bCapítulo 6: "El retrato"./b

iPor: JkRowling6./i

Las horas de aquella noche de sábado pasaron velozmente. Hermione dio vueltas por el departamento de Ron, deteniéndose a ratos a charlar con sus viejos compañeros

Faltaban quince minutos para las dos de la madrugada cuando se sintió sofocada por el aire caluroso del departamento y el olor mezclado de la comida y la bebida. Hace ya bastante rato que no veía a Harry y pensó que tal vez él estaría tomando aire en el balcón. Caminó resueltamente hacia el ventanal que la separaba, pero se detuvo de inmediato al ver a dos personas abrazadas en un rincón de la baranda y entornó los ojos para reconocerlas.

Eran Harry y Jen.

Hermione tardó en comprender lo que estaba pasando. El ambiente y la felicidad que había sentido en las últimas horas la habían hecho retroceder muchos años atrás, e incluso había olvidado aquel detalle que ahora terminaba de manera inconclusa la realización de sus sueños, la manera tan lenta, pero segura en que las cosas se había vuelto a su favor. De pronto vio caer, de pronto todo se volvió frío y se sintió a kilómetros, en su dormitorio, arrodillada en un rincón, llorando. Observó las manos de Harry, acariciando el cabello de Jen, notó la expresión tranquila de sus ojos cerrados al besarla, los vio juntos, tan unidos que ella parecía encontrarse muy lejos, muy pequeña y vulnerable. Por un segundo, sintió el impulso de correr y gritarle. Decirle que ese no era su destino, que lo que habían pasado en Hogwarts los había unido para siempre y que tenían que terminar una gran aventura juntos. Preguntarle, tal vez, por qué no sentía lo mismo.

Por qué no abría los ojos y la abrazaba a ella.

Suspiró y cerró los ojos, sintiendo que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Giró y camino de vuelta hacia el departamento, terminando apoyada en la pared.

-¿Hermione?-la voz de Ron interrumpió en su cabeza. Ella levantó la cabeza y lo miró. No iba a llorar, menos delante del pelirrojo-. ¿Qué pasa, linda? Estabas tan feliz y ahora tienes una cara… -musitó, buscando los ojos de su amiga que se empeñaban en esquivarlo.

-No pasa nada, Ron. En serio.

-No, Hermione, nos conocemos desde que éramos unos niños, sé que tienes algo-él levantó su rostro pálido, algo sonrosado por el calor de la fiesta y sus ojos se dirigieron rápidamente hacia el balcón. Entornó los ojos y se volvió a Hermione, con una nueva expresión de auténtica tristeza-. Hermione…

Ella cerró los ojos, mientras Ron la estrechaba en un abrazo caluroso. No recordaba haber sentido algo así desde hace mucho tiempo. Su orgullo se había fundido en ese abrazo y finalmente terminaba por aceptarlo. Las cosas no habían cambiado.

-Hermione, yo creo que no todo está perdido…

Hermione se separó bruscamente y lo observó sin comprender.

-No quiero crearte falsas ilusiones, pero sólo te digo que hay cosas que tú no sabes y que se van a mantener temporalmente como un secreto. Algún día lo sabrás, Hermione. Por ahora sólo puedes confiar en mí y seguir mi consejo. Sigue luchando por lo que quieres, como siempre.

Ella frunció el entrecejo, confundida. Ron se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-Tengo que ir a ver a Luna-musitó silenciosamente.

-¿Luna?-dijo Hermione, extrañada-. ¿Ella está aquí?

-Lleva más de dos horas aquí-respondió con un gesto obvio-. Hace un rato estaba charlando con ella.

-Lo siento, no me dí cuenta…

-¿Me acompañas a verla? Estoy seguro que quiere hablar contigo.

-Bueno-aceptó ella, curiosamente más contenta ante las palabras de su amigo. Le sonrió levemente y caminó junto a él de vuelta al departamento.

b~~~***~~~/b

La fiesta se prolongó hasta las cuatro de la madrugada. Ron cedió la cama a Hermione y Luna, que se quedaron charlando hasta el amanecer. Hagrid, Dumbledore y la profesora McGonagall tuvieron que volver a Hogwarts mucho más temprano de lo que hubieran querido. Ron y Harry fueron a dejar a Jen a su casa porque tenía que estudiar para un exámen al día siguiente.

