LA D R Ó N D E H I E L O
Autora: Liandana
Tipo: Serie corta. Universo Alterno
Disclaimer: Saint Seiya y compañía es propiedad de Masami Kurumada y otras empresas con fines de lucro UU...Nada de dinero de por medio, no me interesa infringir ningún ley ni algo similar. Acepto de todo, (incluso novios jajaa). Espero les agrade.
Dedicatoria:Para todo el que lea esto.
Ladrón de hielo
Capítulo I Saint Claire
En algún suburbio de París, se encontraba el Moulin Rouge, un edificio que parecía un teatro por las puertas de cristal y la marquesina con letras rojas: anunciando al salón con bombillos que prendían y apagaban.
En el interior del edificio, alrededor de la pista de baile se encontraban dispuestas pequeñas mesas circulares con no más de cuatro sillas, sobre las mesas una lámpara de oro y plata de aceite que alumbraba débilmente a los ocupantes; las paredes del Moulin Rouge se encontraban tapizadas por telas y listones que colgaban del techo hasta el suelo, en un costado del salón un telón negro se extendía, detrás de él se daban paso varias camerinos, las paredes de los camerinos eran simples biombos, algunos del mismo estilo y material, otros tan diferentes entre sí, los mismo biombos albergaban a los habitantes del Moulin Rouge por las noches, cuando era hora de abrir las puertas de cristal, subir el telón y comenzar el espectáculo.
Entrar al Moulin Rouge era como entrar a una máquina del tiempo, en donde el espacio y la tecnología se difuminaban dando lugar a un ambiente exótico y embriagante: mujeres con vestidos largos y escotados, hombres de frac y camisas blancas con mancuernillas. Fantasías reales: hadas y elfos bailando y complaciendo a los mortales en sus más simples deseos.
Aquel era el Moulin Rouge...
La joven pelirroja entró precipitadamente al camerino de biombos orientales, se sitúo enfrente del tocador, se miró al espejo y soltó un suspiro melancólico, tres segundos después llegaba una joven de cabellos verdes, que miraba con preocupación a la joven pelirroja, de la mano traía a un pequeño niño de 5 años de cabellos azules y ojos índigo.
- Marín... – llamó la peliverde.
La pelirroja suspiro de nuevo, volteó a donde se encontraba la joven con el pequeño y sonrió al encontrarse con el índigo. Caminó unos cuantos pasos cerrando el espacio entre el pequeño y la mujer.
- Anda, Kamus- la chica rebuscó en el bolsillo del abrigo viejo, tendiéndole un par de monedas- Shaka te espera, vayan a comprar dulces- revolvió el cabello azul verdoso- recuerda, cuando regresen vayan al camerino azul.
El pequeño Kamus Saint Claire, tomó el par de monedas y sonriéndole a su hermana asintió con la cabecita, se soltó de Shaina y dio la media vuelta para desaparecer por el mundo de biombos de colores.
- ¿Qué te sucede?- preguntó Shaina acercándose a un pequeño armario, de donde sacó un vestido negro con destellos, para después ayudarle a Marín a colocarse el vestido.
- Nada- después de aquella respuesta Shaina guardó silencio esperando que continuará- nosotros no podemos amar o ¿si?
Marín Saint Claire volvió a suspirar tristemente, cerró los ojos azules un momento para después abrirlos con cansancio y verse reflejada en el espejo.
- Naida, Naida Arista- soltó Marín con cierto miedo- está obsesionado conmigo.
- ¿Qué?, ¿Arista no te ha dejado en paz?- la peliverde miró con preocupación a su amiga, olvidándose de la anterior pregunta.
El más joven Saint Claire, comenzó a caminar rápidamente, una lágrima salía de los ojos índigo, llevó un puño y se limpio con violencia.
La joven hizo un movimiento negativo con la cabeza, Shaina la ayudaba a maquillarse. Salieron de los biombos orientales dirigiéndose a otros de color morado, en donde la joven Marín ayudo a Shaina a vestirse para el espectáculo de esa noche.
Una rubia adolescente ataviada con un vestido rosa se asomó entre los biombos morados, sonriéndole a cada muchacha cálidamente.
- Buenas noches chicas- saludó la rubia- sólo he venido a avisarles; el primer número corre a cargo de Aioria y Aioros, en el segundo haces tu aparición- señaló a Shaina- y cierras la noche Marín.
