CAZA EN EL LABORATORIO
3º Parte: El Triangulo
Severus despertó al colarse entre las cortinas un fino rayo de sol. Esa noche no había podido dormir hasta pasadas las cinco de la madrugada y ahora se sentía muy cansado. Se ducho y se arreglo para bajar a desayunar. Intento animarse un poco pensando en que esa tarde iba a poder salir de ese caserón para comprar ingredientes, pero ni la perspectiva de salir de allí le animaba.
Ya llevaba cuatro días allí y se sentía como en una prisión. Si no fuera por el dinero, ya lo hubiera dejado todo. Pero debía quedarse con los Malfoy. Por lo menos s consolaba recordándose que no había coincidido con Lucius desde el primer día. Aunque en el fondo le hubiera gustado encontrarse con él. Había llegado a sentirse tan solo en esos días...
Llego al comedor donde ya le esperaba el desayuno en la mesa. Como cada día, no había nadie. Ya se había acostumbrado a estar solo. "Que alegre es esta casa", pensó con amargura. Miró el plato que tenía delante y enseguida lo aparto. "A cualquiera se le va el hambre con este ambiente. Si por lo menos tuviera un poco de compañía..."
Se tomo el café con desgana y salió de allí. Se fue a las mazmorras, lugar en el que se sentía más a gusto. Por lo menos allí tenía la cabeza ocupada con su trabajo y se olvidaba de donde estaba. Deseaba terminar lo antes posible la poción para poder volver a su casa y a su vida que, desde que estaba allí, se había congelado. Pero después de largos días de investigación y de experimentación, no había adelantado ni lo más mínimo. Quizás no era el más idóneo para ese trabajo, pero como buen Slytherin que era, su orgullo no le iba a dejar rendirse.
Severus se puso a trabajar y así estuvo durante algunas horas hasta que apareció Lucius por la puerta. Le sorprendió verle con una bandeja en las manos.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Severus.
-Pensé que tendrías sed y te he traído un poco de refresco.-Lucius dejo sobre una mesa la bandeja y le acercó uno de los vasos.
-No hacía falta que te molestaras. Los elfos ya se encargan de eso.
-Era una excusa para venir. La verdad es que no tenía nada mejor que hacer. Además, tu a debes estar un poco aburrido de estarte todo el día aquí.
-...-
-Así que descansa un rato y hazme un poco de compañía. Lucius se sentó en una silla y hizo un gesto para que el otro se sentara a su lado.
Severus hizo le decía y se sentó a su lado. Tampoco le iba a pasar nada por estar un rao con él. Los siguientes minutos los pasaron en silencio tomándose sus refrescos. De vez en cuando se dirigían discretas miradas el uno al otro. Finalmente, Lucius rompió el silencio.
-¿Cómo va la poción? ¿Has adelantado mucho?
-Sigue más o menos como el primer día.- contestó con voz cansada.
-Que lástima.- Otra vez silencio.
-Y ¿qué habéis hecho estos días? La casa estaba muy vacía.- pregunto Severus incomodo por tanto silencio.
-Mi padre y yo fuimos a visitar a la familia Black.- dijo Lucius con desprecio ante el apellido.- Ya sabes, la de Bellatrix y Narcisa. Narcisa iba a tu cuso, ¿verdad?
-Sí.- contestó secamente. Nunca le había caído bien esa chica y cuando escuchó que había estado con ella, sintió una especie de rabia.- Así que es ella, ¿no? Tu prometida, quiero decir.
-¿Cómo sabes eso? Todavía no se ha hecho público. "Parece que esta celoso, eso es bueno para mi plan."
-Me lo contó tu padre. Me dijo que no hiciera nada contigo que pusiera en peligro tu futuro matrimonio. No me dijo con quien, pero no era difícil de imaginar.
-¿Te amenazó?
-Algo así.
-Y tú, ¿qué le dijiste?
-La verdad. Que no se preocupara. No esta en mi mente hacer nada contigo i, aun menos, que ponga en peligro tu matrimonio.- Lucius se sintió herido como pocas veces. Hacia un momento le había parecido que estaba interesado en él, pero ahora no estaba tan seguro.
-Lo odio.
-¿A quien?
-A mi padre. Siempre está metiéndose en mis cosas. Si piensa que puede hacer conmigo lo que le de la gana lo lleva muy claro. Ya estoy harto de él. Algún día se va a arrepentir de como me trata.
-¿Qué piensas hacer?
-Todavía no lo se, pero voy a vengarme. Juro que lo haré.
-No lo entiendo. Si tanto te molesta hacer lo que tu padre quiere, ¿por qué lo haces siempre?
-¿Te has vuelto loco?- dijo Lucius horrorizado.- ¿Y que me desherede o algo peor? Nunca. No voy a perderlo todo. Me casare con ella y tendré un heredero digno del apellido Malfoy. Esa será la última voluntad de mi padre que cumpla. Cuando tenga el mismo reconocimiento que él, ya no lo necesitare más y, entonces....
-Lo mataras- dijo Severus seguro de las intenciones de Lucius.- Lo quieras o no, él es tu padre. No puedes hacerlo.
-Mi padre.- susurro el rubio.- Él solo hecho de que sea mi padre no va a evitar que lo mate. Él me mataría a mí, su hijo, si le fuera conveniente. ¿Por qué no hacer yo lo mismo? Para mi, un padre solo es el que desde que eres pequeño te obliga a hacer lo que el quiere, no hay ningún sentimiento en ello que me impida hacerle daño. Además, ya te he dicho que no se que voy a hacer. Aunque no es una mala idea.
-Estás loco.
-Puede. Pero ahora nos vamos de aquí.
