bCapítulo VIII - "Advertencias Desconocidas"./b

Por: bJkRowling/b

El viaje de vuelta a casa no fue tan agradable como habían esperado. Ron y Luna no dejaron de susurrarse cosas ininteligibles en la parte trasera del automóvil, y Hermione pudo notar por el espejo retrovisor que la miraban fijamente a ella. Suspiró y aceleró un poco más, algo nerviosa y cansada por la reciente conversación con Harry. Él también había terminado algo derrotado. Volteando levemente su cabeza, ella vio sus ojos verdes perdidos en el parabrisa, su mano derecha suavemente apoyada en el mentón, reflexivo. Seguramente también estaba muy triste. Habría reconocido esa expresión en sus ojos en cualquier lugar.

"¡Rayos¿Por qué lo hice¿Por qué tuve que contarle algo así?", pensó Hermione, mientras sus manos desganadas jalaban el cambio.

Ella sabía que las cosas serían distintas ahora. Temía, desde el fondo de su corazón, que la actitud fresca y despreocupada de su amigo se transformara de pronto en algo tenso y lejano. Seguro él estaba sintiendo lástima por ella. Lástima, como todos.

-¿Ninguno de los dos va a decir nada?-Ron interrumpió desde atrás y Luna dejó escapar una exhalación-. Supongo que no se habrán peleado¿verdad?

Harry y Hermione se miraron. Un suave sonrisa, cansada y a la vez de apoyo escapó de sus labios. Parecieron quedar en acuerdo instantáneamente, como en los viejos tiempos.

-Todo está bien-dijeron al unísono.

Ron puso cada mano en los asientos delanteros y se movió hacia delante para poder ver sus rostros y estar seguro de lo que decían. Levantó una ceja, pareciendo algo molesto.

-¿Bien? No han abierto la boca desde que nos subimos al auto. No soy tan idiota¿saben? Y soy amigo de ambos hace más de diez años. Tal vez podrían molestarse en explicarme qué ocurre.

Hermione parpadeó, algo sorprendida. Una cosa había sido contarle aquello a Harry, pero¿Ron? No es que no le tuviera confianza, por el contrario, sin embargo, sabía que Ron comenzaría a tratarla como una niñita frágil si se enteraba de todo lo que había sufrido antes de estar ahí con ellos.

-Con Harry tuvimos una linda conversación-sonrió, sin ganas.- Me explicó ciertas cosas que necesitaba saber, y yo a él. Nada más.

El rostro del pelirrojo se alumbró inexplicablemente.

-¿Es verdad¿Lo hicieron¡Al fin, no saben cuánto esperé eso!-resopló, despeinándose el cabello aliviado.- Wow, Harry, pensé que nunca lo harías. ¡Desde Hogwarts que...!

Ron calló repentinamente ante la mirada asustada y enfadada de Harry.

-¿Qué?-ahora era Hermione la que no entendía.- ¿Qué sucede?

-Nada-la voz firme de Harry parecía haber caído sobre ellos como un balde de agua fría.

Hermione torció un poco el manubrio, mientras, con precaución volteaba a mirar el rostro del pelirrojo, sonrojado y serio, como se ponía cuando se excusaba de no hacer los deberes por jugar quidditch. Sin embargo, esta vez no había deberes. ¿Qué había expresado Harry con esa mirada tan atemorizante? Su talante débil parecía haberse repuesto en un segundo.

-Estaciona pronto, Hermione-dijo Ron con una voz que difícilmente su comparaba a la suya-. Necesitamos apurarnos.

Ella suspiró, resignada. Si había algo que nunca lograba con sus amigos es que contaran algo que era secreto sellado entre los dos. Sin embargo, esta vez no podía entender qué tipo de secreto la relacionaría a ella. Hace mucho tiempo no leía en aquellos ojos verdes tanto miedo e ira a la vez.

El departamento de Harry era más ordenado que el de Ron, pero a simple vista parecía mucho más lúgubre. Hermione podía encontrarse con objetos extraños en el lugar más inaudito, así que procuró no tocar nada mientras ubicaba bien sus cosas en uno de los dormitorios vacíos. Aún así, cada lugar de la casa estaba impregnado en el aroma de Harry, de manera que ella podía sentirlo flotar cerca de su nariz todo el tiempo. Era como estar abrazándolo a cada momento.

