Espero que esta cap, les guste. A mi me ha encantado hacerlo. Supongo que a partir de ahora las cosas se van a poner un poco más problemáticas. Disfruten......

PAREJAS II

Sirius llegó la lugar acordado esa noche. Vestía un traje azul oscuro que le hacía resaltar sus ojos, una camisa negra sin corbata. Entró al restaurant y se acercó al hombre que estaba en el recibidor.

-Buenas noches señor

-Buenas noches Tengo una reservación para dos personas.

-¿A nombre?

-Black, Sirius. – El hombre revisó una pequeña computadora donde tenía las reservaciones.

-Sirius Black. Aquí está. Espere mientras le llamo a un mesero. – En una fracción de segundos en hombre consiguió un muchacho para que lo acompañara a la mesa.

Sirius se sentó en una silla cubierta por una tela blanca. La mesa con el mismo color en el mantel estaba decorada muy prolijamente con un candelabro en le centro con tres velas. Sirius tomó la carta y comenzó a recorrer la sección de vinos. Había llegado unos minutos antes para no hacer esperar a su acompañante.

Después de cinco minutos de las nueve, una mujer de cabello ondulado oscuro con reflejos dorados y su piel mestiza, hizo acto de presencia en el lugar, cada hombre que la veía giraba para una mejor vista de la muchacha. Llevaba un vestido verde opaco que se abrochaba en el cuello por detrás. Y llegaba hasta encima de las rodillas. Unos tacos bastante altos y un tapado fino de color negro.

-Lamento llegar tarde Sirius. Tuve que hacer una cosas para mi padre antes.

-No te preocupes Priss. – Contestó Sirius bastante embobado. Caprisse sabía que era linda y lo aprovechaba pero no le gustaba cuando la gente la tomaba en serio solo por su belleza externa. - ¿comenzamos? Ya he pedido un delicioso vino. Es de Mendoza.

-Excelente. Son exquisitos allí.

-¿Qué vamos a pedir?

-Pide tu. Yo te acompaño.

-Bien. – Sirius volvió a bajar la mirada al menú pero no podía evitar dejar de ver a Priss estaba realmente hermosa, con un simple retoque de maquillaje y su cabello suelo con línea al medio.

La comida ya estaba servida para las nueve y cuarenta. Pato a la naranja.

-Parece que hoy te has propuesto en traer a la Argentina. ¿Pato a la naranja?

-¿No te gusta? Podemos cambiar si quieres.

-No. Me encanta. Viajé varias veces a ese país y es una de las comidas más ricas. Además que mi padre solía cazar a los pobres patos.

Durante la cena ambos platicaban sobre trivialidades. Acerca de los viajes que habían hecho. Las personas que conocían, etc. Cuando la cena terminó Sirius pidió un par de cafés para seguir en aquel ameno lugar. Pero pronto el tiempo pasaba y se hacía hora de volver cada uno a sus casas.

-Dime algo Priss, ¿qué es lo que estabas haciendo para tu padre?

-Bueno, mi padre trabaja en a empresa de Lily ¿Sabías?

-Pues ahora s

-Estábamos haciendo unos últimos ajustes al nuevo producto que saldrá el próximo mes. Y como mis padres se van de viajes esta noche...

-¿Puedo saber a donde?

-Claro, hoy cumplen treinta años de casados y se van al sur de América a celebrar la segunda luna de miel.

-Oh. – Dijo Sirius tratando de no imaginarse a los padres de Priss haciendo "esas cosas" le parecía muy chistoso. - ¿Te llevo?

-Me encantaría. Vine en taxi.

-Bueno. Entonces. Nos vamos para la residencia Granger. – Sirius rió y Priss también. Siguieron hablando de todo tipo de cosas hasta la entrada de la mansión.

-¿Quieres pasar?

-Este... no se.

-Te prometo que no hay nadie que te lastime y yo no me como a la gente.

-Lástima. Dijo Sirius. Acto seguido entró con el vehículo dentro de los jardines.

-Te ofrecería algo de comer pero la cocinera está durmiendo

-¿Tu no cocinas?

-Te mataría si probaras algo hecho por mí. Hasta el café me sale feo.

