Todos aplaudían a Lily que había cantado con todo su corazón. Pero en especial había alguien que se sentía conmovido, emocionado, contento ¿enamorado? Ese sentimiento no entraba en discusión. No podía impedir sentir algo por esa hermosa pelirroja, desde aquel día en que la vio. El día en que se besó con Sirius, James había sentido muchos celos hacia su amigo y no lo hasta después de un tiempo. Pero luego de haberse quedado en la mansión Evans, con sus amigos y hermana por su puesto, descubrió que ese sentimiento que sentía hacía Lily de protegerla, cuidarla no era otra cosa que amor, y del más puro.
Lily bajó del escenario y se dirigió a la barra para pedirle a Athos algo de beber. Si era posible una fría cerveza. James se acercó a ella y la abrazó por la cintura.
-Estuviste excelente, gracias por la canción. – Le dijo al oído mientras besaba su cuello.
-¿quién dijo que era para ti? – Dijo suavemente ella al correr el cabello para que James la besara mejor. Pero él dejó de besarla.
-Creí que era el único James Potter al que conocías
-Así es. Pero yo no dije que era para James "Potter". Solo dije James.
-Eres una tramposa.
-Lo sé. – En cuanto Lily se giró para encontrarse con el rostro de James no pensó encontrarse con ese dulces y brillantes ojos avellana. Que la dejaron paralizada, y se ahogaba cada vez más en ellos. Por otro lado James sentía lo mismo en los ojos de Lily. Ese era un momento en que solo estaban ellos dos y el mundo que los rodeaba era extremadamente un segundo plano.
-Lily... – James seguía mirando a esos ojos cuando habló. – Me gustaría que... – Pero Lily lo interrumpió con un apasionado beso. Prácticamente se lanzó contra James. Estaba de puntas de pie con sus brazos abrazando el cuello del muchacho. Y los brazos de él su cintura. Necesitaban ese beso tanto ambos que no se habían dado cuenta cuando todo el mundo se le había quedado viendo. Lily rompió el beso muy suavemente aún mirando a los ojos de James.
-Amiga. ¿podrían hacer eso en otro lado? Me estas espantando a la gente – había comentado Priss.
-Priss. Cállate. – Ordenó Athos. – Lils. No le hagas caso. – Pero la chica tomó la mano de James y se acercó a su oído.
-James. Debo contarte algo. es importante. – Le dijo. El aludido asintió y siguió a Lily por donde lo llevaba. Se encontraron con una puerta y luego una escalera. – Ven James. Arriba estaremos mejor que aquí. Al menos podremos hablar mejor.
Finalmente había llegado a la parte de arriba. Era una especie de departamento sin uso. Con un cuarto y un baño. En una pequeña sala había unos cuantos asientos que eran como almohadones. Se sentaron en ellos y estuvieron un tiempo en silencio hasta que james lo rompió.
-Lily. ¿Que es lo que tienes que decirme?
-James, es... – Lily dejó escapar un par de lágrimas de sus ojos. – Es muy difícil. No es agradable hablar... de esto.
-¿tiene algo que ver con tu espalda?
-Si... – Ya, las lágrimas de Lily eran incontrolables. No lo podía evitar era doloroso hablar de ese tema. – James... diablos no puedo.
-¿Puedo ayudarte a hacerlo?
-Es solo que... no puedo estar contigo.
-Si es por Snape...
-No. No es por eso. Al menos no en este caso. Es algo... diferente. Es solo que... yo, yo.. me siento... sucia. – Abrazó sus piernas con sus brazos y escondió su rostro entre sus rodillas.
-¿A que te refieres Lily?
-Es que. Primero, prométeme que no harás ni dirás nada
-Lo prometo. – Dijo James desesperado. Si Lily estaba así no era algo bueno. Nada bueno.
-Fui, bueno. Yo... fui violada – Dijo tan rápido que James tardó unos minutos en entender.
-¿¿QUÉ?? No puede ser. Lily tu...
-Si James lo es. Pasó y no lo sabe nadie.
-¿Ni si quiera los chicos?
-No
-¿Quién fue?
-Pero...
-Solo dime quien fue.
-Fue la noche antes de ir a vivir a tu casa. Mi hermana había ido a cenar a casa con su estúpido esposo... Yo suelo tener sed de noche, bajé a tomar un baso de agua y cuando subí... allí estaba. Esperándome en la puerta de mi cuarto...
