Muchas gracias por todos los reviews que me piedieron que continuara y me alentaron jejejeje. Siento mucho no haber actualizado antes pero he estado realmente muy ocupada con la escuela y a parte la inspiración no fue una de mis aliadas en este tiempo. Gracias por esperarme y ojalá les agrade este capítulo.

Capítulo 17

Abrió los ojos y la luz lo lastimaba, trató de enfocarlos logrando observar un techo blanco. "¿Dónde estoy?" se preguntaba. Volteó ligeramente para reconocer la habitación, las paredes eran muy blancas, y el espacio reducido, no era ningún lugar donde hubiera estado antes. Escuchó un contante ruidito a su derecha, era una serie de aparatos que no conocía. Quería levantarse, trató de mover su brazo pero sentía un peso sobre él, era una persona recostando la cabeza sobre uno de sus brazos y la otra mano estaba agarrando la suya. Cuando la movió la persona se levantó rápidamente.

-Al fin despertaste, no sabes el susto que me diste- escuchó una voz familiar. -Michi...ru- dijo con mucho esfuerzo al reconocer la voz de su amiga. Quizo levantarse de nuevo pero un fuerte dolor en sus costillas lo hizo recapacitar. La chica movió la cabeza para silenciarlo.
-Haruka, no te muevas mucho, tienes dos costillas rotas- le dijo retirando un mechón de su frente.
-¿Dónde estoy?- preguntó Haruka un poco desconertado.
-En el hospital -¿Por qué¿Qué pasó?
-¿No recuerdas la tremenda golpiza que te dieron Tai y sus amigos?- preguntó la chica sorprendida.
-Bueno, si... lo recuerdo bastante bien... pero... no creí que fuera para tanto.
-Y¿a dónde pretendías que te llevara en esa condición?- dijo Michiru un poco sarcástica. Haruka rio ligeramente y se detuvo al sentir un dolorcito en el costado. -Eso contesta mi pregunta¿no?
-Supongo que no habían muchas opciones jejejeje...- respondió el joven pasando su mano sobre su costado. -Cuando te desmayaste no sabía qué hacer. Llamé una ambulancia y avisé a Lita...- la chica se detuvo y colocó su mano en la frente -Eso me recuerda que Lita está afuera esperando, voy a avisarle- la chica salió de la habitación para avisar a su amiga. Haruka sonrió tristemente al ver a la chica salir, de no ser por ella otra vez hubiera muerto. Le causó una sensación extraña, no sabía si reir o llorar, si era lo mejor o no.
Una chica de cabello castaño entró apresurada a la habitación y se dirigió a la cama.
-Haruka, qué bueno que estás bien- dijo la chica con lágrimas en los ojos y abrazándolo. El joven sonrió ligeramente. -Lo siento mucho mucho mucho mucho!- repetía la chica constantemente mientras apretaba cada vez más al joven.
-Estoy bien Lita, ay...- dijo el pobre tratando de respirar. Cuando Lita se dio cuenta de lo que pasaba lo soltó y se sonrojó muchísimo. -Lo siento- agachó la mirada y se agarró las manos muy nerviosa. Haruka y Michiru rieron ligeramente.
-No te preocupes, estoy bien, mira- Haruka se sentó en la cama con un poco de esfuerzo pero ahora no hizo ninguna mueca de dolor. -Tarán! Lita y Michiru voltearon a verse, la violinista sólo encogió los hombros y la otra chica sonrió. -Me da gusto que no haya sido tan grave. Pero aún tengo que encontrar a Tai para darle su merecido- Lita golpeó su palma izquierda con su puño derecho haciendo una mueca de enojo -Esto no se va a quedar así.
-No te apures, Lita- Michiru puso una mano sobre el hombro de la joven -Créeme que después de la golpiza que Haruka le puso no le van a quedar ganas de volver a molestar a nadie.
-Esa venda en tu mano también indica que hay un tipo por ahí con un buen ojo morado- dijo Haruka orgulloso de su amiga al recordar cómo se deshizo de su agresor.
En eso, escucharon un gran barullo fuera de la habitación, que de pronto comenzó a temblar. Todos voltearon a verse extrañados y antes de que se dieran cuenta, la puerta del cuarto se abrió violentamente.
-¿DÓNDE ESTÁ!- Haruka, Michiru y Lita voltearon a la puerta asustados -¿QUÉ LE HICIERON A MI QUERIDO HARUKA!- Mina estaba en la entrada gritando desesperada. Entró corriendo y se aventó hacia Haruka y lo abrazó muy fuerte. El pobre ya estaba azul de no poder respirar. Mina lo apretaba cada vez más y más. De pronto aparecieron unos enfermeros en la puerta todos desaliñados y agitados, de atrás de ellos, se abrió camino una enfermera toda despeinada.