Hermione despertó con un insistente dolor de cabeza. Los rayos del sol ya se filtraban por la ventana. Ella abrió los ojos con un gemido de dolor, se levantó de la cama, mientras sentía que las punzadas en su cabeza iban en aumento, y caminó hacia la puerta. Voces llegaban desde la cocina.

-Jen no me ha llamado, le pedí que intentara comunicarse conmigo hoy en la mañana…

-¿No estará algo enojada?-Ron preguntaba de manera casual.

-¿Enojada?-repitió Harry-. No lo creo, ¿por qué debería estarlo?

-Bueno, por… Hermione, ¿tal vez?

-¿Qué tiene que ver Hermione en esto, Ron?-inquirió, con un timbre notablemente molesto en su voz.

-Mucho. Hermione es nuestra mejor amiga, ¿recuerdas? Has pasado los últimos cincos años hablando de ella con tu novia, ¿crees que ha sido fácil para Jen? Y eso sin olvidar… lo que pasó, el último año en Hogwarts, sobre…

-No vuelvas a mencionar eso-intervino Harry y Hermione percibió asombrada el tono duro de su voz.

-Lo siento-se disculpó Ron-. En realidad sólo quise decir…

-Entiendo lo que quisiste decir, ¿de acuerdo? Ahora cambiemos el tema, de seguro Jen me llamará en unos minutos más y las chicas ya deben estar despertando.

Hermione permaneció quieta junto a la puerta, esperando un nuevo comentario, pero sólo podía oír los sorbos que Ron acostumbraba a dar a su café y el silencio tenso del ambiente.

Jaló la manija de la puerta y caminó hacia la cocina, donde se encontró con la mirada preocupada de sus dos amigos.

-Buenos días, Hermione-saludó Harry nerviosamente-. ¿Despertaste hace mucho?

-Hace un rato, ¿por qué?

-Era sólo una pregunta-se encogió de hombros-. ¿Te sientes bien? Estás pálida.

-Me duele muchísimo la cabeza-respondió ella, acomodándose la camisa de dormir que Luna había hecho aparecer-. Estoy muerta de cansancio…

-No estás acostumbrada a estas cosas-resumió Ron, que se había levantado a calentar más agua en la tetera-. Anoche te vi tomar mucho, ¿eh? No creo que la señorita Hermione haya cambiado tanto.

-Sólo fueron unos tragos, un desarreglo en la rutina es bien merecido-musitó, tomando asiento junto a Harry.

Harry observó su reloj.

-¿Qué piensan hacer hoy, chicos? Tengo el día libre.

-Hoy es domingo, todos tenemos el día libre, Harry-respondió Ron-. ¿Por qué? ¿Piensas invitarnos a comer hamburguesas?

-Claro que no-dijo él, después de una carcajada-. Pienso que podríamos ir en busca de las cosas de Hermione. Mientras antes, mejor.

-¿Tan pronto?-se asombró ella, bajando hacia la mesa la taza de café que Ron acababa de pasarle.

-Sí, así comenzaríamos mañana las investigaciones. Pienso que podríamos darnos una vuelta por el Caldero Chorreante, me han informado de ciertas cosas extrañas por ahí y vale mucho recordar que el último ataque del grupo Ixinis fue ahí. Pienso que sería muy útil que fueras con nosotros, Hermione. Y para eso te necesitamos aquí, no tendremos tiempo de viajar a Black Island.

-Sí, pero…

-'iPero/i' es la palabra que más odiamos-intervino Ron-. Vamos, Hermione, será mejor que te vengas ahora. Ya dí la información al Ministerio de una nueva espía y saben tu nombre. No muchos tienen acceso a esa información-se apresuró a añadir, al ver el rostro sorprendido de su amiga-. Pero pienso que sería mucho más seguro que te vinieras ahora con nosotros. Lo digo por si intentan asesinarte y estás sola en tu casa.

-No me asustas, Weasley-dijo Hermione, dando un sorbo a su café-. Pero si piensan que es lo más conveniente, entonces sí, ya veo que no me dejarán negarme.

-Por supuesto que no-sonrió Harry-. Muy bien, señorita, termine el café y tome un buen analgésico, mientras yo me voy a duchar y Ron ordena el desastre que quedó en este departamento. ¡Rápido, todos!

