Capítulo XIII - Secuestro.

Por: JkRowling.

Aquella noche, Hermione comprendió que nunca volvería a sentir tanta tristeza. Todo cuanto había soñado en los últimos días al lado de sus dos amigos se había derrumbado, y si sentía fuerzas para hacer algo aún, sin duda, era para salir corriendo y alejarse de una vez lo mayormente posible. ¿Cuánto tiempo perdido¿Cuánto daño hecho? Ella no podía dimensionar lo que estaba pasando, aún era una pesadilla que se disolvería en cualquier momento.

Ron se había marchado llevándose a su amigo cargado dificultosamente al hombro. "No le hagas caso, Hermione", la había implorado al oído, dividido entre la pena y la desesperación por no haber logrado intervenir a tiempo. Pero ella se había limitado a voltear la cara. Se sentía traicionada. Si él hubiese contado esto a tiempo las cosas habrían sido diferentes.

Demasiado distintas.

Seguramente él nunca lograría entender el daño que había provocado su silencio y su lealtad ferviente por Harry. Lo había dejado equivocarse, aún cuando él sabía toda la verdad.

"Lealtad", se repitió Hermione mientras hundía el rostro en sus brazos. "¿Qué importaba la maldita lealtad cuando esto llevaba tanto tiempo haciéndole daño?".

Y luego comenzó a reflexionar más profundamente. Lentamente su cerebro dio con la verdadera razón, con el verdadero culpable de todo.

Ella misma.

Soltó un sollozo y llevó ambas manos a sus ojos, mientras el silencio de la habitación se deslizaba a través de ella comenzando a atormentarla. No podía seguir más tiempo ahí pensando en ello, fácilmente podría volverse loca.

Se levantó suavemente y observó la puerta entreabierta decidiéndose a hacer algo. Mordió su labio inferior, mientras dos lágrimas tibias caían de sus ojos espontáneamente. Tenía que hacerlo. Necesitaba hacerlo.

Tomó su abrigo y lo puso sobre sus hombros. Abrió la puerta y salió de la habitación, con la oscuridad del pasillo inundándola rápidamente. Iba a dejarlo todo. Se iba a ir. Ya tenía suficiente.

Caminó con cuidado, como una gata que se desliza en la oscuridad temiendo ser descubierta. Sus manos resbalaban por las paredes enel afán de guiarse. Lo hacía todo con cuidado, sin apuro. Con la precaución necesaria de alguien que necesita lograr escapar desesperadamente. De alguien que necesita dejar de ahogarse en la misma sustancia que viene sumergiéndolo todo desde hace cinco años. El mismo dolor. La misma sensación de que todo se quiebra dentro de ella.

Supo que tenía que hacer algo antes de llevar a cabo su tarea. Lentamente, sintiendo que su corazón retumbaba en cada trozo de su cuerpo, caminó hacia el dormitorio de Harry. Entró y lo vio durmiendo. Por primera deseó que él no abriese los ojos. Por primera vez no sintió ganas de verse reflejada en ellos.

"Me odia", murmuró, con los puños apretados. "Sé que él me odia".

Se acercó. Lentamente, el olor del alcohol mezclado con su característico aroma comenzó a marearla. Deseó caer rendida ahí. Abrazarlo y no volver a abrir los ojos. Se acercó tanto que pudo ver los pliegues de sus labios y sentir la respiración pausada escapando de ellos para acariciar su propio rostro.

"Te amo, Harry…", musitó, dejando escapar un sollozo desesperado que supo silenciar al tapar sus labios con una mano, arrugando la frente en un escape a su dolor. "Te amo, te amo…"

Él suspiró en sueños. Hermione supo que perdería su vida sólo porquedarse ahí. Sólo por oírlo respirar para siempre. Con una punzada de dolor, decidióimaginar que soñaba con ella.

"Déjame creer… que me estás viendo sonreír, Harry", pensó, mientras acomodaba su cabeza hasta dejarse caer cuidadosamente en su pecho. Procuró no respirar demasiado rápido. Jamás podría perdonarse el interrumpir su sueño. Tal vez la estaba viendo. Tal vez él también dejaría ir su vida en aquel dulce momento.

Supo que era tiempo de marchar. Se levantó con cuidado y admiró por última vez cada trozo de su rostro. Estaba dispuesta a recordar cada detalle de él. Sabía que lo estaba grabando todo en su memoria, hasta la sutil forma en que sus cabellos negros resbalaban por su frente. Se preguntó si alguna vez alguien había deseado tanto un beso como ella lo estaba haciendo. Y entonces aquellas palabras se repitieron en su cabeza. Por primera vez desde que las escuchó, sintió cómo se repetían en un eco proveniente desde su propio corazón.

