Capítulo 10: ¿Conoces a T.M Riddle?

Después que terminaran las clases de la tarde para los Hufflepuff, Sally llamó a Ernie aparte. Hannah se había ido junto con Eloise Midgen a la Sala Cómun, tenían deberes que completar y querían sacárselos de encima lo antes posible. Jonas Spurgeon y Susan Bones estaban en el entrenamiento de Quidditch (Dumbledore había accedido al pedido de los alumnos y ahora Madam Hooch supervisaba los entrenamientos, de forma que pudieran tenerlos todos los días) y tanto Osvald como Denzel se hallaban sumidos en sus propios asuntos. En cuanto a Justin, nadie tenía idea de dónde se había metido.

- ¿Qué sucede, Sally?

Ella miró a un lado y otro antes de responder en un murmullo:

- He encontrado algo interesante. Algo sobre Tim Riddle.

- T. M Riddle- la corrigió, sin pensarlo.

- Da igual. ¿Vendrás a verlo? Está en la Sala de Trofeos.

Ernie la acompañó a la sala, preguntándose de qué se trataría. Algo sobre Riddle, ¿qué podía ser? Sally no respondió a sus preguntas. "Ya lo verás", dijo y él tuvo que conformarse con eso.

Llegaron junto a las vitrinas y Sally se apresuró a enseñarle una placa dorada. Decía Premio Servicios Especiales al Colegio, año 1942. Y debajo había un nombre: T.M Riddle. Ernie se quedó helado al ver la fecha. ¿Qué tenía que ver con Justin alguien tan viejo? Riddle debía andar por los setenta años, más o menos. ¿De dónde lo conocía su amigo?

Sally lo sacó de sus pensamientos.

- También vi su nombre en una Medalla al Mérito Mágico y en un listado de alumnos que recibieron el Premio Anual, el tipo era un sabelotodo. A lo mejor se trata de un Ravenclaw.

- O un Slytherin.

Ernie no sabía por qué se le había ocurrido eso, pero le pareció algo bastante factible.

Los dos se quedaron mirando la placa, en silencio. Sally lo quebró.

- ¿Notaste la coincidencia?

- ¿Cuál?

- Bueno, Riddle recibió el premio hace más de cincuenta años…

- Sí…

- …y los Riddle se murieron hace más de cincuenta años.

Ernie se quedó pensando unos instantes. Era probable que ambas cosas estuvieran relacionadas, pero aun así le recordó a Sally que el término "más de cincuenta años" era muy amplio. Lo mismo podían ser cincuenta y uno que sesenta. La chica frunció el entrecejo.

- Para mí una cosa tiene que ver con la otra. No puede ser casualidad, yo creo que…

Pero él ya no la escuchaba. Se le acababa de ocurrir una idea, alguien que podría aclararle algunos puntos no muy claros. Giró sobre sus talones y se alejó de la vitrina, haciendo caso omiso de Sally, que seguía hablando y tardó un rato en darse cuenta que su interlocutor se había ido.

- …a lo mejor lo que pasó fue que… ¿Ernie? ¿Dónde te metiste?- Miró a ambos lados, haciendo que sus aros de colores tintinearan (si Filch o McGonagall la pescaban llevándolos, la despellejaban viva)- ¡Ah, me encanta, me fascina que me dejen hablando sola! Realmente, resulta maravilloso. ¿Por qué no le pido a todo el mundo que lo haga?

Y siguió así un rato, hasta que, exasperada, se marchó a la Sala Común.

Ernie se detuvo. Un momento. ¿Dónde se suponía que encontraría a quien buscaba? Mmm… La biblioteca era una posibilidad. Como no se le ocurrió nada mejor, se dirigió hacia allí. Tuvo suerte. Ahí estaba. Detrás de una enorme pila de libros, que casi la ocultaban de la vista. Se acercó a ella y le dio unos tímidos golpecitos en el hombro.