-¡Al fin la alcanzamos!- dijo la enfermera muy molesta. Mina volteó a ver a los recién llegados y una gran gota de sudor apareció en su frente. Haruka hacía señas para que lo soltara pues ya no podía respirar. La chica se percató y riendo nerviosamente lo soltó.
-Dios, este es el día de ahorquen a Haruka o qué pasa- preguntó el corredor sobándose el cuello. En eso, los enfermeros se acercaban a Mina, pero ella dio un salto sobre Haruka y se puso atrás de él, usándolo como escudo.
-¡ALTO!- gritó Michiru interponiéndose entre Haruka y los enfermeros. Todos se quedaron inmóbiles. -¿Qué rayos está pasando aquí?- preguntó la chica molesta.
-Esta niña llegó gritando como loca y se metió corriendo a las habitaciones, perturbando la paz de este HOSPITAL- dijo la enfermera recalcando la palabra hospital. Mina se asomó sobre el hombro de Haruka con ojitos de "yo no fui". Lita y Michiru negaron ligeramente con la cabeza desaprovando a su amiga, a quien le apareció una gota gigantesca de sudor en la frente. Después, aparecieron en la puerta Ami y Rei.
-¡Al fin te encontramos!- dijo Ami aliviada. Rei notó a los enfermeros molestos y se dio cuenta que Mina había hecho algo que no debía.
-Que bueno que te encontramos- dijo la pelinegra caminando hacia la rubia quien la vio extrañada, pues creyó que su amiga iba a gritonearle como era buena costumbre. -No se preocupen por ella- dijo a los enfermeros -Nosotras nos encargamos de ella- le dio unas palmadas en la cabeza como si fuera un perrito y la rubia levantó una ceja molesta. Iba a hacer un comentario sobre la acción de su amiga pero antes de que se le ocurriera abrir la boca, Ami comprendió lo que pasaba por la mente de Rei.
-Dándole su medicamento es inofensiva- dijo Ami a los enfermeros con una gran sonrisa de oreja a oreja para tranquilizarlos. La enfermera no estaba muy convencida, dio una mirada a la rubia.
-Está bien. Le permitiremos que se quede pero bajo SU responsabilidad- señaló con una pluma a Rei y Ami, a quienes aparecieron unas gotitas de sudor y asintieron con la cabeza repetidamente. -Espero no se repita ese comportamiento, no quiero escuchar ni un solo grito en ninguno de mis pasillos- dijo la enfermera amenazadoramente. Después de eso salieron de la habitación dando una reverencia antes de desaparecer a través de la puerta. Ami, Rei y Mina dieron un gran suspiro de alivio y en ese momento volvió a asomarse la enfermera para checarlas. -Más vale que todo esté en calma¿entendido?- las chicas volvieron a mover la cabeza afirmativamente muy rápido y después la enfermera se marchó. Haruka, Michiru y Lita voltearon a verse por unos segundos y no resistieron más, explotaron en un ataque de risas. Mina, Rei y Ami también se voltearon a ver extrañadas, no entendieron qué les había causado tanta risa.
-No es posible que hasta en un hospital causen alboroto- dijo Lita entre risas, tomándose el estómago. -Todo fue culpa de Mina, que no quizo esperar unos segundos para que la enfermera nos informara dónde estaban- dijo Rei cruzando sus brazos y dando una mirada de desaprobación a su amiga.
-Hey, hey, hey!- dijo Mina con un tono de ofendida -no es mi culpa que la enfermera sea una lenta, gruñona y amargada que no quería decirme dónde estaba mi querido Haruka- respondió la rubia abrazando al corredor del cuello. Una gran gota apareció en la frente del joven.
-Ya iba a decirnos! se tardó un segundo en buscar en la computadora, pero tu saliste corriendo y gritando como loca!- respondió Rei furiosa, levantando los brazos y viendo a Mina con llamitas en los ojos. Mina abrazó más fuerte a Haruka.
-Ruka, sálvame de la sacerdotiza endemoniada!- gritó la chica del moño rojo, señalando a la otra chica que poco le faltó para echársele encima y morderla. -Ya tranquilas las dos, por favor... Mina, debes de ser menos desesperada y Rei, debes de dejar de ser tan gruñona- dijo Ami tratando de calmar a las chicas, quienes voltearon a verla con furia en los ojos. -Por eso digo que mejor me callo- Ami dio unos pasos para atrás, hasta alinearse con Lita y Michiru, quienes no disimulaban lo divertidas que estaban con la escena.
