Capítulo 3
Había pasado una semana desde que Haruka entró a la escuela y sentía como si ya estuviera al final del curso, el trabajo era excesivo y como pudo etregó la mayoría de sus tareas, además casi diario tenía exámenes y en ocasiones se le llegaban a juntar dos o tres de distintas materias. Estaba al borde de la desesperación, si a algún profesor se le ocurría dejarle una tarea para el fin de semana juraba que iba a aventarse a un río.
-Si a algún profesor se le ocurre dejar alguna tarea estúpida para el fin de semana juro que me aventaré a un río!- dijo frustrada Haruka golpeando el barandal en el que estaba apoyada.
-Cálmate Ruka, no vale la pena contaminar el río por una tarea- dijo una chica de cabello acuamarina parada junto a la rubia.
-Ja, ja- rió sarcásticamente -Lo dices porque te encanta ser masoquista.
-Pero que gruñón eres- dijo la chica cruzando los brazos, no sé como te aguanto.
-Bueno, bueno, ya no te enojes, acepto que soy un gruñón, egoista, antipático, sangrón, resongón, etece, etece- dijo como rindiéndose.
-Me parece bien que lo aceptes- respondió la chica sonriendo y caminando hacia las escaleras.
-Ey! Michiru!, espera!- gritó Haruka detrás de ella tomando su mochila - se supone que tienes que decir, "no, cómo crees, eres un muchacho maravilloso, no seas tan duro contigo mismo".
-Pero si fuiste tu quien aceptó ser así- dijo burlonamente Michiru. Haruka levantó una ceja, la observó un segundo y agachó la cabeza en señal de derrota con una gran gota de sudor en la cabeza.
-Contigo no se puede- dijo el joven alzando un poco los brazos como diciendo "por qué a mi".
-Lo que pasa es que no le encuentras el lado positivo a la vida- la chica volteó a ver momentáneamente a su amigo y le dió una sonrisa. Por alguna razón, desde que la conoció, esa chica se había convertido en una persona muy especial para él. Aún se preguntaba cómo es que alguien como ella se había permitido entablar una amistad con alguien como ¿él?.
Las clases terminaron por fin y para la dicha de Haruka, ningún profesor dejó tarea. Estaba feliz de que al fin descansaría de tan espantosa semana y además de todo habría una competencia de motocross el domingo, tenía planeado invitar a Michiru a verla y tal vez hasta competir. Esa tarde Haruka acompañó a Michiru a su casa, era la primera vez que iba y tenía un poco de curiosidad por saber dónde vivía. Como el camino era largo, se fueron en el convertible amarillo del joven, y en lo que llegaban se mantuvieron platicando de cualquier cosa. Cuando llegaron, Haruka se quedó con la boca abierta al ver la increible mansión que tenía delante de él. Parecía un palacio majestuoso, la entrada era un gran jardín y la puerta principal era enorme.
-¿Aquí vives?- preguntó Haruka en la puerta, aún asombrada.
-Si, es la casa de mis padres- dijo tocando el timbre del intercomunicador. Al instante se escuchó una voz preguntando quién era y ella contestó. La puerta fue abierta por un mayordomo, Michiru le hizo un gesto al joven para que pasara y cuando entró el sirviente hizo una pequeña reverencia. La chica guió al atleta hasta la sala donde se sentaron.
-Vaya que casa tan grande tienes - dijo Haruka admirando por todos lados el lugar -Creo que ésta sala es del tamaño de mi departamento- Michiru sonrió con el comentario. El joven depronto fijó sus ojos en los cuadros colgados en la pared, se levantó del sillón y se acercó a ellos. Habían pinturas muy hermosas, dignas de alguna exposición de arte. Nunca había sido bueno para reconocer autores pero como su padre era aficionado al arte tenía algunas nociones -Este estilo nunca lo había visto antes, ¿es algún pintor nuevo?- preguntó intrigado.
-Se podría decir...- respondió la chica levantándose del sillón y caminando hacia él. El muchacho seguía algo intrigado y dirigió sus ojos a la firma del autor.
-Aquí dice... Mi...Michiru K.- levantó la cabeza y se quedó como razonando un segundo... volteó a ver a la joven con una cara de sorpresa -¿Michiru Kaioh?- preguntó todavía medio shockeado. Ella sólo asintió con la cabeza.- ¡Eres tu sirena!- dijo exaltado, impresionado, confundido y ya quien sabe qué más.
