EL ENIGMA SE RESUELVE

James guardaba todos aquellos papeles que había estado revisando por más de cuatro horas en su portafolios. Llevaba una sonrisa en su rostro desde la mañana temprano. Miró sobre el escritorio para asegurarse que no olvidaba nada y se acercó al computador frente a él. Cerró unos cuantos programas y lo apagó. De pronto la puerta se abrió y una mujer de baja estatura y algo regordeta se asomó por ella.

"James, cielo... ¿Ya te vas?" – Preguntó con una sonrisa

"Así es Molly. No quiero llegar tarde hoy a la casa..." – Giró en su eje para ver si olvidaba algo – "Te esperamos esta noche, con todos tus hijos y tu brillante esposo" – Sonrió mientras se acercaba a la puerta de salida de la lujosa oficina.

"No dudes que estaré allí. ¿Hay algo en especial que desee?"

"Para nada, solo con estar con esos sinvergüenzas lo hace feliz. No te preocupes"

"Bien, de todos modos Charlie y Bill ya se han encargado de todo"

"No era necesario Molly" – La puerta del ascensor de abrió dejando ver a un aún más feliz Sirius saliendo por ella.

"Prongs de prisa que no quiero llegar arde"

"Bien" – Le anunció. Se acercó a Molly y le besó la mejilla – "Ya sabes como ir"

"No te preocupes. Allí estaremos, todos."

"Eso me agrada escuchar. Nos vemos esta noche"

"Vamos, vamos..."

"Sirius, pareces más contento tú"

"Oye" – Se quejó sonriendo.

"¿Tru irá?"

"Me dijo que sí..." – La sonrisa de pronto se le borró casi completamente del rostro

"Si no estás bien, deberías terminar la relación Padfoot. No te hace bien a ti, y tampoco a ella"

"No se porque lo dices. Soy más feliz que una perdiz" – Dijo mirando los números que pasaban mientras el ascensor descendía.

"Claro, como digas"

"¿Y tu?"

"¿Yo que?"

"Sabes qué... Anne. ¿cómo van las cosas con ella?"

"Bastante bien.. creo que todo está saliendo bien, por fin" – Murmuró lo último, Sirius lo había escuchado perfectamente pero lo dejó pasar. Sabía que si profundizaba la conversación no iba a ser la mejor de las llegadas a la mansión Potter.

Salieron del edificio pasadas las seis de la tarde del viernes. Era algo tarde, pero no tanto como para llegar atrasados a la casa. Esa noche sería una gran noche. Todo estaba planeado, vendrían Dumbledore, Deb, Remus con los niños, seguramente también vendría Priss. Minerva viajaría desde Estados Unidos para asistir en la noche. Y Georgia se había esmerado para organizar todo perfectamente.

Al llegar a la puerta de la casa James le pidió a Sirius que le ayudara con algo del baúl del carro. Así que el morocho lo hizo y James se giró hacia la parte de atrás del vehículo para sacar un gran paquete envuelto en papel metálico. Y así ambos cargarlo hasta la entrada.

Allí esperaba una muchacha rubia de cabello lacio y sin movimiento. Lo llevaba amarrado en una alta cola de caballo y estaba muy maquillada. Vestía una pollera de raso color negra y una blusa blanca sin mangas ajustada al cuerpo. Tenía unas botas altas del mismo color de la pollera que le llegaban hasta la mitad de la pantorrilla.

"Cielo ¿Cómo estás?" – Dijo con un tono sumamente agudo.

"Buenas tarde Anne... ¿Llegaste bien?"

"Lo hice. Pero no entiendo porque no quieres que me quede permanentemente aquí..." – La chica se le colgó del cuello a James luego de plantarle un prolongado beso en los labios.

"Ya hablamos de eso. Quizá más adelante" – Respondió él intentado zafar de aquel amarre que lo estaba aguantando más de lo que debía. Pero entonces un sonido muy similar a un 'puaj' se escuchó desde detrás de la puerta y luego un par de pasos rápidos hacia el interior de la casa. – "Estás muy bella" – Sirius disimulaba la risa detrás del gran paquete para que su amigo no se incomodara.

