Tan veloz como el deseo

,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ ,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸

Te miro, me miras. Siento el sudor en mi cuello, siento el calor de tu mirada ardiente, fundiéndose en la mía, latiendo imperturbable, como una tempestad furibunda golpeando sin piedad las rocas del acantilado.

Respiro, siento el aire y no lo siento, sólo puedo ver tu mirada, respirar tus ojos y anhelar beberte, sorbo a sorbo, aunque eres el veneno más mortal que mis boca puede tomar.

Intento calmarme, me tranquilizo apretando fuertemente los párpados y luchando contra mis deseos de mirarte y perderme en el acero helado de tus orbes que son un mundo, como tú. Mundo, paraíso, deseo e imposible.

Soy capaz de aguantar, sí, puedo controlarme. Pero, accidentalmente, tropiezo contigo y caigo de nuevo en el vacío.

No, es definitivo. En la guerra de miradas, vuelves a ganarme. En esta guerra, llevas el mando. Sin embargo, sabes contra quien luchas, Malfoy y sabes que no será fácil, que no caeré rendida a tus pies por mucho que mis entrañas me griten constantemente que lo haga, porque soy demasiado orgullosa y tengo demasiados prejuicios hacia ti.

Y salgo del aula...

Corro hasta el baño. Abro el grifo y me lleno las manos del agua que desprende, la llevo a mi cara y dejo que su suavidad me acaricie como si fueran las sábanas de terciopelo que son tus manos, como es el aroma que desprende la piel de seda, pálida y tentadora, que envuelve el alma fría del hombre sin sentimientos.

Cuando me enderezo y me veo en el espejo, veo tu rostro detrás del mío. El corazón me da un vuelco y lo siento en la garganta, entonces, me vuelvo y veo que sólo fue un sueño. Maldita jugarreta de mi mente, que juega sucio conmigo y mis emociones.

Salgo. Huyo. Escapo. ¿Hacia dónde me llevan mis pasos? Caminaré sin rumbo fijo, intentando que tu fantasma se aleje como me alejo yo de ti. Mas, me persigues, estás allí, aunque no te pueda ver, porque lo esencial es invisible y tú te muestras en la más profunda oscuridad.

Esta noche tenemos turno de prefectos. ¿Y cómo voy a soportar estar a esa distancia de ti¿Cómo voy a soportar tu presencia, saber que estás a metros pero que en verdad es una eternidad¿Cómo lo hago? Dímelo tú, rey de las soluciones para todo, dímelo porque soy incapaz de encontrarla.

La hora se acerca y estoy temblando. Te odio, en lo más hondo de mí, te odio con todas mis ganas, pero eso no quita que te desee como nunca he deseado a nadie. Lo reconozco, adorado enemigo, te deseo, te deseo con impetú y arrojo. Me averguenzo de mi deseo, me averguenzo¡no debo sentirlo!

Pero sueño con que me tocas con tus dedos delicados, sueño que hundes tu cabeza en mi pelo, en mi cuello, susurrándome palabras atrevidas.

Escondo el rostro. ¿Por qué siento esto¡No debo sentirlo! Claro, fácil decirlo, explícaselo a tu cuerpo, explícale que ese ser monstruoso debe repugnarte, debes sentir asco y contrariedad hacia él. Sí, explícaselo y dile que odie sus ojos, sus labios, su piel y su olor, y haz que cumpla tu mandato, para que así el odio que te tienes a ti misma, mengüe.

Ahora y aquí.

Pasillo desierto. Escucho al grillo, escucho el silencio, escucho mi respiración y te veo, apoyado en la pared, con los brazos detrás de la cabeza, absorto en tus pensamientos.

Trago saliva. No puedo emitir sonido alguno, incluso un suspiro, se me atranca. Sé que estás allí y de pensar que tú puedes pensar ahora mismo como yo pienso en ti, me altero de tal manera que necesito echar a correr.

