Muchas gracias por haberme dejado reviews después de tanto tiempo, ahora voy a poner los capítulos muy seguidos. Os agradezco vuestros comentarios sobre la historia, y espero que os siga gustando como la estoy llevando. Ya se van acercando más jejejeje...
MeilinSnape: Si, la verdad que va a sacar a Snape de quicio, pero ya se empiezan a llevar bien... jejejeje y ahora encima que tiene ayuda para controlar a los de Slytherin... No te preocupes, que ya no será tan gruñón.
Amsp14: Me alegro de que sigas leyendo la historia, y si lo de los demonios y todo eso es bastante misterioso, ya veras.
SPOILERS 6ª LIBRO
La hija del Caos.
Capítulo 6. "La mansión Snape"
En el Norte de Inglaterra, en lo más profundo de un páramo frío y solitario, se alzaba una mansión de proporciones gigantescas, que había pertenecido a aquella época de la gloria Victoriana, donde aquellas mansiones que abundaban en todo el país, se alzaban en todo su esplendor. Ahora la mansión estaba destartalada, las paredes grises y llenas de plantas que la trepaban, y los cristales sucios y rotos. Además el tiempo no acompañaba en absoluto, ya que una triste llovizna caía sobre el oscuro páramo.
Nadie del pequeño pueblo llamado Snape, que estaba cerca de la casa se atrevía a poner él pié en aquel lugar, por que se decía que una maldición se había apoderado de la casa desde hacía varios meses, ya que muchas noches se oían gritos de angustia que procedían de la casa, gritos de dolor, y era imposible que un ser humano pudiera habitar en ese lugar, y menos en esa mansión, que estaba tan carcomida por el paso de los años, que parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento.
También se decía que los gritos en realidad pertenecían a la Señora Snape, asesinada por su marido, el Señor Snape, hacía ya mas de veinticinco años, y que su fantasma aún recordaba aquellos días de angustia que pasó en aquella mansión, junto con su pequeño hijo, Severus Snape, al que llevaron a un colegio muy lejano, del cual solo volvió al enterarse de la muerte de su madre, y del suicidio de su padre. Fue un golpe tan duro para el muchacho, que nunca más se le volvió a ver por allí.
Pero todo era muy diferente dentro de la mansión, ajeno a los ojos de los pobres habitantes del pequeño Snape. En la mansión había hogueras y estufas encendidas por doquier, y su aspecto era muy distinto a como se veía desde el exterior. Todo el suelo estaba recubierto por una alfombra roja, y había muebles muy lujosos en su interior, llenos de valiosos libros, todos ellos dedicados a las Artes Oscuras. Pero lo más llamativo de aquella mansión, era un vistoso colgante con forma de serpiente, que en los ojos tenía dos esmeraldas, y en los bordes estaba recubierto de diamantes, acompañado de una fina cadena de la mejor plata.
Pero en aquella habitación, no solo se encontraba el precioso colgante, si no que también estaba Lord Voldemort, el mago mas temido de todos los tiempos, junto con su fiel compañera Nagini, que daba vueltas alrededor del sofá donde este se encontraba. Lo único cálido en aquel cuarto, era la hoguera que estaba encendida, y la cual iluminaba los ojos rojos de Lord Voldemort.
Todo estaba en la más relativa tranquilidad, hasta que alguien llamó a la puerta, interrumpiendo el silencio conseguido.
- Señor, mi señor, ya ha llegado la lechuza que estaba esperando. Dijo una voz bastante grave.
-Avery pasa, y déjame la carta encima de la repisa. Dijo una voz fría, cortante y áspera. La voz de Lord Voldemort.
El hombre pasó, y dejó la carta en el lugar donde Voldemort le había indicado, mientras intentaba no mirar hacia donde estaba su señor.
-Aquí se la dejo la carta señor... También tenía que decirle mi Señor, que Snape se encuentra aquí. Dijo Avery.
-Bien, deja ahí la carta. Ahora cuando te avise le haces pasar. Ahora vete. Dijo Voldemort cogiendo la carta con sus largos y fríos dedos.
