Capítulo 13
Michiru se encontraba en su habitación viendo a través de la ventana la gran tormenta que las nubes depositaban sobre la ciudad, parecía que el cielo se caía y los relámpagos no eran en lo absoluto alentadores. Se acercó hacia su cama donde se encontraba su libreta cerrada, se sentó en la cama y comenzó a ojearla. De pronto se detuvo en una página donde había un papel doblado de distinto color, no recordaba de dónde podría haber salido, lo tomó, lo desdobló y leyó un recado que decía "si me dices tu nombre puede volverse real" debajo del dibujo de una rosa. "Haruka" dijo en voz baja y sonrió para sí misma. Recordó que ese recado se lo dió el primer día que se conocieron y el corredor trataba por todos los medios de que le dijera su nombre, pero ella se hacía la interesante con él. Al final se volvieron muy buenos amigos y le parecía increíble que hubiera conocido a alguien como él, o más bien, ella. Estaba sumergida en sus recuerdos cuando escuchó el timbre, se le hizo muy extraño a esas horas de la noche, ya eran más de las 11 de la noche y nadie iba jamás a visitarlos a esas horas. Salió de su habitación, se asomó en el barandal de la escalera para ver quién era la misteriosa visita que había llegado. El mayordomo abrió la puerta y al ver la figura parada bajo el filo de la puerta corrió para resivirla.
-Ruka, ¿qué estás haciendo aquí a éstas horas?- preguntó la chica extrañada de que estuviera ahí -Además estás empapado- observó que estaba hecho una sopa por la tormenta que estaba cayendo en ese momento -Pasa o vas a enfermarte- Michiru pidió al mayordomo que le llevara ropa seca de su papá y después se dirigió junto con su amigo a su habitación. Haruka se cambió, se puso unos pants y una playera olgada, y después se quedó parado en la entrada de la habitación viendo hacia la cama donde se encontraba la violinista sentada. Michiru lo notó muy extraño, estaba extremadamente callado, más de lo habitual, su rostro denotaba una gran tristeza. -Oye, ven, no te voy a morder- le dijo al joven señalando junto a ella para que se sentara en la cama. El corredor se acercó lentamente, arrastrando los pies y con la cabeza agachada. -¿Estás bien? ¿Qué tienes?- le preguntó colocando su mano sobre la del chico, él hizo una mueca de dolor y ella volteó a ver la razón -¡Por Dios! ¿Haruka qué te pasó?- vió sus nudillos raspados e inchados, tomó la mano de Haruka entre las de ella y la volteó, vió que tenía otras cortadas en la palma.
-No pasa nada...- dijo Haruka arrebatando su mano y volteando para el lado opuesto a su amiga. Michiru ahora estaba muy preocupada, algo muy malo le había ocurrido y no quería decirle qué pasaba. Colocó una mano sobre su hombro pero él se alejó, se levantó de la cama y se quedó parado ahí, dando la espalda a la chica. La violinista se levantó, se acercó a él y vió que su amigo estaba con los ojos apretados, al igual que sus puños, lo que provocó que las cortadas de su mano volvieran a abrirse. Ella quería calmarlo, pero no sabía nisiquiera lo que estaba ocurriendo, así que comenzó hablándole despacio, tomando su mano para que dejara de apretar el puño.
-Tenemos que curarte esa mano o las heridas nunca van a cerrar- alzó la mirada y le ofreció una tierna sonrisa. Haruka abrió los ojos y la vió con una mezcla de soledad, dolor y decepción en la mirada. -¿Qué tienes Ruka? ¿Quién te hizo esto?
-Yo- fue una respuesta corta y fría. Michiru se sorprendió un poco por la respuesta, pero sonaba lógica por el tipo de heridas, parecía que había golpeado algo muy duro por los nudillos lastimados y las marcas de la palma eran de sus uñas.
-¿Pero por qué?- Michiru ahora si que estaba alarmada. El corredor no dijo nada, se quedó callado con la vista fija al suelo como un zombie. La chica no quiso insistir y decidió mejor tratar las heridas de esa mano. Fue al baño por el botiquín, después indicó a Haruka que se sentara en la cama y comenzó a limpiar la sangre con alcohol para que no se infectara. Cuando terminó de curarlo se quedaron ambos callados, era un silencio muy incómodo hasta que depronto Haruka habló.
-Michiru, ¿eres mi amiga?- preguntó el joven volteando a ver a la chica a su lado.
-Por supuesto que si... ¿qué clase de pregunta es esa?- ahora si Michiru estaba asustada.
-¿Crees que soy demasiado buena gente?- volvió a preguntar el joven con un toque de tristeza en su voz.
-¿A qué te refieres con eso?
-Pues que si soy demasiado bueno... si hago demasiados favores sin pedir nada a cambio, si me preocupo de más por la gente, si soy demasiado dejado, no sé...
-Si te refieres a que eres una buena persona, pues si, lo eres... Eres un excelente amigo y tienes un gran corazón. Ruka, eres muy especial- dijo la chica con una sonrisa sincera. La expresión del joven se tornó triste y nuevamente fijó la mirada al piso -Dime qué ocurre Haruka... ¿éstas preguntas tienen que ver con las heridas de tu mano?- Su amigo simplemente afirmó con la cabeza. Otra vez el silencio cayó en esa habitación. Haruka levantó una mano y la colocó sobre sus ojos, agachó un poco la cabeza y empezó a temblar. Lo único que supo hacer la violinista fue abrazarlo y volvió a preguntarle qué le ocurría.
-Todo se acabó... - respondió Haruka con la voz quebrada -La vida es un asco y el mundo una miseria- Así comenzó a contarle lo que había ocurrido en la cafetería. Mientras el chico hablaba, Michiru se sorprendía más y más de lo que escuchaba, no podía creerlo, era una locura.