La chica levantó la vista y se dio vuelta, sacándose el pelo de los ojos.

- Hola, Ernie- dijo, mirándolo con curiosidad- ¿Qué tal?

Él respondió educadamente el saludo y le preguntó si podían hablar.

- Claro- contestó ella- Puedes sentarte en aquél sillón.

Pero el muchacho, quien había notado que un grupito de chicas de Slytherin escuchaban muy interesadas, propuso ir a otro sitio. Ella pareció desconcertada un momento, luego accedió. Enroscó la tapa del frasco de tinta, acomodó los pergaminos y se levantó. Cuando estaban saliendo de la biblioteca, escucharon una voz a sus espaldas (Ernie hubiera apostado diez a uno a que se trataba de la entrometida de Pansy Parkinson).

- ¿No lo estarás engañando al pobre Potter, Granger? Eres una chica muy mala…

Ella no volvió la cabeza ni dio muestras de haber escuchado el comentario. Debía estar acostumbrada, con todo lo que había escrito Skeeter un par de años atrás.

Caminaron por un corredor hasta que Ernie divisó un aula vacía y se metieron allí. Hermione lo miró, interrogante.

- ¿Y bien?- inquirió- ¿De qué querías hablarme?

- Bueno- dijo Ernie, quien había decidido no andarse con rodeos- quería preguntarte sobre un tal T.M Riddle. ¿Sabes algo sobre él?

Fue evidente que ella no esperaba esa pregunta. No después de tanto tiempo. Su piel se volvió blanca y pareció repentinamente asustada. Sabía algo, eso seguro. Ahora, de ahí a que se lo contara, era otra historia.

- Bueno, yo… ¿Por qué lo preguntas?

Por un segundo, Ernie pensó que parecía satisfecha de haber esquivado su pregunta, pero después cambió de idea. Dudó un momento en responder. Reflexionó sobre lo que podía decir sin traicionar a Justin.

- Digamos que por curiosidad- Al ver su expresión, optó por ser más sincero- Mira, resulta que últimamente Justin habló en sueños un par de veces y lo mencionó. Eso me hizo acordar a cuando le dieron el jugo de mandrágora en segundo año (yo estaba presente, Madam Pomfrey estaba de tan buen humor de poder revivirlos que me dejó quedar) y lo primero que dijo, antes de volver totalmente a la conciencia, fue eso. T.M Riddle.

Hermione se estremeció al darse cuenta lo que quería decir Ernie. Por eso quería hablar con ella. Porque también había sido atacada.

Abrió la boca para responder algo, pero volvió a cerrarla. No podía contarle lo que sabía. De esa forma delataría a Ginny y no había necesidad de hacerlo. Por lo tanto, terminó diciendo una verdad a medias.

- No recuerdo nada de cuando me atacaron. Lo último de lo que tengo memoria es cuando saqué el espejo y le dije a la novia de Percy, quiero decir, a Penelope Clearwater, que siempre mirara un espejo antes de doblar las esquinas. No recuerdo de haber visto al bas… quiero decir, al heredero de Slytherin.

- Justin tampoco- murmuró él, pensativo- A lo mejor… a lo mejor ninguno de los que fueron atacados puede recordarlo. A lo mejor…algo les hizo olvidarlo.

Hermione nunca lo había pensado. Había aceptado que su amnesia era un efecto post-traumático y se había alegrado de ello. No le hubiera gustado tener el vívido recuerdo del ataque. Sin embargo, si ninguno de los atacados podía recordar, entonces podía significar otra cosa. Algo más importante. Quizás…

Ernie interrumpió su línea de pensamiento.

- Ahora de nuevo te pregunto, ¿qué sabes de Riddle?

Ella lo miró y prefirió ser sincera.