Mi Señor:
Como usted me ordenó, he conseguido hacer enfadar a la profesora Carolinne Moon, y le debo de informar que los ojos se la tornaron de un color rojo, como usted bien me dijo, muy parecido al suyo. En cuanto a lo que me ordenó de asesinar al director, lo cumpliré cuanto antes pueda.
Su más leal vasallo.
Draco Malfoy.
En los fríos labios de Voldemort, se dibujó una pequeña sonrisa, mientras llamaba a Avery, para que hiciese pasar a Snape, el legítimo propietario de la mansión.
-Mi Señor... ¿Qué desea de mí?. Dijo Snape arrodillándose ante el Lord.
-Sabes tan bien como yo, que deseas a la profesora de DCAO, y no te lo voy a reprochar, pues yo también lo hubiera hecho. Dijo Lord Voldemort sonriendo nuevamente.
-Mi Señor, y eso que tiene que ver con sus planes. Dijo Snape.
-Lo tiene que ver todo, y no me vuelvas a reprochar ni una sola vez... lo que quiero es que enamores a esa joven profesora. Dijo Lord Voldemort.
-Pero mi Señor, eso eso ...
-CRUCIO. Grito Voldemort, mientras Snape estaba en el suelo retorciéndose de dolor.
-Lo siento mi Señor... Dijo Snape entre balbuceos.
-Lo que quiero es que la enamores, que la conquistes, que quiera estar siempre a tu lado. Ese será tu cometido. Dijo Lord Voldemort.
-Pero...pero...
-CRUCIO. Grito nuevamente Voldemort, haciendo que a Snape le empezaran a salir hematomas y heridas en todo el cuerpo. –Vete ya, y coge el colgante de tu asquerosa madre Sangre Sucia, para regalárselo a la chica -
Y así Snape abandonó la oscura habitación, portando el colgante que un día había pertenecido a su madre, una Sangre Sucia, que había sido asesinada por su padre. Esos recuerdos le amargaban demasiado, y encima ahora tendría que enamorar a esa mujer, que tan mal le caía, y que además si no habían sido sus imaginaciones, la había visto con unos temibles ojos rojos. "¿Qué pretenderá el Señor Oscuro con todo esto...?" Se preguntaba Snape, mientras abandonaba la mansión en donde había pasado su infancia. "Debo de cerrar más mi mente al señor Oscuro, si no podría descubrir el pacto que hice con Narcissa..." Pensaba Snape amargamente mientras desaparecía.
En la habitación, Lord Voldemort pensaba para sí mismo, mientras se le dibujaba una malvada sonrisa en sus finos labios. "Por fin lograré quitarle la inmortalidad a esa sucia mestiza de demonio y bruja, y sus poderes... si acepta a estar con Snape, deberá renunciar a su inmortalidad..."
Carolinne estaba en su despacho, corrigiendo la gran pila de exámenes que tenía. De momento los que llevaba estaban bastante mal, a excepción de uno, perteneciente a una chicha Gryffindor llamada Hermione Granger.
Estaba tan absorta en la corrección, que no oyó el ulular de una lechuza gris, que estaba en la ventana, hasta que esta empezó a dar golpecitos en la ventana.
Rápidamente Carolinne se levanto del escritorio, y fue a abrir la ventana, para dejar pasar a la pequeña lechuza, que traía el periódico El Profeta, y otra carta de Hogwarts.
La llamó la atención la portada del periódico que decía así:
Sábado 1 de Noviembre de 1996
¿Aprenden de verdad nuestros hijos a defenderse de las Artes Oscuras?
El puesto de profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, quedó vacante nuevamente este año, pero el afamado director Albus Dumbledore, encontró nuevamente un nuevo ocupante para este puesto. Su nombre es Carolinne Moon, una joven de familia mágica desconocida hasta la fecha, pese a su ascendencia noble. Tiene alrededor de unos 25 años, y nunca ha trabajado antes en un puesto semejante, por lo que no tiene experiencia. Pero si podemos asegurar con seguridad, que tiene una gran preparación debido a sus estudios, además de que fue la jefa del Comité Internacional de Aurores, puesto que dejó al entrar en el mencionado colegio.
Es una muchacha muy extraña, nunca ha aceptado su victoria en nuestro concurso de belleza de brujas, que se realiza cada año, valorando a las más bellas del panorama mágico. Nos comenta uno de los periodistas de Corazón De Bruja.
