En el salón de clases, Haruka se encontraba esperando la llegada de su amiga, sentado en el lugar de siempre, la esquina más recóndita. Tenía la cabeza recargada en su mano izquierda y en la otra mano jugaba con un lápiz; trataba de mantenerlo en equilibrio sobre su dedo índice. Se distrajo y el lápiz cayó. Fue entonces que vio el reloj y se dió cuenta que la clase estaba a punto de comenzar, en cualquier momento el maestro aparecería y su amiga todavía no llegaba. Recordó todas las veces que él llegó tarde y siempre le tocaba una gran regañiza y quedarse parado en el pasillo por una larga hora. El profesor entró y la violinista aún no aparecía. Ahora si, Haruka estaba muy preocupado, pues no era común que ella faltara a clases, más bien, NUNCA había faltado. Vió nuevamente su reloj, habían pasado diez minutos desde que el profesor había llegado y no había ninguna señal de la chica. Haruka se desesperó, tomó su mochila y se dirigió a la puerta.
-¿Qué crees que estás haciendo?- escuchó Haruka al profesor cuando se encontraba bajo el marco de la puerta.
-Pues, no creo, estoy saliendo- rectificó el joven enfatizando el "estoy".
-Si sale del salón ni piense en regresar por una semana, señor- dijo furioso el maestro. Haruka asintió con la cabeza, sonrió confidente.
-Nos vemos el próximo Miércoles- dijo mientras salía del salón dejando al maestro y sus compañeros con la boca abierta.
Haruka trató de comunicarse con Michiru por su celular, pero al parecer estaba apagado. Eso era aún más raro, una mujer sin celular, y peor ella, era imposible. Habló a su casa y el mayordomo le dijo que él la había dejado en la puerta de la escuela como siempre, pero no la había visto con mucho ánimo. Eso preocupó más al joven, quien ahora tenía una pista y tenía que encontrar a su amiga rápidamente. El corredor se encontraba en el patio central de la escuela y empezó a cuestionarse.
-Si tu fueras Michiru¿dónde te meterías?- se preguntó a sí mismo llevándose la mano a la barbilla, pensativo. -Veamos, si me siento triste hago lo que me gusta y conociéndola, puede estar en tres sitios, la alberca, el salón de música o el de pintura- el chico lo meditó unos momentos -¡Ya sé!- corrió a las escaleras.
En la azotea de la escuela, se encontraba una chica de cabello acuamarina viendo hacia el horizonte. Una mano agarraba la malla y la otra acomodaba el cabello que volaba por el viento, tras su oreja. Una mirada melancólica fija en el mar, que apenas se alcanzaba a asomar, después de la mancha urbana. Era un edificio muy alto, podía ver casi toda la ciudad desde ahí. Era su lugar preferido para meditar, un lugar privado al que nadie más se atrevía a llegar. La chica dio un suspiro y cerró los ojos, agachando la cabeza un poco. Estaba tan metida en sí misma y sus pensamientos que nunca sintió una presencia acercarse por detrás. Volvió a la realidad al sentir una mano sobre su hombro. Al principio se asustó, pero rápidamente se calmó porque sabía perfectamente de quien se trataba sin tener que voltear a verlo.
-Sabía que estarías aquí- escuchó una voz conocida detrás de ella. Levantó la cabeza y abrió los ojos.
-Haruka- la chica sonrió sin apartar la mirada del horizonte. -¿Cómo me encontraste.
-Pensé en los lugares obvios donde podrías estar pero... tu no eres una persona obvia así que tenías que estar en el lugar donde a nadie se le ocurriría- respondió con una sonrisa.
-Ingenioso- dijo la chica sonriendo tristemente -Me gustaría que otras personas fueran así de ingeniosas como tu- la violinista dio un suspiro. El chico la vio preocupado, algo le había ocurrido a su amiga, y no había sido nada agradable.
-Sirena¿qué pasa?- preguntó Haruka parándose junto a la chica y buscando sus ojos sin éxito.
-Nada- respondió simplemente la chica. El joven no le creía ni tantito y decidió insistir.
