Capítulo 4: "Ixinis".

Por: JkRowling.

-Aquí aparece el alma de la fiesta, hermanito-exclamó Harry, sonriendo mientras agitaba la mano del pelirrojo-. Ya sabes que...

Los ojos verdes de Harry, risueños al saludar a su amigo, se ampliaron gravemente al encontrarse con el rostro de la única chica a la que había entregado una amistad verdadera.

-¿Hola?-la voz de Jen Hacket interrumpió el silencio profundo que el reencuentro había formado-. ¿Eh... qué pasa?

Hermione sonreía. Levantó su mano y la agitó saludando, mientras Ron Weasley la observaba con cautela.

-¡Hey! ¿No van a decir nada? ¡Por si no se conocían... Harry Potter y Hermione Granger!

Harry no dijo una sola palabra más. Suspiró para enseñar una sonrisa y correr a abrazar a su amiga.

-¡Hermione!-musitó suavemente. Ella sintió los brazos de su amigo cerrándose alrededor de su cintura y elevarla del suelo, como solía hacer en Hogwarts-. ¡Tanto tiempo, tanto, tanto!

Lágrimas débiles se deslizaron por sus mejillas. Rió, mientras pasaba sus manos por la espalda de Harry, y éste daba vueltas con ella cargada a sus hombros.

-¡Bájame! ¡Creo que la vez en que nos caímos al lago por hacer esto no te hizo aprender!-exclamó, sintiendo sus pies tocar el suelo.

-Hmm... pues, ¡dime si no fue divertido el que salieras del lago gritando hacia el castillo!-rió su amigo, acompañado por una carcajada gutural del pelirrojo al recordar aquella interesante experiencia-. ¡Y recuerdo que fue para navidad!

-¿Y también recuerdas que el agua estaba congelada y tuvimos que pasar dos semanas en la enfermería antes de recuperarnos de una neumonía aguda?-preguntó Hermione, cruzándose de brazos mientras su rostro estrenaba una sonrisa brillante-. Fue demasiado divertido que el colegio entero nos fuera a visitar para darnos los regalos.

-Yo creo que fue más divertido cenar viendo el rostro de Susan Bones lleno de furúnculos-habló por fin Ron. Harry y Hermione se miraron sorprendidos y echaron a reír-. Y que tuviéramos que darle a la señora Pomfrey una dosis de tranquilizante para la noche buena.

Los tres amigos volvieron a reír. Contentos y entusiasmados, deseando tener una forma más rápida de expresarse que mediante las palabras, porque tenían muchas cosas que hablar y temían que el tiempo no fuera suficiente.

-¿Ahora me van a explicar qué pasa?-la voz dulce de Jen interrumpió el vacío que estaban dejando las carcajadas.

La sonrisa de Hermione se desvaneció rápidamente.

-Oh, bueno Jen... Ella es-dijo Harry, mientras la chica le tomaba la mano-. Hermione.

Jen era delgada y de excasa estatura. Tenía la piel muy blanca y los ojos castaños. Su cabello era largo y liso, de un color rojizo con leves matices pardos al sol. Sonreía tenuemente, con inocencia. Sin embargo, en sus ojos hubo un suave destello de suspicacia al oír el nombre de la mejor amiga de su novio.

-Encantada de conocerte-dijo, mostrando una dentadura reluciente-. Soy Jen Hacket. Estos dos me han hablado demasiado de ti.

-¿Ah, sí?-preguntó Hermione, mirando a sus dos amigos, para luego devolver la vista a la muchacha-. Bueno, a mí también me han hablado mucho de ti...



Ron tosió ávidamente para terminar con aquel momento de tensión y frotó sus manos exigiendo la atención de los demás.

-Con tanta presentación me dio hambre, ¿comemos algo antes de comenzar a arreglar?

-A ti con todo te da hambre, Ron-replicó Hermione, sintiendo, como tantas otra veces, fijos en ella los ojos de Harry-. Yo no quiero nada, gracias.

-Tampoco yo-musitó Jen, abrazada ahora a la cintura de su novio-. Quisiera saber más de ti, Hermione. Si es posible saber más de lo que ya me han contado muchas veces-añadió sonriendo tenuemente.

-Bueno...

-Jen sabe mucho de nuestras aventuras en Hogwarts-admitió Harry, pareciendo incómodo-. Nos gustaría que nos contaras de cómo es tu vida ahora.

-Bien-dijo Hermione, sonriendo por enésima vez en el día-. Estoy estudiando en el Instituto Mágico de Curanderos. Trabajo dos días a la semana en una biblioteca muggle... Vivo en Black Island con Clara, mi empleada y compañera. Esa es mi vida por ahora-se encogió de hombros-. Nada muy interesante.

-¿No vienes a Londres muy seguido? Tengo entendido que visitas a tus padres a veces...

-Los visito casi todos los fines de semana-respondió, sintiéndose absurdamente entrevistada-. Simplemente hay días en que prefiero quedarme en casa descansando o terminando algunas tareas pendientes para el Instituto.

Ron interrumpió la sesión de preguntas desde la cocina.