-¿Tan feo está?- dijo tratando de escucharse descepcionada.
-No! ¿cómo crees?- dijo Haruka rápidamente - es que está increíble, realmente es muy bueno- el joven se acercó a la pintura y la admiró detenidamente - realmente tienes mucho talento para esto- volteó a verla con una sonrisa de aprovación.
-Muchas gracias- la chica se ruborizó.
-Veo que acabo de descubrir otro de los secretitos de Kaioh Michiru- Haruka se dirigió al sillón y volvió a sentarse.
-Si, creo que ya llevas dos pero...- Michiru se sentó en el sillón que estaba junto al joven -Yo aún sólo llevo uno tuyo, creo que ya es justo que me cuentes otro- volteó a ver al chico con una mirada muy tierna.
-Bueno, me parece bien- respondió el joven. Así sacó un papel de la bolsa de su chaqueta y se lo entregó a la chica quien leyó lo que tenía escrito.
-Es un boleto para una carrera de motocross- dijo asombrada - ¿Te gustan las motos?- preguntó intrigada.
-No sólo las motos, jeje- el chico puso una mano sobre su nuca - este... es que... pienso competir- dijo con una sonrisa nerviosa. La joven artista se quedó boquiabierta, no se esperaba algo así. Como el joven no veía ninguna reacción de ella decidió preguntar si iría -Bueno, entonces... ¿si puedes ir a la carrera? es como a las 12, no es ni muy tarde ni muy temprano, por si eres de las que se levantan tarde jeje.
-No me levanto muy tarde- dijo bromeando - y con respecto a la competencia, me encantará estar ahí animándote- terminó la frase con una gran sonrisa que provocó que Haruka también sonriera emocionado.
-Genial!- dijo emocionado - si quieres yo puedo llevarte y traerte, por mi no hay ningún problema.
-Sería perfecto- dijo ella viendo nuevamente el boleto. Nunca antes había estado en una carrera de motocross y pensaba que sería una experiencia divertida, no había nada de malo en experimentar cosas nuevas.
Michiru se encargó de mostrar toda la casa a Haruka, quien estaba realmente asombrado del tamaño y la elegancia del lugar. Haruka también venía de una familia adinerada, pero su casa no era tan grande como ésta, a su madre nunca le gustó lo demasiado ostentoso y a su padre no le interesaba mucho las cuestiones decorativas, sólo se enfocaba en sus negocios y su trabajo.
-Vaya, tienes una casa muy bonita.
-Ya lo creo, a mi mamá le encanta todo eso de la decoración y cada vez que regresa de algún viaje se le ocurre cambiar todo. Ya no sabemos con qué otra cosa nueva nos va a sorprender la ama y señora de esta casa- dijo Michiru parándose delantede una puerta inmensa -pero este es el único lugar que es mío realmente- dijo entrando al lugar, era como un estudio enorme con muchas pinturas. Haruka seguía impresionado, era el lugar más hermoso de toda la casa, y sin lugar a duda, tenía la escencia de su sirena por todos lados. De pronto, algo captó la mirada del corredor, era un piano de cola blanco en medio del salón. Inconcientemente se acercó a él y pasó sus dedos sobre la tapa de madera, acariciándola.
-¿Te gustaría que te mostrara otro secreto mío?- preguntó el joven volteando a ver a la chica. Ella lo vió curiosamente y asintió con la cabeza. Entonces el muchacho se paró frente al teclado y retiró la tapa, después se sentó en el banquillo y colocó sus dedos en posición. Cerró los ojos un segundo y cuando los abrió se podía observar una gran determinación y pasión en ellos, así comenzó a tocar una dulce melodía muy melancólica. Michiru sintió un gran estremecimiento en su corazón al escuchar la pieza, podía sentir todo lo que Haruka sentía al tocar la melodía, era una mezcla de melancolía y tristeza, pero al tiempo había un poco de dicha, era como el sentimiento de haber perdido algo muy amado pero estar feliz de haber sido su dueño aunque fuera un instante. Haruka estaba tan concentrado en su interpretación que sólo abrió los ojos al escuchar el acompañamiento de un violín, volteó y vió a la chica tocando junto a él. Fue el complemento perfecto, parecía que como si la melodía hubiera sido compuesta para ambos instrumentos. Cuando el pianista dió la última nota, notó que una lágrima rodó por la mejilla de la chica.
-¿Sirena, estás bien?- preguntó Haruka consternado.
