SECRETO
Por AndreaV

PARTE 7: CONFESIONES

Clark se retorcía de placer, gimiendo mientras explotaba en un orgasmo, cubriendo su propio pecho y el de Lex con su semen. Lex estaba seguro que no debía haber nada más hermoso en el mundo que su amante descontrolado de placer. Ese pensamiento hizo que no pudiera esperar más y dejara que su propio orgasmo se desatara, mientras él se movía con fuerza dentro de Clark.

Unos pocos minutos después, ambos yacían frente a frente en la cama, disfrutando de la descanso que sigue a la pasión. Clark con los ojos cerrados, Lex observando a su amor. Le parecía un sueño tenerlo a su lado nuevamente. Después de todo, hacía apenas un par de meses que Clark le había dicho que no podían seguir juntos.

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- Lex –dijo Clark sin abrir los ojos- esto no puede volver a pasar
Por supuesto, era demasiado bueno para que durara.
- Clark, te recuerdo que fuiste tú el que vino a mi apartamento y me besó apenas cruzó la puerta
- Ya lo sé –respondió Clark y sus grandes ojos verdes miraron a Lex con tristeza- Te extrañaba mucho
- Hablamos casi todos los días
- Extrañaba hacer el amor contigo
- Entonces ¿por qué insistes en esa absurda idea de que no podemos estar juntos?. Clark, yo te amo –Lex nunca había sido tan sincero en su vida
- Yo también te amo, pero esto no puede volver a pasar. Si continuamos así no voy a poder dejarte...
- ¿Y eso es tan terrible?
- Lex, por favor, no hagas esto más difícil para mí –suplicó Clark, casi llorando
- Está bien, hermoso, ven aquí – Lex le tendió los brazos y Clark se acomodó en su pecho- Todo va a ser como tú quieras. Pero por favor, no me dejes fuera de tu vida. Si quieres que seamos sólo amigos, está bien. No es lo que yo desearía, pero si es todo lo que puedo tener, lo acepto. Sin embargo, no voy a aceptar que me excluyas de tu vida.
- Nunca podría hacer eso
- Lo hiciste una vez
- Ya lo sé y dolió demasiado. Yo también necesito tenerte a mi lado, aunque no podamos ser amantes
- Clark, si fuera por mí, tu serías mucho más que mi amante. Le diría a todo el mundo que te amo y que soy el hombre más afortunado de la tierra, porque tú también me amas.
Clark levantó su rostro y miró a Lex con adoración.
- Yo soy el afortunado –dijo sonriendo y luego besó a Lex con dulzura.

Durante los siguientes tres meses Clark mantuvo su promesa de buscar a Lex sólo como amigos. Para evitar tentaciones, siempre se encontraban en lugares públicos como cafeterías o restaurantes. Incluso, fueron juntos a un par de juegos de los Sharks.

Casi siempre Lex tenía que esperar a su amigo, para quien la puntualidad era una meta imposible. Cada vez que el pobre Clark tenía la intención de llegar a la hora, algo sucedía. La última vez había sido un incendio en un pozo petrolero en el Golfo Arábigo. Así que Lex se sorprendió de verlo entrar a Starbucks justo a la hora acordada y con una gran sonrisa iluminándole el rostro.

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- Clark¡Qué sorpresa!
- ¡Lex!
- Se te ve muy contento hoy
- Tengo que contarte algo –respondió Clark mientras hacía la fila para ordenar su café. Unos pocos minutos después se sentaba frente a Lex con un espresso en la mano.
- Bueno, soy todo oídos –dijo Lex reclinándose en el respaldo de la silla
- Tuve una larga conversación con mi papá este fin de semana
- ¿Y?
- Me dijo que está de acuerdo
- ¿De acuerdo con qué? –Lex se estaba poniendo nervioso
- Conmigo... tú sabes –Clark bajó la voz- conque me gusten los hombres
- ¡Oh!
- ¿Te das cuenta lo que eso significa? –los ojos de Clark brillaban de emoción
- ¿Que Martha hizo un excelente trabajo de persuasión?
- ¡No! Bueno, sí. Pero ¿no te das cuenta? Si mi padre está de acuerdo, podríamos estar juntos después de todo.
Lex miró con tristeza y humor a Clark. ¡Cómo era posible que aún fuera tan ingenuo!
- Clark, tu padre podrá aceptar que eres bi, pero preferiría verte con Hannibal Lecter que conmigo
- ¡Lex, no digas eso!... Hannibal Lecter es muy viejo para mí.


Tres semanas después de que Clark entrara sonriendo a Starbucks, Lex se dirigía a lo que sabía iba a ser su ejecución. Clark estaba convencido que debía conversar con su padre sobre sus sentimientos. Especialmente desde que Martha le había contado de su conversación con Lex en el hospital. Y ahora que Jonathan estaba restablecido, tomaba todas sus medicinas y se mostraba abierto a la identidad sexual de su hijo, Clark estaba seguro que era el momento para ser totalmente honesto.

Lex, por su parte, no estaba tan seguro. En realidad, tenía pánico. Temía una reacción negativa de Jonathan o, peor aún, que sufriera un nuevo infarto. Si algo así llegaba a ocurrir, lo más probable es que perdiera a Clark definitivamente. Pero éste había insistido, argumentando que si su padre aprobaba su relación (o al menos no se oponía) podrían estar juntos nuevamente e incluso podrían admitir abiertamente su relación. Era esa posibilidad la que había persuadido a Lex para aceptar la invitación a pasar el domingo con los Kent, momento que Clark aprovecharía para sincerarse con su padre.