-¿Por qué no lo golpeaste? - preguntó la chica curiosa, si hubiera sido ella seguramente lo hubiera matado en ese instante. Haruka suspiró y volteó a verla con una tristeza profunda en sus ojos.
-Porque era mi amigo...- respondió simplemente -No puedo lastimar a la gente que quiero, sin importar lo que hagan. Además, Serena lo ama y primero moriría antes de provocar algo que la hiciera llorar... aunque sea golpear a ese...- el joven volvió su mirada al suelo suspirando tristemente. Michiru quería confortarlo pero no sabía ni qué decir. -Era como mi hermano, lo sabía todo de mi... siempre habíamos sido sinceros... pero supongo que yo tengo la culpa por ser tan confiado.
-No digas eso Ruka, tu no tienes la culpa de lo que ocurrió- Michiru volvió a abrazarlo fuertemente.
-Por supuesto que si, yo fui el confiado, fui el que entregó todo, fui el idiota que se abrió por primera vez con una persona y mira lo que recibo...
-Cálmate Ruka
-Me lo merezco por tonto y no puedo culparla, ella se merece algo mejor...- Haruka cerró los ojos y agachó la cabeza.
-No sigas por favor, no es verdad, tu eres una gran persona...
-Pero no soy lo que ella necesita. Ella merece un... chico normal- volvió a suspirar -No el remedo de niño que soy...-
-¿Cómo puedes saber lo que necesita? Tu eres maravilloso y cualquier chica querría un novio como tu - colocó una mano sobre el hombro del joven quien volteó y le sonrió tristemente.
-Tu lo haz dicho sirena, un novio, no a mi, una mujer- nuevamente su rostro se tornó serio -sinceramente, Michiru, ¿tu me querrías?- la chica lo vió por un segundo, no sabía qué contestar.
-Yo te quiero Haruka- respondió nerviosamente la niña.
-Pero no más allá de una amistad- Michiru bajó la mirada y no dijo nada más -El silencio otorga, jeje, ya lo sabía. No te preocupes, yo sé que nunca podrías sentir nada más por mi, nadie podría hacerlo, a la gente no le gustan los perdedores- Un nuevo silencio volvió a estacionarse en la habitación, la violinista ya no sabía qué decirle a su amigo para tranquilizarlo. De pronto sonó el teléfono y contestó. Era Lita preguntando si Haruka se encontraba ahí, Michiru respondió afirmativamente. Haruka la veía mientras hablaba por teléfono, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
-Es mejor que me vaya, ya te he dado suficiente molestia por el día de hoy. No te preocupes, sé donde está la salida- respondió con una sonrisa triste y se marchó. Michiru se quedó primero pasmada y después le dijo a Lita que su amigo se iba, se despidió y fue tras él.
-¡Haruka, espérate!- la chica bajó las escaleras corriendo hasta que lo alcanzó y lo tomó del brazo.
-¿Qué pasa?
-Nada, sólo no quiero que te vayas así- se notaba la preocupación en sus ojos azules.
-No te preocupes, voy a estar bien- respondió el muchacho como despreocupado -Ya es tarde y debo regresar a mi casa o intento de jeje- Michiru tomó el rostro de su amigo entre sus dos manos y lo vió fijamente a los ojos.
-Prométeme que no vas a hacer ninguna tontería- Haruka la vió un poco confundido.
-No puedo prometerte nada Michiru- respondió con una sonrisa confidente, abrió la puerta y se marchó. Michiru se quedó con una inquietud en su corazón, no podía decifrar de qué se trataba, sólo que tenía que ver con Haruka y esa sonrisa entre burlona y confidente que disfrazaba la tristeza de su rostro.
-Cuídate- dijo la niña en un susurro.
Haruka se encontraba caminando por el pasillo de su piso dirigiéndose a su departamento cuando Lita lo interceptó.
-¿Estás bien?- preguntó la niña muy preocupada.
-Si- respondió el joven en una voz queda, la cabeza agachada y la mirada fija al piso. La volteó a ver un segundo y después continuó su camino hacia su puerta. Entró a su apartamento, detrás iba la chica viendo cada uno de sus movimientos y entró sin pedir permiso. Haruka se sentó en el sillón, arrojó las llaves sobre la mesa y se quedó ahí callado. La chica de ojos verdes no sabía si debía acercar. -Siéntate, si te quedas ahí parada te vas a cansar
-Gra.. gracias- respondió la niña sentándose en el sillón junto a su amigo. -Fuiste donde Michiru, verdad- dijo Lita tratando de hacerle conversación. Haruka asintió con la cabeza. Otra vez el silencio se apoderó de la habitación, esto ya se estaba volviendo una mala costumbre del día.
-¿Qué pasa Lita? ¿Vas a preguntar algo?- dijo el corredor un poco brusco.
-Es que estaba preocupada por ti... después de lo que pasó en la cafetería- dijo la niña volteando a ver al joven quien la volteó a ver curiosamente.
-¿Te preocupa?- preguntó sarcásticamente.
-Por supuesto que si, eres mi amigo y me preocupas- respondió la niña ahora un poco molesta.
-Pero también eres amiga de Serena, apuesto que ya lo sabías y no me habías dicho nada- dijo el joven molesto.
-No Haruka, yo no sabía nada, en ese momento me enteré- la niña puso una gran cara de tristeza. Haruka lo notó y se sintió mal por haber dudado de su amiga.
-Lo siento, es que ...- el muchacho se llevó la mano a la frente y después se peinó con los dedos como desesperado. Lita comprendió y lo abrazó.