-¿Hermione?-su rostro inseguro aparecía en la puerta, titubeante-. ¿Puedo pasar?

-Por supuesto-sonrió ella, mientras tomaba asiento en la cama-. ¿Nos vamos de inmediato?

-Sí, quiero decir... Bueno, en realidad no es por eso que quise hablar contigo a solas.

-¿No?-se extrañó. Esto no le estaba gustando, seguro Harry venía a hablar de lo mismo otra vez-. ¿Entonces?

-Verás... Yo sé que Ron y yo prácticamente te obligamos a ayudarnos y quedarte con nosotros. También sé que es una decisión difícil para ti-se apresuró a añadir, subiendo sus anteojos. Hermione recorría cada espacio de su rostro para volver siempre a aquellos irresistibles ojos verdes, casi magnéticos. Aquellos ojos que siempre le ganaban, lo únicos que podían anular sus ganas de hacer bien todas las cosas-. Quisiera saber... si tú realmente estás convencida de hacer esto. Porque, bueno-agregó con una mueca de tristeza-. ¿Cómo podría yo pedirte algo a ti?

Ella parpadeó, extrañada. ¿Se estaba arrepintiendo de haberla invitado?

-Yo no soy una marioneta, Harry-sus ojos castaños brillaban, intensos. ¿Cómo no lo notaba a través de ellos¿Cómo no se daba cuenta que estaba ahí por él?-. Estoy aquí porque aquí quiero estar.

Harry sonrió tímidamente.

-Gracias-murmuró bajando la vista siempre hacia sus manos-. Sigues siendo tan buena amiga como siempre. Y yo... yo siento que no lo merezco.

-¿Otra vez con eso, Harry?-suspiró, cansada, levantándose de la cama-. Estoy cansada de aclararlo una y otra vez. Siento como si lo pusieras en duda.

-No, no es eso-él se levantó y la miró tan fijamente que Hermione creyó que estaba intentando hablar a través de sus ojos-. Sólo que… hay cosas que tú no sabes.

Ella sacudió la cabeza, sin entender. Frunció el entrecejo y suspiró.

-Supongo que no sirve de nada preguntarte qué¿verdad?

Harry cabeceó, serio, mientras un mechón de su cabello negro azabache caía a un costado de rostro. La sujetó por los brazos.

-Hay cosas que a veces es mejor ignorar.

Hermione levantó una ceja.

-No lo creo.

-¡No lo crees!-soltó Harry, sonriéndole repentinamente-. Bueno, no será la primera vez que nosotros dos estemos en desacuerdo. Si no fuera así, no te admiraría tanto.

-¿Aún me admiras?-Hermione sabía que se estaba arriesgando, explorar demasiado en la privacidad de Harry siempre se volvía un terreno peligroso para ella. Sin embargo, no estaba decidida a retroceder. Quería jugar un poco más. ¿Qué podría perder?-. Creí que ya no tenías razones para hacerlo.

-Sabes que siempre te he admirado, aún cuando a veces me exasperas-suspiró-. Las cosas serían muy distintas si tú no fueses como eres.

-¿Distintas¿Por qué?-inquirió ella, con su corazón latiendo cada vez más fuerte. Tal vez se estaba acercando a aquella respuesta que había esperado desde aquella mañana invernal en que se despertó con un solo pensamiento nítido en la cabeza: Harry Potter. Ya habían pasado muchos años desde aquello, y sin embargo, Hermione sabía que los latidos de su corazón retumbaban intactos dentro de su pecho-. ¿Qué cosas habrían sido distintas, exactamente?

Él esquivó su mirada, nervioso. Soltó los brazos de Hermione e intentó voltear, pero ella lo detuvo tomándolo de la mano.

-No puedes seguir ocultándome cosas. Necesito una explicación¿comprendes? Nunca te lo he exigido. Te lo pido ahora. Por favor.

