Akumas. Maquinas de Muerte.
YuGiOh
By Kaede Sakuragi
Capitulo 02
La mañana siguiente estaba oscura. Las nubes negras eran las que reinaban el firmamento, mostrando con furia entre ellas, destellos de los relámpagos lejanos.
Se desperezo con un gran bostezo. Luego de su encuentro nocturno, había dormido sin pesadillas. Aunque aun se preguntaba si el sueño que había tenido, lo era. Miro su mano enguantada, cuantos akumas había matado con ella? Su propia hermana había sido la primera. Amigos, conocidos, hasta hermanos de personas a las cuales agradecía haberlo ayudado. Cuanta sangre Akuma había vertido con ella.
- Oye ...! Si no te apuras, no llegaras al desayuno. El dueño del hotel es estricto con los horarios, llegas tarde y te quedas sin comer ...! – el muchacho de los cabellos tricolor le hablaba, mientras salía del baño y salía de la habitación. Joey miro desconcertado la puerta.
- Que demonios le pasa a ese conmigo? – agito sus cabellos despeinados, histéricamente, mientras refunfuñaba – Maestro ... porque me envió a esta cuidad ...! – con solo imaginarse la sonrisa superficial de aquel hombre de los cabellos morados, lo hizo estremecer - ... Porque a mi ...! – dijo resignado, mientras se levantaba y se aseaba un poco.
Bajo despacio, intentando sentir las presencias del lugar, pero ninguna había. O por lo menos las que sintió al llegar, y ese aroma a roble.
Llego hasta el comedor, encontrándose unas cuatro mesas, las cuales una sola estaba ocupada. Su compañero de cuarto, aquel sujeto que se había encontrado la primera vez y otro de cabellos semi blancos, no sabia que color exactamente. Pero llamo la atención sus ojos, demasiada maldad había en ellos.
Se acerco hasta la mesa donde había unas tazas y algo de comida, se sirvió café, y una rodaba de pastel de chocolate, para luego sentarse en la mesa mas retirada de los demás.
De entre sus ropas, saco la pequeña libreta, e intento entender algo del sueño. Según su maestro, quizás eran pequeños recuerdos reprimidos, sabia que había perdido la mayor parte de su memoria, pero poco a poco la recuperaba.
Escucho un pequeño murmullo de la otra mesa, pero no le presto atención. Al cerrar la libreta, miro por la ventana, se veía como nuevamente diluviaría, como la noche anterior. Suspiro, desganado, no tenia ganas de seguir allí, quería buscar aquel akuma y largarse a otro país. La cuidad Dominio era aburrida, y algo fría.
Cerro sus ojos por un momento, para luego abrirlos y percatarse de una imagen en el reflejo del vidrio. Un muchacho de no mas de 12 años, ojos azules y de cabellos negros largo. Vestía con ropa deportiva negra y roja. Se giro buscándolo, pero no lo encontró. Se volteo a la ventana, creyendo que era su imaginación, pero allí estaba. El pequeño lo miraba como asustado, y algo triste. Estaba por volver a mirar detrás de él, pero el movimiento de sus labios lo hizo detener.
Intento interpretar lo que quería decirle. Moviendo sus manos pequeñas, hasta su corazón, y darle una palabra. Se concentro detenidamente en aquélla figura, hasta que pudo murmurar lo que el pequeño decía.
- Mokuba ... – escapo de sus labios, para luego asustarse por el estruendo de algo estrellándose en el suelo.
Se levanto asustado, lo había tomado desprevenido aquel ruido. Vio como el muchacho de ojos azules, lo miraba con los ojos abiertos, asombrados. En el suelo, estaba desparramado varios platos, que se habían roto, y algunos cubiertos.
Los demás en el salón, se habían levantado, mirándolo. Se sintió nervioso, pudo percatarse que ninguno de los que estaban allí, eran humanos comunes. Cuando intento salir de allí, el repiqueteo de la campanilla del mostrador los hizo voltear a todos. Saliendo primer aquel muchacho de ojos azules.
- No vallas ... – la pequeña vos lo detuvo, mientras sostenía el brazo del rubio – Te están buscando .. es fuerte ... no vallas ... por favor ...! – Joey lo miro interrogante.
- Eres un fantasma ... – le dijo.
- Soy un espíritu ... – dijo con un leve sonrojo - ... Por favor ... no debes ir ...
- Pero porque ...? – Joey tomo su pequeña mano, y se sorprendió cuando la noto fría.
- El te busca ... es poderoso ... y podría matarte ... debes quedarte ... y dejar que mi hermano y sus amigos se encarguen ... – el pequeño Mokuba le decía, mientras lo arrastraba al lado contrario, hacia una puerta cerca de la cocina.
- Joey ... amigo ... – la vos de alguien lo hizo girarse, para encontrarse con unos ojos marrones que lo miraban divertido - ... Acaso te esconde de mi?
- Tristan ... – murmuro despacio, pero su ojo izquierdo empezó a verse distinto, un gran espiral, blanco y negro se apodero de él. Su ojo pudo divisar su verdadera forma – No ... mejor dicho ... Akuma, maquina de muerte ... – su tono de voz era rudo, frió.
- El creador me hizo, especialmente para encontrarte ... – sonrió maliciosamente, mientras lo veía que se movía hacia el centro de la habitación – Veo que su fascinación contigo, es acertada ... – mirándolo sin discreción alguna, se lamió sus labios - ... Eres esquicito ...
- Vienes a matarme ... – dijo despacio el rubio mientras se sacaba el guante de su mano derecha. Mostrando así su deformidad. La mano era de color roja, como carne viva, con un aspecto demacrado y cadavérico. En el centro de esta, llevaba una cruz de hierro, con un pequeño símbolo extraño.
- Valla ... la anti akuma ... la he escuchado en rumores, pero nunca había visto una – aquel muchacho, se le fue acercando, lentamente.
- No, tu no eres Tristan ... aquel muchacho moreno que se lamentaba por no poder ayudar a su koibito. – el otro sonrió maliciosamente.
- Tampoco soy Duke ... su amante ... soy mas bien ... un asesino en serie, buscando una segunda oportunidad por seguir matando aun estando muerto ... – hizo una leve carcajada.
La atmósfera en aquel lugar se hizo densa. Joey había extendido su mano derecha, mostrando su brazo transformado en una enorme garra blanca. El otro sujeto, había extendido sus brazos, transformándose en aquella maquina infernal. Una esfera gigante con bastantes cañones. En el centro de la misma, se veía el rostro de alguien, y sobre este, el alma del akuma, representado por la calavera de la muerte. La maquina no le dio tiempo de reaccionar, había lanzado una de sus bombas con veneno, para infectar al rubio, y así matarlo. Pero lo que no contó fue que algo se interpusiera.
- Cruz templaría ...! – alguien había gritado desde la entrada del comedor, para luego ver que frente Joey, una gran cruz azul protegiéndolo, impactando aquel misil en ella.
- Maldición! – la maquina se giro, furiosa – Debí matarte el mismo día que te conocí – iba a atacarlo, pero no llego a moverse. Una gran garra atravesaba todo aquel cuerpo metálico, para luego dar un zarpazo y despedazarlo como si fuera papel.
Cuando todo se desvaneció, como si fuera polvo llevado por el viento. La cruz desapareció. El muchacho de ojos azules sonrió de costado, para luego caer inconsciente sobre el suelo. El rubio se sorprendió al ver que debajo de el, un gran charco de sangre salía.
Rápidamente fue a socorrerlo.