-Está bien, te entiendo- le sonrió y lo abrazó un poco más fuerte. Lita comprendía perfectamente cómo se sentía Haruka, así que trató de llevar una conversación que lo distrajera de lo acontecido esa tarde.
Michiru se encontraba muy preocupada por Haruka, desde ese día en que llegó lastimado de la mano a su casa no había sabido de él, ya habían pasado tres días y no era normal. Hablaba por teléfono a su casa pero la única respuesta era de la contestadora a la cual dejaba cientos de recados para que le llamara pero nunca recibía nada. Iba caminando por un pasillo de la escuela cuando escuchó una melodía de piano, le extrañó porque era hora del receso y se suponía que no había nadie en el edificio, así que decidió investigar quien se encontraba ahí. Abrió la puerta del salón muy despacio para evitar hacer ruido y distraer al músico. Entró lentamente, y vió la espalda de algún joven pero no podía reconocerlo, estaba un poco agachado, prefirió esperar que terminara y así se quedó parada en la puerta escuchando la melodía que era interpretada frente a ella. Era una melodía que jamás había escuchado, tenía una mezcla muy extraña: de repente era muy lenta y tierna y de la nada se volvía enérgica y violenta. El músico empezó a subir la velocidad, era tan rápido que parecería que perdería el control de sus propios dedos, terminando en un gran estruendo que asustó a Michiru. Ella se acercó cautelosamente y se detuvo a unos cuantos pasos del intérprete al notar que estaba temblando. De pronto el muchacho volteó sintiendo la presencia de alguien ahí y vio a la chica parada detrás de él.
-¿Qué haces aquí?
-Eso es lo que debería de preguntarte Haruka- dijo la chica reconociendo a su amigo -¿Dónde rayos te haz metido? no llegas a clases, no contestas mis llamadas...
-Ya, ya, lo sé!- respondió un poco molesto volteando hacia el piano -No soy un bebé- dijo en un tono muy grave. La violinista se acercó y se paró junto a él observándolo.
-Por Dios, ¿cómo puedes estar tocando el piano con la mano así? vas a lastimarte de nuevo- dijo la chica notando que su amigo se había quitado la venda y aún tenía los nudillos morados y un poco inflamados.
-¡Déjame en paz!- dijo levantándose bruscamente del banquillo y quedando frente a su amiga, quien lo vio muy sorprendida. El silencio reinó por unos minutos hasta que Haruka agachó la mirada con remordimiento y se disculpó con su amiga -Lo siento, no fue mi intensión, es sólo que...- antes de terminar de hablar Michiru lo abrazó y el joven no pudo decir nada más. Ella comprendía perfectamente lo que le ocurría, ahora caía en cuenta que no lo veía en el salón porque a la hora del receso se encerraba en la sala de música y tocaba lo que sus sentimientos le provocaran, pasándose horas ahí, y como la clase era después del receso, ya no iba al no percatarse del tiempo que estaba ahí entretenido.
Salieron juntos del salón y mientras caminaban, Haruka se llevó la mano a la cabeza, se sintió un poco mareado y se apoyó con la otra mano en la pared. Michiru lo notó y lo abrazó para evitar que cayera.
-¿Estás bien?- preguntó la chica muy asustada.
-Si, debe ser la falta de sueño- respondió el joven con una sonrisa un tanto sarcástica.
-¿No haz dormido?- ahora estaba alarmada.
-No te preocupes, si he dormido...un poquito- respondió el joven riendo ligeramente, no dando importancia a lo que decía.
-¿Cuánto es un poquito?- preguntó Michiru un poco molesta.
-Este...- Haruka puso cara de "gulp" y no respondió nada.
-Mmmmm... me lo imaginaba- dijo la violinista cruzando los brazos molesta -Haruka, entiende que tienes que cuidarte, debes descansar.
-No puedo...- respondió Haruka agachando la cabeza -cada vez que intento dormir... la veo en mis sueños, revivo muchos momentos con ella y siempre termina en lo ocurrido ese día...- Michiru lo volvió a abrazar.
-Entiendo cómo te sientes y lo que te pasa, pero tienes que dormir, necesitas descansar. Si sigues así te vas a enfermar- la chica trataba de hacerlo entrar en razón. Haruka sonrió.
-Si mamá- dijo el joven sarcásticamente respondiendo al regaño de su amiga -Menos mal que no le dije que no he comido- dijo el chico para sí mismo pero la chica logró escucharlo.
-¡¿No haz comido?!- gritó Michiru. Haruka asentuó su cara de "gulp"
-Bueno, este... algo así...- el muchacho se jaló el cuello de la camisa.
-Eres irremediable- la chica negó con la cabeza -Entiende por favor que tienes que cuidarte, tienes que descansar y comer, esto es una locura
-Es difícil cuando no encuentras una buena razón para hacerlo- dijo el joven tristemente. Su amiga comprendía perfectamente y prefirió cambiar el tema para evitar molestarlo más. Después lo acompañó a su auto, era mejor que se marchara a descansar, pero para asegurarse, la chica fue con él, a pesar de sus protestas. Ella insistió porque sabía que si no lo llevaba de la manita se escaparía a algún otro lado, Lita ya la tenía al tanto que llegaba muy tarde a su departamento. Cuando llegaron, Haruka abrió la puerta dejando pasar primero a su amiga. Se sentaron en la sala y otra vez ese silencio incómodo, que ya se estaba volviendo muy mala costumbre en sus conversaciones, apareció. Súbitamente Haruka comenzó a hablar un poco nervioso.
-Sirena, he estado pensando- dijo el joven seriamente, su amiga lo vió intrigada -voy a irme.
-¿Pero a dónde?- preguntó toda desoncertada.
-Voy a regresar a mi casa... digo, a la casa de mi padre.