De pronto, oigo algo, algo que se acerca a mí, apunto con la varita y me asusto, una sombra escurridiza pasea ante mis ojos. Una rata de cola alargada. Clavo las uñas en la pared, por un momento me olvido de tu presencia. Entonces, oigo una voz, un susurro y acto seguido, un incendio que elimina aquella partícula de cloaca que segundos antes había estado frente a mí.

Te miro fijamente, pareces detectarlo y también me miras. ¿Sonríes? Es más bien una mueca a la que no encuentro significado. Tiene mil significados y es el verdadero el que no logro encontrar.

Estúpida Hermione, me grito en silencio. Estúpida por desearle hasta el punto de...

¿De qué?

¿Hasta qué punto lo deseas, Hermione¿Hasta qué punto le deseas, qué estás dispuesta a hacer?

Vuelvo a apretar los párpados. Olvido, ven a mí y llévame, llévate a Draco Malfoy de mi cabeza, líbrame de este mal, amén de mi cordura.

Te miro de reojo. Sí, sé que te das cuenta. ¿Por qué no mirarte, entonces, fijamente, sin dobles caras? Sigo siendo hipócrita, sigo siendo orgullosa, no puedo rendirme a las evidencias.

Oigo como resuenan tus zapatos negros por el suelo de Hogwarts, de ese pasillo interminable. Estás haciendo ronda en tu zona y das vueltas, y vueltas...en mi cabeza¿no estás cansado¡Llevas todo el día dando vueltas en mi cabeza! Para de una vez, por favor.

Te detienes. Yo abro los ojos. Siento algo.

Mi instinto femenino no me falla. Me estás mirando, yo pestañeo y me sonrojo. ¿Ves mis mejillas coloradas, en la oscuridad? No lo sé, no quiero saberlo, no quiero que me mires.

No... - murmuro con un susurro de voz.

No, en mi lenguaje es sí. Lo digo para que lo sepas, para que logres comprenderme. Que cuando digo y repito: "No quiero verte más, no quiero que estés cerca de mí, no quiero ver tus ojos, tu boca y tu piel", digo "Sí quiero verte, cada día, a cada hora, cada minuto y cada segundo; quiero que estés cerca de mí, que seas mío y yo sea tuya, quiero ver tus ojos, verte en los míos, quiero ver tu boca, tenerla en la mía, quiero ver tu piel, besar cada poro y que cicatricen todas las heridas".

¿Acaso me lees el pensamiento¿Por qué esa sonrisa burlona en tu rostro¿Estoy ridícula? Estoy pensando en ti. Vuelvo a fantasear con imposibles.

¿No?

Tu voz. Suena tan...tan...¿cómo suena?

Burlona, inquiriente, dolorosa, hermosa, locuaz, viva, suena a tantas cosas, suena a vida, suena a muerte, suena a destino e incertidumbre, suena a viento, suena a lluvia...fantaseo, sueño, fantaseo...¡despierta Hermione Granger¡Esto es real!

No.

¡Sí! Recuerda, es sí en mi lenguaje. No intentes comprenderme, no hace falta. Ahora sí digo no de verdad. Empiezo a temblar. Ya no sé lo que pienso o digo, sólo sé lo que siento, que es demasiado.

Te acercas. ¿Qué haces¡No te acerques! Traducción¡acércate más¡Asfíxiame acercándote¡Ven!

Ven.

Se me escapó. Tapo mi boca con mis manos. Quiero golpearme con la pared pero aún conservo el sentido del ridículo, sobre todo cuando estás tú delante, que casualidades de la vida, es el momento en el que más estupideces cometo.

No dudas. ¿No dudas¿Por qué no dudas? Malfoy, no te entiendo.

Te has teletransportado y ahora la distancia es corta. Por primera vez siento que todo encaja en este puzzle de sentimientos. No sé por qué encaja, mentira, sí lo sabes, Hermione, encaja porque por primera vez he dicho lo que sentía, lo que quería.

