Antes de empezar quiero agradecerles a todas personas que dejaron Reviews. estoy muy contenta de que lean mi fic. Así que por ustedes... aquí va un cap. Especial. Espero lo disfruten, porque va dedicado a ustedes.
IVI
PAREJAS
-¿Qué diablos dijiste? – Preguntó ella dando un salto y saliendo de la cama con sábanas incluidas.
-Lo que oíste. Ven, que tengo frío.
-No, no, no. Esto no.. ¿estás seguro de lo que dijiste?
-Lily, solo fue un pensamiento en voz alta. No te alteres.
-Pues entonces, si no quieres que me altere no vuelvas a hacer eso. Mantén tus pensamientos dentro de tu cabecita...
-¿Cuál es el problema? Creí que te gustaría saberlo. Eso es todo. Ahora. – James miró el reloj de la mesa de noche. – Falta una hora para irnos a trabajar. ¿por qué no vuelves a la cama? No te mentí cuando dije que tenía frío.
-Pues lo dudo. – Lily lentamente se acercó a la cama y volvió a acostarse pero la sábana seguía en el cuerpo de ella. James se había acercado de costado a ella y Lily aceptó el acercamiento con gusto.
-Me gustaría que te quitaras las sábanas ¿sabes? – Le susurró James al oído tan delicadamente que ella se estremeció un instante.
-Pues olvídalo. Porque de la única forma en que lo haga será obligándome. – Largada para James. En menos de un segundo ya estaba sobre Lily, riendo junto a ella y haciendo un poco de fuerza fingida para que la sábana cediera.
-Sabes que te la quitaré de todos modos.
-Si ya lo sé. – No tardó mucho más en quitarle la sábana definitivamente y contemplarla desnuda. Él sobre ella observándola como si se tratara de un niño al que le dan un juguete nuevo.
-Eres simplemente perfecta. – Lily se sonrojó de sobre manera al ver como James besaba su vientre. – Y Cuando te sonrojas lo eres aún más, además de hermosa y delicada. – James estaba por comenzar con el simple acto de placer cuando el despertador sonó.
-Creo que debo ir a trabajar. No quiero llegar tarde. - Dijo Lily con menos entusianso del que quería hacerle notar a James.
-No hay problema con eso. Eres la presidenta y dueña. - ese comentario hizo pensar a Lily pero luego dicidió que sería mejor irse ahora o nunca más lo haría.
-James, vamos. – Lily logró salir de debajo de James y se encaminó a la ducha. James la veía como absorto. Ella salió poco después de baño con una simple toalla en su cuerpo. El chico seguí aún acostado, cubierto con la sábana de la cintura hacia abajo, de costado con el peso del torso en su brazo y su mano en su mejilla. – ¿Vas a quedarte allí?
-Si.
-Entonces has lo que quieras. Voy a desayunar.
-¿Así vestida? – Ella se miró al espejo y notó que estaba prácticamente desnuda
-Mejor... me cambio. – James asintió sonriendo. Ella se colocó unas medias transparentes, una pollera gris hasta las rodillas y unos zapatos de taco de aguja. También vestía una blusa muy bonita negra, musculosa y un saco que se ajustaba al cuerpo, gris igual que la pollera. Se recogió el cabello en un moño algo desarreglado y se volvió a la cama donde James seguía en la misma posición. - ¿Acaso no piensas ir a trabajar? – Preguntó Lily acercándose a la cama. James se colocó boca arriba y puso sus manos detrás de la nuca y sus piernas flexionadas, como si estuviera haciendo abdominales.
-No, - dijo simplemente.
-¿No? De acuerdo, pero después no digas que el porque de "simio", simio.
-Oye yo no soy un simio... tu eres la que no sabe nada ¿Recuerdas? Se supone que no has terminado el colegio.
-Pues no soy analfabeta tampoco. Y siento haberte dicho Simio. – Se detuvo un momento. James había comenzado a decir algo como "¿Viste? No era tan malo" pero ella lo interrumpió. – Estoy insultando a los pobres simios. Además soy la única que trabaja aquí.
-Ja ja. Muy graciosa. Voy más tarde a trabajar. No tengo muchas obligaciones hoy. – James se paró de rodillas en la cama para quedar a la altura de Lily.
-¿Por qué no lo dijiste desde un principio? – Lily besó a James en los labios – Mejor me voy a desayunar y luego a la empresa. No creas que no se l oque me espera hoy.
-¿Tu madre, tu hermana, Tu cuñado, Snivellus?
-Tu sabes que todos ellos. Y si es posible mas. Y todo gracias a tu numerito.
-¿qué numerito? Yo lo he dicho seriamente.
-Entonces sabes la respuesta.
