diablos se le ocurre sentir algo por ella incluso ahora que lleva años desaparecida? A él, por supuesto, su padre tenía razón, enamorarse es un problema, admitámoslo, podría ser un cabrón de los grandes, pero de vez en cuando acertaba en sus comentarios ... muy de vez en cuando, mejor corramos un tupido velo y fingid que esto último no ha sido dicho, realmente el alcohol muggle sube como la espuma, pero volviendo al tema: durante años el ministerio la buscó, él mismo, el niño de oro y su hermano participaron en las batidas que el ministerio montó, se llegó a dar una recompensa por ella, y fue así que todo el mundo mágico supo de la "desgracia" de la familia Weasley. Pero si le preguntaban a él, diría que le parecía una exageración. Nunca se tuvo constancia de que participara en algún ataque o de que llevara la marca oscura, pero no por eso a sus amigos y familiares les dolió menos.

Finalmente, apuró de un trago la copa medio vacía, se levantó y se fue directo a su habitación, necesitaba dormir, y sobretodo necesitaba dejar de comerse el coco.

El verano se acercaba a su fin, y finalmente un par de lechuzas se posaron el borde de la ventana de una mediana pero suntuosa casa que parecía estar en medio de la nada. Fue una joven de estatura media de piel muy pálida, ojos dorados ribeteados en rojo, y una larga melena ondulada de cabello negro intenso, quien recogió las cartas, se las miro impasible y se dirigió al invernadero que había detrás de la casa, cuando llegó una pequeña y casi imperceptible sonrisa cruzó su rostro al ver el panorama, su hermano se había acercado demasiado a las plantas carnívoras de mamá y una de ellas había intentado arrancarle un dedo, él furioso, había cogido la maceta y la había estampado contra el suelo, ni que decir que la reacción de su madre había sido de lo más volátil y ahora su hermano se encontraba con el dedo índice en la boca mientras aguantaba con una sonrisa inocente el regaño de su madre. La joven se acercó a ellos

- Mamá, acaba de llegar esto – dijo entregándole a su madre las dos cartas, inmediatamente al ver el sello la mirada de la joven mujer se oscureció, cogió las cartas y se dirigió velozmente al interior de la casa seguida de cerca por sus dos cachorros, allí cogió una capa y se la colocó rápidamente sobre sus hombros

- Mamá, adonde vas? – preguntó el chico

- Volveré enseguida y entonces decidiremos que hacer con esto – respondió agitando las cartas – pero primero tengo que ir a aclarar un par de cosas. Puedes encargarte del dedo de tu hermano cielo? – la joven solo asintió

-Tranquila mamá sabemos lo que tenemos que hacer – dijo el chico, su madre se los quedó viendo unos instantes les acarició la mejilla y acto seguido desapareció de la casa.

La joven cogió a su hermano de la mano y pronunciando unas simples palabras el dedo había dejado de sangrar.

- Crees que estará bien? – preguntó él, ella solo respondió con un movimiento de cabeza – Sabes? A veces me pregunto como podemos ser gemelos, ella rió suavemente y respondió.

- Misterios de la vida – él joven se la quedó mirando pasmado y finalmente cayendo de rodillas grito.

- Milagro, milagro! ha hablado – ella lo miró mal un momento, luego sonrió y se encaminó escaleras arriba, mientras su hermano, una joven alto de piel bronceada, cabello rojo oscuro, tan oscuro que casi parecía negro y ojos como los de su hermana, veía con una sonrisa como se alejaba.

La joven mujer se apareció en un frondoso y oscuro bosque, y empezó a andar decidida. Se movía como las sombras, sigilosa y rápidamente hasta que salió del bosque. Ante ella y pese a ser de noche, se podía ver con claridad como el castillo de Howatrs se erguía con todo su esplendor y magnificencia, y un sentimiento cargado de recuerdos invadió su mente y su corazón, sacudió bruscamente la cabeza como queriendo quitarse de encima esa sensación, ahora no había tiempo para eso, se cubrió más con la capa y empezó a andar con presteza hacia la entrada, y cuando llegó la encontró cerrada, pero eso parecía no preocuparle, puso su mano derecha en medio de la puerta y pronunciando algo semejante a un suspiro la puerta se abrió y ella entró, cerró los ojos y se concentró, había muchas energías residuales que empezaban a disiparse, pero la que a ella le interesaba continuaba dentro de la escuela, así que sin perder tiempo empezó a recorrer pasillos, subiendo escaleras y cruzando puertas hasta que llegó a su objetivo. Ante ella se alzaba imponente un águila de piedra que daba paso al despacho del director después de decir la contraseña, ladeó la cabeza lentamente y con una sonrisa susurró.