Quiero que vengas. Te has parado. Párate. No¡no quiero que te pares!

No...

Vuelven a faltarme las palabras. Las uñas clavadas en la pared, las manos frías, los hombros temblando y las rodillas a punto de flaquear. Y un espíritu que pierde el equilibrio y ha perdido la verguenza.
- ¿No? - dices con la misma voz de antes.

Conversación de besugos.

¡No! - gritó.

Pero mi voz se apaga pronto.

Pones los brazos a sendos lados de mi cabeza y te acercas. Creía que ibas a besarme pero...no. Me muerdo el labio con fuerza. Tu perfume está penetrando en mí, como el veneno de tu voz. Dios, es el aroma más delicioso que he tenido el honor de oler.
He cerrado los ojos y los he vuelto a abrir. Tus labios están entreabiertos y muy cerca de mí, pero no me besas, tan solo roza mi pelo con el tuyo. ¿Qué haces? No puedo hablar. Sólo pestañeo muy rápidamente y siento que el corazón bombea sangre más rápido que nunca.

Soplas en mi cuello, aire caliente que ha pasado por tus pulmones y ahora quema mi piel.

Bésame, por favor, bésame, pienso.

Los resquicios de verguenza perduran y comienzo a sentir un nudo en el estómago. Creo que voy a caerme, las rodillas no me van a responder si sigues acercándote más. Si sigues allí.

Bajas una mano de la pared. ¿Dónde va? Va a mi pelo. Enredas un dedo en un rizo mío, y otro en otro, y otro en otro, y así...los cinco dedos de tu mano en cinco rizos de mi pelo, que acaricias con armonía, mientras el corazón sigue galopando.

Ahora tu mano se dirige a mi nuca y la masajeas. Todo el vello de mi cuerpo se eriza.

¿He gemido? Quiero taparme la boca pero mi mano sigue aferrada a la pared, como única salvación.

Pero¿qué salvación, Hermione? Estás demasiado involucrada para salvarte ahora.

Lo sé y creo que por ello estoy más aterrada aún. No puedo más. Mi cuerpo va a desplomarse. Me fallan las rodillas y desvanezco. Sin embargo, no me dejas caer, me sujetas con fuerza la cintura y la espalda. Estoy más cerca de ti. No me atrevo a mirarte, pero tú silencio me obliga a ello.

Mis manos están en tus hombros.

Te brillan las pupilas, vuelves a tener los labios entreabiertos. Sé que llevan intenciones, sé que ahora sí vas a besarme. Y he de decirte que no he deseado nunca nada tanto, como que me besaras algún día.

Y la noche ha llegado.

Vas tan despacio, que creo que si tardas un poco más voy a morir en la espera. ¿Me atrevo a lanzarme? Me atrevo, me entrego, ya no me importa, estoy cegada por el deseo que siento.

Te beso. Soy yo la que te besa y busco tus labios con tanta avidez, que me sujeto a ellos como mi única esperanza, la última gota de agua en el desierto de mis anhelos.

Tu boca sigue el compás rítmico de mis labios y se me escapa de nuevo un gemido, que llevaba contenido mucho tiempo, allí, donde mueren mis ilusiones, el lugar que hoy renace.

Tus brazos me aprietan, me siento protegida, me siento tan bien...eres el templo, el refugio, la cabaña y la alcoba. Eres mi espacio infinito, infinitamente cálido y sosegado.

Mis brazos rodean tu cuello.

Tu lengua explora mi boca, la mía sale en tu encuentro y se enlazan con locura, mientras los besos no dejan de nacer y morir, de renacer y apagarse como el fuego cauteloso.

Bésame, que quiero morir mientras me besas, mientras sea así, no me importa dar la vida y perderlo todo.

Me besas, en ese abrazo donde siento el golpe de tu corazón, que reside junto al mío.

Necesito respirar. Te lo pido, me lo concedes. No con descanso, me besas la barbilla, me besas las mejillas, me besas los párpados y la frente, y con tu mano me despeinas y pierdo la cuenta de los lugares que estás acariciando en esta aventura frenética.

