Akumas. Maquinas de Muerte.
YuGiOh
By Kaede Sakuragi
Capitulo 04
Había mas de cincuenta akumas rodeándolos. Pero para ellos era divertido.
Bakura miro cómplice a Marik, para luego ambos empezar a correr contra ellos, y saltar por sobre sus cabezas.
Aquel albino, con rasgos egipcios, ataco con una gran hoz de metal, que poseía una pequeña cadena en un extremo de esta, donde se sujetaba una pequeña bola de pinchos de plata. Como si fuera un juego, danzo entre el enemigo, moviendo su arma como si fuera un simple látigo. Desasiendo a su paso, a cada uno.
Bakura, por otra parte, los enfrentaba cara a cara, con dos espadas curvas. Cortando los rostros de los akumas, en forma de cruz, así removiendo el vinculo del cuerpo con el alma. Haciéndolos gritar en el proceso.
Yami, aquel muchacho de los ojos morados, estaba parado en el centro de estos, mirando cada uno de sus movimientos. Cuando el enemigo intento lanzarle unas bombas con ese veneno mortal, se detuvieron a medio camino, explotando sin hacerle daño. Una barrera lo protegía.
Seto, que había llegado a su lado, invoco un circulo debajo de él. Trayendo desde lo mas oscuro de las sombras un gran dragón negro de ojos rojos. Con su fuego, logro deshacerse de la mayoría.
Cuando la lucha se aminoro, y los restantes akumas retrocedieron. Sintieron un gran poder dentro del hotel. Estaban por entrar en el, cuando una de las paredes del mismo fue destruida, descubriendo entre los escombros dos cuerpos.
- Maldito akuma ... mal agradecido – una vos chillona se escucho desde dentro del hotel – Debí haberte matado cuando descubrí que no eras a quien había traído ... – de entre las sombras apareció un hombre grande, de ojos maliciosos, y de un poder superior - ... No se como pudiste escapar de las garras de mi akuma especial ... debías solo poseer ese cuerpo y traerme aquel exorcista ... – el hombre se poso bajo la luz de la calle, el cielo estaba negro, y los relámpagos se podían observar de lejos.
- No ... no iba a ser tu marioneta ... – uno de los que habían sido atacado, se levanto dificultosamente, desafiándolo - ... nunca podría ... traicionar a mi señor ... – el pequeño se encamino enfrentándolo - ... Un detalles olvidaste ... Creador ... Nosotros los antiguos egipcios poseemos el don de invocar a la muerte como si fuera una simple brisa en el aire ... – aquel sujeto hizo una mueca de disgusto.
- Morirás ... – mirando al resto – Todos morirán ...! – levanto su bastón haciendo que el cielo retumbara con un gran estruendo.
Cada uno de ellos se vio rodeado por mas de 100 akumas. Los albinos sonrieron, mirando a Yami, mientras le hacia señas a Seto.
- Es hora de la fiesta ...! – dijeron unísonos.
Por un momento todo el lugar se lleno del sonido de metales rasgándose, gritos desgarradores, los relámpagos hacían que las imágenes que presentaban en aquella calle fuera casi irreal.
Cuando Joey abrió sus ojos, solo distinguió algunas balas de akumas derretirse en pleno vuelo. Varios pedazos de maquinas en el suelo, y que otro edificio demolido. Vio como una de esas maquinas se abalanzaba contra el, pero cuando quiso reaccionar, alguien se le había puesto frente, para luego ver que era destruido con un gran cañón. Sus ojos mieles se abrieron sorprendidos, el akuma que había perseguido los últimos meses lo había salvado, invocando en su brazo derecho, uno de las armas akumas destruyendo así al enemigo.
Aquel muchacho al darse vuelta y sonreírle, hizo que su cabeza doliera nuevamente. Recordando.
Flash Back- Corre ... que no te atrape – escucho la voz de alguien sonriendo. Cuando giro para ver quien era, solo pudo encontrar a varios muchachos jugando.
- Seto cuidado ...! – se escucho luego un gran ruido, como si algo cayera al agua. Luego todo era risas.
