ENFRENTANDO LAS CONSECUENCIAS
Lily despertó esa mañana por un pequeño rayo de luz que se escabullía entre las cortinas del ventanal. Estaba cubierta hasta el pecho por unas sábanas rosas muy delicadas y suaves. Sonrió y se levantó encontrándose con que estaba desnuda. Sonrió aún más al recordar la noche anterior...
Flash back
-Lo sé. Te lo aseguro que sí. – James no soportó más y la besó dulcemente. Ella correspondió el beso de la misma forma e intensidad que James. El juego con sus bocas se hizo insuficiente y ambos lo sabían. Pero James se detuvo un instante. – Lily... esto, si tu no quieres...
-Cállate James. – Lily volvió a besarlo
-Lily espera. – James se detuvo dejando a Lily sorprendida y muy colorada. – Esto no es así.
-James... sabes lo que yo siento....
-Y también se por l oque pasaste. – La besó delicadamente. – La cuestión es que yo quiero ser el que te enseñe.
-¿no crees que es muy tarde? – dijo melancólica.
-No. Yo te demostraré lo que es hacer el amor Lily, no tener sexo. Este es un acto maravilloso, relajante, lleno de amor... y eso es lo que yo quiero mostrarte. Quiero demostrarte que tiene un lado bueno, un lado romántico y hasta divertido. – Lily lo miraba, le sonrió y lo abrazó.
-Entonces James, enséñame ahora. Estoy dispuesta a ser tu alumna en esto. – James se sorprendió al escucharla. Estaba decidida como muy pocas veces la había visto.
-Lily...
-James te lo diré ahora y quiero que escuches bien... te amo. – Lily lo besó y James ya no se contuvo más. Recostó a Lily suavemente en la cama logrando de a poco quitarse las ropas entre los dos. En pocos instantes ambos estaban desnudos, pero los besos no cesaron. Al contrario, era algo que se sentía que iba en aumento cada vez más. James recorrió con sus labios todo el cuerpo de Lily, dejando a su paso un rastro fogoso de besos que le hacían arder la piel a Lily. ella tenía sus manos en el cabello de james y se lo revolvía disfrutando esas muestras de cariño. Él volvió a subir hasta el rostro de ella y le besó los labios, mojándolos con su lengua, jugando con su labio inferior. Lily sonreía, era una experiencia totalmente diferente a la que había tendido y eso la hacía querer más, aunque tuviera miedo sabía que si estaba con james nada le iba a suceder.
James se acomodó sobre ella y la miró a los ojos. Pidiendo permiso para entrar y obteniendo una sonrisa.
Los cuerpos se unieron y fueron uno solo por un tiempo, un tiempo que para Lily fue el más maravilloso de todos. Llegaron al límite al mismo tiempo y luego se durmieron uno junto al otro, abrazados. Y ambos con una sensación tan maravillosa que no se podía explicar con palabras, solo con gestos.
Fin del flash back
Lily se envolvió en las sábanas y fue donde el armario para cambiarse. Ese sería un día muy largo, demasiado largo. Se puso una pantalón de sarga de verano, color negro, y una camisa tres cuartos de color turquesa. Se recogió en cabello en una media cola y se puso un par d botas de taco, negras.
Bajó las escaleras con tanta emoción como nervios y miedo. Se encaminó al comedor par desayunar encontrándose con Georgia y James.
-Hola a todos. – Dijo feliz sentándose en su lugar, que por coincidencia era junto a James. Éste la saludó con una amplia sonrisa y Georgia comenzó a reír.
-Tu, ¿de que te ríes? – Preguntó James mirando a su hermana.
-De nada. Solo que recordé algo que escuché anoche. -¿ustedes también lo escucharon? – Lo consiguió. Ambos se pusieron más colorados que un tomate y James le dirigió una mirada de furia a su hermana mientras que Lily bajaba la vista. – Oh, vamos. Solo fue un chiste. A propósito ¿qué harán?
-a... ¿a que te refieres? – Le preguntó Lily preocupada de saber la respuesta.
-¿Como a qué me refiero? Pues a ustedes dos. Supongo que...
-Ya Georgia. No supongas nada y desayuna – El desayuno fue en silencio que a veces era roto por una que otra risita de la muchacha. – De todos modos ¿qué harás hoy? No vas a quedarte sola en casa.
-¿por qué no? Vamos tengo quien me haga compañía – Dijo señalando al cachorro que estaba comiendo algo en la esquina del comedor.
-Te dije que devuelvas ese animal...