Tengo tanto calor, que creo ahogarme, me ofusca, me pierde. Me pierdo contigo.

Quiero más, necesito mucho más. Me es insuficiente esto. Quiero quitar las barreras, quiero que seamos un sólo ser¡no me importa nada más! Te necesito dentro de mí, te necesito como mi otro yo. Llévame lejos de este pasillo, Draco Malfoy. Nadie va a asaltar Hogwarts mientras el amor nos hace.
Creo que te lo he suplicado, murmurándotelo al oído¿qué he dicho¿Hazme el amor¿Hazme tuya? Luego me arrepentiré, lo sé, luego no podré mirarle, pensando en lo que él pensó cuando le dije aquello. Pero en el ahora, da igual. El deseo es más fuerte que yo y la velocidad del deseo es más ávida que la velocidad de la razón. Por eso, cuando mi razón llegue y alcance al deseo, será demasiado tarde para enmendar el error, sin embargo, será lo justo para mi alma.

¿A dónde me llevas? No lo sé, no lo sé. Sé que me llevas de la mano, que estamos besándonos mientras avanzamos al lugar secreto donde me llevas.

Se abre una puerta. ¿Dónde estamos? Sólo siento oscuridad sobre mí. Avanzas, yo no suelto tu mano. Alzas la varita, murmuras un hechizo, se enciende una vela. Veo una cama, o algo similar. Estoy respirando agitada y no puedo controlarme.

Por primera vez temo, por primera vez razono y por primera vez, intento huir. Suelto tu mano y hago intento de irme. Sin embargo, tu coges mi brazo y me vuelves, me besas y me tumbas allí, mientras tu escalas las montañas de mi cuerpo.

Tiemblo frenéticamente. Tiemblo, cierro los ojos, intento no pensar. Me muerdo el labio.

No, no... - murmuró negando con la cabeza.

Desabrochas mi túnica, besas mis labios, recorres mi cuello y lames mi oreja, me haces cosquillas y río, risa enlazada a negación. Pones dos dedos en mis boca y por fin callo.

Siente, sólo siente...

¿Lo has dicho? Lo has dicho. ¿Cierto?

Desabrochas los botones de mi camisa. Me levantas suavemente y deslizas las mangas, quitándomela sin que apenas me percate de que me estás desnudando.

Vuelves a besarme, debajo de la barbilla.

Tus manos viajan hasta mis piernas. Has desatado mis zapatos y los tuyos y nuestras piernas yacen enredadas las unas con las otras. Acaricias mis muslos mientras mi pecho sube y baja.

Murmuras mi nombre, no mi apellido y vuelvo a gemir, con tu voz anidada en mi oído, en el pasado reciente. Coges mi pie y tiras de la media que lo cubre. Ella se rinde a los encantos del maestro de la seducción y se deja caer, primero por una y luego por otra.

Tus manos recorren de arriba a abajo mis piernas y las besas. Me siento hermosa, me siento especial.

Me besas en los labios y tu corbata roza mi vientre desnudo, apoyas la cabeza en él y con mis manos acaricio tu pelo que está desordenado, acaricio los mechones rubios, que la luz de la vela apenas me deja ver, pero que igualmente he imaginado y soñado tantas veces, que para mí, son inconfundibles.

Tienes calor, tu pelo está mojado. Te quitas la camisa y los pantalones, me bajas el cierre de la falda y te aprovechas, vuelves a bajarla por mis piernas, torneándolas a tu antojo.

Río y tú también. Tontos¿por qué reímos a la vez? Síntesis del momento.
Verguenza, ninguna. La perdí desde el momento que te besé. Miedo, sí, miedo sí, miedo, mucho miedo.

Tiemblo, piensas que tengo frío pero notas como arde mi piel. Me cojes y rascas la cama, desenvolviéndola cual papel de regalo y metiéndonos en ella, atrapados por las sábanas con olor a limpio.

