Parte 3
Legolas despertó con un aroma amargo, trato de apartar la cabeza de ese olor, pero fuertes manos se lo impidieron, pronto, el aroma se trasformo en sabor, y el sabor en una sensación de letargo y algo mas, algo que no podía definir claramente. Sintió que era incorporado y que finas manos lo ayudaban a sentarse con sus piernas entrelazadas. Algo suave fue colocado en su cabeza y pudo definir el olor a flores silvestres – quizás una guirnalda- pensó entre brumas el elfo, una bruma tan espesa, que Legolas no podía recordar como había llegado ahí, o quienes eran las personas que le cepillaban el largo cabello, escuchaba leves murmullos y suspiros, pero podía enfocarse en nada mas, no supo cuanto tiempo estuvo así, pero la bruma se fue haciendo menos espesa, alcanzo a escuchar a lo lejos unos retumbos, como de tambores, grandes y pesados tambores, el sonido se fue haciendo mas claro, y solo entonces se dio cuenta que era el que se estaba acercando al rítmico sonido, el retumbo se hacia cada vez mas fuerte y mas desconcertante, era un ruido que no lo dejaba concentrarse, alcanzo a mirar hacia arriba, la luna llena estaba particularmente hermosa esa noche, luna de otoño, grande y roja, "Luna del cazador" la llamaban algunos, "Luna de Sangre" le decían otros.
¿Estel, yo estaba con Estel y… con un hombre de Gondor…. había un hobitt… ¿Frodo?- Pronto se dio cuenta que era trasportado en una especia de litera de bambú. El bum bum de los tambores se hacia cada vez mas fuerte y cualquier pensamiento o recuerdo coherente que tuviera Legolas, pronto se esfumo en la penumbra una vez mas, todo su voluntad estaba enfocada en ese rítmico golpe, como si lo rodeara, lo envolviera, lo hundiera…
Alcanzo a percibir en forma distante, que era depositado cuidadosamente en el suelo, los tambores callaron, y solo entonces pudo enfocarse una vez mas en su entorno, se encontraban en un claro, no distinguía o sentía vegetación alrededor, solo las palpitantes luces de las antorchas que se encontraban alrededor daban algo de color al oscuro escenario, sentía varias presencias – mas hombres de Umbar- pensó como un reflejo, alzo la mirada una vez mas, buscando consuelo y alivio en las estrellas, si tan solo pudiera recordar el resto, sabia que Estel había estado con el, que los haradrim eran una nota discordante en la historia, pero no podía poner orden a la historia. Una pesada figura se interpuso en su campo visual, una áspera mano lo tomo del mentón, forzándolo a levantar más la cara, una sonrisa de satisfacción lleno la cara del hombre al momento que recorría con sus dedos la temblorosa boca del elfo. Complacido, se dirigió hacia el centro del claro, comenzó a hablar en un dialecto que Legolas no entendia, aunque estaba seguro que lo había escuchado antes, el discurso se tomo apasionado y violento, Legolas alcanzo escuchar respuestas a sus exclamaciones, igual de vehementes, las palabras venían de todos lados y Legolas no pudo distinguir cuantas personas estaban ahí. De pronto un gran clamor se escucho, seguido de gritos y llantos. Legolas siguió con la mirada al pesado humano y solo entonces pudo distinguir una gran figura , la cual estaba tallada en la viva piedra, imponente y terrible era la efigie, era oscura, con grandes brazos reposando en sus piernas, obviamente femenina, ya que grandes senos salían de su pecho, dos serpientes se entrelazaban en su cuello, pero lo que en verdad horrorizo a Legolas, era el tono rojizo de sus pies, solo un pensamiento vino a su mente en esos momentos – sangre, sangre derramada ante este ídolo pagano – y una sensación de querer desaparecer de ahí le embargo todo su ser.
El hombre que había visto Legolas antes, fue vestido en una túnica roja por dos mujeres jóvenes, vistieron y adornaron sus manos y pies, y se retiraron sigilosamente.
Nuevamente comenzó a entonar un canto, y una palabra sobresalía de las demás: "Ruikama" y pronto la misma palabra fue dicha una y otra vez al ritmo de los tambores, entonando y clamando, llamando y suplicando.
Legolas estaba seguro que esa nombre lo había escuchado antes, pero por mas que lo intentaba no podía recordar, y los sonidos de los tambores lo estaban llevando de nueva cuenta a un entorpecimiento del cuerpo y mente.
Legolas no supo cuanto tiempo paso, pero una gran exclamación con el nombre de Ruikama termino el rito, se sentía una gran excitación en el ambiente. Las exclamaciones se fueron apagando poco a poco, pero no desaparecieron del todo, los golpes de los tambores también disminuyeron su intensidad, pero permanecieron en el ambiente, como leves golpeteos en la penumbra. Suaves murmullos con el nombre del que suponía Legolas era su deidad se escuchaban interminablemente.
Legolas, que de nueva cuenta recobraba parte de su juicio, sabia que parte de la ceremonia había concluido, pero le aterraba saber que seguía, -¿seria inmolado ante ese sanguinaria figura, ¿se derramaría su sangre sin piedad alguna, ¿ sin permitirle luchar siquiera, morir sin honor?-
Tan reducido estaba en estos pensamientos, que no se percato que el mismo hombre, le retiraba con cuidado la corona de flores y con una soga sujetaba sus finas muñecas a la espalda, tomándolo de nuevo por la barbilla, le retiro suavemente el cabello, ahora suelto, que le cubría parte del rostro, alegre con el resultado, se alejo, para tomar su lugar junto al altar a los pies de su terrible diosa.
Legolas no sabia que había ocurrido, ¿significaba esto que no seria sacrificado, lo fuertes lamentos y los tambores fueron su respuesta, fueron subiendo de intensidad a la vez que dos figuras fueron acercándose a donde se encontraba , vestidos también de rojo, eran guiados por dos pequeñas muchachas, que se alejaron apresuradamente una vez que llegaron hasta donde el elfo.
Los tambores callaron, Legolas levanto la mirada para encarar a sus sanguinarios.
¡¿Aragorn. Boromir!-