-Yo…

-¡Harry!-la voz de Jen Hacket interrumpía desde el pasillo. Ellos se miraron y antes de que pudieran hacer nada, Jen habría entrado a la habitación. Su sonrisa y el brillo entusiasta de sus ojos parecieron esfumarse en un segundo. Clavó la mirada en las manos de Hermione, aún intempestivamente sujetadas a las de su novio.

-¡Ah! No sabía que Hermione había llegado tan… pronto.

-¿Yo¡Oh, sí¿No sabías?-inquirió nerviosa, sintiendo que cada palabra que decía estropeaba más la situación-. Quiero decir, err… sí, me vine hace unas horas.

-Sí, bueno, justamente estábamos hablando de eh… -los ojos verdes se conectaron por un instante con los de Hermione y ella entendió instantáneamente el mensaje-. De que podríamos limpiar un poco esto… ¡Ha estado inhabitado durante tanto tiempo!

-Sí, así es-Jen musitó y por su expresión, Hermione estuvo segura de que no le había creído ninguna palabra-. Bueno, venía a buscarte porque Ron los está esperando en el Caldero Chorreante. Deben ir ahí a recibir los detalles de la investigación.

-De acuerdo, vamos de inmediato-aceptó Harry, rascando su frente. Dirigió una nueva mirada cautelosa a su amiga y ambos salieron de la habitación sin decir palabra.

Llegar al Caldero Chorreante no fue una tarea fácil. El Ministerio de Magia había obligado a los aurores ha seguir normas muy rigurosas, productos de los recientes asesinatos. A Hermione no le sorprendió notar que el mundo mágico en general se encontraba consternado por lo sucedido. Ixinis estaba logrando justamente lo que quería. Llamar la atención de las autoridades, pero¿por qué tantos años después?

-¡Al fin llegan!-exclamó Ron, con expresión seria. Hermione se asombró del cambio de personalidad que su amigo experimentaba al tratar asuntos de trabajo-. Bueno, ya estamos aquí-musitó, echando un vistazo al lugar sucio y mugriento que se ubicaba tras su espalda-. Necesito que entremos y no nos separemos en ningún momento¿de acuerdo?

-Ron, no tienes por qué recordarme los principios de nuestro trabajo-contestó Harry, de mala gana, mientras limpiaba sus anteojos en un trazo de su túnica. El incidente con Jen lo había dejado de muy mal humor-. Explícale eso a Hermione.

-Bueno-aceptó Ron con una mueca de fastidio-. Hermione…

-No tengo que apartarme en ningún momento de ustedes-terminó ella, con una leve sonrisa, levantando su mano y ubicándola sobre su frente para aceptar una orden-. ¡Entendido!

Un hombre de túnica negra corrió delante de ellos, empujando a Hermione. La chica volteó, molesta, pero cuando se disponía a reclamarle el tipo ya se había ido.

-¡Idiota!-exclamó Harry, mientras la sujetaba por un brazo-. ¿Estás bien? De acuerdo, vamos-indicó Harry, caminando hacia el interior, cuando la chica asintió.

Ellos avanzaron lentamente por el local esquivando algunas sillas y mesas desvencijadas, hasta llegar a un rincón y tomar asiento. El lugar estaba aún más oscuro de lo habitual, y su aspecto lúgubre se había intensificado con las escalofriantes marcas de sangre que manchaban las paredes. Nadie había logrado borrarlas.

-¿Ven algo inusual?-inquirió Harry a sus amigos, en voz baja-. Sólo parece más vacío de lo habitual, lo que, dadas las circunstancias es bastante normal.

-Lo mismo pienso-suspiró Ron, tocando sin inmutarse una mancha seca de sangre junto a su asiento-. El asesinato fue en la casa de McBurney, sin embargo, se han encontrado pruebas aquí. No logro entenderlo ¿Tú que crees Hermione?

Ella había estado a punto de responder lo mismo, cuando algo hizo que su piel se electrizara. Miró a Harry, sin poder hablar y señaló algo detrás de Ron. Ambos voltearon y parecieron quedar petrificados ante la siniestra escena.

Una mujer flotaba a escasos centímetros del suelo en el rincón más oscuro del Caldero Chorreante. Si no hubiese sido por el hilo de sangre que brotaba de su boca y por el as de picas que se hallaba pegado junto a su pecho, Hermione habría creído que estaba viva.