-Pero dijiste que no querías verlo
-Pues si, eso era antes de darme cuenta de que él tenía razón... no sirvo para nada y la única forma de tener éxito es haciéndole caso- respondió tristemente el joven.
-¡No puedo creerlo!- dijo Michiru molesta levantándose de su asiento -No puedes rendirte, ¿vas a dejar tus sueños y tus esperanzas a un lado?
-No tengo ni sueños, ni esperanzas... el mundo de ilusión en el que vivía fue pisoteado y ahora veo la realidad tal cual es. No existen los sueños, no existen las esperanzas, mucho menos la confianza o la rectitud, vivimos en una realidad donde se abusa del noble y el más listo saca provecho para tener éxito. El que no friega, se friega, es una ley...- respondió fríamente terminando en un susurro.
-Haruka, no cometas tonterías... eres muy valioso tal cual eres, no te dejes vencer por esto, no caigas en un hoyo por el egoismo de otras personas- dijo su amiga sentándose nuevamente junto a él y tomando su mano lastimada.
-Mira esta mano, creo que tendré que volver a vendártela- sonrió la niña.
-Supongo que si- El joven asintió con la cabeza. De la sonrisa tierna que le había brindado, el rostro de Michiru se tornó serio y lo vió fijamente a los ojos.
-Cuídate mucho, por favor- dijo la niña muy preocupada -En verdad eres una gran persona y no mereces lo que te está ocurriendo, pero tampoco te dejes vencer- Haruka la vió confundido.
-No te preocupes, voy a estar bien. Tengo que ir, es algo que debo hacer. Quiero saber realmente quien soy, qué quiero, si realmente estoy haciendo lo correcto o si sólo soy... un fracaso- la última palabra se apagó en un susurro.
-Creo que más bien quieres enfrentarlo
-Supongo que si
-Entonces hazlo, pero no lo hagas con sumisión, hazlo orgulloso de lo que eres, de quien eres y de lo que crees- Haruka vio a la niña muy sorprendido, en verdad era muy madura cuando debía serlo, era una fasceta nueva de Michiru que no conocía, era muy distinta a la que normalmente presentaba.
-Entiendo... lo intentaré- le dijo con una sonrisa. Ella lo abrazó con una gran sonrisa.
-Gracias
-¿De qué?- preguntó confundido
-Por ser mi amigo y ser una persona tan maravillosa- respondió orgullosa. Haruka se quedó con la boca abierta sin saber que responder y un ligero rubor en las mejillas. Ambos se quedaron ahí un rato platicando de cualquier cosa, la niña tratando de distraer al joven quien luchaba contra sus sentimientos para tratar de apartar su memoria de todo lo que le había ocurrido.
A las orillas de la ciudad de Okinawa se encontraba una gran casa con un jardín enorme a la entrada. Era una mansión elegante, no tanto como la de la familia Kaioh, pero tenía lo suyo. La entrada era una gran puerta de madera tallada y a los lados columnas muy anchas. Se escuchó el timbre en su interior y el mayordomo abrió la enorme puerta, cuando vió al visitante no pudo disimular su sorpresa y alegría.
-¡Joven! ¿qué hace aquí?
-A mi también me da gusto verlo Sho- respondió el muchacho con una sonrisa de satisfacción, había cometido su propósito de sorprenderlo.
-Disculpe... qué bueno que está de vuelta joven Haruka- dijo el mayordomo apenado por su reacción, realmente no se esperaba esa visita.
-No hay problema- dijo Haruka con una sonrisa y entró a la casa, dió un vistaso rápido -Veo que no ha cambiado nada- volteó a ver al señor a su lado. Era un hombre mayor, tenía el cabello grisaseo por las canas y algunas arrugas en su rostro.
-No tiene tanto tiempo que se marchó, joven, apenas unos cuantos meses.
-Si, pero pensé que al menos alguien se preocuparía por pintar las paredes de un color menos... blanco...- dijo bromeando el muchacho. El señor sonrió. En eso apareció una figura en la parte superior de las escaleras.
-¿Quién es Sho?- preguntó dicha figura.
-Es el jo...
-Soy yo! tu hijo perdido!- interrumpió Haruka al señor y se paró al pie de las escaleras con una sonrisa orgullosa.
-Mmmm... Haruka...- dijo el señor Tenoh con un tono desinteresado. Haruka volteó a ver al mayordomo encojiendo los hombros.
-Veo que le dió mucho gusto verme- dijo sarcásticamente guiñando un ojo al mayordomo quien movió la cabeza desaprovatoriamente.
-Sho, ayúdalo a instalarse...- el padre de Haruka era un hombre alto, delgado pero de complexión fuerte, con ojos verdes, cabello castaño donde se asomaban algunas canas y bigote. Bajó las escaleras y se paró frente a su hijo -después, quiero verte en mi oficina- con esas palabras pasó a un lado del joven y se dirigió a su despacho que se encontraba detrás de una gran puerta en otra ala de la casa.
-Después me ves en mi oficina...- arremedó el joven a su padre -¿Cuándo va a entender que ya no soy un niñito?- preguntó el corredor un poco molesto cruzando los brazos y viendo a la dirección donde desapareció el señor. El mayordomo sólo encogió los hombros y se dirigió al auto para sacar una pequeña maleta del asiento trasero.