Las dos jóvenes asintieron, en señal de estar de acuerdo con el programa, lo más seguro era que para el tercer número la mayoría de los clientes hubiera escogida a un hada y un elfo y el jengibre hubiera hecho su efecto como de costumbre.
La rubia que respondía al nombre de June, hizo un movimiento con la cabeza, antes de retirarse miró a la pelirroja.
- Shion, quiere hablar contigo- diciendo esto, June desapareció como había aparecido.
Marín miraba con orgullo la creación de la noche, la joven Ophicus vestía un traje verde esmeralda dejando los hombros al descubierto. La mujer peliverde tomó una sombrilla del mismo color y la abrió para ponérsela en el hombro, Marín comenzó a reír, cuando ima cabeza de cabellos castaños asomó entre los biombos morados.
- Las dos parecen unas muñecas de porcelana- comentó.
Shaina cerró la sombrilla y mandó a la sombrilla a estrellarse contra el rostro del castaño.
- ¡Hey!, ¡eso dolió!- se quejaba el apuesto hombre de espaldas anchas.
- ¿Estas bien?- Marín se hincó a un lado del adolorido Aioria que se masajeaba la mejilla afectada.
El joven de cabellos castaños, sólo atinó a seguirse masajeando la mejilla, siendo incapaz de hacer algún movimiento o algo similar. Un par de rosas rojas ya hacían junto al muchacho esparcidas en el suelo.
- Si sigues así, jamás te casarás- comentó Aioria como si nada, dirigiendo sus ojos verdes a los de Shaina, cerrando con una sonrisa burlona, recogió el par de rosas y le entregó una a Shaina.
Se dio media vuelta y vio a Marín con cierta pena, tendiéndole la rosa roja, que contrastaba con el negro del vestido. La joven extendió la mano tomando el regalo del castaño y agradeciéndole con una tierna sonrisa, cosa que hizo que a Aioria se le subieran los colores.
Aioros hizo su aparición entonces, se trataba del hermano mayor de Aioria, muy parecidos físicamente pero muy distintos mental y emocionalmente. Aioros era un hombre de no más de 30 años, que trabajaba en el Moulin Rouge desde hacia tres años, llegando a ser uno de los hombres de confianza del dueño del lugar: Shion Wenham. Alto de cabellos castaño que bailaban entre el oscuro y claro, de espaldas anchas y cintura estrecha, delgado y de buen aspecto físico, bastante apuesto y en sus facciones se reflejaba la nobleza, honestidad e inocencia del hombre, por el contrario su hermano poseedor de hermosas esmeraldas como ojos, era soberbio y arrogante, sabedor de una belleza y porte que lo hacían sentirse orgulloso, sin embargo con sentimientos nobles y alma pura, dispuesto a sacrificarse por quien quería si se lo pidieran.
Aioros les regalo una sonrisa de cortesía a los dos jóvenes, mientras tomaba del brazo al Gran Aioria y lo halaba fuera de los biombos rumbo al telón negro.
La función en el Moulin Rouge comenzaría en cualquier instante.
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El pequeño de cabellos azul verdoso vagaba por los pasillo de biombos sin mucho interés casi caminando por inercia, doblando a la izquierda aquí, siguiendo derecha allá, doblando de nuevo a la izquierda, saludando de vez en cuando a algún bailarín. Sus pasos se tornaron lentos cuando divisó a una figura de igual tamaño que él. La pequeña figura giró el rostro hacia el niño de cabellos azules y esbozó una pequeña sonrisa, mientras comenzaba a caminar hacia el chiquillo.
- Hola Kamus- saludó el niño de cabellera rubia y ojos verde marino.
- Hola- dijo Kamus sin mucho ánimo- mira, mi hermana me dio unas monedas- le mostró las dos monedas.
Shaka miró sorprendido al par de monedas, mientras ambos niños se sentaban en el suelo alfombrado de aquel pasillo. El niño rubio movió su cabecita y miró a su amigo.
- ¿Qué haremos hoy?- preguntó.
La rutina de todos los días, quizás hubiera contestado Kamus, pero no fue así, ya que era un niño de apenas 5 años. Kamus y Shaka eran compañeros de juego y de soledad, vagaban por los interminables pasillos de biombos, entrando a cada camerino, investigando, jugando, espiando, todo lo que podían hacer dos pequeños que se encontraban en un salón en el cual se representaban pantomimas de la vida, sin que ninguno de los dos comprendiera el significado de esas dos palabras: Moulin Rouge.