-Si, es que... es demasiado triste- respondió la chica secando su mejilla con la mano -Nunca la había escuchado antes, ¿tu la compusiste?- preguntó abrazando su violín y sentándose junto a el muchacho en el banquillo. Haruka volteó hacia el piano y fijó su mirada en el teclado.
-No, la compuso mi madre, era pianista...- fue todo lo que dijo. Michiru notó un tono de tristeza en su voz.
-¿Ella fue quien te enseñó a tocar así?
-Si
-Este es un secreto muy lindo- dijo la chica colocando su mano sobre la del pianista quien la tenía apoyada sobre el banquillo.
-Este... no sé... supongo que si je- respondió Haruka un poco nervioso.
-Eres muy buen intérprete, si lo quisieras podrías ser un pianista famoso- dijo Michiru sonriendo. Haruka bajó un poco la vista, como si el comentario le hubiera traido algún mal recuerdo. Súbitamente un silencio incómodo se posó en el estudio. -Este... ya está oscureciendo, creo que mejor me retiro, no se vayan a molestar tus papás porque tienes a un bándalo tan tarde en tu casa- dijo Haruka un poco preocupado.
-No te preocupes, mis papás están de viaje y de todas formas no se molestan cuando invito gente a la casa- dijo Michiru sonriendo tristemente. De nuevo el ambiente volvió a tornarse un poco tenso, así que Haruka trató de recuperar la confianza.
-No me imaginaba que también tocaras el violín, realmente eres un estuche de monerías- dijo el corredor tomando el violín de entre los brazos de la chica -Realmente eres muy buena.
-Muchas gracias- dijo Michiru ruborizándose -Tenía que pagarte el secreto que me mostraste.
-¿Entonces si no me hubiera puesto a tocar el piano nunca me hubieras dicho que eres violinista?- preguntó un poco molesto.
-Aunque no te lo hubiera dicho te hubieras enterado de todas formas- dijo la chica levantándose del banquillo y dirigiéndose a una mesa donde habían algunos discos y tomó uno entre sus manos. -Me dedico a grabar discos y a dar algunos conciertos para caridad- Haruka se quedó con la boca abierta.
-Dios!, entonces tu eres la famosa niña prodigio del violín- dijo llevándose la mano a la frente como diciendo "qué menso eres"-No lo puedo creer eres Michiru Kaioh la violinista!- seguía admirado.
-Pues si, esa soy yo.
-Haz de pensar que soy un tonto por no haberme dado cuenta antes- dijo el pianista pasando su mano por su cabello hasta llegar a su nuca
-Bueno... - respondió la chica sarcásticamente.
-Ni te atrevas a decirlo- la interrumpió antes de que hiciera alguno de sus comentarios sarcásticos.
-Yo no dije nada- dijo la chica inocentemente.
-Ya te conozco, no necesitas decir absolutamente nada- dijo el joven levantándose del banquillo y acercándose a la chica.
-¿No es muy pronto para asegurar una cosa así?
-Probablemente si, pero esos tonos de sarcasmo por lo menos ya los tengo nivelados- respondió el chico guiñándole un ojo. Ella sólo rió por el comentario. Depronto ella se dió un ligero golpe en la frente con la mano.
-¡Rayos! ya es muy tarde.
-¿Tarde?- preguntó el joven intrigado.
-Por poco se nos pasa el tiempo- La chica de cabello acuamarina se dirigió a un ventanal enorme al fondo del estudio -Te tengo una sorpresa- removió la cortina y apareció un hermoso paisaje al fondo.
-Es hermoso- fue lo único que Haruka pudo decir. Michiru sonrió y abrió las puertas de cristal, luego tomó la mano de su amigo y lo llevó hacia el balcón. Desde ahí se podía ver la bahía de Tokyo. En ese momento de la tarde el mar se había vuelto más turqueza que de costumbre, el cielo era una mezcla de violetas con rosa fascinantes.
-Hacía mucho tiempo que no pasaba una tarde tan hermosa- dijo Michiru inconcientemente recargándose sobre el brazo de Haruka quien no apartaba la mirada del escenario.
-Si... aunque creo que nunca había pasado una tarde así- dijo sonriéndole a su amiga quien correspondió el gesto. Ambos se quedaron ahí admirando el atardecer hasta que aparecieron la Luna y las estrellas para iluminar la noche.