Inicio: Jueves 1o de Julio del 2004
Fin: Martes 3 de agosto del 2004
Otra disculpa por no subir la continuación antes, no estuve cerca de mi compu en dos semanas y el internet fue prácticamente nulo para mi. Espero ésta semana poder terminar la continuación, si es que mis amigos me dan chance jejejeje... es complicado estar en casa, tu madre te acapara y te pone de chofe y tus amigos te insisten en salir jejejejeje
Michiru se encontraba en su habitación viendo a través de la ventana la gran tormenta que las nubes depositaban sobre la ciudad, parecía que el cielo se caía y los relámpagos no eran en lo absoluto alentadores. Se acercó hacia su cama donde se encontraba su libreta cerrada, se sentó en la cama y comenzó a ojearla. De pronto se detuvo en una página donde había un papel doblado de distinto color, no recordaba de dónde podría haber salido, lo tomó, lo desdobló y leyó un recado que decía "si me dices tu nombre puede volverse real" debajo del dibujo de una rosa. "Haruka" dijo en voz baja y sonrió para sí misma. Recordó que ese recado se lo dió el primer día que se conocieron y el corredor trataba por todos los medios de que le dijera su nombre, pero ella se hacía la interesante con él. Al final se volvieron muy buenos amigos y le parecía increíble que hubiera conocido a alguien como él, o más bien, ella. Estaba sumergida en sus recuerdos cuando escuchó el timbre, se le hizo muy extraño a esas horas de la noche, ya eran más de las 11 de la noche y nadie iba jamás a visitarlos a esas horas. Salió de su habitación, se asomó en el barandal de la escalera para ver quién era la misteriosa visita que había llegado. El mayordomo abrió la puerta y al ver la figura parada bajo el filo de la puerta corrió para resivirla.
-Ruka, ¿qué estás haciendo aquí a éstas horas?- preguntó la chica extrañada de que estuviera ahí -Además estás empapado- observó que estaba hecho una sopa por la tormenta que estaba cayendo en ese momento -Pasa o vas a enfermarte- Michiru pidió al mayordomo que le llevara ropa seca de su papá y después se dirigió junto con su amigo a su habitación. Haruka se cambió, se puso unos pants y una playera olgada, y después se quedó parado en la entrada de la habitación viendo hacia la cama donde se encontraba la violinista sentada. Michiru lo notó muy extraño, estaba extremadamente callado, más de lo habitual, su rostro denotaba una gran tristeza. -Oye, ven, no te voy a morder- le dijo al joven señalando junto a ella para que se sentara en la cama. El corredor se acercó lentamente, arrastrando los pies y con la cabeza agachada. -¿Estás bien? ¿Qué tienes?- le preguntó colocando su mano sobre la del chico, él hizo una mueca de dolor y ella volteó a ver la razón -¡Por Dios! ¿Haruka qué te pasó?- vió sus nudillos raspados e inchados, tomó la mano de Haruka entre las de ella y la volteó, vió que tenía otras cortadas en la palma.
-No pasa nada...- dijo Haruka arrebatando su mano y volteando para el lado opuesto a su amiga. Michiru ahora estaba muy preocupada, algo muy malo le había ocurrido y no quería decirle qué pasaba. Colocó una mano sobre su hombro pero él se alejó, se levantó de la cama y se quedó parado ahí, dando la espalda a la chica. La violinista se levantó, se acercó a él y vió que su amigo estaba con los ojos apretados, al igual que sus puños, lo que provocó que las cortadas de su mano volvieran a abrirse. Ella quería calmarlo, pero no sabía nisiquiera lo que estaba ocurriendo, así que comenzó hablándole despacio, tomando su mano para que dejara de apretar el puño.
-Tenemos que curarte esa mano o las heridas nunca van a cerrar- alzó la mirada y le ofreció una tierna sonrisa. Haruka abrió los ojos y la vió con una mezcla de soledad, dolor y decepción en la mirada. -¿Qué tienes Ruka? ¿Quién te hizo esto?
-Yo- fue una respuesta corta y fría. Michiru se sorprendió un poco por la respuesta, pero sonaba lógica por el tipo de heridas, parecía que había golpeado algo muy duro por los nudillos lastimados y las marcas de la palma eran de sus uñas.
-¿Pero por qué?- Michiru ahora si que estaba alarmada. El corredor no dijo nada, se quedó callado con la vista fija al suelo como un zombie. La chica no quiso insistir y decidió mejor tratar las heridas de esa mano. Fue al baño por el botiquín, después indicó a Haruka que se sentara en la cama y comenzó a limpiar la sangre con alcohol para que no se infectara. Cuando terminó de curarlo se quedaron ambos callados, era un silencio muy incómodo hasta que depronto Haruka habló.
-Michiru, ¿eres mi amiga?- preguntó el joven volteando a ver a la chica a su lado.
-Por supuesto que si... ¿qué clase de pregunta es esa?- ahora si Michiru estaba asustada.
-¿Crees que soy demasiado buena gente?- volvió a preguntar el joven con un toque de tristeza en su voz.
-¿A qué te refieres con eso?
-Pues que si soy demasiado bueno... si hago demasiados favores sin pedir nada a cambio, si me preocupo de más por la gente, si soy demasiado dejado, no sé...
-Si te refieres a que eres una buena persona, pues si, lo eres... Eres un excelente amigo y tienes un gran corazón. Ruka, eres muy especial- dijo la chica con una sonrisa sincera. La expresión del joven se tornó triste y nuevamente fijó la mirada al piso -Dime qué ocurre Haruka... ¿éstas preguntas tienen que ver con las heridas de tu mano?- Su amigo simplemente afirmó con la cabeza. Otra vez el silencio cayó en esa habitación. Haruka levantó una mano y la colocó sobre sus ojos, agachó un poco la cabeza y empezó a temblar. Lo único que supo hacer la violinista fue abrazarlo y volvió a preguntarle qué le ocurría.
-Todo se acabó... - respondió Haruka con la voz quebrada -La vida es un asco y el mundo una miseria- Así comenzó a contarle lo que había ocurrido en la cafetería. Mientras el chico hablaba, Michiru se sorprendía más y más de lo que escuchaba, no podía creerlo, era una locura.