-¿quién?
-Me tomó de los brazos y me tapó la boca... no me dejó que me moviera y cada vez que intentaba hacer algo para zafarme de él me golpeaba....
-Lily. ¿quién fue? – Dijo despacio pero muy tenso.
-Él. Vernon.
-¿tu cuñado?
-Si. – Lily no resistió más y se lanzó nuevamente a los brazos de James, pero esta vez era para que la abrazara. Necesitaba un poco de calor. De cariño. Pero todo le vino a la mente...
Flash back
-Te dije que esto no quedaría así, Lily.
-¿qué? – Pero entonces comenzó. Lily tenía puesto un camisón de los más delgado y transparente de color blanco hasta las rodillas y se sostenía con dos tiras muy finas. Por otro lado él tenía puesto unos pantalones negros y estaba descubierto en el pecho.
Vernon había tirado a Lily a la cama y él se puso sobre ella. Le suplicara que no lo hiciera pero parecía que estaba sordo. Se quitó los pantalones de un simple tirón y se quedó en boxer. Con una mano sostenía ambas muñecas de Lily sobre su cabeza, mientras que con la otra recorría el cuerpo de la chica con lujuria y deseo. Levantó el camisón de Lily hasta el pechó y le bajó la ropa interior. La observó.
-Si sigues gritando te aseguro que te dolerá más. Porque te golpearé. – Lily se cayó pero, lloraba aún de forma silenciosa. – Quédate quieta. – él la soltó despacio y ella se trató de zafar pero la golpeó tan fuerte que se había mareado. – te dije que te golpearía, ahora se buena niña y pórtate bien. – volvió a soltarla y Lily esta vez no se movió, no porque no quisiera sino porque no podía por aquel golpe que la había dejado medio tonta.
Lily sentía como las manos de aquel hombre que decía ser su familia, la tocaba toda. Y entonces el peor de los dolores llegó hasta ella, inundando todo y cada punto de su cuerpo. Cada célula, cada hueso, cada músculo. Ese dolor la invadió y entonces entendió en ese momento que quería morir. Que no quería ser ella en ese momento, que deseaba ser cualquier cosa menos estar allí debajo de su cuñado de forma lujuriosa y despiadada, dolorida, sangrando y siendo golpeada.
Fin del Flash back
-Lily, cielo. Tranquila. No debes preocuparte.
-No me pegó en el rostro, porque sabía que se notaría. Solo en partes del cuerpo que se cubrían con la ropa. – Lily se paró y se quitó la camisa que tenía puesta. Allí le mostró a James su estómago y espalda. Estaba morada y lastimada. James se paró y se acercó a ella. Le besó los labios de forma tranquila, con amor. Luego despacio bajó a su cuello y así hasta sus hombros descubiertos. Se despegó y besó suavemente las pequeñas heridas de su vientre y luego las de su espalda Lily lloraba lágrimas silenciosas. James volvió a su rostro y la miró a los ojos. Le secó las lágrimas de sus mejillas y le dijo al oído.
-Lily. Eres la persona más hermosa, inteligente, gentil, y bondadosa que he conocido. No puedo entender que clase de persona hace algo así, pero te aseguro que no quedará así.
-James prometiste que no harías nada
-Lo sé. – Le besó ambas mejillas y la tomó de la mano. – Ven, vamos a casa. Es tarde y será mejor que vallas a dormir un poco.
Luego de haber bajado hacia donde todo el mundo estaba Lily y el resto se despidieron y Remus manejó hasta la mansión donde, como era costumbre siendo un sábado, ambos chicos se quedaban a dormir. Remus iba delante con Sirius. Georgia iba casi dormida y Lily iba abrazada de James con su rostro en su hombro. Al llegar a la casa, cada uno se fue a sus respectivos cuartos hasta la mañana siguiente, que a pesar de todo, no faltaba mucho para ella.
James se despertó la mañana del domingo muy preocupado por Lily. No entendía como era que el marido de su hermana haya podido aprovecharse de ella. Tenía un tremendo odio hacia los Dursley, en especial hacia Vernon. Bajó a desayunar y se encontró con la noticia que su tía había salido temprano a la mañana hacia Estados Unidos, donde tenía su empresa. La mañana la pasó leyendo unos papeles en el despacho de la casa con Remus y Sirius. Pero antes del almuerzo la reunión fue interrumpida por un golpe a la puerta.
