PIDIENDO AYUDA
Lily estaba sentada en un banco fuera, en el jardín acompañado por aquel hombre que había llegado. Albus Dumbledore, había sido el mejor amigo de su abuelo, y un ejemplo de padre para el suyo propio debido a que su abuelo falleció un la guerra. Lily adoraba pasar horas y horas con su padrino, era un hombre que solía viajar por todo el mundo y cuando volvía le contaba todas las cosas que había vivido en los viajes. Pero ahora era algo diferente.
-Padrino, que bueno que estés aquí. No sabes lo que necesitaba que estuvieras a mi lado.
-Lo se, y lo siento niña. Es solo que no creí que fuera hacer lo que hizo tu madre...
-Es lo peor de todo. Quiere obligarme a casarme con Snape porque dice que favorecería a la familia pero lo único que hace es perjudicarme a mi. Además de que los Snape no tienen un solo centavo.
-¿Cómo sabes eso? – Preguntó el hombre con una sonrisa que contagiaba a sus ojos.
-Pues, que sea niña y mujer, no quiere decir que no pueda saber ese tipo de cosas. Tengo ciertos contactos...
-Me imagino, los Granger. – Dijo seguro de si mismo. Y como sola respuesta hubo un fuerte abrazo por parte de Lily hacia ese hombre tan especial y querido por ella.
-Es verdad, fueron ellos. Pero lo que no entiendo es porque mi estúpida madre no lo sabe aún.
-Quizá porque nadie se lo dijo... – Albus miraba a Lily con suspicacia. Siempre consideró a Lily como una muchacha demasiado inteligente para la edad.
-O quizá porque no le interesaba saber. Estoy al tanto de que no me quiere. Ella quería un varón y nací yo. Que desperdicio de vida Habrá pensado ella al verme. – Albus se quedó mirando a Lily unos minutos más pero no era esta vez con suspicacia sino con lástima, esa lástima que puede sentir un ser amado hacia otro, esas ganas que dan de ayudarlo a toda costa. – Tengo la sensación de que no me estás diciendo todo Padrino.
-No se de que hablas, sabes que siempre te digo todo.
-Si, seguro. – Lily dirigió su mirada dentro del salón donde estaba el resto de la gente en su "fiesta de cumpleaños". Pero miró directamente a unas personas que estaban más cerca del ventanal. Eran siete personas, cuatro hombres y tres muchachas. - Entramos? Preferiría estar dentro, está comenzando a enfriar.
-Como quieras. – Albus Dumbledore tomó el brazo de Lily y la acompañó al salón. Al entrar todos se quedaron viendo a la pareja recién llegada, unos con alegría, otros no tanta. – Lily, me gustaría que me acompañaras a bailar. Hace tiempo que no lo hacemos. – Le dijo
-Con gusto padrino. Con gusto. – Los dos entraron a la pista de baile y comenzaron a moverse al ritmo de un vals no tan lento. Sonreían y disfrutaban del momento. pero entonces Albus miró por detrás de Lily y vio que alguien la miraba, sonrió para si mismo.
-Su atención por favor. – Había comenzado Evelin Evans desde los primero tres escalones de la escalera. – Ha llegado el momento de hacer un importante anunció.. - Lily se había aferrado a Albus y a su padre que estaban juntos platicando de uno de los viajes de su padrino. – Lilian, hija ven por favor. – Dijo esto como si su hija fuera lo más querido que tuviera en la vida. Al llegar con su madre ésta la abrazó y Lily le susurró al oído.
-Puedo asegurarte que esto no se te va a cumplir, madre. – dijo ésta última palabra con sorna.
-Quiero hacer el anuncio que nos ha dejado a mi y a mi querido esposo muy contentos y algo tristes a la vez. Nuestra pequeña hija, Lilian se ha comprometido. Por favor, Severius sube aquí. – de entre la multitud apareció un hombre de cabello grasiento y oscuro, ojos negros y cuerpo algo larguirucho. Se acercó a donde estaban ambas mujeres y tomó la mano de Lily quien intentó arrebatársela pero la había tomado con bastante fuerza. – A partir de este momento, Lilian Evans será conocida como la prometida y futura esposa de Severius Snape. – Ella comenzó a aplaudir y así lo hicieron unos cuantos. A decir verdad solo unos pocos no aplaudieron. Entre ellos sus amigos, los Granger, Albus y su padre. Tampoco así La señora McGonagall, sus sobrinos y amigos. Finalizado ese estúpido protocolo Lily salió corriendo del lugar intentando que nadie la viera. Se sentó en la escalinata que estaba en la puerta principal y se abrazó a sus rodillas.
-Hola. – Escuchó una voz detrás de ella. Se volteó para ver quien era.
-¿qué quieres Potter? – Preguntó sin ánimos de una pelea.
-Quiero saber. – Dijo simplemente
-¿qué quieres saber? – James se había sentado junto a ella y estaba mirando a las rejas que estaba a unos bastantes metros de ellos y eran separados por hermosos jardines.