-Oye... Mina...- dijo Haruka con un poco de trabajo.
-Si, dime mi cielo, mi amor, mi vida, guapote...- respondió Mina con un tono de mamá apapachando a su hijo.
-Este... podrías soltarme tantito... es que la última noticia del doctor fue que respiraba para vivir...- en ese momento la rubia soltó a su amigo y él dio una gran bocanada de aire.
-Y también podrías bajarte de la cama, digo, Haruka está lastimado y tu inmenso cuerpo abarca toda la cama!- dijo Rei a Mina jalándola del brazo para que se bajara. -Niñas!- dijo Lita un poco molesta -Estamos en un hospital y tenemos a un amigo lastimado, un poco más de cordura por favor- Rei y Mina se sorprendieron por lo que les dijeron. Mina se bajó de la cama calladita, y se quedó parada junto a la pelinegra. Ambas se apenaron mucho, agacharon la cabeza y pusieron expresiones de perritos regañados. -Ya ven, no es tan difícil comportarse.
-Lita se porta muy mamá, verdad- le susurró Mina a Rei.
-Si... le está afectando eso de ser la mayor- respondió la pelinegra quedamente. Una gota gigante apareció en la frente de Lita y negó con la cabeza. -No se apuren, chicas- escucharon una voz que venía de atrás de ellas. Voltearon a ver a Haruka quien les dio una linda sonrisa -Gracias por preocuparse por mi- Las dos niñas se sonrojaron mucho y luego se acercaron a él. -¡Perdónanos!- dijeron las dos al mismo tiempo con lagrimitas en sus ojos. El corredor puso cara de sorpresa, no se esperaba esa reacción.
-Haruka, queremos pedirte disculpas por lo que ocurrió con Serena- volteó a ver a Ami, quien se acercaba a él con una expresión de tristeza. Haruka se volvió serio y observó atentamente a la chica -Nos sentimos muy apenadas por lo que pasó... realmente nunca quisimos lastimarte o mentirte. Estábamos en un gran dilema y...- antes de que continuara Haruka alzó un brazo como para pedir la palabra. Ami lo vio sorprendida y lo dejó hablar.
-No digas más niña- el joven le dio una sonrisa triste -Entiendo la clase de situación por la que estaban pasando. Ustedes tenían que ser leales a su amiga y bueno, a este tonto apenas lo conocían.
Ami, Rei y Mina lo vieron sorprendidas, pensaban que probablemente iba a molestarse muchísimo y terminaría diciéndoles que las odiaba y todas esas cosas que la gente enojada decía. -Al principio me enfadé muchísimo, debo admitirlo. Pero lo he pensado y analisado mucho... qué otra cosa podían hacer. Todos quisiéramos las respuestas de todo pero no es posible, nadie las tiene- El chico agachó un poco la cabeza con una expresión de tristeza -Serena tomó su decisión, fuera o no la acertada, fue la que tomó y no hay marcha atrás.
-Pero nosotras pudimos actuar distinto... si hubiéramos.
-Shhhh...- Haruka la silenció antes que continuara -El hubiéramos, el tal vez, el y si, el pudimos no existen... son frases que se inventaron para escusarnos y lamentarnos por las cosas que jamás serán.
-Pero Haruka...- Rei trató de decir algo pero el joven negó con su cabeza.
-Chicas, si esto les mortifica tanto...- el corredor sonrió tiernamente -Las perdono de cualquier cosa que quieran, hasta las absuelvo de sus pecados.
-Gracias- dijeron las tres dando una reverencia, sonriendo muy contentas. Después las tres se abrazaron y comenzaron a brincar emocionadas. El joven volteó donde Michiru y ella le dio una sonrisa de aprovación por su acción. Pasaron el resto de la tarde platicando y molestándose entre ellos, como era buena costumbre. Eso hizo olvidar al corredor un poco del dolor, tanto físico, como emocional, que sentía. Siempre que estaba con sus amigas se sentía muy bien, a pesar de todo. Sabía que las niñas no eran mal intensionadas, y su único pecado era ser amigas de ambos. Obviamente muchas cosas iban a cambiar en su relación pero no había nada que le impidiera seguir tratándolas. La hora de las visitas terminó y la enfermera entró a despedir a las chicas.
-Bueno niñas, ya tienen que retirarse. El paciente tiene que descansar- La señorita de blanco señaló la puerta a las niñas. La última en la fila era Mina a quien la enfermera empujó, algo que quería hacer desde el momento en que entró corriendo y gritando.