Hará bien su trabajo, eso se lo puedo asegurar. Está muy preparada. Nos comentaba Albus Dumbledore, el director de la escuela.
Pero nuevamente nos quedará la duda... ¿ Será capaz una muchacha tan joven y sin experiencia de enseñar a nuestros hijos a defenderse de EL-QUE-NO-DEBE-DE-SER-NOMBRADO... ? Pronto lo averiguaremos.
Carolinne levantó la vista del periódico totalmente indignada "¿Sobre todo joven e inexperta... ¿Por qué los humanos se meten siempre donde no les llaman...?" Pensaba Carolinne mientras que con un movimiento de su mano, hizo que el periódico desapareciera.
Ahora, empezó a abrir la carta de Hogwarts, que decía así:
Estimada Señorita Moon:
Con motivo de su muy reciente asignación a Subjefe de la Casa Slytherin, se le ruega que abandone sus aposentos en el plazo de dos horas, para instalarse en sus nuevos aposentos que se encuentran en las mazmorras.
Le ruego disculpe las molestias. Minerva Mcgonaggall.
"¿Qué pasa aquí que todas las malas noticias llegan a través de las lechuzas...? Ahora lo único que me faltaba es que mi habitación estuviera al lado de ese insoportable..." Pensaba Carolinne, mientras que con un movimiento de su mano, todas sus cosas se depositaron en una vieja maleta, quedando el dormitorio vacío.
Un magullado Snape, llegó al Castillo, lleno de hematomas y heridas por todas partes. " Menos mal que como hoy es sábado, los alumnos estarán durmiendo aún". Pensó Snape mientras se arrastraba a duras penas hacia las mazmorras.
Mientras caminaba a duras penas, se sacó el colgante en forma de serpiente que un día perteneció a su madre y a Florence... ese collar que le traía tan malos recuerdos, pero que también le traía tan buenos momentos al lado de su madre y Florence... Florence.. Ese nombre le hería hasta lo más profundo de su ser, esa mujer a la que tanto había amado estaba muerta por su culpa, y eso jamás se lo perdonaría.
No podía entregarle el colgante a una mujer que odiaba, eso solo se lo podría dar a alguien a quién amara. Pero eso ya era imposible, porque todos esos sentimientos habían sido enterrados hace mucho tiempo, y el muro que había creado a su alrededor era casi imposible de romper.
Volvió a guardar el colgante, y se apresuró hacia su despacho, abriendo la puerta, cerrada con un montón de encantamientos. Pero un dolor que le quemaba, le surgió del antebrazo derecho. Su marca oscura le ardía, sentía que se desmayaba y que caía contra el suelo frío de las mazmorras... Pero no fue así, ya que alguien le sujetó, impidiendo que cayera al suelo. Lo único que alcanzó a ver antes de desmayarse, fueron unos ojos verdes rojizos, que le miraban con preocupación.
Carolinne, se encontraba allí en las mazmorras, con el odiado profesor de Pociones en brazos, y con sus maletas en el suelo.
Decidió llevar al profesor a su dormitorio, que había dejado abierto antes de que se desmayara. Con ninguna dificultad lo tumbó en la cama, y empezó a observarle.
Estaba lleno de heridas y cortes, al igual que de hematomas. Le tocó la frente, y tenía fiebre, por lo que le puso un paño de agua fría.
"¿Pero qué estoy haciendo... ¿Me estoy apiadando de este desagradable...?"
Pero Carolinne, no podía evitar apiadarse de él, por mucho que lo odiara, ya que era un mortal, y por eso sufría todas aquellas heridas, que ella nunca había sufrido.
"Si pudiera hacer magia, le curaría todas las heridas, pero no puedo, sería demasiado evidente... será mejor que avise a la Señora Pomfrey, antes de que los alumnos me vean en el cuarto del Prof. Snape..." pensó Carolinne mientras se levantaba de la silla que había al lado de la cama, donde yacía el profesor.
Salió de la habitación a todo correr, pero de lo que no se había dado cuenta, es de Draco Malfoy, la había visto salir de la habitación...