-James. Ya, es suficiente. Primero, si lo que te molesta es que ella se quede sola, puede venir conmigo o ir al café con los chicos. Segundo, ese perrito es un encanto, déjalo de molestar y tercero... – Lily miró el reloj
-¿Tercero que? – Preguntó James
-Diablos, debo irme. – Lily se paró y se acercó a Georgia – Llama a Athos y dile que le pido que venga buscarte. ¿de acuerdo? – Georgia como sola respuesta sintió. – Y tú – Dijo acercándose donde James... – Que tengas suerte. – Lo besó con gran entusiasmo y pasión. Georgia hacía caras de asco mientras que los otros dos se besaban como si no hubiera nadie más allí.
-Hey, ¿se acuerdan que aún estoy aquí? – Decía Georgia – Definitivamente me han cortado el apetito. Gracias chicos. – Ninguno hizo caso. Seguían besándose hasta que James rompió el beso por falta de aire.
-Lily, lo de anoche fue maravilloso. Gracias.
-No James. Yo debería agradecerte. La verdad es que no se que haría sin ti y más en estos momentos.
-Te amo – Le susurró en el oído lo que le hizo cosquillas a la chica – Que tengas suerte Lily. Iré para el almuerzo a buscarte, no me importa lo que digan.
-Si, adiós simio.
-¿Otra vez? – Lily volvió a besarlo para que se tragara la queja y se fue corriendo a su cuarto a buscar lo que le faltaba para comenzar con su nuevo puesto en la empresa de su padre como la presidenta y dueña de la misma.
Caminaba por el largo hall de la oficina, estaba tan nerviosa y tensa que apenas pudo levantar la mano para saludar a la recepcionista. Tomó el ascensor presidencial que era el único que llevaba a la oficina principal, la cual se encargaría de ocupar ella a partir de ahora.
Nadie solía usar ese ascensor, sin autorización, y eso significaba que solo era para reuniones de comité. El ascensor se detuvo en el séptimo piso donde al abrirse la puerta se encontró con una gran puerta al final de largo pasillo. En medio del mismo, había una arcada que conducía a otro más angosto y corto donde se encontraba la sala de juntas y de presentación.
Lily apretó fuerte su maletín y se encaminó a la doble puerta de madera clara.
-Buenos... señorita Evans ¿qué hace aquí? – Preguntó la secretaria. Una señora de unos cuarenta años con cabello colorado y ojos negros.
-Buenos días señora Sprout. Vengo a cumplir con mi labor de presidenta.
-Pero... el señor Dursley me pidió que no dejara entrar a nadie. Se encuentra en una reunión.
-Que bueno, ¿pero que tiene que ver eso con que yo no pueda entrar a MI oficina?
-Es que... el señor se encuentra allí señorita. Lo siento pero no puede entrar...
-La verdad lo siento yo. El que tiene prohibida la entrada a partir de ahora es él, su esposa y suegra. ¿está claro?
-Pero...
-Pero nada. – Lily tomó aún más fuerte el maletín y empujó las puertas para entrar. Al hacerlo se encontró con Vernon sentado en el gran sillón negro detrás del escritorio de vidrio. Miraba de espaldas a la puerta el ventanal de tras de él, pero se volteó al escuchar la puerta abrirse.
-Lilian. Que gusto verte ¿qué haces aquí?
-Bien sabes lo que hago aquí Dursley. Esta es MI oficina, es MI empresa y TU no debes estar aquí. ¿Te queda claro o llamo a seguridad para que lo entiendas mejor?
.Mira niña tonta. Esta empresa no puede ser llevada por alguien como tú. Y tu madre me ha dado autorización par encargarme de ella. Por lo que tu, según entiendo, estás fuera de aquí.
-No. Escuchaste al abogado. Esta empresa es mí. Ustedes sigan con sus estúpidas vidas que yo hará la mía lejos de ustedes tres.
-¿acaso le darás la espalda a tu familia? – Vernon se había acercado a Lily tanto que Lily tuvo que retroceder. – Recuerda que es tu familia, tu madre, tu hermana – Le rezó la mejilla con su palma de la mano. – Soy tu cuñado.
-Eres una mierda. Y estás fuera de aquí y despedido de la empresa. Vete y busca a alguien que quiera contratarte maldito imbécil. ¡LARGATE! – Gritó Lily. abrió la puerta y encontró a la secretaria parada, preocupada por los gritos. – Sprout, llama a seguridad, que se llevan a este imbécil de aquí y que no lo dejen entrar nunca más a la empresa. – La mujer miró a Vernon. – No entendiste aún ¿Verdad? Que llames a seguridad porque además de hacerlo yo, te vas con él ¿Comprendes? – esas fueron las palabras mágicas para que la señora actuara. –Ya sabes Dursley, te marchas y no regresas.
-No podrás con esta empresa tu sola y ya veremos a quien le pides ayuda. Ya vendrás con el caballo cansado a nosotros.