- Mira- dijo, pasándose una mano por el cabello- no te voy a negar que sé algo sobre él y sobre la Cámara de los Secretos. Ya sabes que Harry y Ron tuvieron mucho que ver en su destrucción, y ellos me contaron lo que pasó. Pero…no puedo decírtelo. Lo prometí. En realidad- agregó, acomodando un mechón molesto detrás de la oreja- a esta altura ya no tiene ninguna importancia Riddle. Está…muerto.

Eso no era estrictamente cierto, pero en sentido práctico lo era. Thomas Marvolo Riddle había dejado de existir hacía mucho tiempo.

Pero no convenció al muchacho, quien sacudía la cabeza.

- Sí que tiene importancia. Verás, Justin…- Pero Ernie volvió a dudar. Era muy probable (casi seguro) que a Justin no le gustara que contara lo de su hermano, ni lo de sus sueños. Así que meditó bien cada una de sus palabras- Sólo quiero que me digas si…si es posible que Riddle, o alguien relacionado a él, siga atacando gente. Especialmente si…si atacó a alguien recientemente. ¿Podría…podría ser?

Hermione pensó en Quien-No-Debe-Nombrarse, y en lo que decía El Profeta sobre sus ataques, tanto a muggles como a magos. Sí, Ernie, pensó, es muy posible.

- En realidad, sí, es posible. Eh…no puedo decirte nada más. Yo que tú no le daría más vueltas al asunto, es mejor dejarlo como está. Y, ¿puedo pedirte un favor?

- Claro.

- No hables de esto con Ginny Weasley, la hermana de Ron.

- ¿La que fue secuestrada?

- La misma. Verás, es que…no guarda recuerdos muy gratos sobre eso, ¿sabes? Y no me gustaría que…bueno, que se lo hicieran recordar.

- De acuerdo. No le preguntaré nada.

- Gracias.

- Igualmente.

Ella sonrió un momento, luego murmuró un "hasta luego" y salió del aula, alejándose con pasos largos por el pasillo. Mientras caminaba, las preguntas estallaban en su cabeza como fuegos artificiales. ¿A qué venían las preguntas de Ernie Macmillan? ¿Por qué, después de tanto tiempo, se interesaba en Riddle? También le llamaba la atención que Justin hubiera soñado con Riddle recientemente. ¿Se habría acordado del ataque por algún motivo? ¿O era algo más?

De repente, recordó algo que había contado Harry no mucho tiempo atrás. Había dicho que, cuando había ido hablar con Dumbledore por la pesadilla, se había cruzado con Justin, si ella no recordaba mal. Harry había comentado que estaba muy pálido, como si lo hubieran expulsado. Un súbito pensamiento se le cruzó por la cabeza a Hermione. Tal vez Harry no sea el único que sueña con el Señor Oscuro

- Sally, tengo que contarte algo. En privado.

Susan Bones, quien había estado contándole a su amiga lo guapo que era el nuevo Bateador del equipo, dirigió a Ernie una mirada molesta, pero se levantó y fue a seguir hablando con Eloise y Hannah. Sally tampoco parecía muy feliz.

- Me dejaste plantada como una estaca, hablándole a la pared…

- Bueno, ya sé, perdón, te prometo que no va a volver a pasar. ¿Satisfecha?

Por un momento pareció que ella iba a decir que no, pero luego asintió. Sentía demasiada curiosidad para seguir protestando, curiosidad que Ernie satisfizo enseguida, poniéndola al corriente de lo que había hablado con Hermione Granger. Cuando terminó, Sally tenía los ojos muy abiertos.

- A ver si te entendí bien. Ella te dijo que Riddle estaba muerto, pero después te dijo que era posible que siguiera atacando gente. ¿En qué quedamos?

Sus pulseras chocaron las unas con las otras, haciendo mucho ruido, al tiempo que gesticulaba con las manos. Ernie se quedó con la vista fija en un punto del aire, asimilando lo que acaba de decir. Tenía razón, desde luego. No parecía tener sentido lo que había dicho Hermione. Se acordó de la expresión que tenía cuando dijo que estaba muerto. Había dudado antes de decirlo, como si hubiera estado a punto de usar otra palabra. Con cierta dificultad, se lo explicó a Sally.