"Gracias vida. Pero espera a ver lo que usaré en la fiesta de esta noche..."

"¿No era esto?"

"claro que no. No podría estar vestida de entre casa en una fiesta" – Negó con la cabeza y entró dejando a James fuera aún.

"Mujeres" – Negó también y entró cerrando la puerta tras de sí, con Sirius delante. Dejaron el paquete en medio del estar y Sirius se dirigió directamente a la cocina. James caminó un poco más cuando unos ladridos se escucharon y muy pronto estuvieron recibiéndolo con grandes lengüetazos en toda la cara. – "Ya Puka, deja eso..." – El perro seguía jugando con el hombre que no dejaba de rogarle al animal que se detuviera. – "¡Luna, deja de reírte y saca esto de aquí!" – Había estado escuchando la risa muy contagiosa de su sobrina y ahijada. Pero la niña no se había movido un ápice.

"Luna, por favor"

"Bien. Puka, vamos... vamos" – Llamó la niña. James la vio llamar al perro y luego acercarse a él. – "Buenas tardes padrino. ¿Día difícil?" – Preguntó cariñosa mientras le besaba la mejilla.

"Para nada, Lunita..."

Sí, la vida había avanzado y con ella el tiempo. Luna era un niña de unos diez años ya... bastante madura y muy hermosa. Su cabello rubio se había alisado pero aún tenía algunos de sus antiguos bucles en él. Sus ojos más saltones que antes le hacían parecer mucho más interesante y misteriosa. Su estatura era perfecta para la edad y su alegría se hacía conocer en cualquier lugar en donde ella estuviera.

"Dime, Luna. ¿Has visto al cumplañero?" – Preguntó en voz baja.

"Ha estado todo el día con Rem" – Sonrió ella como si supiera un secreto que no debía contar...

"Que misteriosa estamos hoy..." – Le besó el cabello y se aseguró que le paquete estuviera intacto. – "¿Están en el cuarto?"

"Así es padrino"

"Bien. Dile a los demás que en cuanto salude a Harry iré con ellos"

"Claro" – La niña salió corriendo con Puka detrás y James negó sonriente con la cabeza. Comenzó a subir los escalones muy despacio. Imaginando el rostro de Harry cuando vea lo que le había comprado. El paquete era del mismo alto que él y el doble de ancho. Pesaba bastante pero lo valía. Solo era cuestión de ver el rostro de Harry sonriente y alegre.

Se detuvo en frente de la puerta del cuarto de su hijo y sin saber cómo comenzó a recordar ese día.

Flash Back

James estaba sentado detrás de una mesa oscura, junto a él, Deb con los brazos cruzados en silencio y con el seño fruncido. Del otro lado de ella a un par de metros había otra mesa, allí un Snape con una sonrisa sádica y Vernon Dursley junto a él. La corte estaba abarrotada de gente. Este caso había sido seguido por muchas personas y los periódicos no dejaban de dar datos y notas sobre ello. El juez no había decidido aún y eso lo ponía más nervioso. Miró hacia atrás, sentados en los primeros bancos estaban todos sus amigos, su tía y Albus Dumbledore que lo apoyaban incondicionalmente. Y el pequeño Harry estaba en el regazo de Sirius y no se había separado de él en todo momento.

Pronto la puerta se abrió y un hombre habló.

"Todos de pie" – Pidió con voz dura y penetrante. James hizo lo que pidió aquel hombre y cuando el Juez se sentó los presentes lo imitaron.