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Fecha: Viernes 19 de Marzo del 2004
Había pasado una semana desde que Haruka entró a la escuela y sentía como si ya estuviera al final del curso, el trabajo era excesivo y como pudo etregó la mayoría de sus tareas, además casi diario tenía exámenes y en ocasiones se le llegaban a juntar dos o tres de distintas materias. Estaba al borde de la desesperación, si a algún profesor se le ocurría dejarle una tarea para el fin de semana juraba que iba a aventarse a un río.
-Si a algún profesor se le ocurre dejar alguna tarea estúpida para el fin de semana juro que me aventaré a un río!- dijo frustrada Haruka golpeando el barandal en el que estaba apoyada.
-Cálmate Ruka, no vale la pena contaminar el río por una tarea- dijo una chica de cabello acuamarina parada junto a la rubia.
-Ja, ja- rió sarcásticamente -Lo dices porque te encanta ser masoquista.
-Pero que gruñón eres- dijo la chica cruzando los brazos, no sé como te aguanto.
-Bueno, bueno, ya no te enojes, acepto que soy un gruñón, egoista, antipático, sangrón, resongón, etece, etece- dijo como rindiéndose.
-Me parece bien que lo aceptes- respondió la chica sonriendo y caminando hacia las escaleras.
-Ey! Michiru!, espera!- gritó Haruka detrás de ella tomando su mochila - se supone que tienes que decir, "no, cómo crees, eres un muchacho maravilloso, no seas tan duro contigo mismo".
-Pero si fuiste tu quien aceptó ser así- dijo burlonamente Michiru. Haruka levantó una ceja, la observó un segundo y agachó la cabeza en señal de derrota con una gran gota de sudor en la cabeza.
-Contigo no se puede- dijo el joven alzando un poco los brazos como diciendo "por qué a mi".
-Lo que pasa es que no le encuentras el lado positivo a la vida- la chica volteó a ver momentáneamente a su amigo y le dió una sonrisa. Por alguna razón, desde que la conoció, esa chica se había convertido en una persona muy especial para él. Aún se preguntaba cómo es que alguien como ella se había permitido entablar una amistad con alguien como ¿él?.
Las clases terminaron por fin y para la dicha de Haruka, ningún profesor dejó tarea. Estaba feliz de que al fin descansaría de tan espantosa semana y además de todo habría una competencia de motocross el domingo, tenía planeado invitar a Michiru a verla y tal vez hasta competir. Esa tarde Haruka acompañó a Michiru a su casa, era la primera vez que iba y tenía un poco de curiosidad por saber dónde vivía. Como el camino era largo, se fueron en el convertible amarillo del joven, y en lo que llegaban se mantuvieron platicando de cualquier cosa. Cuando llegaron, Haruka se quedó con la boca abierta al ver la increible mansión que tenía delante de él. Parecía un palacio majestuoso, la entrada era un gran jardín y la puerta principal era enorme.
-¿Aquí vives?- preguntó Haruka en la puerta, aún asombrada.
-Si, es la casa de mis padres- dijo tocando el timbre del intercomunicador. Al instante se escuchó una voz preguntando quién era y ella contestó. La puerta fue abierta por un mayordomo, Michiru le hizo un gesto al joven para que pasara y cuando entró el sirviente hizo una pequeña reverencia. La chica guió al atleta hasta la sala donde se sentaron.
-Vaya que casa tan grande tienes - dijo Haruka admirando por todos lados el lugar -Creo que ésta sala es del tamaño de mi departamento- Michiru sonrió con el comentario. El joven depronto fijó sus ojos en los cuadros colgados en la pared, se levantó del sillón y se acercó a ellos. Habían pinturas muy hermosas, dignas de alguna exposición de arte. Nunca había sido bueno para reconocer autores pero como su padre era aficionado al arte tenía algunas nociones -Este estilo nunca lo había visto antes, ¿es algún pintor nuevo?- preguntó intrigado.
-Se podría decir...- respondió la chica levantándose del sillón y caminando hacia él. El muchacho seguía algo intrigado y dirigió sus ojos a la firma del autor.
-Aquí dice... Mi...Michiru K.- levantó la cabeza y se quedó como razonando un segundo... volteó a ver a la joven con una cara de sorpresa -¿Michiru Kaioh?- preguntó todavía medio shockeado. Ella sólo asintió con la cabeza.- ¡Eres tu sirena!- dijo exaltado, impresionado, confundido y ya quien sabe qué más.