-El porqué de tanto misterio.
-¿De que misterio me hablas?
-¿Cómo que de qué misterio te hablo? Primero te hiciste pasar por tu amiga Priss, después resulta que te llamabas Lily, luego que estabas comprometida con Snivellus, y ahora que eres una Evans. – Lily no resistió más y un par de lágrimas comenzaron a escaparle por las mejillas. Definitivamente James no esperaba una reacción así de ella.
-Quizá lo hice porque no quiero tener nada que ver con esto, con esta gente, con este nivel social...
-¿sabes? Mi padre siempre me dijo una cosa. "Naciste privilegiado, y con este privilegio viene la responsabilidad de ser quien eres" – Le dijo James acercándole un pañuelo. Lily lo tomó y se limpió las lágrimas.
-Pero yo no quiero tener "este" tipo de responsabilidades. Quiero ser normal, tener una vida sin que el resto del mundo sepa quien soy. Pasar desapercibida.
-Es verdad. los Evans son reconocidos por todo el mundo. Ésta noticia no dejará de circular por todos lados.
-Gracias por el apoyo moral.
-Yo te aconsejaría que te olvidaras de esta gente por un minuto y te concentraras en ser quien eres y que éste es tu cumpleaños y tu fiesta. – James se levantó y tomó mano de Lily. Al hacerla levantar se quedaron muy juntos uno del otro. James miraba consecutivamente los ojos de Lily y sus labios color carmesí. Ningún se despegaba de la mirada del otro, como si estuvieran hipnotizados. James comenzó a acercarse a sus labios y ella no podía reaccionar aunque quisiera. Pero Lily finalmente rompió el hermoso hechizo.
-Debemos entrar ¿no crees? – Dijo separándose y pasando junto a él. James asintió pero la tomó del brazo y la acercó a él una vez más. Esta vez no se le escaparía.
-Podríamos estar solo un minuto más. ¿Sabes? – Entonces le robó un beso. Se acercó a ella y sin que se diera cuenta rozó sus labios con los de ella. Lily se quedo de piedra al sentir esos labios dulces y suaves sobre los de ella. Había tenido todo lo que quería, pero una cosa tan simple como un beso fue lo que más le gusto. Y que no cambiaría por nada. James por otro lado había besado a muchas chicas pero ninguna se sentía tan bien como con Lily. Era especial. El roce duró apenas unos segundos. Y tanto él como ella se separaron. Él había tenido los ojos cerrados pero ella de la sorpresa se había quedado con los ojos abiertos.
-Creo que ahora sí, podemos entrar. – Dijo James.
-Aún podemos estar un tiempo más. – Lily tomó a James de la corbata y lo acercó a ella. Desde ese pequeño e insignificante encuentro entre sus labios había querido más. En ese instante en que sus labios se separaron se sintió desprotegida, necesitaba más de ese calor interno para vivir. Se acercó a su rostro y lo besó. Sus manos jugaban con el desordenado cabello de James y las manos de él estaban posadas en la cintura de Lily y cada vez la atraía más para él. Para que no se fuera, no se perdiera de ese calor que él también había sentido. James dio paso el segundo nivel. Comenzó a pasar su legua por los labios de ella pidiendo permiso para entrar. Ella sin pensarlo dos veces le permitió la entrada para que ambas lenguas se conocieran, jugaran y se aprendieran de memoria. Estaban muy juntos y no les importaba. James dejó la boca de Lily para besar su mejilla, su cuello, el lóbulo de la oreja. Ella sólo paseaba sus manos por la nuca, el cabello y parte de la espalda de James. Al terminar su recorrido James volvió a los labios de Lily. Era como si fueran siempre distintos. Como si cada vez que los besara encontrara algo distinto en ella. De pronto se escuchó un ruido cerca y ambos se separaron rápidamente. Estaban colorados y algo despeinados. Al menos en Lily se notaba. Él la miró y luego a su cabello. Y soltó una pequeña risa.
-¿qué tengo? – dijo ella tocándose el cabello – Hay no. Estoy despeinada. Y es tu culpa Potter, no te rías.
-¿Mi culpa? Si fuiste tu la que me besó a mi.
-Pero tu empezaste. Y ahora que hago.
-Suéltalo.
-¿Qué? – Preguntó incrédula
-Mira. – James se acercó y le soltó el poco cabello que tenía amarrado en al media cola. Le acarició un poco el cabello y le sonrió. – Ya está. Ahora estar hermosa. – Ella se puso colorada y luego volvió a pensar.
-¿Qué? ¿acaso antes no lo estaba?
-Claro que sí. Pero ahora estás aún más hermosa de lo que estabas antes. – James tomó la mano de Lily y comenzaron a entrar a la casa. – Sabes, ahora entiendo porque sabías tanto de mi y de mi hermana. Nuestros padres eran grandes amigos. O al menos mis padres y el tuyo. Porque dudo que hayan sido amigos de tu madre... lo siento.