-James ¿podemos hablar? – Se escuchó la voz de Lily desde el otro lado.
-¿Más? – Preguntó en voz baja y en broma Sirius que recibió una mirada de reprimenda por parte de sus dos amigos.
-Pasa Lily. – Dijo James desde el sillón detrás de su escritorio. – Chicos ¿nos dejan un minuto?
-Claro James. Estaremos en el comedor. De todos modos es hora de almorzar. – Ambos chicos salieron y Lily apenas entró al despacho. Tenía la cara medio pálida y sus ojos seguían hinchados
-Lloraste. – Afirmó él sin dejar que Lily diga o haga algo antes.
-Si, pero eso no importa. He venido porque debo ir a mi... a casa de mi padre.
-¿qué sucede? ¿cuál es el motivo si se puede saber?
-En realidad, no lo sé. Me ha mandado llamar mi padre...
-¿quieres que te acompañe? – Preguntó directamente.
-No creo que sea necesario. Solo venía a avisarte de eso. Nos vemos esta tarde. – Lily le sonrió a James.
-Espera Lily. No te vallas aún. – Él se acercó a Lily y le tomó ambas manos sentándose en el borde del escritorio. – Lily, quiero que me prometas que estarás bien y que volverás no importa qué.
-James... si. Te lo prometo. – Ella se acercó y le besó los labios despacio en un roce simple. – Adiós, simio.
-Hey. – Dijo dejando escapar una linda carcajada.
Lily llegó a la casa de sus padres y abrió la puerta sin esperar a que nadie viniera a abrirle o anunciarla. Entró directo y fue donde el cuarto de su padre. Allí se encontró con Rose en la puerta del cuarto sentada en una silla con las manos en el rostro.
-Rose. ¿Qué pasa? – Preguntó Lily temiendo lo peor.
-Señorita Lilian. Que bueno que ha llegado su padre la espera dentro. – Lily no se hizo esperar y entró en el cuarto. Allí estaba se padre postrado en la cama, más pálido y enfermo de lo normal. Al verla entrar, con gran esfuerzo, se sentó en su cama. Al ver ese intento Lily dio un par de zancadas y se acercó a su padre.
-Padre. ¿Cómo estás?
-No muy bien Lily. Me estoy yendo ¿Sabes?
-A donde. Tu no puedes salir a ningún lado papá. Estás mal.
-Hay hija, eres tan inocente. Solo quería verte. Y decirte que te quiero mucho... – A William le costaba mucho hablar. Respiraba con dificultad y hacía gran esfuerzo para mantenerse sentado en la cama. – Solo quiero que me escuches. En ese escritorio de allí... hay unos papeles. Tráelos. – Lily hizo caso a su padre y en unos cuantos segundos estaba de vuelta con su padre. – Saca del cajón una pluma. Quiero que firme la última hoja.
-¿Qué es?
-Lo sabrás cuando sea el momento. solo necesito que lo firmes. Será mejor así. – Lily firmó sin leer lo que decía. Estaba muy preocupada por su padre para hacerle cuestionamientos de lo que había firmado. A los pocos minutos el médico de la familia había entrado y Lily fue casi obligada a salir del cuarto. Estaba sentada en el suelo mirando la nada. Cuando el médico salió.
-Señorita Evans. Será mejor que valla a la sala. Debo hablar con usted y su familia. – El médico fue acompañado por Lily pero antes de llegar a la sala en médico llamó a Rose y le dio unas instrucciones. – ya que está toda la familia les diré lo que tengo que decirles. – Lily no había saludado a nadie de los que allí se encontraban. Ni a su madre, ni a su hermana y mucho menos a su cuñado. – Tengo la desagradable noticia que, William Evans ha... muerto. – Lily se calló al suelo. Petunia se acercó a Vernon y cubrió su rostro en su pecho, mientras que Evelin se cubría el rostro con las manos. – Tengo que decirles también que Will me ha dado la orden antes de morir, de llamar al abogado para el testamento. – Lily no dejaba de llorar. Rose se encargó de llevarles unas tazas de té y unas galletas. Y luego de media hora, el abogado de la familia Evans se hacía presente.
El abogado comenzó a hablar, contando cuándo se había hecho el testamento, pregunta que había hecho Evelin. También decía que había bastantes bienes en juego, algo que llamó la atención de la mayoría de los presentes. Lily logró escuchar un susurro de Vernon hacia Petunia donde le comentaba que de seguro sería el encargado e la empresa puesto que es el único hombre en la familia para hacerlo.