- Creo…creo que ella no se refería a que estaba muerto en forma literal. Me parece que fue sólo una expresión, una manera de decirlo.

- ¿De decir qué?

- Bueno, no estoy muy seguro. Tal vez quiso decir que…- Meditó unos instantes lo que iba a decir- Tal vez se refería a que la Cámara de los Secretos está destruida y que él ya no tenía nada que ver con ella.

A Sally, los ojos parecieron salírsele de las órbitas.

- ¿Quieres decir que Riddle- tragó saliva- que Riddle tenía algo que ver con el heredero de Slytherin?

- No me sorprendería mucho.

En la torre de Gryffindor se estaba dando una situación similar, sólo que esta vez era Hermione quien relataba lo sucedido a sus amigos, Harry y Ron.

- Espera un segundo- dijo Ron, que parecía perplejo- ¿quieres decir que Finch-Fletchley tiene los mismos sueños que Harry?

- Bueno- razonó ella- es una posibilidad. Harry se lo encontró cuando fue a la dirección y estaba muy pálido, ¿no? Igual, a mí tampoco me parece muy probable. Después de todo, que yo sepa no hay ninguna conexión especial entre Justin y el Señor Oscuro. Además, en sus sueños él decía "T.M Riddle" no Vol… Quien-No-Debe-Nombrarse.

Por primera vez desde su llegada al mundo mágico había estado a punto de escapársele el nombre. Pasaba demasiado tiempo con Harry, ése era el problema (aunque se trataba de un problema muy agradable, si vamos al caso).

Hablando de Harry, éste no había dicho nada. Tenía los codos en las rodillas, el mentón apoyado en las manos y la mirada perdida en el espacio. Hermione se preguntó en qué estaría pensando, y en si había escuchado lo que Ron y ella acababan de decir.

- Es extraño- dijo él, saliendo de su mutismo- La pesadilla que yo tuve sucedía cerca de la casa de los Riddle…quizás tiene algo que ver- Volvió a quedarse pensativo, y la pausa que siguió fue bastante larga. Cuando Hermione ya pensaba que se había vuelto a encerrar en sí mismo, Harry agregó- Y yo tuve otros sueños sobre la casa después de esa noche- Al ver las caras de Ron y Hermione, se apresuró a aclarar- No, no aparecía Voldemort en ellos, sólo la casa- Su alivió resultaba casi palpable. Harry continuó- Bueno, en los sueños aparecía la casa y un chico, de unos trece años, morocho, que creo que era uno de los muggles que aparecían en la pesadilla, pero no estoy seguro. No me acuerdo de mucho más…creo que el chico tenía algo en las manos, aunque a lo mejor me lo imaginé. No sé…no sé qué importancia puede tener.

Los tres barajaron distintas posibilidades hasta la hora de la cena. Cuando Harry vio a Justin en la mesa de Hufflepuff, se le ocurrió que no sería mala idea hablar con él, por lo que, después de comer, lo llamó aparte. Justin pareció sorprenderse, pero no hizo preguntas. Parecía algo atontado y enfermo, su palidez superaba a la de Malfoy y las ojeras eran muy pronunciadas. Sally y Ernie no habían podido contarle lo del premio de Riddle ni lo de Hermione, ya que él se había aparecido recién a la hora de la cena y no podían hablar del tema con la mesa abarrotada de gente. Así que, cuando Harry le habló del asunto, se quedó más que perplejo. Una vez pasado el asombro, lo acometió un acceso de furia. Justin no montaba en cólera con facilidad, pero en su opinión Ernie había ido muy lejos. Cuando le pusiera las manos encima…

La verdad sea dicha, no había tenido un buen día. Había conseguido entrar a la habitación de Bruce, pero las cosas no habían salido a pedir de boca…