A veces, si tenían suerte se encontraban con Dokho o con Shion, los cuales jugaban con los pequeños o en un afán de hacerles el tiempo más cortos los sacaban de paseo por las calles de una luminosa París, o bien les dejaban entrar a las habitaciones de alguno de los dos a ver la televisión o escuchar el radio, lo que entretuviera a aquellas dos criaturas.
Y ambos niños lo agradecían con sonrisas tiernas y calurosas para ambos hombres, los cuales se habían convertido en una figura a seguir y lo más cerca que estarían de tener un padre. Kamus de vez en cuando expresaba su deseo de ser como Shion: imponente, elegante, inteligente, maduro, serio, de buenos sentimientos e intenciones, cálido, sabio, orgulloso, autoritario y poderoso. Porque Shion Wenham no era cualquier persona, lo mismo que Dokho Hakata y el pequeño Shaka pensaba que así sería de grande, que llenaría de paz cualquier lugar en el que estuviera, de una esencia entre la sabiduría y pureza.
Lo que ambos pequeños no sabían es que quizás sólo uno llegaría a cumplir con aquel sueño, quizás sólo uno llegaría a reflejar a Shion Wenham o a Dokho Hakata.
Kamus miró a Shaka y después le sonrió con algo de complicidad, Shaka interpretó al sonrisa, ambos amigos se dispusieron a salir del Moulin Rouge, comprar golosinas, vagar por unos cuantos minutos y regresar al cobijo del edificio que parecía anfiteatro en su interior. Después de todo no era una muy buena idea vagar por el suburbio sabiendo que algunas personas no serían considerados con los pequeños, y que de paso Shion y Dokho les pegarían tremenda regañiza si no se encontraban en el biombo azul a una hora, por haber preocupado no sólo a Marín sino a Shaina, Aioros y Aioria y todo aquel que los conociera y quisiera.
Dos pares de ojos miraron con cierto recelo la calle que se extendía ante ellos, inseguros de salir o quedarse, optaron por lo primero, aventurándose a la oscura calle, si mal no recordaban al llegar a la esquina si giraban a la derecha y caminaban media cuadra llegarían a una pequeña miscelánea, y con el par de monedas comprarían golosinas y quizás un pan de dulce que compartirían.
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Se encontraba sentada dentro del camerino de biombos azules, en sus brazos descansaba Kamus, quien dormía plácidamente entre los brazos de su hermana. Marín había concentrado su mirada en el rostro del niño que tenía en brazos, evitando de esta forma la mirada verde del chico frente a ella.
Suspiro un par de veces, mientras luchaba con las lágrimas que amenazaban con salir y correr por sus mejillas como ríos de agua cristalina. El maquillaje de sus ojos estaba ligeramente corrido y el peinado elaborado había pasado a un segundo plano, mechones del cabello rojizo caían por su cara. Aioria que estaba hincado frente a la joven sosteniendo una de sus manos, lucía ligeramente desaliñado, el moño de la camisa descansaba en un taburete, la camisa ya hacia fuera de los pantalones negros del joven.
Así lucía ese par después de una noche como todas, después de complacer a los clientes que posaban su vista en ellos, sin embargo siempre con la autorización de Shion o de Dokho, puesto que ninguno de los dos permitiría que alguno de ellos fuera dañado o sometido. Sin embargo, a veces ellos mismos debían ceder ante los deseos de los jóvenes que trabajaban en el Moulin Rouge, muchas veces aquellos deseos producto de su necesidad de conseguir dinero y no porque realmente lo quisieran.
Sin embargo, esa noche era distinta, Aioria en un arrebato de coraje y valentía al enterarse que Naida seguía detrás de Marín, había decidido confesar sus sentimientos, importándole un comino ser rechazado, puesto que estaba seguro que no sería así, que la joven pelirroja lo aceptaría.
Y ahora se encontraban en el camerino de biombos azules, él hincado frente a ella después de confesarle su sentir, en el fondo el pequeño Shaka durmiendo profundamente en el suelo lleno de cojines y una música pegajosa y movida proveniente del salón en donde ensayaban una coreografía y los mozos aseaban el lugar.
