Lo de siempre: Saint Seiya no es mío sino de un japonés de nombre Kurumada, Lo demás es mío muajajajaja y tome prestados a los personajes
LADRÓN DE HIELO
Capítulo II RocesSe estiraba perezosamente en la cama, la cubierta blanca estaba en el piso, los almohadones y cojines algunos permanecían en su sitio, otros esparcidos por la cama y unos cuantos en el suelo acompañando a la cubierta. El cabello azul antes perfectamente ordenado y lacio, ahora era un revoltijo azul- verdoso., su dueño apretaba fuertemente una almohada, reacio a levantarse y empezar un día.
Sin embargo, su mirada índigo se poso con descuido en el reloj que estaba sobre una mesilla de noche junto a una lámpara, los ojos índigo se abrieron de par en par y de un solo brinco se levantó de la cama, casi corriendo el adolescente se metió a la ducha.
Por la melena azul se deslizaban algunas gotas de agua rebeldes, que rehusaban a abandonar la cabellera al contacto con la tela de la toalla. Una camiseta blanca de cuello de tortuga y un suéter amarillo de cuello redondo, un pantalón de mezclilla y unas zapatillas deportivas completaron el atuendo del joven.
Kamus bajaba las escalares rápidamente, la mano izquierda sosteniendo una carpeta y un libro, los últimos dos escalones los salto con agilidad, sin embargo cuando sus pies tocaron el piso y levantó la cabeza se encontró con la imagen sonriente de Saori.
- Buenos días, señorita Saori- saludó Kamus, inclinando la cabeza ante la joven, que sonreía divertida.
- Buenos días, Kamus, ¿debo recordarte que no corras por las escaleras?- preguntó con falso enojo
- No, lo siento- se disculpo Kamus apenado.
- Debes apresurarte- dijo Saori al observar el libro que traía el chico- Saga se enfadará si llegas tarde.
- Sí, sí, con su permiso- Saint Claire Kamus comenzaba a caminar hacia el salón en donde lo esperaría su maestro.
- Kamus- escuchó la voz de la mujer- ¿por qué no desayunas primero?
Si bien aquella no había sido una orden, Kamus asintió con la cabeza agradecido con la chica, pues el estómago le exigía algo de alimento. Cambio el rumbo de sus pasos, dirigiéndose al comedor de aquella mansión con paso relajado pero no por eso flojo.
La muchacha de cabellos violetas se dirigió al salón en donde estaba Saga, el vestido blanco con pequeñas aplicaciones en rosa se meció cuando una corriente de frío aire le dio en pleno. Saori había abierto la puerta del salón encontrándose con el hombre de cabellos azules mirando por una ventana distraídamente, dejando que el aire frío jugará con sus cabellos y algunas hojas esparcidas en el escritorio.
- Buenos días, Saori- dijo Saga sin voltear a ver la puerta.
- Buenos días, ¿cómo dormiste?- los pasos suaves de la mujer se escucharon en la habitación
- Bien- Saga se giro al sentir el contacto de las suaves manos.
- Kamus tardará un poco- dijo Saori, mientras acariciaba el rostro del hombre delante de ella.
- Mmmmh- el mayor de los gemelos cerró los ojos disfrutando la caricia- espero que no se haga costumbre.
- Sabes que no será así.
La mujer enredo los brazos en el cuello de Saga, atrayéndolo hacia ella. Por su parte el hombre mayor busco el afianzar el abrazo, tomando por la cintura a la chica y buscando los ojos grises por un par de segundos. Las esmeraldas se conectaron con la mirada gris,
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Kamus entró al comedor, en donde para su sorpresa se encontraba Kannon; éste tomaba una taza de café y veía al joven sentado a un costado con aire crítico. El adolescente rubio tenía una expresión bastante divertida en el rostro: confusión. Enfrente de él, se hallaban varios cubiertos, copas, en fin, mantelería fina. El platillo principal era pato con salsa de mango, acompañado por una ensalada y una vinagreta, las copas llenas de diferentes líquidos.