"Los niños son nuestro el futuro" – comenzó el juez – "son nuestros recursos futuros, aquellos que serán los líderes del mañana. Y desde temprana edad, tenemos nosotros la obligación de educarlos para ser mejores personas de lo que nosotros fuimos, y no cometer nuestro propios errores, pero a la vez dejar que de vez en cuando se golpeen y aprendan ellos mismos. ¿A que viene esto? Verán. Es muy importante que todos los niños sean respetados y queridos. De esa forma ellos podrán serlo con sus hijos. El niño en cuestión, Harry, hijo de Lilian Evans, ha sido hijo por tres años de un hombre... resulta que ese hombre quien lo quiso como hijo no era su sangre. Los testigos han notificado muchas veces que el señor Snape no había tratado muy bien a su difunta esposa, no así al pequeño. Sin embargo, el señor Potter nunca se hizo cargo del niño, ya que la madre biológica nunca se lo hizo saber. Lo más lógico sería que se quedara con el hombre que lo tuvo desde nacido." – Se cortó y miró a Snape que sonría aún más. James se comenzó a desesperar – "Sin embargo yo opino lo contrario. El niño, Harry será entregado a su padre biológico. Tendrá un asistente social cada un mes durante el primer año para corroborar que está en condiciones de hacerse cargo de él. De lo contrario, se le será entregado nuevamente al señor Snape. Caso cerrado... Pueden irse" – James no podía creerlo. Harry estaba con él, sería su hijo de ahora en adelante y serían una familia normal, o bueno, lo más normal que se podía ser.

"Papi" – Se escuchó desde atrás. James se volteó triste. Aún seguía llamando a Severus 'Papi' pero grande fue la sorpresa que Harry le tendía los brazos a él, que le decía 'papi' a él y no a Quejicus.

"Vamos, hijo, vamos a casa"

Fin del flash back

Golpeó la puerta y escuchó unos cuantos ruidos antes de que la voz de un niño casi adolescente le diera le paso de entrada. Allí estaban. Harry, la viva imagen de James, salvo por el espléndido color esmeralda de sus ojos, tan iguales a los de Lily. Remus Junior, era imposible no decir que era hijo Moony. Salvo por el color de los ojos que era más parecido al de Deb, un color chocolate, el resto era muy similar al de su amigo de toda la vida.

"¡Papá!" – Llamó Harry desde donde estaba poniéndose de pie y abrazando a su padre.

"Harry, Feliz cumpleaños hijo" – Le revolvió el cabello luego de abrazarlo. – "Rem¿cómo estas?"

"Hola Tío. Bien ¿El trabajo?"

"Bah, no he venido para hablar de trabajo, muchacho" – Le revolvió el cabello igual que a su hijo. – "Tengo un paquete listo en el vestíbulo esperando por ti Harry"

"¿De veras? Vamos" – él y Rem salieron corriendo escaleras abajo para encontrarse con el paquete gigante allí – "Papá¿qué es?"

"Pues deberás abrirlo para saberlo, hijo"

prácticamente se arrojó al paquete para poder abrirlo. En cuanto el papel metálico estuvo del todo fuera, Harry se quedó anonadado. Era siempre lo que había querido. Y su padre se lo había conseguido – "Papá... es, no puede ser"

"Claro que lo es. Me costó conseguirlo pero aquí está" – Se acercó y le puso una mano en el hombro. – "Solo tienes que armarlo y estará listo para correr" – Le sonrió ante la mirada infantil de su hijo adolescente.

"Gracias papá. Es lo mejor, eres el mejor"

"No puede ser, un carteen." – Le dijo Rem girando alrededor de la caja y viendo las imágenes.

"¿no es genial?"

"Es fantástico"

"Que Luna se olvide de compartirlo" – Se rió Harry. James estaba observando la escena desde algo más lejos. Le hacía acordar cuando su padre le había regalado ese juguete que tanto quería y se había emocionado tanto que no había dormido en toda la noche para jugar que él.

"Jamie" – Llamó una voz femenina desde un poco mas atrás. Se volteó para ver a su hermosa hermana con los brazos cruzados y apoyada en el marco de la puerta. – "No debes malcriar a tu hijo"

"Sabes que no es malcriarlo. Solo darle gusto. Sino pregúntale a Athos si no le ha comprado ese vestido a Luna que tanto quería"

"No lo hizo"

"Tengo entendido que ella se lo pondrá esta noche" – Bromeó él. Le besó la frente y se dirigió al estar donde estaban el resto.