-A ver... faltas a clases, te encuentro en un lugar solitario, tienes cara de se acaba de morir mi pececito dorado y me dices que no te pasa nada!- dijo el corredor en un tono un tanto alterado.
-El tacto no es tu fuerte, verdad- dijo la chica volteándolo a ver con una cara de pocos amigos. Haruka puso cara de gulp y tragó saliva.
-Lo siento- el chico se llevó una mano a la cabeza apenado.-Lo que pasa es que me preocupas...- agachó la cabeza apenado.
-No, discúlpame a mi, no me siento bien- dijo la chica sintiéndose culpable por haber regañado a su amigo.
-No hay problema, todos tenemos derecho a sentirnos mal de vez en cuando. Siempre me estás soportando, ya es tiempo de que yo te apoye... ¿no lo crees?- dijo el joven con una sonrisa tierna, tratando de animar a su amiga a no encerrarse.
-Gracias- dijo la violinista devolviendo la sonrisa.
-Ahora si me dirás qué te ocurre o voy a tener que torturarte- dijo el chico con una sonrisa malévola.
-No veo que traigas ningún instrumento para poder torturarme- respondió la chica con una sonrisa confidente.
-No necesito ningún instrumento de tortura- Haruka se acercó lentamente a la chica, quien lo vio extrañada y dio un paso atrás. -tengo mis dos manitas para hacerte cosquillas- dijo el joven levantando sus manos, acercándose a ella amenazadoramente.
-No tengo cosquillas- sonrió la chica triunfal. Una gota de sudor apareció en la frente del chico.
-¡Rayos!- dijo molesto. Se llevó la mano a la barbilla, pensó unos momentos otra táctica -¡Si!- dijo chasqueando los dedos. Michiru lo vio extrañada, levantando una ceja. -Voy a cantar...- el joven tomó aire para empezar cuando la joven se acercó a él apresuradamente y puso una mano en su boca para callarlo.
-¡No!- dijo la chica asustada -Eso si es una tortura.
-Entonces me vas a decir qué ocurre- preguntó el joven tomando la mano de la chica.
-Está bien- respondió Michiru tornándose un tanto seria. -Ayer recibí un correo de Ryo.
-¿Ryo¿tu novio?- preguntó el chico tratando de recordar al joven. Ella asintió con la cabeza afirmativamente.
-Me preguntaba una serie de cosas muy extrañas. ¿Qué pensaba sobre la distancia¿Qué esperaba de él y de lo nuestro, cosas así... y al final decía que él sentía que esta relación era un juego porque nunca podíamos vernos, ni estar juntos- la chica se puso muy triste y sintió como un nudo se le formaba en la garganta. Haruka se dio cuenta de ello y la abrazó.
-Tranquila...- le dijo al oido.
-Pensé que todo iba bien. Hablábamos diario, ya fuera por teléfono o por chat. Diario nos escribíamos... sabíamos que esta no iba a ser una relación sencilla por la distancia... él está en Hiroshima estudiando y yo aquí, en Tokio... Estuvimos de acuerdo con esto y ahora me sale con que no puede sostener una relación a distancia...
-Calma Sirena. Uno siempre cree poder hacer ciertas cosas y a la mera hora te das cuenta que no es así. Nos sobreestimamos y nos frustramos al darnos cuenta que no podemos. Es muy probable que eso haya ocurrido con él- dijo Haruka, tratando de crear alguna respuesta lógica para su amiga que la tranquilizara.
-Él me dijo que me amaba y que era lo único que necesitábamos...- las lágrimas comenzaron a escapar de los hermosos ojos azules de la violinista, lo que hizo estremecer el corazón del corredor.
-En esta vida, el amor no es suficiente- dijo el joven un tanto serio -No importa cuánto ames a alguien, existen mil y un factores externos que están fuera de tu alcance y que impedirán que esten juntos y que sean felices. Uno de los peores es el temor- Haruka vio a los ojos a Michiru.
-Haruka...- dijo la chica quedamente, viéndolo sorprendida.