El adolescente de cabellos azules se sentó en la mesa, enfrente del rubio y con una leve inclinación de cabeza saludó a Kannon, el cual contestó el saludo con un escueto "Buenos días". Momentos después, un sirviente le servía el desayuno a Kamus; un sencillo omelette con champiñones.
Kannon dejo la taza de café en la mesa y dirigió su verde mirada a Saint Claire, quien había cogido un par de cubiertos.
- Kamus, ¿Serías tan amable de indicarle a Shaka que cubiertos usar?
Kamus levantó la vista, encontrándose con la mirada aguamarina de Shaka; suplicante por ayuda. Si le hubieran dicho que Kannon estaba en una de esas clases de cómo usar los cubiertos correctamente, habría preferido entrar a su clase con Saga con el estómago vacío.
El muchacho francés llevaba viviendo poco más de cuatro meses con los gemelos, y si era sincero le agradaba en sobremanera cualquier clase que tomará, pero siempre había considerado cierto fastidio eso de la copas para el vino, la copa para el agua, la copa para quien sabe que cosa.
En definitiva, Marín sin dudarlo se pondría a reír como histérica, para después tomar cualquier cubierto que cumpliera con su objetivo: comer y sin más tomaría también cualquier copa para servirse agua o vino. A la pelirroja siempre le había resultado innecesario tanto formalismo. Kamus suspiro quedamente ante el recuerdo de su hermana, concentró la mirada en los cubiertos de Shaka y en el platillo delante del rubio. Haciendo una mueca, un tanto inseguro señalo un tenedor y un cuchillo.
El gemelo Aligieri entrecerró los ojos y miró con suspicacia al de ojos índigo, definitivamente tendría que repasar las clases con Kamus; en anteriores ocasiones Saga le había dicho que Kamus no sentía precisamente amor por aquellas clases, y Kannon sin necesidad de que se lo dijeran lo había notado. Exhalo un suspiro derrotado.
- El horario se modificará un poco- dijo el mayor de los presentes.
Antes estas palabras ambos adolescentes palidecieron ligeramente y Kamus estuvo a punto de querer estrellar la cabeza en el fino comedor de roble, quizás se produciría una contusión que lo dejaría inconsciente y con la idea de que todo eso era un amargo sueño y aún seguía cubierto por las sábanas de algodón.
Sin embargo, aquel pensamiento no se delato en sus finos rasgos, la cabeza de Kamus hizo un movimiento afirmativo, mientras comenzaba a comer el omelette lo más rápido posible, acordándose de que aún tenía dos horas por delante con el otro gemelo.
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Los árboles con sus altas y frondosas copas cubrían al cielo cubierto de curiosas nubes que adoptaban formas extrañas y a la vez amenazaban con el color grisáceo; una segura lluvia.
El bosquecillo albergaba a ciertos animales y pajarillos que buscaban refugio entre las ramas de los árboles, ante la inminente lluvia que avisaba con relámpagos su pronta venida. Los pajarillos tratando de acomodarse en las ramas, ardillas que en el transcurso del día estuvieron juguetonas incluso divirtiéndose con los alumnos y sus almuerzos en uno de los tantos patios se refugiaban en los huecos de los árboles.
En aquel bosquecillo, situado a las espaldas del Colegio Chartres se encontraban dos figuras, parecían estar ajenos a aquella advertencia del clima.
La esbelta figura de Kamus estaba enfrene de a un Milo Andreu temeroso, nervioso e incluso tímido, todo el cinismo del que Milo se sentía tan orgulloso, toda aquella soberbia y altivez siendo doblegados por el francés envuelto en elegancia y frialdad.
Kamus lo acorralo con una delicadeza ansiosa contra el árbol, acerco su rostro al rostro acanelado. La respiración de Milo era agitada, se sentía como un animal herido, cansado de una persecución sin sentido, con el único objetivo de conseguir desesperarlo, llevar sus nervios al límite de lo posible, a un solo paso de alcanzar la locura. Pero aquellos penetrantes ojos añil le impedían bajar la guardia, perder la cordura, procesar la información con la cual su cerebro estaba siendo bombardeado, conectar imágenes con rostros y situaciones.