-¿Por qué no lo golpeaste? - preguntó la chica curiosa, si hubiera sido ella seguramente lo hubiera matado en ese instante. Haruka suspiró y volteó a verla con una tristeza profunda en sus ojos.
-Porque era mi amigo...- respondió simplemente -No puedo lastimar a la gente que quiero, sin importar lo que hagan. Además, Serena lo ama y primero moriría antes de provocar algo que la hiciera llorar... aunque sea golpear a ese...- el joven volvió su mirada al suelo suspirando tristemente. Michiru quería confortarlo pero no sabía ni qué decir. -Era como mi hermano, lo sabía todo de mi... siempre habíamos sido sinceros... pero supongo que yo tengo la culpa por ser tan confiado.
-No digas eso Ruka, tu no tienes la culpa de lo que ocurrió- Michiru volvió a abrazarlo fuertemente.
-Por supuesto que si, yo fui el confiado, fui el que entregó todo, fui el idiota que se abrió por primera vez con una persona y mira lo que recibo...
-Cálmate Ruka
-Me lo merezco por tonto y no puedo culparla, ella se merece algo mejor...- Haruka cerró los ojos y agachó la cabeza.
-No sigas por favor, no es verdad, tu eres una gran persona...
-Pero no soy lo que ella necesita. Ella merece un... chico normal- volvió a suspirar -No el remedo de niño que soy...-
-¿Cómo puedes saber lo que necesita? Tu eres maravilloso y cualquier chica querría un novio como tu - colocó una mano sobre el hombro del joven quien volteó y le sonrió tristemente.
-Tu lo haz dicho sirena, un novio, no a mi, una mujer- nuevamente su rostro se tornó serio -sinceramente, Michiru, ¿tu me querrías?- la chica lo vió por un segundo, no sabía qué contestar.
-Yo te quiero Haruka- respondió nerviosamente la niña.
-Pero no más allá de una amistad- Michiru bajó la mirada y no dijo nada más -El silencio otorga, jeje, ya lo sabía. No te preocupes, yo sé que nunca podrías sentir nada más por mi, nadie podría hacerlo, a la gente no le gustan los perdedores- Un nuevo silencio volvió a estacionarse en la habitación, la violinista ya no sabía qué decirle a su amigo para tranquilizarlo. De pronto sonó el teléfono y contestó. Era Lita preguntando si Haruka se encontraba ahí, Michiru respondió afirmativamente. Haruka la veía mientras hablaba por teléfono, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
-Es mejor que me vaya, ya te he dado suficiente molestia por el día de hoy. No te preocupes, sé donde está la salida- respondió con una sonrisa triste y se marchó. Michiru se quedó primero pasmada y después le dijo a Lita que su amigo se iba, se despidió y fue tras él.
-¡Haruka, espérate!- la chica bajó las escaleras corriendo hasta que lo alcanzó y lo tomó del brazo.
-¿Qué pasa?
-Nada, sólo no quiero que te vayas así- se notaba la preocupación en sus ojos azules.
-No te preocupes, voy a estar bien- respondió el muchacho como despreocupado -Ya es tarde y debo regresar a mi casa o intento de jeje- Michiru tomó el rostro de su amigo entre sus dos manos y lo vió fijamente a los ojos.
-Prométeme que no vas a hacer ninguna tontería- Haruka la vió un poco confundido.
-No puedo prometerte nada Michiru- respondió con una sonrisa confidente, abrió la puerta y se marchó. Michiru se quedó con una inquietud en su corazón, no podía decifrar de qué se trataba, sólo que tenía que ver con Haruka y esa sonrisa entre burlona y confidente que disfrazaba la tristeza de su rostro.
-Cuídate- dijo la niña en un susurro.
Haruka se encontraba caminando por el pasillo de su piso dirigiéndose a su departamento cuando Lita lo interceptó.
-¿Estás bien?- preguntó la niña muy preocupada.
-Si- respondió el joven en una voz queda, la cabeza agachada y la mirada fija al piso. La volteó a ver un segundo y después continuó su camino hacia su puerta. Entró a su apartamento, detrás iba la chica viendo cada uno de sus movimientos y entró sin pedir permiso. Haruka se sentó en el sillón, arrojó las llaves sobre la mesa y se quedó ahí callado. La chica de ojos verdes no sabía si debía acercar. -Siéntate, si te quedas ahí parada te vas a cansar
-Gra.. gracias- respondió la niña sentándose en el sillón junto a su amigo. -Fuiste donde Michiru, verdad- dijo Lita tratando de hacerle conversación. Haruka asintió con la cabeza. Otra vez el silencio se apoderó de la habitación, esto ya se estaba volviendo una mala costumbre del día.
-¿Qué pasa Lita? ¿Vas a preguntar algo?- dijo el corredor un poco brusco.
-Es que estaba preocupada por ti... después de lo que pasó en la cafetería- dijo la niña volteando a ver al joven quien la volteó a ver curiosamente.
-¿Te preocupa?- preguntó sarcásticamente.
-Por supuesto que si, eres mi amigo y me preocupas- respondió la niña ahora un poco molesta.
-Pero también eres amiga de Serena, apuesto que ya lo sabías y no me habías dicho nada- dijo el joven molesto.
-No Haruka, yo no sabía nada, en ese momento me enteré- la niña puso una gran cara de tristeza. Haruka lo notó y se sintió mal por haber dudado de su amiga.
-Lo siento, es que ...- el muchacho se llevó la mano a la frente y después se peinó con los dedos como desesperado. Lita comprendió y lo abrazó.