-Es muy probable que tuviera miedo. Es natural. La distancia provoca desconfianza, genera frialdad en la relación y por lo tanto, una separación, aún cuando se comuniquen diario, no es lo mismo a que se encuentren de frente.
-Eso no es un motivo- respondió la chica un tanto molesta.
-Yo, mejor que nadie, sé que nada es más importante que los sentimientos, que el amor. Y no existe ningún motivo más grande que el amar a una persona... Ni el miedo, ni la distancia, ni los prejuicios, ni nada, debería superar lo que sientes, pero eso es sólo hipotético... y sólo pocas personas realmente comprenden el amar como la máxima razón de vivir y de vivir por otros.- Haruka sonrió tristemente. -Michiru, tu eres de esas pocas personas especiales y quienes nos tocó amar no lo son. Es triste pero es la realidad- terminó el joven abrazando fuertemente a su amiga, quien devolvió el abrazo y apoyó su cabeza en el hombro de su amigo.
-La vida es muy irónica- dijo Michiru entre sollozos.
-Lo sé preciosa, pero no tenemos más remedio que aguantarnos- respondió el joven viendo a los ojos a su amiga -Voy a ayudarte como tu me haz ayudado. Vas a salir de esto y siempre estaré contigo.
-Gracias- respondió tímidamente la chica sonriendo ligeramente. Se quedaron viendo por unos momentos sin decir nada. En eso, Michiru tomó una de las manos de Haruka y le sonrió. Él la vio curiosamente.
-Sabes, me gustan mucho tus manos- dijo la violinista llevando la mano de su amigo a su mejilla. El joven no supo qué decir, estaba sorprendido del comentario y más de la acción.
-Gra... gracias... supongo- respondió nerviosamente Haruka sintiendo que se volvía de todos colores. Michiru rió ligeramente y lo abrazó.
-Siempre lo he dicho, eres muy gracioso- dijo la chica sonriendo.
-Y yo insisto en que para ti voy a tener cara de payaso siempre- dijo Haruka con una sonrisa de resignación. La joven empezó a reir por el comentario. -Sabes, eres increíble- dijo el corredor sorprendido por la chica.
-¿Por qué lo dices?- preguntó intrigada Michiru. Haruka la observó por unos instantes.
-Simplemente lo eres- respondió el joven encogiendo los hombros -¿Qué puedo decir? Cuando estoy seguro de que te conozco, que ya no hay ningún otro misterio, me sorprendes con tu fortaleza, con alguna ocurrencia... con tu belleza- dijo el joven sonriendo. La chica no sabía qué responder, ahora si la había agarrado de sorpresa con ese comentario.
-Gracias- fue lo que se le ocurrió responder. Rió ligeramente -Creo que cualquier relación siempre debe de estar llena de sorpresas o sino se volvería monótona o aburrida- dijo Michiru con una sonrisa pícara.
-Por eso me gusta estar contigo. Nunca me aburro- respondió Haruka guiñándole un ojo a su amiga. Depronto escucharon el timbre de la escuela y se asomaron al patio donde los chicos salían al cambio de salón.
-Es cierto, deberías de estar en clases- dijo Michiru cayendo en cuenta.
-¿Debería?... Deberíamos, tu también tienes clases- respondió Haruka con un poco de sarcasmo. -Aunque no voy a tener clases como en una semana- dijo rascándose la cabeza.
-¿Qué¿Pero por qué?- preguntó Michiru sorprendida.
-El profesor me suspendió por salirme del salón después de que el llegó- respondió Haruka encogiendo los hombros -Ya ves que siempre ha traido algo contra mi.
-¿Pero por qué te saliste? Tu sabes que el profesor está amargado y a ti te trae entre cejas- dijo la violinista preocupada.
-Lo sé, pero mi amiga es más importante que una estúpida suspención- dijo el corredor guiñándole un ojo. Michiru negó ligeramente con la cabeza.
-Ay Ruka, estás bien loco- dijo la chica riendo ligeramente.
-Pero así me quieres¿no?- dijo el joven abrazando a la chica.