-¿Un si?
-Un no. Un rotundo no. Quiero salir de un compromiso, no para entrar en otro.
-Pero Lily – James había adoptado su rostro serio y firme. – No sería como el de Snape y lo sabes. Yo te quiero y tu me quieres. ¿cuál es el problema?
-James déjame salir de ésta. Y con un poco de tiempo hablamos. Pero por ahora es un no. – Lily besó nuevamente a James pero este no respondió el gesto, entonces se paró y se fue del cuarto.
-Sirius ¿qué tienes? – Remus había preguntado en voz alta luego de haberlo hecho varias veces en su cabeza. Sirius iba y venía como un loco. Se paraba y se sentaba, iba a la ventana, luego buscaba algo y en mitad de la búsqueda cesaba y volvía a sentarse.
-No es nada. –Sirius había comenzado ahora con el tamboreo de sus manos sobre le posa - brazos del sillón.
-Pues ya me tiene arto tu "nada" – Remus se paró e hizo amague de irse pero Sirius le pidió que se quedara con un simple "Remus" - ¿Qué sucede? ¿Vas a contarme?
-Creo...
-¿Creo? Sirius creí que te inspiraba mayor confianza para un creo.
-Lo siento, escucha. Tu sabes la forma que tengo con las mujeres.
-Si lo sabré yo. Tuve que cubrirte con cuatro chicas en un día.
-Bueno, el caso es que con Pirss no me pasa lo mismo.
-¿Sirius Black está enamorado? – Dijo sorprendido de verdad.
-Shh, no digas tonterías ¿Acaso quieres que se enteren todos y crean eso?
-Pues no veo el problema. Me estás diciendo que estás enam...
-No dije esa palabra. Dije que era distinto con ella.
-Está bien ¿y que es distinto para ti?
-Pienso en ella todo el tiempo. Quiero llamarla a todas horas, sueño con ella y cuando la veo o la escucho el corazón seme para y me hace cosquillas el estómago.
-Bueno. Eso mi queridísimo amigo... se llama amor.
-No digas tonterías. Sirius Black enamorado. Tu lo dijiste es ridículo tan solo escucharlo.
-Como quieras.
-Diablos me siento como una estúpida quinceañera. – Remus soltó una carcajada que fue acompañada por la de Sirius. – De verdad que suena ridículo.
-¿Sabes creo que mejor... – Pero le teléfono sonó y la frase de Remus fue interrumpida.
-Disculpa ¿me esperas?
-Claro. Atiende.
-¿hola? ... ¿Quién? oh, hola, si si... claro... bien te veo allí. Adiós.
-¿Quién era?
-Espera, creo que dijo... Vivian Soft.
-¿una chica? Sirius pero si acabas de decir que quieres a Priss
-Lo se. Y esta noche voy a verla. Pero debo tener un pequeño recreo... espera, yo no dije que me gustara.
-De acuerdo. Lo que tu digas. Eres imposible así que me voy a trabajar. Alguien tiene que hacerlo aquí.
Remus cerró la puerta y se fue al ascensor que lo llevaría al piso de su departamento. Al llega, todos los hombres del departamento estaban anonadados, mirando por los pequeños ventanales que tenía la oficina del Remus.
-Que sucede aquí? – Preguntó. Todos se voltearon haciendo que se hiciera un hueco en la ventana
-Jefe...
-Señor Lupin, es solo que hay...
-Todos vuelvan a sus trabajos. – Como lo miraron de forma rencorosa grito – AHORA – Lentamente y observando como todos se volvían a sus cubículos entró a la oficina haciendo que lo que estaban mirando desde afuera se volteara – Hola.
-Hola Remus ¿Cómo estás?
-Bien, pero dime ¿qué te trae por aquí Deb? – Ella se sonrojó.
-Es que... ¿La verdad?
-Por favor. – Dijo amablemente. Remus se sentó en su sillón detrás del escritorio e hizo señas para que la chica también se sentara.
-Vine a verte
.Eso puedo verlo.
-Pero... sin razón específica. Solo a verte y sabe como estabas – Ella intentó acercarse pero en el último momento cambió de opinión y volvió a sentarse. Se la notaba nerviosa. Remus la recorrió con la mirada sin que ella se diera cuenta. Llevaba una pollera sobre las rodillas y una camisa ajustada, ambas de color negro.
-¿eso es todo? – Preguntó él observándola, instándola a decirle la verdad del porqué de su presencia.
-bueno. No te va a gustar nada. – Ella tomó aire y miró a Remus a los ojos. – Primero debo decirte que conseguí trabajo... como ayudante de un abogado.
-Que bien Deb.
-Si, creo. Estoy aquí porque el cliente de mi jefe... bueno, está... demandando a la empresa de James.