-No me molestaría intentarlo. – Sirius se acercó a Priss dejándola a ella sentada en la mesada de la cocina. Priss rodeó con sus brazos el cuello del chico mientras él la rodeaba por la cintura. Se estaban besando con mucho deseo y pasión. Hasta que Sirius entre agitaciones se detuvo – La tercera es la vencida ¿no?

-Eso digo yo. – Se besaron aún con más deseo. Estaban inmersos en sus propios mundos que no incluían a nadie más que a la persona que estaban besando. Sirius bajó por su cuello y ella le estaba quitando la camisa. – Sirius. Detente un minuto.

-Otra vez...no. – Sirius disminuyó la marcha pero seguía besando el cuello de Priss.

-Vamos. detente. Aquí no.

-¿Qué quieres decir? – Decía. Ahora estaba sobre la garganta, con pequeños besos.

-Quiero decir que en la cocina no. Ven, vamos la cuarto. – Sirius tomó a Priss en brazos y ella comenzó a hacer lo mismo que Sirius hacía un momento. mientras el muchacho subía las escaleras, ella le acariciaba el pecho desnudo y lo besaba. – En esta puerta. – dijo finalmente. Allí entraron y Sirius dejó a Priss sobre la cama. Se acercó a la puerta y la trabó. Luego volvió a acercarse a la cama.

Con una ágil mano logró deshacer el moño del vestido de Priss dejándola solo en ropa interior. Ella tiró del cinturón de Sirius y quitándolo del camino logró que cayera sobre ella. De forma ágil y rápida Priss quedó sobre Sirius y le arrancó los pantalones negros. Finalmente desnudos los besos ya no eran suficientes y las caricias comenzaban a serlo también. Sirius miró a Priss a los ojos.

-Adelante. – Lo besó. – Pero despacio, soy...

-Virgen. Lo se. Y no debes preocuparte... – Él la besó en la boca y se acomodó entre las piernas de ella. Pronto un grito ahogado de parte de Priss le hizo saber a Sirius que la había lastimado. – Lo siento Priss.

-Sigue, por favor. – Apretó con sus dedos la espalda de Sirius, pidiéndole que valla más rápido.

Se hizo de mañana y Sirius despertó en una cama que no era la de él. Hizo memoria y recordó lo que había sucedido la noche anterior, eso lo hizo sonreír. Tenía sobre su pecho medio cuerpo de Priss. Se veía tan hermosa dormida, que le gustaría sentirla así siempre. Le acarició la espalda y provocó que Priss tuviera un escalofrío, Sirius volvió a sonreír. Pasó nuevamente sus dedos por la espalda de la chica y ella se estremeció un poco más y se acercó a Sirius.

-Ya, no te hagas. – Le susurró al oído a la chica. Entonces sintió en su pecho un pequeño beso.

-Buenos... ¿días?

-Tardes diría yo. ¿Cómo te sientes?

-Bien. Gracias a ti.

-¿No te lastimé mucho?

-No, no te preocupes. Fue maravilloso. – Priss se quedó en silencio. A Sirius le asustó que hiciera eso.

-¿Qué tienes?

-No es nada. ¿vamos a desayunar?

-De acuerdo. Pero ¿no te dirán nada?

-No, que va. Solo está la cociera. Las muchachas que limpian están de franco hoy.

-Como quieras.

Bajaron al comedor y Priss se acercó a la cocina para pedir dos desayunos. Al poco tiempo ya estaban desayunando, o intentándolo al menos. Porque Sirius no la dejaba comer. Cada vez que trataba de llevarse un bocado a la boca, Sirius le corría el brazo hacia abajo. O se comía él mismo el bocado de comida.

-Eso no es justo. Te has comido ambos desayunos. – dijo haciendo puchero.

-Demándame.

-Eso haré. No te preocupes. – Ella se paró para ir a la cocina, pero Sirius la detuvo de la cintura y la acercó a él. La besó como la noche anterior.

-Vamos a jugar arriba.

-Sirius tengo que trabajar.

-Oh, vamos. Que llegues un poquito tarde a... donde sea que vallas no pasará nada.

-Lo siento pero no puedo. Es muy importante. – Pero Priss no pudo convencerlo. Al contrario, ella terminó siendo la convencida y terminaron nuevamente en el cuarto de Priss, "jugando"


-Señorita, tiene teléfono.