-Lo tengo que pensar seriamente- vio a su amigo con una cara muy seria, tanto que el corredor se la creyó y puso una cara de susto que al verla, Michiru no se aguantó la risa. -¡Te la creiste!- dijo la chica entre risas. Una gran gota de sudor apareció en la frente de Haruka y riendo, negó ligeramente con la cabeza.
-Dios, eres incorregible- dijo el joven -Mejor vamos a algún lugar a desayunar, yo invito.
-Me parece bien- dijo la chica tomando la delantera -Así si te quiero- dijo desde las escaleras y comenzó a bajar. Haruka se sonrió y fue tras ella.
Haruka llegó a su apartamento y se encontró a Lita dirigiéndose hacia él.
-Hola- saludó la chica con una sonrisa, que rápido se tornó en una expresión de preocupación al notar que su amigo no tenía un buen semblante.
-¿Qué hay Lita?- preguntó el joven un tanto desanimado y abriendo la puerta de su casa.
-Eso debería de preguntarte a ti. ¿Qué te pasó¿Por qué esa cara tan larga?- dijo la chica entrando al departamento con el joven.
-Michiru está triste porque su novio cortó con ella por mail- dijo Haruka resumiendo la historia. Lita se sorprendió de la noticia y no pudo disimularlo en su rostro.
-¿Qué¿Está loco?- dijo la chica un poco molesta.
-No sé si loco, pero al menos es bastante inseguro el muchacho- respondió el corredor encogiendo los hombros. -Ni siquiera tuvo el valor para decírselo por teléfono, ya no digamos de frente.
-¡Qué tonto!- dijo la chica cruzando los brazos y sentándose de golpe en el sillón. Meditó un momento y súbitamente una sonrisa empezó a formarse en su rostro.-¿Sabes lo que eso significa?- dijo Lita un tanto emocionada. Haruka la vió extrañado levantando una ceja. -Ahora ya tiene oportunidad con ella- dijo la chica aplaudiendo de felicidad.
-No lo creo- respondió Haruka un poco serio -Ya les dije muchas veces que a ella no le intereso más que como amigo.
-Eso era cuando tenía novio, pero ahora es distinto- respondió Lita tratando de animar a su amigo.
-Si, pero aunque hayan cortado, ella aún lo quiere. Además ella jamás se va a interesar en mi. Es mejor que todos nos hagamos a la idea y dejemos esa locura en paz- dijo Haruka resignado. Lita se entristeció, pues creía que sus amigos terminarían juntos. Parecían el uno para el otro, pero todo indicaba que Haruka ya no haría el intento.
Michiru se encontraba en su habitación tocando una triste melodía en su violín. Era una tonada melancólica cuyas notas dictaban su corazón a sus dedos que diestramente obedecían. Estaba muy concentrada, al grado que nunca notó cuando se abrió la puerta de su habitación, ni al visitante que se encontraba parado bajo el marco. Con los ojos cerrados, la chica siguió tocando, pero misteriosamente la melodía se fue tornando un poco más tranquila y tierna. De pronto se detuvo, bajó el violín y se puso pensativa, fue muy extraño que súbitamente cambiara su estado de ánimo. Unos aplausos detrás de ella la devolvieron a la realidad, volteó y sonrió al reconocer a la persona de quien provenían los aplausos.
-Esa melodía es nueva- dijo el joven entrando a la habitación, acercándose a la chica.
-Estoy sacando cosas nuevas para mi próximo disco- respondió la joven dirigiéndose a su cama, donde estaba el estuche de su violín.
-Eso sonaba muy bien... me gustó- dijo el corredor parándose junto a la cama viendo a la chica guardar el instrumento. -Eres muy buena. supiste llevar la melodía a través de una melancolía un tanto sombría a una ternura acogedora- dijo Haruka metiendo las manos en los bolsillos y no perdiendo ningún movimiento de su amiga con la mirada.-y... ¿Ya tiene nombre.
