Con toda el alma

,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ ,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸

Me encuentro aquí sentada.

Siento el silencio cayendo sobre mí como un pesado hierro macizo, que me asfixia. Sin embargo, es una hoja de doble filo; siento que la soledad me ayuda a pensar, que me ayuda a no sentir, a pesar de que sé que es imposible desterrar este dolor de mi corazón.

No estás. Quizás jamás vuelvas a mí. ¿Te tuve alguna vez?

El frío de este invierno me ha calado muy dentro. Ahora sólo siento frío, pero no me incomoda, me gusta. Me recuerda a ti.

Tan duro, tan fuerte y tan hiriente, me hacias daño con tu máscara de hielo. Me hacias daño con esa doble personalidad que encerrabas, con esa pasión tan oculta y tan desatada en mí cuando tu estabas cerca.

Nos besamos mientras la nieve caía sobre nosotros. ¿Recuerdas? Nos besamos y sentí que mi cuerpo se erizaba completamente, que me faltaba el aire y el aliento, que expiraba y no era yo. Sentí tantos deseos de llorar y abrazarte, gritar muy alto que me hacias enloquecer y que no podía más.
Jugabas conmigo, ¿sí, Malfoy? Jugamos como querías porque sabías, tan bien como yo, que estaba loca por ti.

¿Acaso tú no lo estabas, un poquito? ¿O era todo mentira?

Navidad.

Abrí aquel regalo y sentí que aquel dragón de cristal que reflejaba mis ojos, no era otra cosa que el frío cristal de tus pupilas, mirándome. Estabas dentro de aquel dragón.

Y miré al fuego. Estabas entre las llamas. En las llamas de mi deseo, en mis sueños.

¿Cómo empezó? No lo sé. ¿Cuándo los insultos ya no eran sino que mi boca no podía contener los deseos de mi cuerpo? ¿Cuándo perdí el control?

Esa tarde del regalo frente a la chimenea. Cuando vi la D.M en la pequeña nota en que me pedías que estuviera en los terrenos de Hogwarts esa noche.

Draco, ¿dragón o demonio? Ambas llevan el fuego en la piel. Ambas llevan el frío en la sangre.

Estabas allí, con las manos en los bolsillos y la vista perdida, ignorabas a propósito mi presencia. Me puse frente a ti, te miré enfadada y quise irme pero tu me paraste. Sonreías. Maldito Slytherin.

Te acercaste a mi rostro, ibas a besarme. No sé cómo reuní la fuerza necesaria para separarme y golpearte.

"No lo hagas nunca más", te dije, intentando que mi furia no se convirtiese en la flaqueza que estar a tan pocos centímetros de ti, me hacias sentir.

Reíste. Maldito. Te abofeteé de nuevo.

Ahora tenías sendas mejillas coloradas, con la silueta de mis dedos en tu pálida piel. Pero aquella sonrisa burlona no se te borró. Quise seguir pegándote, me cojiste las muñecas. ¿Sabes? Me dejé.

Estaba tan cansada.

El contacto de tu piel con la mía sólo fue un aliciente más. Maldito. ¿Qué poder sobrenatural tienes para que yo olvide todo cuando estoy contigo, pierda los papeles y la conciencia me abandone?

"Tranquila, Granger. Tranquila." Tan cerca de mi oído. Tan peligroso. Tan furtivo. ¿Juegas, Malfoy? Juegas conmigo.

No me soltaste. No me resistí.

Me besaste y la presión de tus dedos en mis muñecas fue mínima. Sentí paz y a la vez, algo revolviéndose en mi vientre, como una serpiente nerviosa, cascabeleando.

La nieve se derretía en la superficie de mis botas. La luna estaba escondida, el cielo estaba oscuro y tan solo unas tímidas estrellas se atrevían a asomar.

Quería que me abrazaras y sentirte pegado a mí, sentir el latido de tu corazón golpeando tu pecho, resonando en mí.

Te lo pedí y asombrosamente, accediste sin preguntar. Maldito Malfoy, ¿por qué eres tan maravilloso?

Y yo, tonta de mí, era un juego. Lo sabía, pero...me gustaba tanto.

¿Juegas, Malfoy? Estás jugando. Yo soy el premio, yo soy la presa tonta que se deja atrapar por los ojos brillantes, astutos, que observan mis movimientos.

La mañana siguiente era tan cálida dentro de Hogwarts. Los colores anaranjados y marrones de las paredes del Gran Comedor. El árbol de navidad, reluciendo en el centro, con los adornos centelleando, los espumillones y la estrella polar.

Caí, de nuevo. Debajo del muérdago. Estúpida tradición.

Miraste a ambos lados antes de besarme y yo sonreí mientras. Me hacia gracia verte así de previsor, tan poco seguro, tan normal.

Me besaste cogiéndome del rostro con ambas manos, acercándome tanto a ti que podía oler el perfume de tu cuello, tu fragancia particular, el olor a limpio y el calor.

No fue la última vez en aquel día, que nos escabullimos y buscamos un muérdago donde besarnos.

Tontos y arriesgados. Adolescentes.

Ahora miro atrás con anhelo, rienndome de lo payasos que éramos.