-¿Quién es Edgard? – Preguntó Georgia a su mayordomo.

-Es un muchacho, dice que se llama Athos. – El hombre sonrió al ver a la chica salir corriendo hacia la sala para contestar el teléfono.

-¿Hola?... como estás. Genial, ¿Tu crees? Entonces si. Bueno nos vemos. Si, iré para allá. Espérame. Adiós.

-Señorita ¿Va a algún lado?

-Edgard. ¿Nadie te dijo que era mala educación espiar conversaciones? – Preguntó ella

-Si, me lo han dicho alguna vez

-Bien, te lo diré. Me voy a encontrar con Athos.

-¿EL amigo de la señorita Lily?

-Si.

-Espero que la pase bien, entonces.

-Gracias Edgard. – La chica salió corriendo a su cuarto encontrándose con Lily en el camino.

-¿Sales?

-Si, voy al café.

-Que te diviertas.

-Igualmente, Lily.

-JA. – Rió sarcástica Lily bajando la escalera. Georgia entró a su cuarto y comenzó a vestirse. Se puso una pollera de Mezclilla unas sandalias blancas, y una camisa sin mangas. En al cintura se amarró un saquito de hilo azul. Tomó una de las tantas carteras que tenía en la pared colgada y puso dentro, su billetera un par de lentes de sol, una pequeña agenda y un chocolate que había comprado Edgard en la mañana.

Georgia bajaba las escaleras y se acercó al comedor donde estaba su hermano desayunando.

-Hey, creí que te iba con Lily.

-Pues no. Ya ves.

-Dime Jimmy, hermanito

-Me, Jimmy, hermanito

-Ja, no seas tan gracioso. Escucha, necesito tomar el auto azul.

-Para ¿qué quieres el descapotable azul? Sabes que eres menor de edad.

-No lo soy, tengo diez y ocho años. Además es tanto mío como tuyo.

-Entonces ¿por qué me pides permiso?

-Porque quiero acatar el estatuto de la confederación mundial del los hermanos mayores.

-Patrañas. Úsalo.

-Iba a usarlo de todos modos. Jimmy

-¿te dije alguna vez que estas cada vez más loca?- Dijo James abrazando a su hermanita.

-Siempre que puedes Jimmy. Yo también te quiero. Adiós.

-Espera ¿dónde vas?

-Al café.

-Cuídate.

-Claro, tu también.

La chica se subió al automóvil azul y lo puso en marcha. Estaba encantada con lo de ir al café cada mañana, con la excusa de no quedarse sola en la casa. Estacionó el carro veinte minutos después. Y vio a Athos que la espera esperaba en la puerta.

-Hola tu. – Dijo él acercándose a ella.

-Hola tu allí. ¿No abres?

-Si, pronto vendrá Rob a abrir.

-Ah, y ¿Qué hacemos mientras tanto?

-Se me había ocurrido ir a dar un paseo ¿qué dices?

-Me parece bien – Ella le abrió la puerta del acompañante y se subió. Pronto arrancaron para ir a donde los llevara el viento.

-¿Le has dicho algo a James de lo de ayer? – Preguntó Athos poniendo algo de música.

-No, no sabe nada.

-¿Le dirás?

-No creo. ¿Tengo que?

-Yo creo que si. James te deja venir al café pensando que estás protegida, a salvo...

-¿Y no lo estoy? – Georgia detuvo el carro en una esquina y se volvió a Athos.

-Si, pero no como él cree. –Entonces el chico se acercó a Georgia y le rozó los labios con los de él.

-No se, supongo que James se atacará y me enviará a otro internado hasta los treinta años.

-¿Para tanto?

-Creo que si. No lo conoces. Es un celoso pasivo. Hace todo tranquilo pero esa es la peor delas formas. – esta vez fue ella quien juntó los labios.

-Geor. Eres aún un poco pequeña. Debes cuidarte

-Lo sé. Pero es que yo...

-Nada. No haré nada que no debamos. ¿Está claro?

-Si señor. ¿volvemos?

-Si, vamos.

-Te quiero ¿lo sabes?

-Si, ¿y tu lo sabes?

-¿Qué te quiero? Si.

-No tonta, que yo te quiero.

-Claro que si. – Lo besó tiernamente. – Mira ya llegamos.