Justin cerró la puerta tras sí y saludó a su hermano como hacía siempre. Pero el dormitorio no estaba como siempre. La primera vez que Justin había puesto sus pies allí, tanto el piso como las paredes se hallaban desnudos (a excepción de la alfombra y el empapelado azules) y el único objeto que había en la pieza era el tren eléctrico. Después, casi imperceptiblemente se había sucedido los cambios y ahora el cuarto azul resultaba casi irreconocible. Pósters y estanterías en las paredes, libros y juguetes por todas partes, un baúl pintado en vivos colores, un móvil con aviones de papel para envolver colgando del techo…Era como si Bruce se decorara la habitación para afincarse allí y la idea no le gustaba nada. Además, su hermano no le había prestado mucha atención, jugaba con un camión de bomberos rojo, mientras se balanceaba hacia atrás y hacia delante como Justin había visto en una película que hacían los niños autistas. No era una imagen muy alegre.

Hablaron muy poco, Bruce no parecía interesado en la conversación. Justin notó que dirigía constantes miradas a la otra punta de la estancia, a la única pared vacía. Justin se acercó a ella y vio que en un punto el empapelado no estaba bien pegado. Al mirar mejor, se dio cuenta que se trataba de una puerta oculta, como de las tantas que había en Hogwarts. La rozó apenas con los dedos…y se retiró al instante, como si un hierro candente le hubiera quemado la mano. Por un doloroso instante, se le cruzaron por la mente las mismas imágenes que cuando había tocado la lápida de los Riddle. La misma sensación de que algo maligno y putrefacto se escondía detrás. El mismo horror…

La vocecita infantil de Bruce lo sacó de sus pensamientos.

- Es raro, ¿no?

Justin se volvió para verlo. Su hermano estaba de pie detrás suyo y lo miraba, curioso. Llevaba las manos a la espalda, y otra vez se estaba balanceando.

- ¿Sabes, Justin? A veces, me parece escuchar voces. Voces, de ahí atrás. Sobre todo la de una mujer, pero nunca entiendo lo que dice- Dejó bruscamente de balancearse- Y cuando escucho esas voces me dan ganas de abrir la puerta e ir allí. En especial cuando vienen los monstruos. Es un buen lugar para escaparse, ¿no?

Justin sintió un inexplicable terror. Tuvo la certeza de que no tenía que permitir que Bruce fuera allí. Era un lugar horrible, del que no podía salir nada bueno.

- Bruce, prométeme que nunca, nunca, por lo que más quieras, abrirás esa puerta, ¿me oyes? No quiero que vayas allí.

El niño se encogió de hombros y asintió, con aire indiferente.

- Y si vienen los monstruos, no tienes que huir, tienes que enfrentarlos.

La expresión de su hermano cambió radicalmente. Parecía entre furioso y atemorizado.

- No, no puedo, no puedo, no puedo hacerlo, Ellos son fuertes, Ellos…

- Claro que puedes…

- Mientes, mientes, mamá dice que está mal mentir, vete, VETE.

Y antes de que se diera cuenta de lo que pasaba, Bruce consiguió sacarlo del cuarto.

Justin volvió a la realidad cuando Potter chasqueó los dedos frente a sus ojos.

- ¿Te encuentras bien?

- No- respondió, ya que no veía ningún sentido en negar algo tan obvio.

Harry lo estudió unos instantes, como evaluando si debía seguir hablando o no. Finalmente, se decidió a hacerlo.

- Mira, quería hablarte de T.M Riddle…

La reacción de Justin no necesita descripción alguna.

Capítulo 10: Revelaciones

Carolyn desistió. Hacía media hora que intentaba grabar en su cabeza una fórmula de Química y no había forma. Bueno, se haría un machete, qué tanto. No sería la primera ni la última vez que lo hiciera.