Esa noche navideña, todos dormían y nosotros nos acariciábamos en un aula descuidada, como otras tantas en los abandonados pasillos de Hogwarts. El castillo era solo nuestro. Éramos los reyes de aquel palacio encantado.

Fue todo tan hermoso, las caricias, los besos, los caminos que marcaste con tus labios en mi piel. Maldito. Tatuaste mi cuerpo con tu boca, torneaste mi figura, con tus manos como nadie nunca lo había hecho y yo reí y sonreí, porque me sentía especial entre tus brazos.

La chimenea dibujaba llamas en el suelo, en la alfombra donde nos encontrábamos, arropados por la apacible oscuridad y picados por la malicia de lo prohibido.

Aquella navidad fue inolvidable. Tengo grabado, cada encuentro, cada sonrisa y gesto.

Te abrí mi alma como nunca lo había hecho a nadie, dándote cada emoción y cada sentimiento, haciéndote portador de todo lo que yo contenía. Abriéndome a ti como jamás a nadie.

Era especial. Eras especial.

Me sentía protagonista de un cuento de hadas, hecho realidad. Era verdad que te tenía, aquellas noches, no eran soñadas. Tú sentías algo por mí. No supe qué, no supe si el sentimiento era tan grande como el que yo sentía. Quizá sí, quizá era tan desorbitado como el amor que creció en mí, con cada copo de nieve que por la ventana resbaló. O quizá no, quizá solo era una aventura que quisiste probar, morder del fruto del árbol que se te ofrecía.
El tiempo pasó y nuestra navidad acabó. Pero el juego no. No había hecho más que comenzar.

No acabó aquel año, ni el siguiente, ni los demás, fuera del castillo, en el que cada navidad me mandabas un regalo con una nota y una cita.

Yo acudía, nunca falté. Tú tampoco.

Siempre fuimos dos intrépidos arriesgados.

Nadie lo supo. Creo que nadie lo sabe.

Pero esto ya no es un juego para mí, Draco, es algo más. Mucho más serio.

He madurado y ahora sé distinguir lo que siento. No era una pasión de niña inmadura, no, ¿es amor? Es amor. Dios, quiero convencerme de que no lo es, de que sigue siendo un capricho, una ilusión, un olvido, un paraíso que se desvanece con la luz del día.

No puedo.

Draco, no me llames. Porque tu voz al teléfono me hace recordar tus susurros en los pasillos, tu voz tras los árboles, las columnas, las puertas.

Draco, no me beses. Porque olvido quién soy y cuál es mi destino. Porque cierro los ojos y me ciego. Porque no pongo una valla que pare mi descontrol. Porque no tengo límite cuando estoy contigo.

Draco, vete. Aunque me rompas el corazón en mil pedazos, es mejor ahora que nunca.

Draco, quítame este frío que siento en el cuerpo porque no te tengo.

¿Me quieres?

Esta navidad voy a mandar yo el regalo. Es este escrito, estas palabras reveladoras, que te muestran mi corazón, enteramente tuyo. No es una carta de amor, ni una declaración. Es solo mi alma, en un papel.

Te pertenece. Es tuya, yo te la doy. Te ha pertenecido desde antes que pueda recordar.

Hoy, quiero decirte que bastan las mentiras. Que te quiero. Así de simple, ¿te bastan esas dos palabras para derretir tu barrera de hielo?

Huyamos juntos, he enloquecido. Te adoro con todo mi ser.

Bájate, alto ejecutivo, de tu estandarte, que me he cansado de ser una estirada empresaria que quiere ver cómo está su cuenta, a base de visitas y llamadas.

Desnúdate, viajero imprudente.

Vámonos la última noche del año, a la colina más alta, veamos el amanecer juntos, el alba.

Que me sobra el mundo y las palabras, que sólo te quiero a ti, porque te amo con toda el alma.

,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ ,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸

¡Hola mis niñas! Perdonadme, lo siento muchísimo. Estoy pasando una racha de nula inspiración y esto me salió ahora mismo, sentada frente a la pantalla en blanco, preguntándome por qué de mi bloqueo.

Todo lo achaco a un mal amor, a una navidad bastante gris pero que no pierde su luz.

Quiero agradecer muy en especial a Boni, que me ha ayudado mucho con sus conversaciones tan divertidas y profundas a la vez (sí, sí) y a Rakel, por lo mismo que es un gran apoyo siempre. También a Ally, que te quiero mucho, ¡preciosa!

Y por favor, no pensad que me olvido de todas las demás, que os llevo muy dentro y que por supuesto, estáis presente en cada capítulo.

No sé si tendré que cambiar el título de "20 Sueños y 2 Almas" por "7 Sueños y 2 Almas", todo depende de la Señora Inspiración

El capítulo de esta noche, o madrugado, mejor ( 2.01 h) va dedicado a: Zeisse. Me pediste algo mucho más simple que yo...desarrollé muy...extraño, espero que te haya gustado ;) Con mucho cariño y amor!Besotes!

No me olvido de las peticiones, ¡eh! Las tengo presentes y todas en proyecto. Solo hace falta un empujoncito :P

Os quiero!Feliz año nuevo 2005!Que todo os salga a las mil maravillas!

Lira Garbo

El amor es una fuente inagotable de reflexiones:

profundas como la eternidad,

altas como el cielo

y grandiosas como el universo.

Alfred Victor de Vigny