EN PLENO JUICIO II
-Pero... Yo tuve mi rehabilitación. –Dijo de pronto. – Pagué por lo que hice. ¿Acaso no es suficiente? ¿Acaso no les alcanza con saber que el remordimiento me atormenta al saber que esas dos personas están muertas pudiendo yo haber hecho algo?
-Señorita Lovewood. Es suficiente.
Remus estaba paralizado en frente del televisor. Había escuchado cada palabra, había visto cada lágrima caer de su rostro. No podía entender como una persona como Deb había sido algo así cuando era más joven.
Sin pensarlo dos veces tomó su chaqueta y salió corriendo del lugar. James y Georgia lo siguieron de cerca. Llegaron hasta el estacionamiento y los tres se subieron al vehículo de Remus para dirigirse a la corte.
Por otro lado, Lily y Athos abrazaban a Deb cuando finalmente ella salió de la corte. No podía estar allí pro más tiempo. No lo soportaría.
-¡Deb! – escucharon los tres amigos de golpe desde la parte baja de las escaleras del edificio.
-¿Remus? – susurró Lily al verlo de lejos. Esa pequeña y simple palabra hizo que Deb mirara hacia la calle, donde efectivamente estaba Remus parado junto a Georgia y James. Pero no hizo lo que lo demás hubieran esperado que hiciera. Todo lo contrario. Dio media vuelta e ingresó nuevamente al edificio.
Lily estaba sentada en las escaleras, detrás de ella y abrazándola fuertemente estaba James. Georgia y Athos no decían nada, sol ose miraban y Remus caminaba de un lado a otro, esperando impaciente por la salida de Deb.
-Esto... ¿Por qué no lo dijeron antes? – Había dicho finalmente Remus cuando se detuvo.
-¿qué querías que te dijera Remus?
-No se... ¿qué te parece... salí con un asesino que será nuevamente enjuiciado y debo declarar?
-No entiendes lo que le pasa a ella ¿Verdad? – Preguntó Athos, por primera vez enfadado y demasiado serio. – No lo entiendes. Ella estuvo en recuperación. Casi era internada en un centro Psicológico. No podía entrar a ningún lugar donde hubiera gente porque temía que algo le sucediera.... ¿quieres que siga?
-Ya Athos. Es suficiente. No es culpa de Remus tampoco... Deb solo tenía diez y seis años cuando pas
-¿Diez y seis?
-Si, era una niña. Por eso nunca les dijo nada. Cuando finalmente salió adelante todos quedamos de acuerdo en no hacerle recordar muy seguido lo que había sucedido.
-Pero debió testificar. Y eso es lo que ahora de seguro la perjudicará. Porque no sabía lo hacía o decía cuando la interrogaron por vez primera.
Remus entró al lugar y comenzó a recorrerlo íntegro. Subió y bajó escaleras, abrió cada una de las puertas. No el importaba nada, simplemente tenía que encontrar a Deb. Debía hacerlo.
Deb caminaba distraídamente por uno de los pasillos largos y fríos del lugar. Ya no sabía cuanto había caminado o donde estaba. Estaba sumida en sus pensamientos perdida totalmente de su alrededor cuando sintió unos brazos sujetarla. Se sobresaltó inmediatamente por el acto de aquel extraño. Pero entonces sintió un aroma inconfundible que le hizo sentir paz pero a la vez angustia.
-Lo siento - Dijo simplemente ella sin dejar que la proximidad de los cuerpos se perdiera. – En verdad lo siento.... debes pensar que soy muy débil pero... – ella se volteó y se encontró con esos ojos miel que tanto quería. Y que la hicieron deja de hablar por unos segundos.
-¿Dejarás de decir estupideces de una vez Deborah? – Le dijo el chico haciendo más próximo el acercamiento de ambos.
-Pero...
-No tienes que decirme, ni explicarme nada de nada. Confío en ti y solo creí que tu hacías lo mismo pero creo que no he llegado a ese grado de confianza. – La chica bajó la mirada sentida de haber demostrado eso. – es por eso que quiero que las cosas cambien.