Efectivamente allí estaban todos. Athos cargaba con un niño de un año de edad mientras platicaba alegremente con Remus. Deb discutía con Sirius sobre algo que les hacía sonreír a los dos constantemente. Minerva y Albus se reían de las payasadas del pequeño Anthony de casi acho años. al ver entrar a James al lugar todos se acercaron par saludarlo.

"¿Se puede saber porque discuten ustedes dos?" – preguntó James sentándose junto a Sirius.

"Es que tu amigo me discute acerca de un asunto muy importante"

"¿Otra vez con eso de las Olimpiadas? Olvídense. Ganará Gregory, no hay otro mejor que ese, así que dejen de discutir que hoy es el cumpleaños de MI hijo" – Los otros dos pusieron cara de querer reprocharle pero los interrumpió la risa de Georgia.

"Te has acostumbrado bastante a eso ¿Verdad?" – Le sonrió.

"Claro que sí. es una bendición tener a Harry. Es lo único que la mantiene viva." – Lo había dicho con tanta dulzura y había pronunciado tan hermosa sonrisa que nadie pudo reprocharle nada."

"Hey, Prongs. Alguien me contó que hacías cosas muy feas en la puerta cuando llegaste" – Se burló Remus

"Luna" – Negó pro tercera vez en le día – "Estaba espiando mi llegada"

"Sabes que es ella la que te recibe siempre cuando llegas a la casa luego de trabajar. Esa, Anne le ha quitado el puesto" – Le explicó Minerva.

"Otra vez con eso. Tía, ella no lo hace pro mala, solo quiere verme."

"Sí, pero por décima vez le negaste que se quedara aquí"

"Y me parece una opinión muy razonable. No cualquiera puede venir y quedarse en esta casa"

"Hay algo que tienen que entender bien. Las mujeres de mi vida son tres..." – James tomó la mano de Georgia que estaba parada junto a él y la sentó en su regazo. – "Primero mi adorable tía." – Le sonrío a la mujer y obtuvo otra sonrisa de regreso. – "LA segunda mi muy querida e irremplazable hermanita" – Georgia le dio un leve golpe que le brazo pero sonrío – "Y la tercera no es más que... Luna. Mi ahijada y sobrina a la que adoro con todo el corazón" – La puerta se abrió de golpe y allí estaba parada una Anne algo, bastante enfadada pero no hizo nada y se acercó al resto para saludar"

"Creo que ha escuchado" – Le susurró Sirius a James en el oído con una sonrisa sádica.

"¿De que estaban hablando cielo?" – Preguntó Anne con un tono de dulzura en su voz.

"Nada importante" – Le dijo James acercándose y amagando u beso e los labios a la mujer que se quedó esperando ansiosa. En su lugar le besó la mejilla.

"Ha, ya veo"

"Disculpen" – La voz de un Edgard bastante mas anciano se escuchó desde la puerta – "Joven James, tiene una llamada en el despacho"

"Gracias Edgard." – Se dirigió a la puerta y antes de atravesarla le susurró – "De veras me salvaste, te debo una"

"cuando quieras, Jimmy" – Le sonrió y se dirigió a dirección opuesta.

La fiesta había comenzado. Todos estaban allí, los Malfoy, Weasley, Granger. Y tantos otros amigos de la familia y de la empresa. Había unos cuantos compañeros de colegio de Harry y todos estaban disfrutando el cumpleaños que le había organizado Georgia.

"Y hemos decidido de enviarlo, finalmente" – Le terminó de explicar Arthur Weasley a James. Ellos habían sido amigos desde tiempo atrás. Por eso, cuando James comenzó con la compañía Days For Today, había enviado a Sirius y a Arthur para que la manejaran. También le había dicho a Molly que no hacía falta que trabajara más para él. Que podía conseguir otra secretaria y ella podría ir con Arthur. Pero ella se negó rotundamente alegando que en ningún lugar podría conseguir tan excelente secretaria y mucho menos una que lo adorara tanto.