Él se levantó de la mesa mientras Ron murmuraba enojado. Hermione también sonrió y terminó el resto de su café. El dolor de cabeza había terminado.

~~~***~~~

Eran las tres de la tarde y Hermione, Harry, Ron y Luna se encontraban en el auto de Hermione rumbo a Black Island. Harry no deseaba incluir a más gente en la investigación, pero Ron había insistido en que Luna era un buen elemento para ayudarlos ya que trabajaba para el Ministerio, específicamente en un grupo de investigaciones, bastante cercano a los aurores.

El viaje había parecido muy largo y Hermione se alegró de virar en el último tramo de la autopista para encontrarse con los inconfundibles parques que daban la bienvenida a Black Island. Estuvo satisfecha de lo muy impresionados que dejó el lugar a sus amigos y de la expresión atónita de sus rostros al percibir la tranquilidad que inundaba el ambiente.

Un brusco recuerdo interrumpió en su cabeza y recordó el rostro brillante de un viejo amigo cuando ella lo llevó a conocer aquel barrio. Sintió una punzada en el corazón y empujó un poco más el acelerador, intentando quitarse eso de la cabeza. Minutos después, la amplia casa que había comprado hace ya cinco años se alzaba imponente frente a sus ojos.

-¿Esta es… tu casa?-preguntó Ron, observando con los ojos muy abiertos.

-Sí-aceptó ella, radiante de orgullo, mientras jugueteaba con las llaves del automóvil y devolvía la vista a aquel lugar. Era una casa muy grande, con ventanales amplios, dos pisos y diez dormitorios. Antes de entrar, ellos podían recorrer un pequeño camino de piedras, rodeado de arbustos, y en el lado derecho estaba el portón donde estacionaba su automóvil. Era una casa hermosa, con una vista directa al mar y un patio trasero lleno de árboles y flores.

-Es preciosa-aceptó Harry, sonriéndole-. Te felicito, Hermione.

-Muchas gracias…

-No te preocupes, porque cuando terminemos con el caso que hay que averiguar, nos vendremos todos a vivir aquí-musitó Ron, felizmente.

-Por supuesto-aceptó Hermione, riendo y mirando de reojo a Harry, que permaneció en silencio.

Suspiró y los hizo entrar.

-Esto no lo podía haber decorado nadie más que tú, Hermione-musitó Luna, observando las hermosas pinturas colgadas en las paredes y el aspecto casi inmaculado de la sala de estar.

-Gracias… Vengan, quiero mostrarles mi dormitorio.

Harry, Ron y Luna subieron las escaleras tras ella. Caminaron por un ancho pasillo alfombrado hasta el primer dormitorio, que inmediatamente se notaba el más amplio de toda la casa. Hermione abrió la puerta y les cedió el paso.

-¡Wow!

-¡Tienes una biblioteca entera aquí, Hermione!-se asombró Harry.

Era un dormitorio espacioso, adornado levemente con pinturas del mismo carácter de la sala de estar. A la izquierda, había una biblioteca muy grande, con libros en ediciones antiguas a los cuales Hermione adoraba. Al lado derecho, unos sillones antiguos, barnizados en color caoba y un velador pequeño con una antigua lámpara de aceite. Su cama era sencilla, con una colcha de color crema y una marquesa de madera envejecida.

-Es increíble…

Pasearon alrededor de diez minutos por la habitación, atraídos por los adornos y libros que Hermione tenía. Hasta Ron pasó hojeando los libros de páginas amarillas con un entusiasmo inaudito. Finalmente Ron y Luna bajaron a llamar para pedir un servicio de mudanza y Hermione se quedó guardando lo más imprescindible en su maleta.

-Entiendo que te guste mucho vivir aquí-comentó Harry, sentado en uno de los sillones, mientras continuaba observando la habitación-. Es un lugar muy agradable.

-Lo adoro… realmente no pude encontrar algo mejor para mí-contestó Hermione, observando a través de la ventana el mar inquieto y las filas de arbustos zigzagueando un camino en el patio.

-Por supuesto… - musitó Harry, agachándose repentinamente a recoger algo botado tras la biblioteca-. ¿Hermione? ¿Quién es él?-preguntó extrañado, levantando el retrato trizado de un muchacho joven.

Una segunda punzada se clavó en el corazón de Hermione.

-¡Deja eso ahí!-gritó, enfurecida, indicando el suelo con su dedo índice.

El retrato resbaló de las manos de Harry y el volvió a mirar a su amiga, conmovido ante su enojo repentino.

bN/A: Espero que les haya gustado, siento mucho no traerles más capítulos, pero he estado muy ocupada últimamente y ahora me voy de vacaciones por una semana o un poco más a la playa... No se preocupen, porque de seguro el ambiente hará fluir ideas en mi cabeza ^^ Nos vemos pronto!/b