-Un cliente?
-Pues si. Se llama – Deb revisó unos papeles que tenía en el portafolios y sacó una carpeta azul. – Peter Pettigrew.
-¿nos ha demandado? Eso es imposible. – Remus se paró de un salto
-Sip. Por eso estoy aquí. Vine a hablar con James para darle una citación pero al parecer no está así que decidí venir a verte un momento.
-Valla. Pero estoy seguro que James saldrá de esta.
-No estoy tan segura Remus.
-¿A que te refieres?
-Pues verás. El cliente demanda a la empresa pro mucho dinero...
-¿Cuánto?
-Más de diez millones.
-Está totalmente loco.
-Eso es lo que yo pienso. ¿no sabes cuando vendrá James? Me dijo la secretaria que no vendrá hasta más tarde pero no me supo decir la hora.
-Dentro de una hora, hora y media. No sabría decirte. ¿por qué no te quedas a esperarlo? – Dijo de pronto acercándose a la silla en donde Deb estaba
-Me encantaría. De todos modos no tengo otra cosa que hacer. Solo déjame que llame a mi jefe y le diga que lo estoy esperando. Me dijo que no me fuera hasta que "el señor Potter no reciba la citación" – Ella utilizó la voz de su jefe lo que hizo que Remus se riera bastante.
-Mira, tengo que hacer una revisión de los prospectos para la publicidad. ¿por qué no me acompañas?
-Genial. Eso sería fabuloso. Siempre quise saber como hacían las publicidades.
-Entonces vamos.
Remus salió de la oficina seguido de Deb, y de las miradas de todos los trabajadores allí presentes. Los hombres la miraban a ella con ojos distintos. Bastante distintos. Y las mujeres le enviaban miradas de odio a la chica.
-Parece que eres bastante deseado aquí Remus. – dijo Deb cerca de Remus.
-¿Por qué lo dices?
-Porque creo que si la mirada matara yo ya estaría muerta desde que salí de la oficina. – Remus profirió una risa alta y le ofreció el brazo a Deb para que lo tomara. Ella se puso colorada y lo tomó haciendo presión en el brazo para que Remus se volviera reír. – parece que lo haces a propósito.
-¿Quién dijo que no?
-Señor Lupin, tengo aquí algo en lo que estuve trabajando. – Dijo una mujer de cabello castaño muy lacio. Y traje rojo muy provocativo que le hacía juego con los ojos ámbar.
-Déjame ver Lucile. – Remus tomó un papel bastante grande donde habían varios dibujos allí. Acerca de una computadora y algo más. La muchacha miraba de arriba abajo a Deb y esta se sentía muy incómoda.
-¿Qué le parece, Señor Lupin? – su voz cambió de profesional a una sexy en busca de otra cosa que la conformidad del diseño.
-Me parece bien Lucile. Sigue trabajando en eso. Dentro de dos semanas habrá una exposición.
-Genial. – la muchacha besó la mejilla de Remus y Deb se rió.
-Hey Remus. ¿Mamá me dijo que cuando volvemos a cenar a casa de mis padres. Ellos dicen que no todos los días su única hija se casa. – Remus la miró, luego continuó.
-Pues entonces diles que iremos esta noche. Son unos excelentes suegros. – La tomó de la mano y siguieron caminando dejando a Lucile totalmente roja, aún mas que su traje. Deb miró hacia atrás y divisó a la chica con otras tres cuchicheando y señalándola, entonces paró a Remus de un golpe y le dio un beso de los más profundo y apasionado. En un comienzo él no sabía que hacer, estaba con los ojos más que abiertos. Y ella que continuaba con la presión de sus labios en los de él. Hasta que la lengua de ella comenzó a tocar sus labios y reaccionó, dejándola entrar y haciendo más apasionado el beso.
Ambos estaban sin aire ya, pero seguían. Ya no era aquel tonto beso de poner celosas a las mujeres del piso de Remus. No esto se convirtió en un juego solo entre ellos dos. Para saber quien dominaba la situación. Entonces ella se separó.
-¿Sabes? Creo que esto lo continuamos en casa amor. Todos nos están mirando. – Remus se acercó a su oído y le susurró.
-Nos vemos en el café. Necesitamos hablar. De esto. – Y luego le dijo de forma fuete. – Bien. Sabes que es necesario. – Le dio un beso en los labios y ella se marchó pasando por donde estaban las chusmas que se abrieron paso. Remus no dejó de mirarla hasta que pasó la puerta que llevaba al ascensor. Entonces volvió a su trabajo. Con una sonrisa en el rostro. Sin saber que la muchacha que acababa de besar estaba tanto o más feliz que él.