Estaba indefenso...
La faz del joven francés se acercaba al rostro de Milo, acortando las distancias poco a poco, con una pesadez que se antojaba premeditada; calculada fríamente. Milo cerró los ojos fuertemente, evitando de esta forma tener alguna imagen de los labios que se curveaban en una mezcla de burla y afecto y de aquel extraño brillo índigo, esperando un contacto que nunca llegó, sin embargo las turquesas de las que era poseedor se abrieron grandemente al sentir el calor y humedad de la lengua de Kamus sobre la piel de su cuello.
Un roce vertiginoso, leve quedando grabado en la piel del griego con algo más que fuego
Saint Claire levantó la cabeza clavando la mirada en Milo, susurrando con voz fría:
- ¿Qué es lo que deseas?
El estudiante francés se separo lentamente de un cuerpo tembloroso, dejando de aprisionar el delgado cuerpo contra un árbol. Giró sobre sus talones, comenzando a caminar, dejando que el viento jugará con sus cabellos. Un estático Milo que veía alejarse al espigado joven sin poder decir o hacer algo; sintiendo que se perdía en un laberinto de emociones.. Apretó los puños con fuerza, deseando poder gritar un comentario hiriente y lascivo que bien le salían cuando la mayoría de sus neuronas se conectaban.
Finas agujas de agua comenzaron a caer, una ligera llovizna que pronto se convirtió en una lluvia incesante. El joven peliazul no se movió del sitio en el que estaba, dejando a la fina lluvia mojar sus ropas, estropear el bonito y elegante uniforme del Colegio Chartres. Finalmente su espalda descanso en el tronco de aquel árbol, en el cual fue prisionero del francés.
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El patio adornado con un gusto exquisito, mesas redondas cubiertas por manteles largos, sobre ellas servicios de plata y una pequeña lámpara adornada con flores exóticas. Los pilares alzándose majestuosos dejando entrar a los visitantes, las barandas cubiertas por vegetación, lámparas colgantes con asombrosas formas, la fuente barroca adornada con flores también exóticas, el agua arrullando pétalos de las distintas flores.
Los invitados desfilaban por el hall, todos vestidos elegantemente, las mujeres ataviadas con vestidos y detalles ostentosos. Algunas mujeres que fungían de edecanes guiaban a los invitados a las mesas que les habían asignado,
Kamus Saint Claire con el porte altivo y frío que lo caracterizaba entraba al patio, en compañía de Saori Kido; aquella mujer de cabellos morados con la cual llevaba viviendo más de 4 años, detrás de ellos los gemelos Aligieri sonriendo cortésmente a las jóvenes mujeres que les dirigían miradas provocativas y poco comunes en las "damas de sociedad".
El cuarteto se sentó en una mesa cercana a la fuente, Saori conversaba de finanzas japonesas con el gemelo mayor, quien seguía la plática con ánimo, Kannon se mantenía al margen de la conversación, pero poniéndole la suficiente atención a la charla, junto a Saori; Kamus observaba en silencio el patio, mientras escuchaba la conversación a la cual se había unido un señor de edad avanzada, junto a dicho señor se encontraba una joven de cabellos rubios que sonreía a un Kamus que sólo le dirigía una mirada cortante para después seguir observando el patio, el ir y venir de los meseros, a los invitados visitando otras mesas con el objetivo de saludar a amigos, conocidos y a magnates de emporios.
La velada transcurría tranquila, la cena había sido servida con el acompañamiento de violines, ahora un conjunto amenizaba la reunión, varios invitados bailaban al compás de la música. En la mesa de los Aligieri y otros, Saga había invitado a Saori a bailar, mientras que Kannon degustaba un pastelillo, el señor de avanzada edad cabeceaba sin reparo alguno, Kamus se entretenía viendo a las parejas bailar ignorando a la rubia que si no era por el esposo – el viejito- y Kannon ya se hubiera echado encima de Saint Claire.