-Eso ni en tus sueños mas retrógrados. VE – TE – OL – VI – DAN – DO. – Le cerró la puerta en la cara justo cuando vio venir a seguridad. Se sentó en la silla que había ocupado Vernon pero se paró instantáneamente. La arrojó y marcó en código interno a la secretaria – Sprout, que manda traer un sillón nuevo. Gracias. – Y cortó el teléfono.
Durante el tiempo restante hasta el almuerzo, ella estuvo revisando y poniéndose al corriente con los temas de la oficina. El señor Granger, que era uno de los socios del comité, le había ayudado par que no se le sea tan tedioso el trabajo. Le explicó muchas de las cosas que se realizaban en la empresa.
-Bueno, Lily. Creo que eso es todo lo que necesitas saber por ahora. Pronto habrá un reunión de comité para discutir ciertos asuntos, pero tendrás tiempo para prepararte para eso... – El teléfono sonó con la voz de la secretaria.
-Disculpe señorita, pero hay un hombre que vino a buscarla.
-¿quién Sprout? – preguntó bastante seca Lily.
-Dice que se llama James. ¿Le digo que se valla?
-Señor Granger, ¿Tenemos algo más que ver, que pueda interrumpir con el almuerzo?
-No Lily, ve y diviértete. Luego continuamos.
-Bien. – Sprout, dile que suba.
-Muy bien. – El señor Granger comenzó a recoger los papeles y carpetas y se despidió de Lily. A los pocos minutos Alguien golpeaba la puerta.
-Adelante – Dijo Lily escribiendo algo en la computadora. – Hola – Dijo cuando escuchó que se cerraba la puerta y unos pasos se acercaban a ella.
-Hola. – Dijo simplemente James.
-Hey. ¿qué tienes?
-Es que... nunca te había preguntado cual era la empresa y... no creí que era esta
-¿qué tiene?
-Lily... tu eres la dueña de Days For Today
-No hace falta que me lo digas. Conozco el nombre. – Lily rodeó el escritorio y se acercó a James para rodearlo con sus brazos pro la cintura. Él contestó al gesto colocando sus manos sobre sus mejillas
-Es solo que... es la competencia de mi empresa. – Lily dejó salir una gran risotada. - ¿qué es gracioso, analfabeta?
-¿Y ahora porque me dices eso? – james la besó. Estaba sentado en la base del escritorio y ella hacía presión para que se sentara en él. – Es solo que, nunca preguntaste cual era la empresa. Además, que mas quieres tener una aliada en la competencia. Te vendría bien, sería lago productivo para ambos.
-Creo que tienes razón. Cambiando de tema. ¿te encontraste con ESE? – Dijo acentuando la última palabra.
-Sip. Pero lo eché. Se creía que era el presidente de la empresa. Lo encontré sentado en el sillón de mi padre.
-¿ese? – Preguntó señalando el que estaba en un costado, intentando no reírse por le seño fruncido de Lily.
-Si, ese. Se sentó en él y tuvo que cambiarlo. – James la volvió a besar para que su risa no se prolongara. Lily podía ser verdaderamente un chiste.
-Entonces ¿Vamos a almorzar, o nos vamos a quedar aquí? – Dijo juguetonamente.
-No sé. – PERo la puerta se abrió.
-Señorita lo siento le dije que estaba ocupada pero no quiso hacerme caso. – De tras de la secretaria venía Severius Snape.
-Lilan ¿Por qué no me dijiste que...¿qué diablos hace éste aquí?
-Primero se pide permiso antes de entrar a la oficina de alguien, segundo no es manera de tratar a una persona y tercero yo estoy aquí porque tengo ganas.
-No te hablé a ti Potter. ¿Lilian?
-¿Qué? Ya, dame un respiro Severius. Me tienes hasta la coronilla con tus quejas y posesiones.
-Es que eres mi prometida...
-No, ya no lo es. Y tu deberías ser el primero en enterarte que a partir de hoy ella será MI prometida.
-James ¿qué dices?
-Lo que escuchas. Me cansé de este sujeto y de los Evans que quedan. Dentro de poco serás una Potter y lo único Evans que tendrás será la sangre. Y si nos disculpan la señorita y yo, nos vamos a almorzar. – James quiso pasar delante de Snape tomado de la mano de Lily pero el grasiento no lo dejó. Al contrario, le propinó un buen puñetazo en el ojo derecho. James soltó de forma casi instantánea a Lily y se abalanzó contra el sujeto. Lily pedía que dejaran de pelear pero ninguno lo hacía.
-Señorita iré a llamar a seguridad.
-Está bien. – Lily seguía rogando que se detuvieran pero no lo hacías hasta que dos mastodontes llegaron y tomaron a cada uno de los hombros. – Severius Snape te quiero fuera, James Potter Tu también.