-Está bien, te entiendo- le sonrió y lo abrazó un poco más fuerte. Lita comprendía perfectamente cómo se sentía Haruka, así que trató de llevar una conversación que lo distrajera de lo acontecido esa tarde.
Michiru se encontraba muy preocupada por Haruka, desde ese día en que llegó lastimado de la mano a su casa no había sabido de él, ya habían pasado tres días y no era normal. Hablaba por teléfono a su casa pero la única respuesta era de la contestadora a la cual dejaba cientos de recados para que le llamara pero nunca recibía nada. Iba caminando por un pasillo de la escuela cuando escuchó una melodía de piano, le extrañó porque era hora del receso y se suponía que no había nadie en el edificio, así que decidió investigar quien se encontraba ahí. Abrió la puerta del salón muy despacio para evitar hacer ruido y distraer al músico. Entró lentamente, y vió la espalda de algún joven pero no podía reconocerlo, estaba un poco agachado, prefirió esperar que terminara y así se quedó parada en la puerta escuchando la melodía que era interpretada frente a ella. Era una melodía que jamás había escuchado, tenía una mezcla muy extraña: de repente era muy lenta y tierna y de la nada se volvía enérgica y violenta. El músico empezó a subir la velocidad, era tan rápido que parecería que perdería el control de sus propios dedos, terminando en un gran estruendo que asustó a Michiru. Ella se acercó cautelosamente y se detuvo a unos cuantos pasos del intérprete al notar que estaba temblando. De pronto el muchacho volteó sintiendo la presencia de alguien ahí y vio a la chica parada detrás de él.
-¿Qué haces aquí?
-Eso es lo que debería de preguntarte Haruka- dijo la chica reconociendo a su amigo -¿Dónde rayos te haz metido? no llegas a clases, no contestas mis llamadas...
-Ya, ya, lo sé!- respondió un poco molesto volteando hacia el piano -No soy un bebé- dijo en un tono muy grave. La violinista se acercó y se paró junto a él observándolo.
-Por Dios, ¿cómo puedes estar tocando el piano con la mano así? vas a lastimarte de nuevo- dijo la chica notando que su amigo se había quitado la venda y aún tenía los nudillos morados y un poco inflamados.
-¡Déjame en paz!- dijo levantándose bruscamente del banquillo y quedando frente a su amiga, quien lo vio muy sorprendida. El silencio reinó por unos minutos hasta que Haruka agachó la mirada con remordimiento y se disculpó con su amiga -Lo siento, no fue mi intensión, es sólo que...- antes de terminar de hablar Michiru lo abrazó y el joven no pudo decir nada más. Ella comprendía perfectamente lo que le ocurría, ahora caía en cuenta que no lo veía en el salón porque a la hora del receso se encerraba en la sala de música y tocaba lo que sus sentimientos le provocaran, pasándose horas ahí, y como la clase era después del receso, ya no iba al no percatarse del tiempo que estaba ahí entretenido.
Salieron juntos del salón y mientras caminaban, Haruka se llevó la mano a la cabeza, se sintió un poco mareado y se apoyó con la otra mano en la pared. Michiru lo notó y lo abrazó para evitar que cayera.
-¿Estás bien?- preguntó la chica muy asustada.
-Si, debe ser la falta de sueño- respondió el joven con una sonrisa un tanto sarcástica.
-¿No haz dormido?- ahora estaba alarmada.
-No te preocupes, si he dormido...un poquito- respondió el joven riendo ligeramente, no dando importancia a lo que decía.
-¿Cuánto es un poquito?- preguntó Michiru un poco molesta.
-Este...- Haruka puso cara de "gulp" y no respondió nada.
-Mmmmm... me lo imaginaba- dijo la violinista cruzando los brazos molesta -Haruka, entiende que tienes que cuidarte, debes descansar.
-No puedo...- respondió Haruka agachando la cabeza -cada vez que intento dormir... la veo en mis sueños, revivo muchos momentos con ella y siempre termina en lo ocurrido ese día...- Michiru lo volvió a abrazar.
-Entiendo cómo te sientes y lo que te pasa, pero tienes que dormir, necesitas descansar. Si sigues así te vas a enfermar- la chica trataba de hacerlo entrar en razón. Haruka sonrió.
-Si mamá- dijo el joven sarcásticamente respondiendo al regaño de su amiga -Menos mal que no le dije que no he comido- dijo el chico para sí mismo pero la chica logró escucharlo.
-¡¿No haz comido?!- gritó Michiru. Haruka asentuó su cara de "gulp"
-Bueno, este... algo así...- el muchacho se jaló el cuello de la camisa.
-Eres irremediable- la chica negó con la cabeza -Entiende por favor que tienes que cuidarte, tienes que descansar y comer, esto es una locura
-Es difícil cuando no encuentras una buena razón para hacerlo- dijo el joven tristemente. Su amiga comprendía perfectamente y prefirió cambiar el tema para evitar molestarlo más. Después lo acompañó a su auto, era mejor que se marchara a descansar, pero para asegurarse, la chica fue con él, a pesar de sus protestas. Ella insistió porque sabía que si no lo llevaba de la manita se escaparía a algún otro lado, Lita ya la tenía al tanto que llegaba muy tarde a su departamento. Cuando llegaron, Haruka abrió la puerta dejando pasar primero a su amiga. Se sentaron en la sala y otra vez ese silencio incómodo, que ya se estaba volviendo muy mala costumbre en sus conversaciones, apareció. Súbitamente Haruka comenzó a hablar un poco nervioso.
-Sirena, he estado pensando- dijo el joven seriamente, su amiga lo vió intrigada -voy a irme.
-¿Pero a dónde?- preguntó toda desoncertada.
-Voy a regresar a mi casa... digo, a la casa de mi padre.