"Es una buena idea Arthur. Allí están también los gemelos ¿Verdad?"

"sí. La escuela Saint Beredice es la mejor de todo Francia." – Dijo orgulloso – "Bill y Charlie terminaron allí y Perci va terminando este año"

"¿Y la pequeña Ginny?"

"Ella se quedará un año más en casa. Aún tiene diez y la escuela allí comienza con once"

"Es verdad. Sé que Remus Junior va también allí"

"Sí, entre los gemelos y Ron" – Sonrió el hombre. – "¿Qué harás con Harry?"

"Bueno, estaba pensando en mandarlo a la escuela de Plymouth. Es muy importante, además también asistirá Draco, el hijo de Lucius, y el pequeño Neville"

"Ha, el único hijo de Alice y Frank. Un encanto de niño."

"Sí. ellos no podían enviarlo allí y querían mandarlo a una pública pero yo les impedí que hicieran eso. Así que yo me estoy encargando de la educación del niño."

"Sí, son personas excelentes. Pero no creo que hayan accedido de inmediato"

"Pues no te equivocas. Prácticamente se los exigí. Ya sabes, desde que fueron despedidos por aquel sátrapa, los emplee en la casa. Una buena cocinera y un chofer para Harry me eran indispensables. Son personas estupendas y adoran a Harry."

"Eso puedo notarlo"


"Señor, hay algo extraño en la paciente del cuarto número 123" – Una mujer de edad madura, algo delgada y bonita le hablaba a un hombre que revisaba algunos expedientes

"A que te refieres Poppy?"

"Creo que... se ha despertado" – Le brillaba la mirada. Estaba como admirada y nerviosa a la vez – "Ha estado susurrando algo, un nombre..."

"Bien, vamos a verla" – Caminaron por un largo pasillo hasta llegar a la habitación, allí estaba una mujer con el cabello colorado, acostada en una cama rodeada de aparatos. El expediente decía que estaba en coma. No se sabía el nombre y tampoco si tenía familia alguna. Solo que había aparecido en el hospital hacía como ocho años. estaba ensangrentada en la cabeza pero no había perdido la suficiente sangre par perder la vida.

"Jane." – Llamó la enfermera a la muchacha. Desde que no se sabía nada le habían dado el nombre de Jane Smith. – "mire doctor, está moviendo su mano"

"Poppy¿qué día es hoy?"

"Hoy.. es treinta y uno de julio ¿por qué?"

"He seguido a esta paciente desde que llegó. Para esta fecha, siempre se mueve un poco, y murmura un nombre específico, Harry. Es como que el día de hoy, le hiciera recordar algo importante, pero nunca logra despertar"

"Pobre mujer. De seguro ha de ser algo muy importante para ella"

"Sí. solo me gustaría saber quien es ella o quien fue"

"¿Nadie la ha buscado?"

"No. Nadie. Eso es lo más extraño"

"¡Doctor!" – se escuchó un llamado desde el otro lado del pasillo

"¿qué es?"

"hay un hombre. Se está desangrando... Dice que se llama Severus Snape"

"¿Cómo es eso?" – El médico salió corriendo desde el lugar seguido de Poppy. - ¿Qué fue lo que sucedió?"

"No lo sé. Los paramédicos lo trajeron desde su casa. Tiene tres balas en el pecho, una en el abdomen y otra en la pierna derecha."

"bien, nos encargaremos primero de las tres del pecho"

Poco después, Snape estaba en una habitación para él solo. Tenía casi todo el cuerpo vendado y algunos aparatos y tubos en su alrededor. Una enfermera había salido hacía menos de tres minutos del lugar luego de verificar que todo estuviera en orden.

"Buenas noches Sally" – Saludó Poppy cuando la primera entró a la sala de enfermeras.

"buenas ¿todo tranquilo?"