La joven dudaba en levantar el rostro y pronunciar aquellas palabras que no deseaba y que su corazón le impedía decir, pero debía hacerlo, ella no tenía permitido amar, su único amor era, es y sería Kamus.
- Aioria... yo... – Marín cerró los ojos ante la caricia de los dedos largos pertenecientes a Aioria, él estaba haciendo todo más difícil.
- Me encargaré de ustedes- murmuró Aioria cerca del rostro de pálida piel.
Aioria sabía bien que no podía pedir que Marín se olvidará del pequeño y mucho menos abandonarlo, sin embargo aquel no era su deseo, el niño que descansaba en brazos de Marín se había ganado su corazón con sus sonrisas cálidas y no podía negarlo también con esas miradas serias y adustas que en algunas ocasiones dirigía a su persona cuando algún comentario no le agradaba. Lo quería, era cierto, y jamás separaría a los hermanos sólo por un deseo mezquino que no sentía.
El hombre de cabellos castaños dejo de acariciar los suaves labios rosas de la chica, quien al sentir la falta de calor abrió lentamente los ojos para después cerrarlos en señal de aceptación al beso que Aioria le ofrecía.
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El edificio gótico, con la decoración escultórica y sus ventanales que conservaban sus vidrieras originales, junto a las dos torres en la fachada oeste con diferentes diseños y alturas, un hermoso e imponente chapitel del románico final y la aguja norte con el estilo gótico de la época final del siglo XVI, daban el diseño al Colegio Chartres.
Kamus Saint Claire bajó del Mercedes negro, cogió sin mucha delicadeza la maleta que le extendía el chofer del Mercedes, comenzó a caminar con paso reposado hacia la rejilla de la puerta principal del colegio, donde ya lo esperaban un par de monjas con hábitos negros y blancos de semblante adusto.
Llegó justo a dos pasos del par de monjas y se inclinó cortésmente, para posteriormente extender un sobre a la monja de más edad, la cual tomó el sobre, la otra monja que había permanecido al margen, habló:
- Buenos días, Señor Saint Claire- la monja sonrió cálidamente, a aquel gesto sólo recibió una mirada fría y vacía- sígame.
De esta forma, Kamus entró al Colegio Chartres siguiendo a las monjas que lo conducían por el camino principal hasta llegar al imponente edificio gótico, Kamus observó con singular interés aquel edificio, sin embargo su mirada permanecía inmutable, ajena a todo sentimiento o emoción. Entró por la gran puerta de roble con paso seguro siguiendo a las monjas, sin perder detalle de cada corredor o persona que veía en el camino, aunque a estos últimos apenas si les ponía la atención suficiente.
- Esta será su habitación- dijo una de las monjas.
- Gracias- dijo Kamus, metiéndose a la habitación para voltear a ver a las monjas.
- El lunes comienzan las clases 9:00 am. , el día de hoy y mañana los tendrá libre- Kamus asintió
- Que descanse
El joven giro sobre sus talones recargándose en la puerta de cedro, analizando la habitación que sería su hogar por algunos años. La habitación constaba de una estancia, un baño y la recámara. En la estancia se encontraba un escritorio de alguna madera fina con varios cajones de distintos tamaños, sobre él un tintero y lo que parecía ser un portaplumas junto a una cajita de plata con diversos bordados en sus laterales, un par de sillones negros que parecían ser cómodos, en medio de ellos una mesilla de vidrio de cuatro patas, un estante que estaba con el fin de albergar libros o chucherías, y un cuadro de Caravaggio
- La buenaventura- murmuró Kamus acercándose a donde estaba la pintura colgada.
La recámara era amueblada por una cama individual de cubierta azul oscuro y una solitaria almohada, un clóset de madera y cajones, un mueble y un par de ventanas- puertas que daban a una terraza, la cual daba a un bosquecillo que se situaba detrás del edificio, algunas habitaciones tenían el privilegio de tener dicha terraza y vista al bosquecillo, si a eso se le podía llamar un privilegio.
El baño, no era cosa de otro mundo, sólo que contaba con una tina blanca, aparte de los comunes accesorios.
El joven francés se dejo caer pesadamente en la cama cerrando los ojos, tratando de concebir algún plan en el cual entretenerse lo que restaba del día y de paso el siguiente, aunque finalmente saldría a conocer el colegio sin ninguna expectativa, quizás entrar al bosquecillo.