-Hice unos emparedados increíbles. Es ahora o nunca. ¡Si no quieren se van a arrepentir!

-Bueno, Ron... yo acepto uno siempre que me dejes ayudarte a ordenar todo ahí... Cada vez que haces algo en la cocina... -musitó Jen, dejando a Harry para correr hacia Ron, que se escondía bajo un montón de platos y vasos sucios.

Harry y Hermione permanecieron en silencio. Tenían muchas cosas que contarse, pero no podían empezar sin antes hablar sobre su extraño distanciamiento. En un pequeño lugar de su corazón, Hermione guardaba una especie de resentimiento contra Harry, tal vez por haberla dejado sola tanto tiempo. Ella siempre había creído en la promesa de sus dos amigos: Que nunca se iban a separar. ¿Tan rápido lo habían olvidado?

-Bueno… y ¿cómo te ha ido en el trabajo? ¡No pudiste encontrar un mejor lugar para ti! ¡Una biblioteca!-rió Harry nerviosamente, mirándole por encima de sus anteojos.

-¡Sí! En realidad mi sueldo no es tan alto. Es simplemente lo que necesito para llevar una vida cómoda junto a Clara, pero me hace feliz trabajar ahí porque hay un buen ambiente de trabajo, bastante tranquilo y cómodo. Además tengo dos buenos amigos que me ayudan. Y por supuesto… ¡Los libros!-exclamó riendo, mientras levantaba su vaso y sorbía el último trago de su jugo de calabaza-. Pero ya hablamos lo suficiente de mí, ahora quiero saber qué ha pasado contigo este último tiempo. Te he estado llamando, pero nunca estás.

Impregnó la última frase de sarcasmo casi vengativo. Permaneció tranquila, aunque estuvo segura de un gesto incómodo en el rostro de su amigo.

-Sí, bueno, yo he tenido mucho trabajo-comentó Harry, subiéndose los lentes-. En el Ministerio cada día nos exigen más. Ya sabes, los asesinatos masivos en Hogsmeade podrían deberse a un grupo de magos tenebrosos de la sociedad Ixinis.

-¿Ixinis?-replicó Hermione, frunciendo el ceño-. Creo haber leído algo sobre eso.

-Lógicamente-aceptó-. Ixinis es el nombre que le dieron a una sociedad creada hace más de quinientos años por un grupo de magos del Lado Oscuro. La cuestión es que la banda fue disuelta hace más de un siglo por los viejos aurores del Ministerio. Nunca se había vuelto a mencionar el asunto, o a saber algo de los magos de la banda que quedaron dispersos hasta estos últimos días, cuando se encontró en la casa de un mago asesinado el signo de la sociedad.

-¿El signo?-preguntó Hermione, interesada.

-Una carta.

-¿El As de Picas?

-Exacto-apoyó Harry, asintiendo suavemente, mientras sacaba algo de su bolsillo-. Este As de Picas.

Levantó una carta sucia y manchada de sangre, tomándola con la punta de los dedos.

Hermione abrió la boca y resopló asustada.

-Harry, por Dios…

-¿Qué?-preguntó él, como si mostrar la prueba de un asesinato en una fiesta fuese algo común-. ¡No me digan que la señorita-valiente Granger perdió su valor con los años y ahora tiene miedo!

-Por supuesto que no-replicó, recuperándose inmediatamente del impacto-. Me refiero a que es peligroso que andes con eso todo el día…

-Es mi trabajo. He andado con cosas peores en la chaqueta-musitó, con una pequeña sonrisa-. Además, fíjate en la mancha de sangre. Sabes bien que no es verdadera. El único daño que los del grupo Ixinis le causan a su víctima es una cicatriz en la mano, donde escriben "x", nada de sangre, nada de horror.

-Pero sigo insistiendo en que no me gusta que andes por ahí con eso en los bolsillos, Harry.

Él suspiró.

-Escucha, Hermione… Yo nunca entendí los motivos por los cuáles tú te fuiste tan lejos, e incluso… Incluso hubo un momento en el que yo pensé que tal vez tú querías alejarte de mí… Pero, no sé, si es posible que ahora me dijeras… Quiero decir, me gustaría entender por qué te fuiste así. Ni siquiera me avisaste para despedirme de ti.

Hermione bajó la vista. Los latidos de su corazón se aceleraban y sus manos comenzaban a sudar. No podía decirle la verdad justo ahora.

-Yo simplemente deseaba irme lejos de la ciudad. Jamás quise alejarme de ti, Harry. Y no sabes cuánto siento el no haberte avisado, fue una imprudencia mía, pensé que estabas ocupado. Lo siento.

-Te disculpo, pero con una condición-exigió levantándose y caminando hacia ella para pasar un brazo por su hombro.

-¿Cuál?

-Que te vengas a la ciudad a vivir conmigo y me ayudes en el caso Ixinis.

Hermione levantó la cabeza bruscamente. No podía haber escuchado bien.

Ron apareció ante ella, con una copa de champagne levantada frente a su cara, dispuesto a confirmárselo.

-Bienvenida de nuevo al grupo, Hermione.