-Pero dijiste que no querías verlo
-Pues si, eso era antes de darme cuenta de que él tenía razón... no sirvo para nada y la única forma de tener éxito es haciéndole caso- respondió tristemente el joven.
-¡No puedo creerlo!- dijo Michiru molesta levantándose de su asiento -No puedes rendirte, ¿vas a dejar tus sueños y tus esperanzas a un lado?
-No tengo ni sueños, ni esperanzas... el mundo de ilusión en el que vivía fue pisoteado y ahora veo la realidad tal cual es. No existen los sueños, no existen las esperanzas, mucho menos la confianza o la rectitud, vivimos en una realidad donde se abusa del noble y el más listo saca provecho para tener éxito. El que no friega, se friega, es una ley...- respondió fríamente terminando en un susurro.
-Haruka, no cometas tonterías... eres muy valioso tal cual eres, no te dejes vencer por esto, no caigas en un hoyo por el egoismo de otras personas- dijo su amiga sentándose nuevamente junto a él y tomando su mano lastimada.
-Mira esta mano, creo que tendré que volver a vendártela- sonrió la niña.
-Supongo que si- El joven asintió con la cabeza. De la sonrisa tierna que le había brindado, el rostro de Michiru se tornó serio y lo vió fijamente a los ojos.
-Cuídate mucho, por favor- dijo la niña muy preocupada -En verdad eres una gran persona y no mereces lo que te está ocurriendo, pero tampoco te dejes vencer- Haruka la vió confundido.
-No te preocupes, voy a estar bien. Tengo que ir, es algo que debo hacer. Quiero saber realmente quien soy, qué quiero, si realmente estoy haciendo lo correcto o si sólo soy... un fracaso- la última palabra se apagó en un susurro.
-Creo que más bien quieres enfrentarlo
-Supongo que si
-Entonces hazlo, pero no lo hagas con sumisión, hazlo orgulloso de lo que eres, de quien eres y de lo que crees- Haruka vio a la niña muy sorprendido, en verdad era muy madura cuando debía serlo, era una fasceta nueva de Michiru que no conocía, era muy distinta a la que normalmente presentaba.
-Entiendo... lo intentaré- le dijo con una sonrisa. Ella lo abrazó con una gran sonrisa.
-Gracias
-¿De qué?- preguntó confundido
-Por ser mi amigo y ser una persona tan maravillosa- respondió orgullosa. Haruka se quedó con la boca abierta sin saber que responder y un ligero rubor en las mejillas. Ambos se quedaron ahí un rato platicando de cualquier cosa, la niña tratando de distraer al joven quien luchaba contra sus sentimientos para tratar de apartar su memoria de todo lo que le había ocurrido.
A las orillas de la ciudad de Okinawa se encontraba una gran casa con un jardín enorme a la entrada. Era una mansión elegante, no tanto como la de la familia Kaioh, pero tenía lo suyo. La entrada era una gran puerta de madera tallada y a los lados columnas muy anchas. Se escuchó el timbre en su interior y el mayordomo abrió la enorme puerta, cuando vió al visitante no pudo disimular su sorpresa y alegría.
-¡Joven! ¿qué hace aquí?
-A mi también me da gusto verlo Sho- respondió el muchacho con una sonrisa de satisfacción, había cometido su propósito de sorprenderlo.
-Disculpe... qué bueno que está de vuelta joven Haruka- dijo el mayordomo apenado por su reacción, realmente no se esperaba esa visita.
-No hay problema- dijo Haruka con una sonrisa y entró a la casa, dió un vistaso rápido -Veo que no ha cambiado nada- volteó a ver al señor a su lado. Era un hombre mayor, tenía el cabello grisaseo por las canas y algunas arrugas en su rostro.
-No tiene tanto tiempo que se marchó, joven, apenas unos cuantos meses.
-Si, pero pensé que al menos alguien se preocuparía por pintar las paredes de un color menos... blanco...- dijo bromeando el muchacho. El señor sonrió. En eso apareció una figura en la parte superior de las escaleras.
-¿Quién es Sho?- preguntó dicha figura.
-Es el jo...
-Soy yo! tu hijo perdido!- interrumpió Haruka al señor y se paró al pie de las escaleras con una sonrisa orgullosa.
-Mmmm... Haruka...- dijo el señor Tenoh con un tono desinteresado. Haruka volteó a ver al mayordomo encojiendo los hombros.
-Veo que le dió mucho gusto verme- dijo sarcásticamente guiñando un ojo al mayordomo quien movió la cabeza desaprovatoriamente.
-Sho, ayúdalo a instalarse...- el padre de Haruka era un hombre alto, delgado pero de complexión fuerte, con ojos verdes, cabello castaño donde se asomaban algunas canas y bigote. Bajó las escaleras y se paró frente a su hijo -después, quiero verte en mi oficina- con esas palabras pasó a un lado del joven y se dirigió a su despacho que se encontraba detrás de una gran puerta en otra ala de la casa.
-Después me ves en mi oficina...- arremedó el joven a su padre -¿Cuándo va a entender que ya no soy un niñito?- preguntó el corredor un poco molesto cruzando los brazos y viendo a la dirección donde desapareció el señor. El mayordomo sólo encogió los hombros y se dirigió al auto para sacar una pequeña maleta del asiento trasero.
Inicio: Jueves 1o de Julio del 2004
Fin: Martes 3 de agosto del 2004
Otra disculpa por no subir la continuación antes, no estuve cerca de mi compu en dos semanas y el internet fue prácticamente nulo para mi. Espero ésta semana poder terminar la continuación, si es que mis amigos me dan chance jejejeje... es complicado estar en casa, tu madre te acapara y te pone de chofe y tus amigos te insisten en salir jejejejeje