La rubia movía el pié impaciente, giro los ojos negros cuando su esposo empezó a roncar, se levantó abruptamente y se dirigió a Kamus.
- ¿Bailamos?
Kannon alzo una ceja divertido ante el atrevimiento de la mujer, concentró su mirada en el joven peliazul que con un suave y firme "No", dejaba helada la mujer.
- La acompañare con gusto- dijo Kannon, levantándose y tomando con presteza a la mujer.
Kamus suspiro levemente, para después concentrar su atención en la escalera principal, echo una mirada al viejo que dormía ya sin intención de volver a la realidad. Se levantó y estiro el saco negro comenzando a caminar lentamente hasta la escalera principal, sin ser visto por ningún invitado o elemento de seguridad. En esos momentos los invitados ejecutaban una coreografía al ritmo de la música, otros tantos reían ante la divertida escena.
Una figura se escurría entre las sombras sin ser detectada, con sigilo llego a una puerta de caoba, con singular maestría forzó la cerradura de la habitación, entró en la habitación observando todo en un rápido movimiento de cabeza, se encamino hasta un estante, en donde se encontraba un modular. Kamus extrajo de uno de sus bolsillos un par de guantes de látex, abrió el cd, después con un movimiento limpio y fugaz, sostenía en sus manos un bello collar de diamantes escarlatas.
Kamus Saint Claire sonrió satisfecho con su trabajo, dio media vuelta y sin dejar rastro salió de la habitación como había entrado, envuelto en sombras.
El joven de ojos índigo se sentó tranquilamente en la mesa que estaba ahora vacía, Kamus recorrió la pista de baile, encontrándose a Saori bailando con el anfitrión, a un costado Kannon seguía con la rubia, de pronto alguien le ofreció una copa de vino, la tomo mientras Saga Aligieri tomaba asiento junto a él.
Ambos hombres se miraron por segundos a los ojos para después sonreír abiertamente. Minutos después la algarabía que inundaba el patio de aquella residencia se terminó abruptamente, cuando un estruendoso ruido hizo aparición, proveniente de las alarmas de seguridad. El anfitrión rápidamente pidió disculpas y trato de tranquilizar a los invitados, algunos de ellos en su mayoría mujeres presas de ataques de nervios, puesto que un grupo de seguridad se había abalanzado a las escaleras principales y otro a las secundarias, con la clara intención de atrapar al intruso,
Minutos después un anfitrión destrozado estaba sentado en una silla con la cabeza hundida en las manos. Los rumores corrían como pólvora entre los invitados desde una simple falsa alarma hasta un saqueo completo de una habitación que resguardaba objetos preciosos y documentos importantes.
Un mozo le ofrecía el abrigo a Kamus, quien lo tomo para después salir tomado del brazo por Saori. Los gemelos esperaban en el Mazda deportivo.
Los titulares bautizarían ese día como el "Regreso del Ladrón de Hielo", por la fascinación del ladrón de marcar su paso en alguna pintura de renombre de las víctimas: "Aurora" era lo que se leía junto a la pintura si esta era original, sobre la pintura si esta era falsa.
Y "Aurora" no significaba nada, ese era la conclusión de los policías y especialistas, no era el nombre del delincuente, esa palabra no ofrecía mayor pista que la identificación de un ladrón. Un ladrón que salía de lo común...
Un ladrón de tradición...
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Se recargo con pereza en el balcón de su habitación, adentro en una mesilla descansaban ordenados los libros con cariño. El joven de piel nívea perdió los zafiros en la oscuridad del bosquecillo, agudizando el oído con el propósito de escuchar los ruidos que producían los habitantes del bosquecillo.
- Seré un ladrón, un ladrón capaz de robar los sentimientos... – murmuró Kamus a la noche estrellada, mientras recordaba la situación que se había dado hacia unas horas atrás con Milo Andreu.
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Notas de la autora:
Obviare los comentarios, por razones conocidas- eliminación de fics-. Gracias y dejen sus comentarios!!!- que esos si los puedo leer U