Estaba guardando sus libros de cualquier manera, cuando alguien le tocó el hombro. Dio un respingo y arrojó todo por el aire. Al caer al suelo, sus cosas hicieron un estruendo tal que varios de los estudiantes que aun se encontraban en la apacible biblioteca levantaron la vista. Amelia Higgins, la bibliotecaria, le dirigió una de sus miradas asesinas, pero Lynn no se preocupó en lo más mínimo.

Se dio vuelta, y se encontró con María Clairborne, una tímida chica del sexto curso.

- Lo siento, no quería asustarte- tartamudeó, mientras la ayudaba a recoger los libros.

- No te preocupes. En realidad, tenía ganas de armar barullo, el silencio siempre me enerva.

María se la quedó mirando con los ojos como platos. Al parecer, ni se había dado cuenta que era una broma. Carolyn resopló, y tomó los libros que tenía la chica en las manos.

- Gracias por ayudarme- le dijo, algo cortante, lo que hizo que la otra bajara la vista. Ay, no, pensó Lynn, ahora le causé complejo de inferioridad. La paciencia nunca había sido una de sus virtudes.

- Yo…Me mandó Deidre- Deirdre Noonan era la celadora que patrullaba el piso de los dormitorios de séptimo y sexto- Tienes una llamada telefónica. De tu casa. Debes ir a la sala de celadores.

Acto seguido, María huyó, prácticamente. Lynn no le prestó atención alguna. ¿Una llamada de su casa? Ay, caramba, como hubiera dicho Bart Simpson. No recordaba que sus padres hubieran llamado al colegio antes. Ni siquiera para contarle lo que pasaba con Bruce, las novedades se las remitían por carta o, si no eran importantes, esperaban a que ella volviera a casa el viernes por la tarde. Tenía que ser algo muy importante…o muy grave.

El trayecto hasta la sala de celadores lo hizo volando, más que corriendo. Algunos alumnos se la quedaron mirando, sorprendidos. Una chica incluso llegó a sugerir a su amiga que a lo mejor se había tragado una caja de laxantes por accidente (según ella, a un primo suyo le había pasado) y estaba corriendo al baño. Era una posibilidad, ¿no?

Lynn llegó jadeante y tomó el auricular que le pasó Deirdre. De inmediato escuchó el saludo de su padre, al que a duras penas consiguió responder. La dejó atónita notar su tono jovial. El señor Finch-Fletchley no hablaba así desde que había pasado lo de Bruce.

- Lynn, te tengo una novedad fabulosa. La doctora Travis dice que no debemos hacernos ilusiones, pero…

- ¿Qué pasó?

Hubo una interferencia en la línea, por lo que no pudo escuchar bien su respuesta.

- Papá, dilo otra vez que no te entendí nada.

Él así lo hizo, y esta vez le escuchó con toda claridad, aunque al principio creyó que la engañaban sus oídos.

- Bruce hizo un progreso enorme, Lynn. Habló, ¿puedes creerlo? Después de tanto tiempo sin reaccionar a ningún estímulo…Nosotros nos quedamos de piedra cuando nos enteramos.

Ella también se había quedado de piedra, de eso no había duda, pero era la mejor noticia que le podrían haber dado.

- Igual, la doctora dice que tenemos que ser pacientes, que el tratamiento seguirá mucho tiempo más…

Si Travis deseaba ser paciente, allá ella. Lynn pensaba muy distinto al respecto.

- Papá, sólo por curiosidad- dijo, interrumpiéndolo. Parecía que Paul Finch-Fletchley había recuperado, al igual que su hijo menor, el don del habla- ¿Qué dijo Bruce?

- Ah, fue bastante curioso- contestó- Llamó a tu hermano…

- Te lo íbamos a decir, pero no nos dio tiempo, ¿comprendes?

Sally y Ernie lo miraron, ansiosos. Habían visto a Justin hablar con Potter y temían la reacción de su amigo. Sin embargo, éste no parecía enojado, más bien, tenía el aspecto de quien se encuentra a kilómetros de distancia.