Un sonido lo sacó de su adormilamiento, rebuscó en los bolsillos del pantalón de mezclilla, sacando un celular, vio el número que marcaba la pantalla de cristal líquido y contestó:
- Sólo quiero pedirte un favor- dijo con respeto y cierta amabilidad en su tono de voz, que siempre permanecía neutro ante cualquier cosa y cualquiera- dile a Saga que me mande algún libro cada 15 días.
Hubo una pausa mientras el joven escuchaba con interés.
- Sé que puedo pedirte cualquier cosa - Kamus simuló una ligera sonrisa-Gracias, Saori... saluda a Saga, Kanon y a Shaka... – y después de mucho tiempo se permitió expresar un sentimiento, quizás la última vez que lo haría sin tantas complicaciones- los quiero...
Cerró el celular y lo dejo en la cama, se levantó alisando la camiseta negra con cuello en "V", salió de la recámara para recoger la maleta que había dejado olvidada en la estancia, sacó una bufanda azul con negro y cogió el abrigo negro, para salir después de la habitación para recorrer los viejos y antiguos pasillos del Colegio.
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Había tomado varios libros de un estante, el contenido de los libros era tan diverso como el interés del joven que los había tomado, se dirigió hacia una mesa de cedro que estaba dispuesta en un rincón del último pasillo de una serie de pasillos (N.A.: ni yo me entendí ) de la biblioteca, haciendo de este modo un reto tener una vista de la mesa y sus ocupantes, por no decir que era un punto lejano en la biblioteca, digno de seguir con cualquier mapa.
Depósito los libros en la mesa y se sentó tranquilamente, tomó el primer libro y comenzó a hojearlo con aparente pereza, se detuvo en algunas pinturas de Giotto di Bondone, Miguel Ángel, Jean Baptiste- Camille Corot y Claude Monet, pasando sus largos y finos dedos por la superficie, a veces acariciando los rostros de los personajes retratados, después de una hora de admiración, cerró el libro cuando iba a coger un libro de pasta negra y letras doradas un ruido llamó su atención.
Un joven de cabellos lilas acababa de entrar en el cuadro de visión, parecía concentrado en la tarea de buscar algún libro, Kamus levantó una ceja ligeramente, si mal no recordaba aquel estante estaba lleno de libros de filosofía o quizás uno que otro de religión. El joven de cabellos lila ni por enterado estaba de la presencia de Saint Claire, tomó un libro de cubierta vino con letras en plata y sonrió triunfante, se giro para encaminarse a la mesa, cual fue su sorpresa al encontrar aquella mesa que siempre estaba desocupada, con una persona que lo veía con una extraña mezcla de frialdad y curiosidad, aunque si le preguntaban aquella mirada estaba más cargada de hielo que de curiosidad.
- Eh...- dijo el muchacho
- Lamaísmo... una religión practicada en el Tibet- comentó Kamus como si comentará a Shaka el estado del tiempo
- ¿Eh?- el muchacho observó el libro que tenía en las manos por unos segundos, para volver su atención al joven frente a él- esteee... sí, lamaísmo... – dudó en continuar, cuando el joven frente a él alcanzaba un libro negro- ¿Eres nuevo?
Kamus levantó la mirada del libro que tenía frente a él, miró al joven de cabellos lilas y decidió que tal vez hacer un amigo en aquel colegio le serviría de algo algún día, además aquel chico no parecía ser de malos sentimientos y mucho menos de pretensiones odiosas, así que con un movimiento afirmativo de la cabeza contestó la pregunta del joven.
- Mucho gusto- dijo el muchacho con cierta alegría y emoción en la voz- Mi nombre es Mu, Yunnan Mu
- Me llamó Saint Claire Kamus, mucho gusto Yunnan
Mu parecía estar debatiéndose entre la amabilidad que solía presentar con cualquier persona, en cualquier situación y con la frialdad del joven de cabellera azul. Kamus notó la incomodidad del joven, sabiendo que muchas veces su forma de ser alejaba a las personas y que en dados casos jamás se molestaba en que fuera diferente, sin embargo está vez haría un esfuerzo por conseguir un amigo en el enorme Colegio Chartres y de paso un guía para las actividades que comenzarían el lunes.
- Parece que invado tu espacio- dijo Kamus- ¿Por qué no te sientas?
- ¿Puedo?