- Hay cosas que nunca cambian – luego pronunció en alto con una mueca de asco – Altramuces confitados - la gárgola empezó a moverse y ella al fin se vio delante de la puerta del despacho de Albus Dumbledore. Sin llamar a la puerta entro y se encontró al director sentado detrás de su escritorio con dos copas de sorbete de limón, ella sonrió de nuevo, se quitó la capa y la dejó en el primer sitio que encontró. Albus también sonreía.

- Ponte cómoda, por favor – dijo con suavidad, ella asintió agradecida y tomó asiento delante del anciano director – Te apetece? – preguntó señalando el sorbete.

- La verdad es que sí, hace tiempo que no tomo, gracias – respondió ella con una sonrisa. El silencio se apoderó del despacho durante unos minutos en los que los interlocutores tomaban su sorbete, finalmente el director suspiró y dejó a un lado sus copa.

- A qué has venido Ginebra? – pregunto, ella dejó también su copa a un lado y le tendió dos cartas que hasta esa misma mañana el director de Howarts había tenido en las manos – Que es lo que quieres? – añadió en tono cansado, ella tardó un rato en contestar, pero cuando lo hizo, lo hizo con una firmeza aplastante

- He oído que la profesora Trelawney se ha retirado – comentó como si nada para después añadir – Quiero ese puesto

- Para eso tenemos que comprobar tu potencial como maestra de esa materia – empezó Albus, pero tuvo que callar cuando la ahora no tan pequeña Ginny empezó a reír con una risa suave y deliciosamente encantadora a la vez que seductora, finalmente Ginebra se calmo y le respondió con una sonrisa.

- Seria la primera vez en doscientos años que una verdadera vidente ocupa el puesto, Albus, te estoy haciendo un favor – añadió juguetonamente, pero luego se puso seria y dijo – No esperará que deje a mis hijos solos en este colegio, verdad? Si ellos han de venir aquí yo voy con ellos, y eso no acepta discusión. Protegeré a mis hijos – concluyó con aplomo.

- Llevan su apellido verdad? – preguntó Albus, ella solo asintió y luego le respondió.

- Así que ya les puedes decir a tus profesores que como se pasen un pelo descubrirán una parte de mi que no les conviene conocer, y te aseguro que yo nunca amenazo en vano – el director se la quedó mirando sopesando las posibilidades, ella hablaba en serio, pero su instinto le decía que podía confiar en ella, y nunca le había fallado, por otra parte quería asegurarse de hasta que punto los niños eran poderosos por que teniendo semejantes padres, la combinación sin duda era explosiva, y para eso debían entrar en la escuela, además solo eran niños y para él, que Ginebra siendo quien era y viendo lo veía nunca les hubiera permitido tomar un rumbo equivocado, pero él ya sabía que ella conocía todos sus pensamientos, si estos fueran malos nunca habría venido. Lo que sí era verdad es que el colegio no había tenido una vidente desde hacía dos siglos, las posibilidades a eso eran tremendas, así que asintió.

- El puesto es tuyo, pero el ministerio querrá intervenir – advirtió, ella sonrió y se encogió de hombros como diciendo "y a mi que?".

- No tienen nada contra mi – añadió para poner fin a la discusión, se levantó, cogió las cartas y la capa y mientras se la ponía dijo – Nos vemos el uno de setiembre Albus – y cerró la puerta tras de si.

Albus volvió a coger el sorbete y se lo siguió tomando, finalmente lo dejo a un lado y con una pequeña sonrisa dijo.

- Bienvenidos a Howarts Soren y Raven Riddle.


Supongo que os lo esperabais, y si no es así poss que le vamos a hacer. Ya se que de momento este fic es algo dramático, pero prometo que no será lo habitual, de todas formas este es un cap de transición para saber que se ha hecho de los personajes principales.

Bien, en referencia a los nombres que van apareciendo a lo largo del chap, si alguien ha pensado que me falta un tornillo, no se equivoca pero anda desencamido. Ione significa Juana en griego, y Eleutheria es el nombre de una cantante griega (eleutheria arbanitaki, aunque lo podeis encontrar como Eleftheria, así que aquienes les guste la música de raices de cualquier pais os lo recominedo), los demás no son graves, al menos hasta llegar a Tarquinn. A quienes como a mi, les ha tocado pringar con el latín que les quede muy claro que no va por ningún rey de roma si no por el último libro de Anne Rice (de lo mejor que ha escrito en los últimos años) cuyo prota se llama Tarquinn así que en honor a la reina de la novela vampirica (con perdón de Popy.Z Brite) lo he puesto en mi fic, y los nombres de los niños sencillamente me encantan y en uno de mis prontos se los he puesto (que conste: en el último pronto me fui a parís y en anterior me hice un tattoo, así que cuandome daun pronto no hay dios que me pare). Bien eso es todo, nos vemos en el próximo capítulo.

Sorry por las faltas de ortografía.