- Está bien, no se preocupen- los tranquilizó Justin, ignorando que su hermana le estaba dando en ese instante una respuesta similar a una chica muy introvertida- En serio, ya no tengo ganas de estrangularlos. Ya se me pasó.

Ellos sonrieron aliviados. A ninguno de los dos le hubiera gustado pelearse con él. Una vez aclarado el tema, Ernie se fue a hablar con Hannah. Justin se alegró, no porque la compañía del chico le molestara, sino porque quería quedarse solo para poder pensar. En cambio, Sally no se movió de su sitio, aunque no trató de darle charla y su presencia no molestaba a Justin quien estaba concentrado repasando lo que había hablado con Potter. Se había enterado de algunas cosas sorprendentes sobre T.M Riddle.

Ahora sabía que el tipo realmente había sido mago y que estaba emparentado con los Riddle de Little Hangleton además de que, en efecto, los había asesinado por venganza. Justin estuvo a punto de darse cabezazos contra la pared cuando lo escuchó. ¡Qué imbécil! Su abuela le había contado que Tom Riddle, el hijo del matrimonio, se había casado con una chica del lugar (quien luego había quedado embarazada) y se habían ido del pueblo. Luego, Riddle había vuelto, contando a todos la triste historia de la muerte de su esposa e hijo. La abuela no conocía todos los detalles (después de todo, ella y su marido aun vivían en Italia por ese entonces), pero al parecer había habido muchas habladurías. Los Riddle echaron tierra sobre el asunto, y como era gente importante nadie se atrevió a sacar a relucir el tema demasiadas veces. Y a pesar de que tanto Carolyn como él lo sabían de hacía siglos, ni se habían acordado cuando discutían quién era T.M Riddle. Bueno, ahora sabía la verdad. Su hermana había tenido razón todos esos años: el jardinero era inocente. Claro que eso importaba poco, ya que el pobre llevaba su tiempo muerto.

Pero él también le había dado un par de sorpresas a Potter. La primera, al contarle que sus abuelos vivían en Little Hangleton, cosa que sin duda no se esperaba; la otra, al revelarle que sabía del diario (no hace falta decir el alivio que sintió al enterarse de su destrucción, aunque Harry no le dio detalles) y se acordaba del ataque, pese a lo que Ernie había afirmado a Hermione. Por supuesto que Justin no habló de todas las cosas sobrenaturales, y a Harry por cierto que no se le ocurrió preguntar.

Harry le confirmó lo que Lynn había escrito en su cuaderno, la hermana de Weasley había estado poseída y no había actuado conscientemente, por eso no la habían expulsado. De más está decir que Justin prometió no contarle nada a nadie. Pobre chica, todo lo que habría tenido que soportar.

Pero había una cosa, la última que Harry le había dicho, que rondaba por su mente y no se la podía sacar de encima. Una cosa que lo perturbaba profundamente, que lo cambiaba todo…

Sintió la mano de Sally en el hombro, y él levantó la vista. Sus ojos se encontraron, castaños los de él, celestes desvaído los de ella.

- Justin, si necesitas algo…

Él asintió, dando a entender que comprendía lo que quería decir. Pero se quedó en silencio. Sally apartó la vista e hizo un intento por retirar la mano, pero Justin la tomó entre las suyas. Ella se sentó a su lado, comprendiendo quizás que él necesitaba de su mudo consuelo. Estuvieron así unos momentos, que lo mismo podrían haberse tratado de unos instantes que de una eternidad. Por una vez, no precisaban llenar el vacío con palabras, el silencio les sentaba bien. Justin sentía que sus pensamientos lo abandonaban momentáneamente, sólo sentía el calor de los dedos de su amiga, que estaban entrelazados con los suyos. Hasta las voces de alrededor sonaban lejanas, imperceptibles. Ajenas por completo. Y también sentía un nudo en la garganta, la boca extrañamente reseca, la lengua pegada al paladar. No hubiera podido hablar aunque lo hubiera deseado, pero no sentía la necesidad de hacerlo. Le bastaba con contemplar los ojos de Sally, que nunca le habían parecido tan bonitos. A decir verdad, nunca se había fijado mucho en ellos, ahora los veía en todo su esplendor.