-No te preocupes. De todas maneras me pregunto porqué es así.
-Lily. Me gustaría verte cantar otra vez.
-Cuando salga de esta, prometo dedicarte una canción para ti en el café.
-Genial. Dime. ¿ese día en que os conocimos, huías de Snivellus?
-Sip. No quería que me viera.
Entraron a la casa e inmediatamente se soltaron de la mano. Caminaron al salón y encontraron a Minerva, su padre y Albus hablando tranquilamente. Luego levantaron un poco más la vista y se encontraron con Athos bailando con Georgia. A Remus platicando con Deb. Que fue donde se acercaron.
-Hey, ¿Dónde está Padfoot?
-Ni idea. – Dijo Remus.
-Y ¿dónde está Caprisse? – Preguntó Lily. Deb la miró con suspicacia y luego sonrió.
-No lo sé. Lils. – Dijo con voz de niña inocente.
-Te juro que cuando agarre a Granger la voy a ...
-¿me vas a que? – Preguntó Priss detrás de ella. Al voltearse Lily vio que venía muy de cerca con Sirius Black.
-Voy a matarte. De todos modos. Ya está. Díganme.. –Comenzó cuando Athos volvió de Bailar con Georgia. - ¿Se quedarán a dormir los tres? – James miró serio a Lily.
-No lo sé. Debo preguntarle a Albus.
-Creo que escuché que se quedará también. Por cortesía de mi padre.
-Eso creí. – Dijo Deb.
-¿Entonces? Athos tu cuarto esté como lo dejaste. Igual el de ustedes dos – Dijo Lily. – Oh vamos no quiero estar sola aquí. Saben lo que sufro si no estoy con ustedes.
-¿Ellos se quedan? – Preguntó William Evans.
-Papá. ¿te sientes bien? – Preguntó Lily intentado cambiar de tema.
-Si. Pero no me has contestado.
-No lo sé. ¿Chicos? – Dijo mirando a los cuatro muchachos que estaban en ese momento mirando al señor Evans y a Lily consecutivamente.
-Creo que si. Dijo Sirius.
-Serán nuestros invitados. Le diré a Rose que prepare cuatro cuartos cerca del tuyo Hija.
-Tu padre es genial, Evans – comentó Sirius.
-Si, lo sé.
-No tienes nada de parecido con tu hermana y madre Lilian.
-Por favor solo Lily. Y si es verdad. gracias a dios que no me parezco. Sería una catástrofe.
Los invitados comenzaron a irse. Luego muy poca gente quedaba en la casa. Los Granger, fueron casi los últimos en irse junto con la señora Minerva. Además que Snape no quería irse. Pero nadie le pidió que se quedara por lo que no le quedó otra que irse. Su hermana Petunia solo un año más chica que Lily estaba casada con el Señor Dursley, un conocido abogado. Pero así como conocido eran sus fraudes. Ambos se retiraron, vivían en una gran casa en el centro de la ciudad. Poco tiempo después solo quedaban los ocho muchachos. En la cocina. Era el lugar favorito de Lily. La cocinera Mery, era una gran persona y le había enseñado a cocinar deliciosamente.
-bien, Mery me dejó el campo libre para hacer lo que quiera en la cocina. Así que ¿qué quieren comer?
-Yo quiero unos riscos Waffles – Dijo Deb ansiosa.
-¿Waffles. A las tres de la mañana? – Remus se había quedado sorprendido.
-Descuida Remus. Ella come Waffles a toda hora. Bien ¿Athos?
-Tortas fritas.
-Priss. Te toca. – Dijo Lily. Estaba en verdad entusiasmada.
-Bueno... tostados. ¿te ayudo?
-NO – dijeron los tres amigos. Esto arrancó una gran carcajada por parte de los otros presentes.
-Ne me hagas quedar mal.
-Hay Priss. Te haría quedar mal si cocinaras. – Dijo Athos.
-Bien Chicos ¿Ustedes?
-Lo que tu comas – Dijo James mirando a Lily. Quien se sonrojó. Pero la única persona que lo había notado era Athos o eso había pensado él.
-Sirius, Remus.
-Unos tostados estaría bien. – Dijeron ambos
-Solo quedas tu Georgia.
-Entonces... que sean Waffles también.
Lily preparó una fuente con tortas fritas, otra de tostados, una mas pequeñas con Waffles y luego se acercó a la heladera y sacó dos pedazos de rica torta de chocolate. Repartió las porciones de torta y comenzaron a comer y a platicar. Finalmente al amanecer los chicos se estaban acostando. Cada uno en un cuarto diferente. Lily había pensado que no disfrutaría de su cumpleaños que le daría la mayoría de edad, pero se equivocó. La había pasado bastante bien. Y ahora que su padrino estaba ahí todo volvería a salirle bien. De eso estaba segura.