-Pero Lily.
-Pero Lily nada. Esto se acabó. Yo no soy propiedad de nadie. Y ahora no quiero ver a ninguno de los dos. Se retiran.
-Señorita, ¿qué hacemos con ellos?
-Tienen permitida la entrada mientras que no se encuentren. Si vuelve a pasar esto. Ninguno del os dos podrá volver a entrar aquí. Nunca. – Lily cerró violentamente la puerta nuevamente, y se fue a sentar detrás del escritorio mirando por el ventanal. Luego tomó su cartera y se encaminó a la salida para tener un decente almuerzo.
-Lily, espera.
-James. ¿Qué quieres?
-Saber que fue todo eso. ¿por qué dijiste eso de mi también?
-Porque estoy harta de que me tomen como un objeto.
-Yo no te tomé como objeto. Solo te defendí de Snivellus.
-No necesito que lo hagas. Es que... James. Eso que dijiste solo lo hiciste para que Severius se enojara contigo y conmigo.
-no es verdad. – El rostro de Lily se puso semi violento – Lo logré ¿Verdad?
-Eres imposible.
-Hey ¿Vamos a almorzar juntos?
-No, yo por un lado y tu por el otro.
-Bien acepto mi penitencia pero esta noche no te salvas. – Lily por un segundo cambió su rostro a uno relajado y hasta con picardía. Pero luego volvió a su gesto de frustración.
-Como quieras – Dijo simplemente, dejando a James más contento de lo normal.
-Creo que esto es todo por hoy Lily. La próxima veremos lo del recorte de presupuesto.
-De acuerdo. Mejor me voy a casa. – Salude a Priss de mi parte.
-Claro que si.
Lily salió de la oficina junto para la hora de la cena. Estaba un tanto agotada y no tenía ganas ni de subirse al vehículo. De todos modos debía llegar a la mansión Potter ya que era la mas cerca.
A los veinte minutos llegó a la casa. Tomó el portafolios y entró para tomarse un delicioso baño. No tenía ganas de comer, por lo que al llegar le dijo a Edgard que no le preparara nada. Llegó al cuarto y se tiró en la cama. Luego de unos minutos decidió quitarse la ropa y meterse a la ducha.
Mientras se duchaba no escuchó la puerta abrirse ni los pasos dentro de la habitación hasta el baño. Estaba tan concentrada en el agua que corría por su cuerpo que ni cuenta se dio cuando James había entrado en la ducha también. Hasta que le tocó la cintura con sus manos haciéndola sobre saltar.
-JAMES ¿que haces? – Le dijo, en vano intentado cubrirse el cuerpo con sus manos.
-Vamos Lily, no hace falta que te cubras, eres más hermosa cuando estás desnuda. ¿lo sabías?
-No es gracioso... – James había comenzado a besarle el cuello y la nuca y ella se había detenido para dejar escapara el primer gemido de la noche, lo que hizo a James más feliz y le dio la pauta de que podía proseguir. Siguió besando la nuca de Lily y ésta inconscientemente corrió su cabello a un lado para que James pudiera realizar mejor su arte. Éste con una sonrisa en el rostro, comenzó a besarle la espalda y los hombros. Estaban tan inmersos en el placer que se provocaban que no se dieron cuenta cuando fue que comenzaron a besarse en los labios. Lily había volteado y tenía sus brazos alrededor del cuello de James y él en la cintura de la chica. Se acercó más a ella y con rapidez cerró la llave de paso para que el agua no le limpiara el camino de besos que iba dejando sobre la piel de ella.
-Lily... te dije que tendrías tu castigo.
-Y lo estaba esperando. – Dijo ella simplemente dejando que James la alzara para levarla al cuarto. Allí la recostó en la cama y él sobre ella. Ambos mojados sobre las sábanas saboreando a cada uno de los cuerpos. James besó cada uno de los lugares del cuerpo de Lily. La abordó con pasión y deseo, el mismo que ella tenía desde que James le dijo de su penitencia.
Pasaron toda la noche entre besos caricias y pasiones. Hasta el amanecer. Donde cada uno debía comenzar con su nuevo día de trabajo arduo. Cuando la luz de la mañana invadió el cuarto de Lily, ella se acurrucó más a James. Quien la recibió con mayor agrado.
-Lily. – dijo a su oído en un susurro mientras acariciaba su espalda con su dedo índice.
-¿mm? – Preguntó ella sin abrir los ojos acercando más al pecho de James debido a la caricia.
-Lo que dije ayer no era para poner molesto a Snivellus. En verdad quiero que te cases conmigo.
-¿QUÉ? – Fue lo único que atinó a decir Lily mientras saltaba de la sorpresa.