-¡Oiga!- dijo Mina molesta por el empujón -Con cariño...- la enfermera sonrió, después de todo lo que la hizo rabiar en la tarde, ahora le parecía simpática esa extraña jovencita con el gran moño en la cabeza. -¡No se vale!- dijo Rei molesta -¿por qué ella si se puede quedar?- preguntó la chica señalando a Michiru quien seguía parada junto a la cama de Haruka.
-¡Es verdad!- gritó Mina notando lo mismo.
-Porque la señorita está autorizada por el doctor para quedarse cuanto tiempo desee- contestó la enfermera revisando una lista que traía. -Bah!- Mina y Rei hicieron puchero -no se vale -Ya, ya- dijo Lita con una gota de sudor en la frente -mañana venimos a ver como sigue Haruka.
-¡SI!- gritaron las dos al mismo tiempo alzando los brazos triunfales. Lita rió nerviosamente al ver la expresión de enfado en la enfermera por el nuevo disturbio que las niñas empezaban. -Este, mejor me las llevo ya. Buenas noches a todos. Mañana nos vemos- dijo la chica de cabello castaño con una sonrisa -Cuídalo bien Michiru. Adiosito- Michiru asintió la cabeza y sonrió. Después de eso las niñas salieron, cerrando la puerta detrás de ellas. Haruka rió ligeramente por las locuras de sus amigas.
-Que lindas son- dijo Michiru con una gran sonrisa acercándose a su amigo y retirando un mechón de cabello de su frente. Él le devolvió la sonrisa y se recostó sobre la almohada recargada en la cabecera para no cansarse mucho. -Esas niñas están bien locas- comentó el corredor sobándose el maltrecho cuello.
-Definitivamente hoy fue el día de ahorquen a Haruka- Michiru se burló un poco de su amigo quien sonrió. -Creo que voy a necesitar collarín después de sus visitas- el corredor empezó a reirse y la violinista sonrió. -Lástima que tuvieron que irse. La verdad me divierto mucho con ellas cerca.
-Si, lo sé. Pero recuerda que estás muy lastimado y tienes que descansar- señaló Michiru poniendo una mano sobre el estómago de su amigo, recordándole que no estaba ahí por gusto. De pronto un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Haruka sabía lo que venía y no le iba a agradar en lo más mínimo.
-Ruka, ahora sí... ¿vas a decirme qué fue lo que sucedió?- preguntó Michiru muy seria -Fácilmente podías deshacerte de esos tipos, aún lastimado lo hiciste... ¿por qué permitiste que te hicieran esto?- la chica lo veía muy preocupada. El joven agachó la mirada para evitar la de su amiga, tenía una mezcla de sentimientos que no podía explicar.
-No lo sé- respondió esperando que ella dejara de insistir, pero sabía que esa no era una opción. -¿No sabes?- preguntó la violinista sorprendida -¿No sabes por qué permitiste que unos brabucones te golpearan hasta casi matarte?- la chica estaba molesta por esa respuesta, ella conocía a su amigo perfectamente y sabía que lo ocurrido fue porque él lo permitió. Haruka mantenía la mirada fija en sus manos que apretaban fuertemente las sábanas blancas, no quería contestar ninguna pregunta sobre lo acontesido, el simple hecho de recordarlo le dolía hasta el alma. -Michiru, déjame en paz- dijo el joven en una voz queda y suplicante. La violinista comprendió pero no iba a permitir que su amigo guardara todos esos sentimientos como lo hacía siempre, sabía que el dolor, la frustración y la desconfianza estaban carcomiendo poco a poco su alma.
-Haruka, no importa cuánto y cómo me lo pidas, no dejaré de insistir- Michiru colocó su mano sobre las de su amigo que no soltaban las sábanas. No hubo ningún cambio en la actitud del joven. -Por favor...- dijo el joven en un susurro.
-No Haruka- dijo firmemente la chica -Esta vez no. La respuesta lo sorprendió mucho y su rostro no lo disimuló. -No voy a dejar que te quedes con todo esto guardado, así que será mejor que me digas qué pasó- Haruka sabía que cuando su amiga se proponía algo, no descansaba hasta obtenerlo y al parecer esta no iba a ser la excepción. Se quedó callado por unos segundos que parecían la eternidad, luchaba una batalla interna entre decirle o no lo que lo estaba atormentando y lo que lo orilló a permitir todo lo que pasó. Finalmente se decidió -Está bien Michiru, te lo diré- dijo el joven rindiéndose y viendo a su amiga fijamente a los ojos.

Miércoles 25 de mayo del 2005