Capítulo X – Errores.

Por: JkRowling.

Hermione-dijo Harry, sin quitar las manos de sus labios. Su mirada estaba perdida. Ella reconocía en él a una persona distinta. El Harry ambiguo y distante de siempre.

No el que la había atrapado en un beso vehemente.

No… no tienes que decírmelo-ella intervino y su corazón pareció derrumbarse en un dolor profundo y silencioso-. Sé que fue un error, Harry.

Él la miró, silencioso. Difícilmente se podía definir la expresión de su rostro. Sin embargo, Hermione tuvo la certeza de que él no iba a insistir. Y lo lamentó profundamente.

Muy… muy bien-asintió levantando sus lentes con una mano-. Yo me encargaré de que no vuelva a suceder. Verdaderamente no sé qué me pasó.

"Te equivocaste, Harry", pensó ella mientras procuraba calmarlo con una mueca. "Pero esta es la primera vez que deseo que te equivoques una vez más."

Buenas noches-musitó tímidamente, y evitando sus ojos. La prudente Hermione desaparecería si volvía a reflejarse en aquellos ojos una vez más.

Buenas noches…

Iba a voltear, cuando Harry la tomó delicadamente hasta llevarla hacia su pecho. Ahí la estrechó con cuidado y con sus manos acarició su cabeza, cubriéndola. Ella sintió su aroma inundándola nuevamente y escuchó cómo su voz irrumpió aquel silencio mágico y llegó a sus oídos, más ronca que nunca.

Prométeme que vas a ayudarme para que esto no se vuelva a repetir-movió su cabeza para quedar mirando fijamente los ojos castaños de su amiga-. Ese beso se quedó adherido a mí, Hermione. Pero no debemos volver a sentirlo. O nos haremos mucho daño.

Ella cabeceó silenciosamente, procurando mantener dentro de sí la belleza y la nostalgia de aquellas palabras. Se iban a quedar guardadas intactas, con el mismo sonido, con la misma respiración provenientes de aquel instante mágico e irreal.

Sabía que jamás volvería a sentir algo así. Sabía que esta era su despedida.

Sabía que era el fin de sus esperanzas.

Te lo prometo-murmuró y sin más se soltó de él para entrar rápidamente a su dormitorio. Si había algo que odiaba de sí misma es que muchas veces la tristeza le ganaba a su orgullo. Difícilmente podía contener las lágrimas.

Cerró la puerta con suavidad y caminó lentamente hacia la cama, donde se dejó caer, derrotada. ¿Qué más podía reflexionar? Aquel había sido el momento más feliz y más triste de su vida. La magia y la sencillez de las palabras de Harry la golpearon como jamás lo habría hecho ningún otro discurso o relato literario. La suavidad de sus labios y la frenética desesperación con que había recorrido los suyos había despertado en ella sensaciones inexplicables.

Ella se recostó, dejando caer una lágrima platinada en su almohada suave y mullida. Su suéter negro aún mantenía el aroma viril y refrescante de Harry, y ella podía recordar sin cerrar los ojos aquella textura de sus labios. En Hogwarts lo había soñado. Una noche, después de enterarse del beso de su amigo y Cho Chang, había despertado sudando. Aquel beso había sido tan real como este. Pero este había sido infinitamente mejor.

Suspiró, resignada. Las palabras aún vagaban por su cabeza. Ella llevó una mano a sus labios y sintió que volvía a escucharlo. I"Ese beso se quedó adherido a mí, Hermione. Pero no debemos volver a sentirlo."/I

La mañana siguiente fue como un triste aterrizaje a la realidad. Harry la despertó temprano, con ternura, pero bastante formal. Su rostro estaba pálido y demacrado. No fue difícil adivinar que él había dormido tan poco como ella.

Nos vamos al Ministerio, Hermione. ¿Quieres ir con nosotros o prefieres quedarte?-inquirió, asomado en su puerta. Evidentemente él estaba esquivando su mirada.

Voy con ustedes. Estoy lista en media hora.

Él asintió y desapareció tras la puerta.

Hermione suspiró. Sin duda alguna, hoy sería un día difícil. Se levantó y caminó hacia la ducha. En quince minutos estuvo lista.

¡Buenos días, señorita detectora!-saludó Ron, entusiasmado, al verla aparecer en la sala de estar del departamento de -. Se ve particularmente hermosa hoy.

Ella respondió con una carcajada. Era cierto que aquella mañana se había arreglado minuciosamente, pero se negaba a admitir la razón. Llevaba un suéter marrón con unos jeans anchos y cómodos. Había tomado su cabello en una larga trenza dorada, dejando caer un mechón ondulado en su mejilla. Esperaba ocultar de este modo la tristeza de su rostro.