En efecto, Mu era un chico a primera vista tímido y reservado pero de gran corazón y preocupación por la humanidad, sus cabellos lilas le llegan a la altura de la cintura, la piel de un blanco distinto al de Kamus, los ojos verdes que resplandecían con una chispa de alegría y seriedad, el cuerpo delgado y atlético, aproximadamente de la edad de Kamus; no más de 18 años.
Pasaron dos horas, en las cuales los dos jóvenes permanecieron en silencio, cada uno metido en los libros que habían escogido, Mu cerró el libro despacio, fue cuando Kamus levantó la vista y miró al chico.
- ¿Cómo sabes del lamaísmo?- preguntó Mu, mientras caminaban por un corredor del colegio que daba a un patio con una fuente hermosa.
- Mmmmh... – Kamus se enrollaba la bufanda en el cuello- no sé lo que tu puedes saber, sólo sé la esencia, mi amigo Shaka es budista.
- ¡Ah!- exclamó Mu Yunnan
- ¿Qué haces en un colegio católico?- Kamus se había sentado a un costado de la fuente seguido por Mu
- Larga historia...
- ¡Yunnan!- escucharon el llamado, ambos chicos giraron para ver a la monja que avanzaba con velocidad hacia ellos- ¡Yunnan!, la directora te llama- Mu puso cara de interrogación- no te preocupes, tú tío ha venido a verte.
Mu pegó un brinco de la fuente, con una alegría notoria en el rostro, comenzó a caminar con pasos grandes al estar varios pasos alejado de Kamus se volteó y con la mano le hizo una señal de despedida.
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Lunes por la mañana y Kamus ya salía de su habitación para encontrarse en un pasillo que tenía en la esquina una réplica de la Venus del Milo, con Mu Yunnan, espero pacientemente dos minutos cuando divisó al chico en medio del pasillo.
- Buenos días, Saint Claire
- Buenos días, Yunnan
Ambos jóvenes se encaminaron al comedor con paso lento, estaban a muy buena hora como para empezar a correr como desesperados. Los jóvenes vestían el uniforme del Colegio Chartres, que consistía en un pantalón negro, saco y chaleco del mismo color, camisa blanca y un listoncillo negro, a modo de corbata. Ambos con una carpeta negra en las manos.
Se sentaron en una mesa alejada del bullicio de algunos estudiantes. Kamus empezó a comer el yogurt de durazno, mientras Mu comía un pedazo de tostada.
Ya estaban por levantarse cuando un sonido captó la atención de ambos, Kamus levantó la vista en el preciso instante que una enorme porción de yogurt se estrellaba en su saco negro.
El joven de ojos índigo dirigió su mirada haci donde había provenido el yogurt, encontrándose con una mirada esmeralda burlona. El estudiante que le había lanzado el yogurt sonreía burlonamente, el cabello ligeramente ondulado por encima de los hombros de una tonalidad azul, mucho más claro que el cabello de Kamus, ojos como las turquesas, piel bronceada, alto y delgado.
Kamus le dirigió una mirada helada, cosa que alarmó bastante a Mu, puesto que en dos días de conocerlo sabía que aquel muchacho no era la persona más expresiva del mundo pero no había lanzado una mirada como aquella de hielo puro, varias personas más se dieron cuenta del detalle, parando de reír en el instante, esa mirada había conseguido el efecto que deseaba: amedrentar a cualquiera, sin embargo el joven autor de la broma, no pareció inmutarse.
- ¡¡Bienvenido seas!!- gritó Milo con malicia.
- Gracias- contestó Kamus con neutralidad, sorprendiendo más a los presentes.
Kamus se levantó de su lugar y con expresión soberbia tomó la carpeta que descansaba en la mesa, salió del comedor envuelto en un aire de elegancia, a pesar de que el saco estaba manchado por algo pegajoso y de color blanco. Yunnan Mu, le siguió lanzando una mirada de advertencia a Milo y sus amigos.
Los comentarios no se hicieron esperar.
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Caminaban por un pasillo, el cual albergaba unos cuantos salones dispuestos para las clases de los jóvenes estudiantes. Shura Bleiberg reía de algún comentario jocoso que Milo había terminado hacia un par de segundos, mientras que Gotthelf Afrodita veía un pedazo de papel con lo que parecían ser letras y números.
- Milo, deberías mejor tu escritura- comentó- regaño Afrodita.