"Tal vez… tal vez alguna vez… yo podría besarte, Hermione."

Llevó una mano a sus labios. Aún había algo que hacer. Aún no sellaba aquel momento. Sólo un último detalle.

Cerró sus ojos y se fue acercando. Sintió el roce de nariz y aquel contacto la hizo dudar. Pero no. Iba a hacerlo. Era lo único que pedía antes de irse. Antes y después de ello. Porque ya no le importaba nada más.

Nuevamente se inclinó. Y entonces lo besó. Sintió sus labios suaves, tan suaves que quiso tenerlos para siempre. Sintió su rostro junto al de ella, aún cuando todo era inconsciente. Aún cuando todo era una mentira. Aún cuando nuevamente sólo era ella.

Sólo ella.

Se sintió incapaz de seguir soportándolo. Entonces se alejó y le sonrió por última vez. "Gracias", murmuró, mientras sus ojos nublados le indicaron que el llanto se aproximaba. Y aún así, supo que ha estado llorando desde aquella noche en que se despidió de él luego de la graduación. En aquella noche triste y maravillosa en que él le prometió que jamás la dejaría sola.

Y en el fondo, sabía que lo había cumplido.

Ella volteó y salió de la habitación. El camino hacia la puerta de salida se hizoeterno. Comprendiendo que en cualquier momento la mano de Ron podría posarse en su hombro prohibiéndole ir, ella apoyó su mano fría en el pomo de la puerta y giró cuidadosamente hasta oír el clic que indicaba su misión cumplida. Sin voltear el rostro, salió del departamento sintiendo que el peso en su estómago disminuía considerablemente. Sonrió. Pero fue una sonrisa triste. Desgraciada.

"Huir", pensó, mientras caminaba hacia la escalera del edificio y bajaba rápidamente. El sonido de sus pisadas se multiplicó en un ruido que pareció tormentoso al llegar a sus oídos. Tan tormentoso como todo lo que podían ver sus ojos. Como todo lo que podía aspirar.

Como todo lo que sentía.

"Huir", musitó. En su mente, el rostro de Harry carcomió cada visión concreta, transformándolo todo en oscuridad. Supo que no había nada más tras esos colores. Supo que se cansó de caminar. Supo que ya no había nada que le importase.

Porque lo hirió a él.

Caminó hacia la puerta de salida del edificio, pero el guardia de turno se opuso, deteniéndola con una mano.

-Es muy tarde, señorita-replicó con una voz dura y monótona. Hermione no tardó en notar que en realidad el hombre no estaba preocupado. Sólo era otra vez el protocolo, lo sabía -. Es muy peligroso salir a estas calles así…

-Sé cuidarme sola-manifestó groseramente, mientras con un brusco movimiento se deshizo de las manos del hombre-. Déjeme en paz.

-Muy bien-aceptó él, encogiéndose de hombros-. Haga lo que quiera.

Ella pasó por su lado con andar insolente y empujó la puerta hasta recibir de lleno el frío de la noche en el rostro.

Aquella vez la noche parecía más lúgubre. Hermione se preguntó si lo que sentía lograba afectar el color y la esencia de las cosas que veía. Continuó caminando, la calle vacía parecía ser el espejo siniestro de lo que sucedía dentro de ella. Sabía lo que va a ocurrir. Lo presentía, pero no le importó.

Y entonces la ilusión de sentir la mano de Ron en su hombro se disolvió. Se estaba alejando cada vez más. Ya nadie vendrá a buscarla. Nadie le insistirá para que regresara.

No volvería a ver a Harry despierto.

Escondió las manos en los bolsillos de su abrigo y sus hombros parecieron encogerse por el frío. Se sintió tan sola como aquel último día en el Andén Nueve y Tres Cuartos. Aquel día en que supo que había acabado todo.

Ni siquiera la excusa de protegerlo podría ayudar.

De pronto escuchó unos pasos fuertes tras ella. Su rostro se iluminó. "Es Ron", pensó, mientras un alivio se extendía por todo su cuerpo. "Es él… viene a buscarme".

-¡Detente!

Ella paró en seco, obedientemente. Pero nofue porque Ron lo estaba ordenando. Aquella no es su voz.

Y entonces comprendió lo que iba a suceder.

-Aquí termina tu historia, sangre sucia.

Un coro de risas malvadas acompañó la última frase de aquella voz tormentosa. Volteó suavemente, con las manos precariamente levantadas. Sabía con lo que iba a encontrarse.

-Ahora te vas con nosotros.

Un tipo de rostro serio y facciones toscas le devolvía una sonrisa. A pesar de los años que llevaba sin verlo, no demoró en reconocer su cabello rubio.

Era Draco Malfoy.