-Resignación... podría ser... realmente estaba tocando como me sentía- dijo la chica acercándose a su amigo y viendo sus ojos. -Fue extraño, cuando comencé me sentía triste... melancólica jeje- dijo la chica con una sonrisa triste -pero de pronto me sentí ... bien, tranquila. Tal vez ya estoy aceptando lo que pasó.
-Es lo mejor, Sirena- dijo el joven dando a la chica una sonrisa de soporte. Ella respondió encogiendo los hombros.
-Sabes, he estado pensando mucho en esto y creo que simplemente no nací para este tipo de cosas- dice la chica sentándose en la cama. Su amigo la vio extrañado y se acercó a ella, quedando parado frente a ella.
-¿A qué te refieres?- preguntó el joven levantando una ceja.
-Que las cosas del amor no son para mi- respondió la chica levantando el rostro para ver a su amigo.
-Ahora resulta- dijo sarcásticamente el joven -Eso es lo que yo debería de decir. Estoy mucho peor- rió el joven ligeramente. La violinista sonrió.
-Te pasas- dijo la chica negando con la cabeza desaprobando el comentario de su amigo. -Si lo desearas tendrías a cualquier chica de la escuela. Todas te idolatran.
-Pero yo no quiero a ninguna niña de la escuela- respondió Haruka con una expresión un tanto de molestia -La persona que me interesa está muy lejos de mi alcance.
-La vida es irónica- dijo Michiru un tanto seria -No importa que tengas todo lo que cualquier persona desearía, nunca tienes lo que realmente quieres- terminó la chica en un susurro.
-¿Y qué es lo que quieres?- preguntó el joven un tanto intrigado.
-Pensé que quería a Ryo... pero simplemente me di cuenta que no es para mi- respondió la chica agachando la cabeza en señal de derrota -Soy muy tonta para esas cosas, es mejor que me rinda y me concentre en cosas mucho más importantes en la vida.
-Es un poco drástico que hables así¿no lo crees?- dijo el corredor hincándose frente a la chica para quedar casi a su altura -Estás descepcionada, pero no vale la pena que renuncies a una nueva posibilidad porque te tocó un cobarde que no fue capaz de hablarte claro y frente a frente- dijo el joven un poco molesto.
-Tal vez tengas razón- contestó la violinista muy triste. -Pero me doy cuenta que no soy suficiente para una persona, no fui suficiente para pelear y la verdad, nunca he tenido amigos, nunca he sabido relacionarme mucho con la gente, por eso creo que no hay posibilidades para mi- dijo la joven encogiendo los hombros, resignándose.
-Eso no es verdad. Hay gente a la que le agradas y existe alguien a quien le importas mucho- dijo Haruka tomando las manos de la chica y sonriéndole tiernamente.
-Ruka, qué cosas inventas- dijo la violinista incrédula de lo que oía.
-No estoy inventando, lo sé- dijo muy seguro el joven.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de algo así?- preguntó la chica con un tono incrédulo y riendo ligeramente. De pronto un silencio cayó sobre la habitación, pasaron algunos segundos antes de que Haruka volviera a decir algo.
-Michiru... me gustas mucho- dijo el chico viendo directamente a los ojos de la joven. La chica se quedó sin palabras, lo vio con el rostro lleno de sorpresa y la boca medio abierta. El joven, al notar la expresión de su amiga agachó la cabeza apenado. Un silencio incómodo se estacionó en el cuarto hasta que Michiru lo rompió.
-No sé qué decir... Haruka... yo...- la chica buscaba palabras adecuadas pero no tenía idea de qué responder ante esa confesión. El joven se dio cuenta del asombro de su amiga, no sabía si era bueno o malo, no podía leer su expresión. Se levantó y se dirigió a la puerta. Ya parado bajo el marco volteó a ver a su amiga con una sonrisa triste.
-No te preocupes Michiru, tus ojos ya me lo dijeron todo- agachó la cabeza, negó levemente y después se marchó, dejando a la joven impresionada, sin saber qué hacer, sin saber si salir corriendo tras de él o dejarlo partir.
Inicio: Martes 21 de Junio de 2005.
Fin: Lunes 27 de Junio de 2005.