- ¿Qué tiene de malo mi escritura?- preguntó el susodicho.
- Te diré... no tengo ni la más remota idea si nos toca en este salón Filosofía o Teología o es en el de la ala opuesta.
- Trae- Milo con un movimiento le arrebato la hoja a su amigo- Nos toca aquí, así que... entremos
La sorpresa fue grande al descubrir en el salón al joven del yogurt y al de cabellos lilas. Más no pudieron decir o hacer algo, porque en ese instante entró la monja que les daría la clase de Filosofía, ordenando que se ocuparán los asientos.
El trío de amigos se sentó en la última fila, Afrodita sacaba una carpeta del portafolio negro, mientras que Shura intentaba descifrar una serie de palabras que la monja había escrito en el pizarrón, Milo de pronto tuvo un ataque de risa, Shura y Afrodita voltearon sorprendidos a ver la butaca de su amigo, igual que otros tantos.
- Señor Andreu, ¿me puede explicar qué es tan gracioso?- preguntó la monja en tono serio y con cara de estar dispuesta a emprender un sermón a todo el grupo, cosa que hizo después de que Milo se quedará callado y ofreciera una disculpa
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- ¿Qué fue eso?- preguntó Shura con burla
- Nada, nada- dijo Milo mientras andaban por un corredor- sólo recordé el yogurt
- Que interesante- dijo Afrodita sin prestarle atención, visiblemente fastidiado por el sermón escuchado.
Junto a ellos pasó Kamus y Mu, los dos iban en silencio rumbo a la siguiente clase, al pasar Milo sonrió con burla. Al parecer Andreu Milo había escogido una víctima para que recibiera sus bromas y comentarios que muchas veces hacían de entretenimiento a otros alumnos, principalmente de Shura y Afrodita.
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El hombre de cabellera azul vestido con un elegante y fijo traje negro fijó su mirada en la azul índigo. Avanzó dos pasos con seguridad extendió la mano y estrecho la mano del adolescente. Sentados en cómodos sillones tomando el té se encontraban un hombre idéntico al primero, una joven de no más de 20 años de cabellos morados. Kamus Saint Claire se sentó inseguro en un sillón frente al hombre que le dio la bienvenida.
- ¿A qué le tienes miedo, Kamus?
El adolescente meditó unos segundos antes de contestar.
- A los seres humanos- dijo con seguridad, irguiéndose en el sillón, adoptando una pose elegante. Ambos hombres esbozaron una ligera sonrisa, la joven pelimorada se levantó de su asiento, ofreciéndoles una gran sonrisa a los hombres habló:
- Vamos, Kamus... te enseñare tus habitaciones- dicho esto los dos salieron del salón.
- Es un digno heredero, ¿no te parece Kanon?
- Un heredero- contestó, dando de esa forma su aprobación, Kanon tomó la taza de té, sorbiendo un poco del líquido semi- amarillo con un ligero aroma a manzanilla.
- Un ladrón de hielo... – Saga Aligieri jugueteó con la taza de té.
Kamus subía las escaleras siendo guiado por Saori Kido a lo que serían sus habitaciones, Kamus contemplaba con embelesa disimulada el lugar que desde ese día llamaría "hogar".
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Notas de la autora:
Moshi- moshi!!. Para empezar soy nueva por estos alrededores, es decir, esta sección, puesto que ya he escrito fics en diferentes secciones, Saint Seiya es una de mis series favoritas y para no extenderme mucho he decidido hacer una historia en la que participen los santos, sin embargo esta historia se ubica en un universo alterno, y puede decirse que encaja con otro de mis fics, que es de Harry Potter- lo sé, lo sé, nada que ver �UUU- y de hecho este fic – Asesino Inglés- fue el detonante para escribir este – Ladrón de hielo-.
Bueno, después de esta presentación que creo me quedo así Oo, espero que les agrade lo que escribe esta pobre loca, debo hacer una ADVERTENCIA aún no me decido si este fic tendrá tientes slasheros..... !, algo así como un Kamus- Milo.
Notitas;
Ahm!, he decidido ponerles apellidos a nuestros santos dorados, es que sólo Kamus o sólo Milo, no se me hace algo muy normal- aunque nuestros caballeros desde cuando encajan en la descripción de normal??? Jejejeje.
Sin más que decir, espero sus comentarios.
Gracias por leer esto.
Atte: Lian dana