-...Entonces les diré, en resumidas cuentas lo que William a dejado en claro. Para su hija Petunia y su esposo se les entregará las casas de fin de semana. La que se encuentra en Francia, en España y en Egipto. Para la señora Evelin, estará la casa en la que nos encontramos. Además que a ambas se les hará entrega de un millón de libras a cada una. Finalmente tenemos a la pequeña Lilian. Señorita, su padre me ha pedido que le entregara una carta, no se le que dice, él no me lo ha dicho. Con esto ha terminado todo. Que tengan un buen día y lamente la pérdida de Will, era una excelente persona y amigo. – El hombre se retiró del lugar acompañado por el doctor que también debía retirarse. Lily tomó la carta con manos temblorosas. Se sentó en el sofá quedando sola allí. A los pocos minutos Rose entró diciendo que había llamado al señor Potter para que viniera a buscarla como orden de su madre.
-Señorita, el señor Potter está aquí para recogerla... – Había dicho Rose en la segunda ocasión. Pero la presencia de James en la sala hizo que se sobresaltaran ambas mujeres.
-Lily ¿qué sucedió? ¿estás bien, te ha pasado algo? – preguntó con temor.
-Solo... vamos a casa James. – Dijo levantándose y yendo donde James – Rose, dile a mi madre... olvídalo no le digas nada.
-Como guste señorita.
James conducía el vehículo tranquilamente. Estaba muy preocupado por Lily estaba peor de lo que estaba ayer. Quiso preguntarle varias veces que era lo que tenía pero Lily solo miraba absorta la carta en sus manos.
Llegaron a la casa y rápidamente los tres chicos se acercaron para ver que era lo que tenía. Todos se habían enterado de la llamada de Rose a la casa Potter y no sabían de qué se trataba. La invadieron de preguntas pero James miró a todos dando a entender que no estaba bien para recibir preguntas.
-Lily ¿por qué no vas a darte un baño y luego te acuestas? Le diré a Edgard que te lleve la cena la cuarto. – Lily no respondió. Solo se encaminó al cuarto.
-James ¿qué sucede?
-No lo sé. Cuando llegue estaba sentada en el sillón de la sala. Así como la ven y mirando ese sobre que tiene en las manos. No quiso decirme nada.
La puerta sonó en el cuarto oscuro. Ella se encontraba acostada en su cama llorando desconsoladamente, la carta que tenía en sus manos una hora antes estaba arrugada en el piso. La puerta volvió a sonar seguida de una voz dulce y femenina.
-Lily. ¿Puedo pasar? – Georgia no encontró respuesta así que no preguntó más y entró. Lily intentó hacerse la dormida pero su llanto la descubrió. – Lily, ¿qué tienes amiga?
-Mi padre.
-¿Qué con él?
-ESTÁ MUERTO – Gritó a todo pulmón. No quería reconocerlo pero se sentía un poco mejor al decirlo y aceptarlo abiertamente. El resto de los presentes que se encontraban del otro lado de la puerta no necesitaron escuchar lo que Lily había gritado.
-Lo siento mucho Lily. Pero puedo asegurarte que se de lo que me hablas. Mis padres tampoco están.
-Me dejó una carta. – Dijo la pelirroja señalando el papel en el suelo.
-¿Qué dice?
-Que... me ha dejado la empresa a mi nombre y que soy dueña de ocho millones de libras. – Lily sollozó un poco más. Y volvió a hablar. – Y...
-¿Y? – Continuó Georgia dándole pie para que no dejara de hablar.
-Y... dile a esos entrometidos que si quieren escuchar que entren y ya. – Los tres chicos detrás de la puerta entraron con la cabeza gacha como si a castigarlos fuera Lily. – También me dijo en la carta que... bueno, que... mi madre Evelin. No es mi verdadera madre.
-¿Qué? – dijeron todos.
-Me dijo que ella no era mi madre y por eso me tenía ese rencor. Yo soy hija de otra mujer... Lean la carta si quieren saber bien. – James tomó la carta y comenzó a leerla en voz alta para que el resto lo escuchara.
Querida Lily,
Temo decirte que cuando leas esta carta es porque yo ya me habré ido de este mundo. Para empezar quiero decirte que te amo con todo mi corazón. Le he pedido al abogado que no dijera nada cuando sea la lectura del testamento, pero los papeles que firmaste son los que te hacen dueña de la empresa y de la suma de ocho millones de libras, que es todo lo que pude dejarte.