"Sí ¿Cómo está tu paciente?"

"Sobrevivirá" – Dijo sentándose y negando con la cabeza.

"Veo que no es de tu agrado"

"Ese sujeto es Severus Snape" – Explicó mientras tomaba un poco del té que le había servido Poopy.

"¿Y?"

"Eres nueva aquí ¿Verdad?" – Recibió el asentimiento de la otra enfermera y continuó – "Ese hombre estuvo en un gran juicio hace como ocho años. al parecer se había casado con una mujer a la fuerza, amenazándola que si se negaba todos sus seres querido iban a sufrir las consecuencias. Poco después la muchacha quedó embarazada y tuvo un niño justo en este hospital. Harry, lo llamó."

"¿Harry?" – Donde había escuchado ese nombre antes... le hacía tan familiar.

"Sí. poco después se supo que ese niño no era del señor Snape, sino de aquel hombre que la muchacha había estado enamorada. El empresario James Potter. El juicio se llevó a cabo meses después de la inesperada muerte de la muchacha"

"¿Y como era la muchacha?"

"Tenía el cabello colorado como el fuego y unos increíbles ojos color esmeralda."

"¿Cuántos años tendría ahora esa mujer?"

"Y, según creo... unos treinta y dos años" – Poppy se puso de pie instantáneamente. – "¿qué sucede?"

"¿Conoces a la mujer de la 123?"

"No, solo se que está en coma ¿Por qué?"

"Ven a verla... es muy necesario"

Las dos mujeres salieron de la sala de enfermeras y caminaron hacia la habitación. En cuanto llegaron ambas pegaron un grito ahogado. No había nadie. La cama estaba vacía y aún así, las pantuflas estaban allí, junto a la cama. Caminaron apresuradas hacia la sala nuevamente para avisar a algún médico de turno cuando observaron que la puerta de la habitación del señor Snape estaba abierta. Inmediatamente ambas entraron y observaron la escena.

Una muchacha parada junto a la cama del paciente. Un sonido variable inundaba la habitación, inconstante y agudo. Miraba tranquilamente como aquel hombre se movía y la observaba algo desentendido.

"Por dios" – Susurró Sally. Pero Poppy le hizo una señal para que hiciera silencio.

"Lily" – susurró él, en un esfuerzo para que ella recapacitara – "Por favor"

Simplemente negó con la cabeza. Tenía el cabello colorado todo desordenado, enmarañado. La vista perdida, sin vida. Pálida estaba su piel y mucho más delgada de lo que había ingresado años atrás.

"Ve a buscar a un médico, rápido Sally" – Le indicó casi inaudible. La otra enfermera asintió y corrió hacia fuera de la habitación.

La muchacha se acercó al hombre, quitándole la máscara para respirar le besó en los labios. Luego estiró la mano hacia la pared y tiró de un cable. Todo había dejado de funcionar y el hombre, sin cambiar la expresión de su rostro comenzó a ponerse cada vez más azul, el oxígeno ya no llegaba a sus pulmones dañados. Estrujaba las sábanas en sus manos mientras intentaba respirar, pero le era casi imposible.

En cuanto los médico llegaron, encontraron a Poppy abrazando a la muchacha mientras que dejaba escapar lágrimas tras lágrimas. Uno de los doctores que había llegado era el que se encargaba de cuidar y atender a la paciente Jane Smith.

"Supongo que ya no eres Jane Smith ¿Verdad?"

"No doctor. Ella es Lilian Evans"

"¿Lilian Evans? Pero ella estaba muerta, quiero decir..."

"Fue traída aquí y luego el señor Snape simuló su muerte. Es lo único que se me ocurre, además ella me explicó lo que sucedió antes de perder el conocimiento."

"muy bien, Lilian. Vamos a la habitación. Veremos como te encuentras"

"Solo... quiero ver a Harry" – Le dijo ella en un susurro. Luego de ocho años había hablado coherentemente.

"Y lo harás, ya veras que sí lo harás"