¿No será detective, Ron?-replicó, acercándose y plantándole un suave beso en la mejilla-. Debí haberte regalado un diccionario muggle.

Él ya tuvo un diccionario muggle ambulante-dejó escapar Harry, provocando la primera risa grupal de la mañana-. ¿No es así, Ron? También hacía otras cosas…

¡Harry!

¡Pero sí es cierto! Un diccionario con cabello largo, ojos, y bueno… otros atributos que prefiero no nombrar delante de una señorita-replicó, levantando sus brazos para protegerse del almohadón que el pelirrojo acababa de lanzar-. ¡Ouch!

¿Ves?-acusó Ron, mirando a Hermione mientras indicaba a su amigo con un dedo-. Es un degenerado, esas cosas son las que él resalta de una chica.

Así me parece-afirmó ella, mientras soltaba una risa y miraba a Harry fijamente. Él le devolvió la mirada y por un segundo sus pensamientos se conectaron.

Ambos revivieron lo sucedido en la noche anterior.

Errr… ¿Hola?-el pelirrojo se movió delante de Hermione, sin comprender-. ¿Algo que yo no sepa?

Harry pareció despertar de un trance. Agitó su cabeza bruscamente y se puso de pie.

Nada, Ron-tomó la capa negra que colgaba de una silla y se la puso distraídamente-. ¿Has visto a Jen?

El pelirrojo alzó una ceja, mientras Hermione se levantaba simulando estar preocupada en estirar su suéter.

Por supuesto que no-respondió dudoso-. ¿Es tu novia, no?

¿Qué¡Ah, sí…!-aceptó tan confundido que Ron se dio vuelta a mirar a Hermione con expresión interrogante-. Sí, lo que pasa es que no la veo desde que nos vino a buscar para acompañarte al Caldero Chorreante.

Hmm… eso puede tener una explicación lógica-musitó el pelirrojo, por lo bajo.

¿Decías?-inquirió Harry, volviendo a su aspecto vigoroso. Hermione estuvo segura de percibir en su voz un leve tono de advertencia y levantó su rostro dejando de fingir indiferencia.

Decía que es lógico-aclaró Ron, luego de carraspear, nervioso-. Ella está en época de exámenes…

Ah, sí-asintió Harry, dirigiéndole una mirada de soslayo a Hermione-. Bueno¿están listos? Tenemos el tiempo justo.

Yo sí-afirmó Hermione, forzando una sonrisa. Estaba cansada de no entender lo que ocurría. ¿Por qué esas reacciones tan repentinas de Harry¿Por qué esos comentarios de Ron? Jen no tenía porqué sentir celos de ella.

Lo había confirmado esta mañana. Nadie podría demostrar tal indiferencia después de un beso como el que ambos habían sentido la noche anterior. Sin embargo, Harry la había sorprendido, la había golpeado con esa maldita indiferencia otra vez.

Vamos-aceptó Ron, tomando a Hermione suavemente de los hombros y guardándola en un cálido abrazo. Ella lo agradeció con una sonrisa. Inexplicablemente Ron siempre sabía cuando necesitaba su ayuda.

Harry, Ron y Hermione caminaron hacia el Ministerio de Magia en medio de la fría brisa que aquella mañana cubría las calles londinenses. Hermione siempre confirmaba sus peores sospechas a través del teñido gris del cielo. " i Definitivamente hoy no será un buen día /i ", pensó mientras su cuerpo se refugiaba en los brazos corpulentos del pelirrojo. De pronto Harry se detuvo, alguien lo llamaba.

¡Potter!-un mago de aspecto agotado corrió hacia él mientras su túnica destartalada ondeaba al viento-. Necesito enseñarte algo.

Harry lo miró extrañado.

¿Qué ocurre, Peter¿Algún problema?-inquirió registrándolo con sus penetrantes ojos verdes, deteniéndose repentinamente en un par de fotografías que él traía en las manos-. ¿Qué es eso?

La lista de muggles asesinados-respondió el mago, recuperando el aliento-. Son más de los que nosotros creíamos. Vienen en sucesión desde el año pasado.

¿Muggles?-repitió Ron, incrédulo.

Sí, miren esto-señaló él, levantando en sus manos un collage con tres fotografías pequeñas.

Hermione entornó los ojos. Una joven, una anciana…

Su corazón pareció detenerse. Un rostro conocido la miraba. Habría reconocido aquellos ojos negros en cualquier lugar. Aquellos ojos que alguien se había encargado de cerrar para siempre.

Harry la miró, atontado. Definitivamente, él había visto lo mismo.

¿Su viejo amigo… asesinado por los Ixinis?