Y ahora se acercaban rápidamente a la granja, el estómago de Lex apretándose más y más a la vista de la casa.

Clark se estacionó frente a la puerta y saltó fuera de su camioneta. Lex abrió la puerta del pasajero lentamente, bajó del vehículo y siguió a su amigo hasta la puerta con la lentitud de un condenado a muerte camino al patíbulo.

Martha salió a recibirlos y los saludó con un abrazo y un beso en la mejilla a cada uno y los invitó a pasar. Jonathan se adelantó a abrazar a su hijo y luego le tendió la mano a Lex, que le devolvió el saludo

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- Lex, me alegra que hayas venido –dijo el padre de Clark
- El gusto es mío, Sr. Kent –respondió Lex, algo sorprendido por la amable recepción- No podía negarme a una invitación que incluyera la comida de Martha.
- No te culpo. Nadie cocina mejor que ella.
- Absolutamente –respondió Lex de inmediato. En verdad pensaba así, pero aunque hubiera estado en desacuerdo, jamás lo hubiera dicho. Era esencial no discutir con Jonathan Kent.
- ¿Por qué no te sientas, Lex? –ofreció Jonathan- ¿Tomas algo¿Cerveza, limonada?
- Limonada está bien, gracias
- ¡Yo la traigo! –exclamó Clark y se escabulló a la cocina.
Jonathan se sentó frente a Lex y lo miró fijamente.
- Lex, hay algo que me gustaría conversar contigo –dijo
- Claro, Sr. Kent, lo que usted diga –respondió Lex tratando de aparecer calmado, aunque por dentro estaba aterrorizado
- Lex... yo.. quería darte las gracias
La impresión de Lex fue tanta que abrió la boca de asombro
- ¿Las gracias¿Por qué? –seguro no era por acostarse con su hijo
- Martha me dijo que pagaste las cuentas del hospital y que fuiste una gran ayuda para ella y para Clark mientras estuve enfermo
Así que la madre de Clark había estado haciendo algo de relaciones públicas. Lex estaba seguro que Jonathan le daría algún retorcido significado a todo apenas supiera la naturaleza de su relación con Clark.
- No fue nada... quiero decir... Clark es mi amigo... era... era lo menos que podía hacer
- Fue muy generoso de tu parte, Lex. Especialmente porque sé que a veces –énfasis en el "a veces"- he sido injusto contigo
- Sr. Kent, no es nada. Yo comprendo que usted sólo ha tratado de proteger a su familia.
Jonathan sólo respondió afirmando con la cabeza.
Clark llegó en ese momento, llevando un vaso de limonada en la mano, el que le tendió a Lex con su mejor sonrisa.
- Mamá dice que el almuerzo está listo –anunció alegremente. No importaba cuán difícil se pronosticara ese día, evidentemente la perspectiva de una buena comida era todo lo que tenía en mente por ahora. Lex deseó poder tener él también el cerebro en el estómago.

Durante el viaje desde Metrópolis, Lex y Clark habían acordado plantear el tema de su relación después del almuerzo. Por lo tanto, y ayudados por el excelente estofado de Martha, pudieron disfrutar de la comida en un buen estado de ánimo. Sin embargo cuando llegó el turno del café y el pie de cereza, Clark no pudo seguir esperando.

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- Papá, hay algo que me gustaría conversar contigo –dijo de pronto. Lex palideció (aún más) y Martha miró a su hijo con inquietud. Ella estaba al tanto de sus intenciones y le había dado su aprobación, pero aún así le preocupaba la reacción de su esposo.
- Claro, hijo, dime –le respondió Jonathan despreocupadamente
- Estoy enamorado –señaló Clark rápidamente. Nadie podía acusarlo de ser sutil.
- ¿En verdad? –preguntó su padre- ¿De... bueno de...?
- Sí, de un hombre.
- ¡Oh! –Jonathan no atinó a decir nada más. Lex fijó la vista en la mesa y Martha permaneció alerta
- Él... él es una persona muy especial para mí. Yo he estado enamorado de él durante bastante tiempo, pero hasta ahora no me atreví a pensar que podíamos tener una relación.
- ¿No¿Por qué? –el Sr. Kent parecía genuinamente interesado en los sentimientos de su hijo. Lex pensó que debía ser un gran esfuerzo para él y que, seguramente, lo hacía por lo mucho que amaba a su hijo. El dolor de recordar la frialdad de su propio padre le hizo olvidar su nerviosismo por un momento.
- Papá, tú sabes que tú y mamá son muy importantes para mí. Yo no podría estar con alguien sabiendo que ustedes me odian por ello
- ¡Bebé, tú sabes que nunca podríamos odiarte! –interrumpió Martha
- Clark, tu madre tiene razón –afirmó Jonathan- Admito que tu... ejem... confesión me tomó de sorpresa, pero no importa lo que decidas, nunca podría odiarte. Martha y yo te amamos y no puedes culparnos por preocuparnos por ti.
- Lo sé –Clark sonrió con emoción- Yo también los amo.
- Bueno¿quién es ese hombre tan especial? –preguntó el Sr. Kent en un tono casual (no totalmente exitoso)
- Lex –respondió Clark, sonriendo en dirección de su enamorado. La mirada fulminante que le dirigió Jonathan hizo que Lex deseara que la tierra se hundiera y se lo tragara. Estaba totalmente perdido.