Sin embargo hijita mía. Eso no es lo más importante en esta carta. Estoy escribiendo aquí para contarte el mayor secreto de todos. Y que me llevaré a la tumba. Puesto que eres la única, que lo sabrá. Hace veintitrés años yo conocí a una mujer, a una de las mejores mujeres que el mundo ha conocido jamás. Yo era joven y ella también. Mis padres había elegido a otra persona con la cual casarme pero yo ya estaba enamorado. Tuvimos una aventura. La más maravillosa del mundo, de la cual tuvo su fruto. Una preciosa niña de cabellos de fuego y ojos esmeralda. Sí Lily. Tu eras esa niña. Eres hija de Charlote Degas. Una de las mujeres más hermosas, delicadas, amables e inteligentes de todas las que he visto hasta ahora, porque tu eres su viva imagen. Mi madre había aceptado la relación con Charlote aunque no era rica, no estaba mal. Tenía una casa a las afueras de la cuidad y sus padres eran trabajadores. Pero mi padre creía que se estaba aprovechando de mi fortuna hasta que ella se enfrentó a él y le dijo que prefería vivir de lo que fuera a tener que usar el dinero que no les correspondía en esta vida. Cuando Charlote quedó embarazada mi madre quiso que me casara con ella pero el matrimonio no duró mucho, ni siquiera se hizo público debido a que duró unos tres meses. Al darte a luz murió dejándome solo contigo. Fue entonces que acepté la propuesta de mi padre y casarme con Evelin con la condición de que ella te aceptara como hija. No tenía mucha opción puesto que su familia estaba casi en la quiebra. Pronto nació Petunia, pero yo solo tenía ojos para la hija de Charlote, y eso fastidió a Evelin y luego a Petunia.
Hija, no estoy diciendo que la diferencia que hice estuvo bien, pero es que me recordabas tanto a tu madre que no lo podía evitar. Es por eso que hoy te pido varios favores. Primero quiero que me disculpes por la mentira que te he hecho pasar, segundo que sepas disculpar las actitudes de Evelin y Petunia y tercero que aceptes todo lo que te he dicho en esta carta con las mejores intenciones. Por último quiero que seas feliz, no importa con quien, como o donde. Solo quiero que seas lo más feliz que puedas, porque así como me pasó a mi en el pasados no se sabe que te puede suceder en el futuro.
Te amo con el alma, tuyo por siempre en tu corazón,
William
James miró a Lily y luego a sus amigo y hermana. Así que su padre había muerto, y Lily no era hija de Evelin Evans.
-Lily. – Comenzó James. - ¿Sabes l oque significa esto?
-¿qué? – preguntó simplemente ella.
-No eres hija de Evelin. – Dijo pero todos lo miraron de forma sarcástica.
-¿De veras James? Creo que me había quedado del todo claro. ¿Sabes? – Le dijo Sirius.
-Ya cállate Black. Lo que quiero decir es que, al no ser su hija no tienes ningún tipo de relación con ellas. Bueno, salvo con Petunia, si eso quieres.
-¿Me estas diciendo que puedo desligarme de esa horrenda familia? – Preguntó Lily
-Claro Lils.
-No lo había visto de esa forma. Espera, Evelin no sabe que yo lo sé.
-¿Te das cuenta Lily? – Comenzó Remus. – Tu padre es una excelente persona te está ayudando aún ahora.
-Tampoco tienes que casarte con Snivellus si no quieres Lils. – Le comentó Georgia.
-Él se fue... al menos me ha dicho adiós. Y eso es lo que importa. Chico va a costar pero a partir de ahora tendré una nueva vida. Ya lo verán. Y creo que en este momento voy a ir al café – Lily se había levantado y secado las lágrimas que aún quedaban en su rostro. Tenía la voz débil pero se notaba decidida, sin embargo no se había percatado que tenía puesto un camisón delgado de color crema. Todos se comenzaron a reír al ver las intenciones en vano de Lily al tratar de taparse las piernas o los hombros que eran las partes descubiertas.
-Vamos Lily. Nosotros nos vamos para que te puedas vestir. Vamos contigo al café. Cada uno tiene un asunto pendiente allí. – Dijo James mirando a sus amigos ahora tan colorados como el cabello de Lily.