Cuánto tiempo pasó, imposible saberlo. Justin sólo supo que hubo un momento en que no sintió más la garganta anudada y las palabras salieron con facilidad.

- Sally, tengo algo que decirte.

Hubo un fulgor repentino en sus ojos, así como un tenue rubor inexplicable, ambos desaparecieron tan rápido que Justin no estuvo seguro de si los había visto o imaginado.

La explicación de lo que había hablado con Harry fluyó con naturalidad, aunque no pudo dejar de notar cómo se agrandaban sus ojos. Al llegar al final, se quedó trabado. No podría seguir. Lo último era demasiado terrible y grave, al menos a sus ojos. Aceptarlo como un hecho (algo que Justin, pese a todos sus recelos, se había visto obligado a hacer) era aceptar las millones de ideas espeluznantes que lo asaltaban. No, no podría decirlo en voz alta, aunque era tan acuciante la necesidad de sacarlo a la luz…

Pero entonces Sally hizo la pregunta, la misma que él le había formulado a Potter en su momento.

- ¿Cómo sabía él tanto sobre los Riddle?

Le fue más fácil contestar de lo que hubiera creído.

- Yo también pensé en eso y se lo planteé- Respiró hondo- ¿Y sabes lo que me dijo?

Por supuesto que no había ninguna forma en que ella lo supiera, a no ser que Justin le hubiera contagiado alguno de sus poderes, pero eso no tenía ninguna importancia. Él respondió al instante su propia pregunta retórica.

- Me dijo que se había encontrado con Riddle un par de veces, "más de las que me hubiera gustado"- la última frase era una cita textual- Y luego, se señaló la cicatriz.

La boca de Sally se abrió tanto como la de Jim Carrey en La Máscara. La cerró, tragó saliva, la volvió a abrir. No había que ser Trelawney para adivinar lo que le pasaba por la cabeza. Al final, recuperó el habla.

- Entonces, ¿Riddle es el nombre de…- Sally comprobó que nadie escuchara, y por las dudas redujo su voz a un susurro- Ya-Sabes-Quién?

Justin asintió. Su amiga volvió a quedarse con la boca abierta, pero luego consiguió articular palabra otra vez.

- ¿Y tú crees que- inquirió, en el mismo tono de antes- puede tener alguna relación con Bruce?

La voz de Justin sonó como sofocada.

- Me temo…me temo que sí.

Susan Bones, que estaba a suficiente distancia como para no poder escucharlos pero lo bastante cerca para verlos con claridad, le dio un codazo a Jonas y le señaló cómo Sally abrazaba a Justin.

- Te apuesto diez galeones a que esos dos terminan juntos- afirmó, sin duda convencida de sus palabras.

Jonas observó la escena unos segundos y no vaciló en contestar:

- Hecho.

De más está decir que Jonas no tenía los poderes extra sensoriales de su compañero de dormitorio, ni que jamás ganaba una apuesta.

Arabella: ¡Muchas gracias! Me alegra mucho que mi historia te guste. Tus comentarios me animaron mucho. Ah, con respecto a lo de Arabella Figg y Sirius: como esta historia la escribí antes que saliera el 5 libro, hay unas cuantas cosas que al final quedaron un poco AU, por lo menos con lo que dice ese libro. ¿Verdad que es un lindo sueño pensar que Sirius no murió? Sueño que, me temo, va a desvanecerse en cuanto salga el 6 libro...

Le mandé saludos a mi hermano...y ahora quiere que te pregunte de dónde lo conoces, porque él anda un poco perdido, así es él. ¡Un beso!