-¿Tan feo está?- dijo tratando de escucharse descepcionada.
-No! ¿cómo crees?- dijo Haruka rápidamente - es que está increíble, realmente es muy bueno- el joven se acercó a la pintura y la admiró detenidamente - realmente tienes mucho talento para esto- volteó a verla con una sonrisa de aprovación.
-Muchas gracias- la chica se ruborizó.
-Veo que acabo de descubrir otro de los secretitos de Kaioh Michiru- Haruka se dirigió al sillón y volvió a sentarse.
-Si, creo que ya llevas dos pero...- Michiru se sentó en el sillón que estaba junto al joven -Yo aún sólo llevo uno tuyo, creo que ya es justo que me cuentes otro- volteó a ver al chico con una mirada muy tierna.
-Bueno, me parece bien- respondió el joven. Así sacó un papel de la bolsa de su chaqueta y se lo entregó a la chica quien leyó lo que tenía escrito.
-Es un boleto para una carrera de motocross- dijo asombrada - ¿Te gustan las motos?- preguntó intrigada.
-No sólo las motos, jeje- el chico puso una mano sobre su nuca - este... es que... pienso competir- dijo con una sonrisa nerviosa. La joven artista se quedó boquiabierta, no se esperaba algo así. Como el joven no veía ninguna reacción de ella decidió preguntar si iría -Bueno, entonces... ¿si puedes ir a la carrera? es como a las 12, no es ni muy tarde ni muy temprano, por si eres de las que se levantan tarde jeje.
-No me levanto muy tarde- dijo bromeando - y con respecto a la competencia, me encantará estar ahí animándote- terminó la frase con una gran sonrisa que provocó que Haruka también sonriera emocionado.
-Genial!- dijo emocionado - si quieres yo puedo llevarte y traerte, por mi no hay ningún problema.
-Sería perfecto- dijo ella viendo nuevamente el boleto. Nunca antes había estado en una carrera de motocross y pensaba que sería una experiencia divertida, no había nada de malo en experimentar cosas nuevas.
Michiru se encargó de mostrar toda la casa a Haruka, quien estaba realmente asombrado del tamaño y la elegancia del lugar. Haruka también venía de una familia adinerada, pero su casa no era tan grande como ésta, a su madre nunca le gustó lo demasiado ostentoso y a su padre no le interesaba mucho las cuestiones decorativas, sólo se enfocaba en sus negocios y su trabajo.
-Vaya, tienes una casa muy bonita.
-Ya lo creo, a mi mamá le encanta todo eso de la decoración y cada vez que regresa de algún viaje se le ocurre cambiar todo. Ya no sabemos con qué otra cosa nueva nos va a sorprender la ama y señora de esta casa- dijo Michiru parándose delantede una puerta inmensa -pero este es el único lugar que es mío realmente- dijo entrando al lugar, era como un estudio enorme con muchas pinturas. Haruka seguía impresionado, era el lugar más hermoso de toda la casa, y sin lugar a duda, tenía la escencia de su sirena por todos lados. De pronto, algo captó la mirada del corredor, era un piano de cola blanco en medio del salón. Inconcientemente se acercó a él y pasó sus dedos sobre la tapa de madera, acariciándola.
-¿Te gustaría que te mostrara otro secreto mío?- preguntó el joven volteando a ver a la chica. Ella lo vió curiosamente y asintió con la cabeza. Entonces el muchacho se paró frente al teclado y retiró la tapa, después se sentó en el banquillo y colocó sus dedos en posición. Cerró los ojos un segundo y cuando los abrió se podía observar una gran determinación y pasión en ellos, así comenzó a tocar una dulce melodía muy melancólica. Michiru sintió un gran estremecimiento en su corazón al escuchar la pieza, podía sentir todo lo que Haruka sentía al tocar la melodía, era una mezcla de melancolía y tristeza, pero al tiempo había un poco de dicha, era como el sentimiento de haber perdido algo muy amado pero estar feliz de haber sido su dueño aunque fuera un instante. Haruka estaba tan concentrado en su interpretación que sólo abrió los ojos al escuchar el acompañamiento de un violín, volteó y vió a la chica tocando junto a él. Fue el complemento perfecto, parecía que como si la melodía hubiera sido compuesta para ambos instrumentos. Cuando el pianista dió la última nota, notó que una lágrima rodó por la mejilla de la chica.
-¿Sirena, estás bien?- preguntó Haruka consternado.