Falta tan poco para que...

Tiemblo, estoy temblando. Me besas el vientre y pones tus manos en mi cintura. Damos vueltas por la cama. Acabo arriba. Tú sonríes, te beso el pecho y desabrochas el cierre de mi sujetador. Temo. ¿Qué temo? No temo, no me averguenzo.

Vuelves a dar vueltas y acabo debajo.

Ahora abro los ojos a propósito. No me miras a mí y río. Me miras y me besas. No sabes que hacer¿verdad? No sabes cómo me siento. Me encantaría decírtelo pero he abandonado las palabras, descubriendo que ahora no sirven para nada, porque nos estamos descubriendo poco a poco, sin ayuda de ellas, con los ojos, los labios y las manos, como aliados.

Te cojo las manos y las pongo sobre mis senos. A propósito. Te lo estoy dando todo de mí. Ahora lo sabes y por eso, te pones más nervioso que nunca. Que nunca en toda tu vida porque nunca en toda tu vida has estado con alguien como yo y eso, te asusta. Pero no puedes huir, como yo, estás demasiado implicado para abandonar.

Me acaricias, me besas, me muerdes...he perdido la cuenta, sólo sé que yo he hecho lo mismo en ese mismo tiempo.

Quiero más, tú también. Pero temo y tú más. Somos valientes, yo más que tú y eso no lo sabes y nos enfrentamos a todo, incluso a esto. A este momento que sabíamos que algún día iba a llegar.

Temo, temo que después de esto te desvanezcas en el aire y yo despierte de mi letargo, con tu nombre en mi piel para llevarlo eternamente.

Temo, temo Draco Malfoy, porque me he implicado demasiado y el deseo me consume.

¿Y tú¿Qué temes tú, que hundes tu cabeza, dudoso, en mi pecho?

Te quiero.

Y nunca dos palabras me costaron tanto como aquellas, porque sabía que aquellas eran las únicas que podían cambiar el rumbo de mi destino, que entonces, no imaginaba que podría ser junto a Draco Malfoy.

Tú me acariciaste el rostro y yo asentí, tú negaste y yo tuve miedo.

No me preguntes si estoy segura, Draco, sabes que lo estoy, pensé y le dije con los ojos. Él asintió y frunció el ceño. Siguiente paso, el final.

Respiraba entrecortadamente cuando mi enemigo y yo quedamos desnudos el uno frente al otro. Desnudos no sólo de piel, sino también de alma.

Suave y despacio, te adentraste en las profundidades de mi alma, mientras yo cerraba los ojos y sonreía, con una sonrisa franca y liberadora, de todos los prejuicios y falsedades que habían llenado mi vida. Me estaba entregando a mi mayor enemigo, y era feliz, muy feliz, allí, en sus brazos, mientras nos uníamos en un sólo ser, como había deseado aferrada a la pared del pasillo desierto donde nos habíamos descubierto.

Nunca había soñado descubrir el cielo, sentir su calidez, su gloria y su magnitud, capturar las estrellas y beber en las nubes la lluvia. Tú me lo enseñaste, tú me ayudaste a descubrirlo. Supe lo que era el cielo gracias a ti.

Todos mis sentidos, mis emociones y sentimientos, se unieron en ti y por ti, mientras clamaba tu nombre y te abrazaba como si se me fuera la vida después de esa noche.

Caí en la cama, extasiada, absorta y agotada, satisfecha e inmensa de felicidad y placer, algo que no podía imaginar.

Y tú, justo a mi lado, me abrazaste, arropándome con tus brazos y tu cuerpo.

No pude pensar y lo último que oí antes de caer en el sueño profundo y enigmático que sería el primero de una larga lista de sueños que hoy me unen a ti, fue decir de tus labios lo que nunca creí:

Te quiero.

,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ ,¸¸,ø¤º°º¤ø °°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸ °º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸

El amor es una bellísima flor,

pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio.

Stendhal