-¿Cómo?
-Quiero ser parte de tu vida, eso lo entendí hoy cuando te vi por televisión y no podía hacer nada para que dejaras de sentirte tan mal. Eso me hizo dar cuenta que no puedo hacer otra cosa que permanece a tu lado, pero para eso tu debes dejarme.
-Tu estás a mi lado.
-Pero entonces no debes ocultarme ese tipo de cosas amor...
-¿cómo dijiste? – Dejo Deb sorprendida y asustada pro haber escuchado mal aquella frase tan linda.
-dije que no debes ocultarme cosas... – Deb se entristeció nuevamente, esa palabra no la había escuchado, o al menos él no la había dicho – amor.
-¿Amor?
-Si, tu eres mi amor.
-Remus yo. – Pero Remus le cortó la frase con un dulce beso. Uno de verdad con sentimiento, con amor. El beso comenzó a profundizar y Remus fue acercando a Deb hacia la pared. Ella acariciaba el cabello casi rubio del chico y él posaba sus manos sobre su cintura, fuertemente. Ella comenzó a pasar su mano por debajo de camisa de Remus logrando que este reprimiera un gemido.
El aire les faltaba y no les importaba, estaban bien así. Con caricias y besos. Pero entonces escucharon un ruido que los hizo detenerse de golpe. Se arreglaron un poco antes de salir, Remus le sonrió a la chica y le tendió la mano. Pero ella no la tomó, en vez de eso, se agarró fuerte de cuerpo del chico y Remus pasó su brazo por los hombros de ella.
-Deb, antes de salir me gustaría pedirte algo. – Le dijo Remus a unos cuantos pasos de la puerta de salida.
-¿Qué es?
-Me gustaría que fueras mi novia, eso si tu quieres
-¿Bromeas? Eso era lo que más quiero en todo el mundo.
-Entonces es un hecho. Ya eres mi novia ¿Qué dices?
-¿qué seré la mejor novia de todas, o al menos la mejor que yo pueda ser.
-Con eso me basta para ser feliz.
-Remus...
-¿Mmm? – Deb se detuvo haciendo lo mismo con el chico. Ella se puso apenas en puntas de pie para llegar al oído de Remus.
-Te amo. – Le susurró y luego salió caminando un tanto alejada de él.
-Oye, no se puede decir eso y luego caminar como si nada. – Remus la tomó del brazo y la jaló para él. – Yo también te amo. Y la besó dulcemente en los labios, antes de salir de ese estúpido y frío tribunal.
-Deb, que bueno que estás... ¿bien? – Dijo Lily al acercarse y ver que ella venía de la mano de Remus.
-Si Lily estoy bien.
-Deb, escucha. Vino recién el abogado fiscal.
-¿Qué dijo?
-que ya no necesitas volver. Dijo que no necesitaban más de tus declaraciones y que por lo tanto, y si querías podías olvidarte de Jack Tomer. – Afirmó James. – El bastardo estará en prisión por un par de décadas más.
-¿De verdad?
-Bueno. No fue específicamente como mi hermano lo dijo. Pero si, dijo que no era necesario que regresaras a declarar.
-Gracias a dios. No creía que pudiera enfrentarlo nuevamente.
-Al menos ya entiendes que no estas sola ¿verdad? – Le dijo Athos guiñándole el ojo.
-Gracias a todos. En verdad.
-¿no hay nada que no tengas que decirnos?
-¿cómo?
-Me refiero a... – Lily apuntó distraídamente a Remus.
-Ha, pues eso... Remus y yo, estamos saliendo.
-Genial, ya era hora primita.
-Gracias Athos. Y deja de abrazarme así porque me vas a asfixiar.
-Como digas. Pero sabes que debes llamar a Albus para contarle lo que pasó hoy.
-Si. Lo llamaré. Pero por favor vamos a otro lugar, lo más lejos de aquí.
-Vamos amor. Vallamos a casa de James.