-Si, es que... es demasiado triste- respondió la chica secando su mejilla con la mano -Nunca la había escuchado antes, ¿tu la compusiste?- preguntó abrazando su violín y sentándose junto a el muchacho en el banquillo. Haruka volteó hacia el piano y fijó su mirada en el teclado.
-No, la compuso mi madre, era pianista...- fue todo lo que dijo. Michiru notó un tono de tristeza en su voz.
-¿Ella fue quien te enseñó a tocar así?
-Si
-Este es un secreto muy lindo- dijo la chica colocando su mano sobre la del pianista quien la tenía apoyada sobre el banquillo.
-Este... no sé... supongo que si je- respondió Haruka un poco nervioso.
-Eres muy buen intérprete, si lo quisieras podrías ser un pianista famoso- dijo Michiru sonriendo. Haruka bajó un poco la vista, como si el comentario le hubiera traido algún mal recuerdo. Súbitamente un silencio incómodo se posó en el estudio. -Este... ya está oscureciendo, creo que mejor me retiro, no se vayan a molestar tus papás porque tienes a un bándalo tan tarde en tu casa- dijo Haruka un poco preocupado.
-No te preocupes, mis papás están de viaje y de todas formas no se molestan cuando invito gente a la casa- dijo Michiru sonriendo tristemente. De nuevo el ambiente volvió a tornarse un poco tenso, así que Haruka trató de recuperar la confianza.
-No me imaginaba que también tocaras el violín, realmente eres un estuche de monerías- dijo el corredor tomando el violín de entre los brazos de la chica -Realmente eres muy buena.
-Muchas gracias- dijo Michiru ruborizándose -Tenía que pagarte el secreto que me mostraste.
-¿Entonces si no me hubiera puesto a tocar el piano nunca me hubieras dicho que eres violinista?- preguntó un poco molesto.
-Aunque no te lo hubiera dicho te hubieras enterado de todas formas- dijo la chica levantándose del banquillo y dirigiéndose a una mesa donde habían algunos discos y tomó uno entre sus manos. -Me dedico a grabar discos y a dar algunos conciertos para caridad- Haruka se quedó con la boca abierta.
-Dios!, entonces tu eres la famosa niña prodigio del violín- dijo llevándose la mano a la frente como diciendo "qué menso eres"-No lo puedo creer eres Michiru Kaioh la violinista!- seguía admirado.
-Pues si, esa soy yo.
-Haz de pensar que soy un tonto por no haberme dado cuenta antes- dijo el pianista pasando su mano por su cabello hasta llegar a su nuca
-Bueno... - respondió la chica sarcásticamente.
-Ni te atrevas a decirlo- la interrumpió antes de que hiciera alguno de sus comentarios sarcásticos.
-Yo no dije nada- dijo la chica inocentemente.
-Ya te conozco, no necesitas decir absolutamente nada- dijo el joven levantándose del banquillo y acercándose a la chica.
-¿No es muy pronto para asegurar una cosa así?
-Probablemente si, pero esos tonos de sarcasmo por lo menos ya los tengo nivelados- respondió el chico guiñándole un ojo. Ella sólo rió por el comentario. Depronto ella se dió un ligero golpe en la frente con la mano.
-¡Rayos! ya es muy tarde.
-¿Tarde?- preguntó el joven intrigado.
-Por poco se nos pasa el tiempo- La chica de cabello acuamarina se dirigió a un ventanal enorme al fondo del estudio -Te tengo una sorpresa- removió la cortina y apareció un hermoso paisaje al fondo.
-Es hermoso- fue lo único que Haruka pudo decir. Michiru sonrió y abrió las puertas de cristal, luego tomó la mano de su amigo y lo llevó hacia el balcón. Desde ahí se podía ver la bahía de Tokyo. En ese momento de la tarde el mar se había vuelto más turqueza que de costumbre, el cielo era una mezcla de violetas con rosa fascinantes.
-Hacía mucho tiempo que no pasaba una tarde tan hermosa- dijo Michiru inconcientemente recargándose sobre el brazo de Haruka quien no apartaba la mirada del escenario.
-Si... aunque creo que nunca había pasado una tarde así- dijo sonriéndole a su amiga quien correspondió el gesto. Ambos se quedaron ahí admirando el atardecer hasta que aparecieron la Luna y las estrellas para iluminar la noche.
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Fecha: Viernes 19 de Marzo del 2004