-¿Qué quiere decir nos vamos?
-Pues eso, nos vamos a comer fuera. Ya que después tenemos que ir a comprar, he pensado que podríamos aprovechar mejor el día. ¿Te parece mal?
-¿Mal? No. Estoy deseando salir de aquí, aunque solo sea por un rato.- dijo el moreno más animado.- Cuando quieras...
Al cabo de media hora ya estaban sentados en una mesa del Caldero Chorreante. Hablaron de cosas banales que sabían no iba a molestar al otro. Recordaron sus años en Hogwarts, sus compañeros, sus rivales... El tiempo paso volando cuenta y cuando quisieron darse cuenta, ya estaban terminándose los postres.
-¿Recuerdas aquella ves que McGonagall se...- Lucius no pudo terminar la pregunta porque una voz detrás de Severus les interrumpió. La última persona que el rubio hubiera deseado encontrar.
-¿Qué haces aquí Severus?- preguntó el chico acabado de llegar con un tono enfadado. El chico era alto y fuerte, de piel morena ojos azul turquesa. El cabello lo llevaba rizado sobre los hombros y era de un color cobrizo. Hablaba con un acento extraño - Creí que estabas trabajando.
-Hemos venido a comer aprovechando que teníamos que venir a comprar ingredientes.- contesto Lucius lanzándole una mirada cargada de maldad al chico el cual le respondió con otra igual.
-¿Podemos hablar, Severus?- pregunto secamente.
-Si, claro.- contestó enviándole una mirada significante a Lucius. Lucius entendió lo que quería decir y se despidió alegando que tenía cosas que hacer.
"Maldito ruso. Severus va a ser solo mío. Ya puede empezar a hacerse a la idea de que voy a conseguir ganarle."
-¿Se puede saber que hacías con ese?- preguntó enojado el ruso.
-Andrei, por favor. Deja de gritar. No hagas un escándalo por esto.- intentó calmarlo el moreno.- no tienes que estar celoso.
-Os lo estabais pasando muy bien cuando llegue.
-Por dios, déjalo ya. Solo hablábamos. Hace mucho que no nos vemos y lo único que se te ocurre es montarme una escena de celos. A mi se me ocurren cosas mejores.- dijo insinuante.
-No quiero que te acerques a él. No me fío. He visto las miradas que te lanza y te puedo asegurar que lo último que quiere es hablar.
-¿No quieres hablar de otra cosa? ¿Qué has hecho estos días?
-Severus Snape, no me cambies de tema. Se perfectamente lo que he visto y tu tenias la misma mirada que él.
-Andrei...
-Prométeme que puedo confiar en ti.- pidió Andrei.
-Yo...- Severus recordó aquel día en que dejo que Lucius lo hiciera suyo en el suelo de las mazmorras. No podía mentirle, pero la verdad le haría más daño. "¿Qué debo hacer?"; se preguntaba.
-Severus, prométemelo.- le suplico temiendo que le ocultaba algo.- ¿Qué me escondes?
-No puedes confiar en mí.- dijo sintiéndose la persona más miserable del mundo.
-¿Qué... que quieres decir con eso?- preguntó con miedo. Esperaba que la respuestas no fuera la que el creía. – Te has acostado con él.- añadió seguro.
-Una vez, solo una. Te lo prometo. De eso ya hace bastantes semanas.- Severus vio como se humedecían los ojos del otro.
-¿Cuando ibas a decírmelo?
-No sabía como hacerlo. No quería hacerte daño.
-Y ¿Qué crees que me estas haciendo ahora? Yo confié en ti.
-Lo siento. De verdad, lo siento.
-¿Por qué? ¿Por qué tuviste que hacerlo? ¿Es qué no soy suficiente para ti?
-No digas eso. Es solo que no pude evitarlo. Te prometo que si me das otra oportunidad no volverá a pasar. No sabes como me arrepiento de aquello. Entiéndelo, durante los años en Hogwarts Lucius era el objeto de deseo para todos.
-No sigas. No quiero seguir escuchándote.
-Andrei, solo te pido una última oportunidad.
-Dame tiempo Severus. Ahora no se lo que siento. Será mejor que me marche.
-Piénsatelo.- dijo Severus al aire. Andrei ya había desaparecido.
Lucius había estado pendiente de todo lo que había pasado dentro. Los hechizos espía eran muy útiles para estas ocasiones. Vio como el ruso salía cabizbajo y lo espero en la entrada. El chico al notar su presencia se paro en frente de él.
-No creas que te vas a salir con la tuya.- dijo el ruso fríamente.- él se arrepiente de lo que pasó aquel día. No tienes nada que hacer con él. Déjanos en paz. Ves con tus juegos a molestar a otro.
-Para mí es mucho más que un juego. Puede que se arrepienta de haberte engañado, pero estoy seguro que lo que más desea es repetirlo. No pienso rendirme. Un Malfoy siempre consigue lo que quiere y él no va a ser la excepción.
-No estés tan seguro de ello. Voy a hacer todo lo posible para que solo tenga ojos para mí. No voy a permitir que me lo robes.
-Muy bien pues, que gane el mejor. Y, ese, seré yo.
-Eso ya lo veremos.
-Ya puedes aprovechar el tiempo con él. Tenéis los días contados.
En ese momento los dos callaron. Severus estaba saliendo del Caldero Chorreante. Andrei sin siquiera mirar a Lucius, se marcho.
-¿Ya has terminado de hablar con él?- pregunto el rubio haciendo ver que no sabía nada.
-Si. ¿Vamos a comprar?- dijo encaminándose en dirección a la tienda
-Vamos.- Lucius sonrió. Las cosas iban mejor de lo planeado.
Continuara....