- Joey! Me las pagaras! – vio como un muchacho de piel morena, ojos azules, salía todo empapado, para luego perseguir a uno de cabellos rubios. Capturándolo antes de llegar a unos árboles, volteándolo y luego atacando con cosquillas. Para luego, interceptar sus labios, besándolo dulcemente.
- No. Hay que salvarlo – del otro lado grito un pequeño niño de cabellos tricolor, para luego otros dos mas, lanzarse sobre el captor y hacerlo rodar colina abajo, entre risas.
Vio como esos cinco jóvenes se divertían. Algo en él latió muy fuerte.
- Hermano! Hermano! – otro chico llego corriendo, agitado.
- Yugi, que sucede? – el tricolor se levanto espantado, viendo la mirada de terror del muchacho.
- El Faraón ... viene hacia aquí ... – dijo entre cortado – Quiere que el príncipe este listo ... – tomo una bocanada de aire – Dice algo de anunciar su compromiso ... – los cinco muchachos se quedaron en silencio, para luego ver al muchacho rubio, que había quedado detrás de todo.
- Vamos ... – su voz era seria, y fría.
Empezaron a caminar, en dirección a su reino.
Allí, en la gran sala principal del castillo del Faraón, estaban los sumos sacerdotes, algunos escribas y otros guardias reales. Solo al príncipe dejaron entrar, dejando a los demás afuera.
No pasaron mucho tiempo, cuando las grandes puertas se abrieron abruptamente, para dejar salir al rubio furioso.
- TE ESTOY HABLANDO! – la vos del faraón furioso lo hizo detener – Harás lo que yo diga! – el príncipe se dio vuelta, sus ojos mieles ya no eran los sonrientes y felices. Demostraban odio.
- Elegiré a mis guardias y sirvientes – señalando a los cinco chicos que habían quedado fuera de aquellas puertas – Y sin discusión de por medio ... O lo tomas o lo dejas ... – sentencio fríamente - ... Luego ... has lo que quieras ...! – el padre miro con furia, para luego ver que el sumo sacerdote de la corte, hacia su aprobación.
- Pero te casaras con quien yo diga ... – los amigos no podían creer lo que escuchaban, a lo cual, instintamente miraron al ojiazul.
- Bakura, Marik y Yami serán mis guardias – el rubio hablo mirando a los ojos a su padre, que por un momento temió morir con esos ojos – Yugi y Mokuba mis sirvientes personales. Nadie mas que ellos me atenderán, si alguien se atreve a hacerlo, morirá. Seto será mi mano derecha. Por lo cual será mi sacerdote de la corte personal – unos empezaron a protestar, cuando el rubio grito - A CALLAR! ... si les molesta, aquí y ahora, lo disputan con una pelea justa. Quien gane será mi consejero. Si no, se dejan de joderme la existencia! –la paciencia del rubio se había terminado, y al ver ninguna protesta, se giro, seguido por sus amigos, ahora guardias y sirvientes.
Luego de eso, solo se vio la cuidad en ruinas, casas quemadas, cuerpos desechos, como envenenados. Solo un grupo cerca de las cámaras reales, peleando con monstruos. Los cuales poseían armas ... Cañones extraños.
Pudo ver como cinco personas protegían a alguien herido. Pensó que seria al príncipe pero se equivoco, era un niño de cabellos negros. En los brazos del sacerdote. Lo reconoció, era aquel fantasma. Vio también, allí, al creador, enfrentándolos, con akumas con los cuerpo del faraón, y de los demás de la corte.
Quiso gritar, quiso atacar, quiso ayudar. Pero se sintió inútil, y ahí se dio cuenta que estaba dentro de su memoria, y sus recuerdos. Empezó a desvanecerse, con una gran punzada en su cabeza. Ante de caer en la inconsciencia, solo observo como Yami invocaba una magia extraña, para luego verlos desaparecer uno a uno.
Fin Flash Back- Un sueño agradable, pequeño? – alguien susurro al oído.
- TU! – grito al Creador, que lo había levantado del suelo de sus cabellos.
No pudo decir algo mas, sintió como algo intentaba meterse en su cuerpo. Escucho gritos, sintió presión en sus brazos y en sus labios, luego, la nada.
