Tiernas preocupaciones.
Bum bum bum bum... la respiración agitada y el pulso acelerado era lo único que ambos bishounens podían sentir. La tensión era tanta que ni siquiera podían percibir el contacto de sus labios, solo sabian que estaban ahí, uno enfrente del otro sin hacer otra cosa que dejarse llevar por el momento.
Por la mente de Ichijouji pasaron un sin fin de ideas, tantas que no podríamos escribirlas aquí; por su parte, la mente de Takeru parecía haberse quedado en blanco, en shock se podría decir, ya que cuando regreso a la realidad se dio cuenta de que estaba sujetando fuerte mente con las manos ambos brazos del peliazul en tanto sus labios estaban aun conectados a los del otro. Como si de un golpe se tratara se aparto del joven buen mozo, con los ojos abiertos de par en par y con absoluta incredulidad se fue separando poco a poco sin despegar la vista de aquel chico al a que había considerado su mejor amigo y que, por azares del destino se había convertido en una daga que pinchaba su corazón.
Takeru: Yo... Yo... – tartamudeaba- lo... Ken yo no... ¡Perdón! – fue lo último que dijo antes de salir corriendo por las calles de Tamachi.
Entre tanto y aun sin comprender, el joven ichijouji permanecio algunos minutos ahí parado, contemplando el mismo lugar por donde había desaparecido aquel rubio que hasta entonces había considerado intocable.
Ken: "No..." – musito casi inaudiblemente el peliazul cuando con sus blancas llemas de los dedos recorrio el lugar tocado por los labios de Takaishi, para luego mirar asombrado aquellos mismos dedos como si algo de la escencia de Takeru se hubiese impregnado en ellos – "gracias"
El cielo oscurecido y cargado de nubles negras se abalanzo sobre la ciudad dejando caer su fina y suave lluvia sobre el cuerpo delgado de Takeru, quien continuaba corriendo por las calles de la gran ciudad sin un rumbo fijo. Nunca se percato de cuando fue que empezó a llorar, sería porque había confundido sus lágrimas con las mismas gotas de lluvia que continuamente corrían por su rostro. Ya eran las seis de la tarde, y era la época en que el día oscurece más temprano. Sabía que debía llegar a casa, pero no tenía el deseo de hacerlo, deseaba postergar ese momento lo más que se pudiera. No habiendo más remedio tuvo que conformarse con irse a sentar a una banca del parque que estaba justo frente a su edificio departamental.
Takeru: soy un tonto, no se en qué estaba pensando. ¡¿Cómo fue que me atreví a hacer algo como eso! – en su mente no dejaba de repetirse vez tras vez las escenas de hacia solo unas cuantas horas – Es que yo... – recargo sus codos en las piernas para luego encorvarse un poco, y las manos blancas sujetaron con cierta hostilidad aquellos mechones de cabello dorado que se desbordaba entre los dedos largos y finos – es que yo creí que eso era lo correcto – trataba de excusarse consigo mismo – Nunca me ha gustado ver triste a Ken, siempre le he tenido compasión por haber perdido a su hermano mayor, yo me volvería loco si perdiera a Yamato, y por eso pienso en Ken, solo y extrañando a Osamu; además todo lo que sufrió con la semilla maligna. Y luego yo, me sentí tan culpable por haber entristecido aquella mirada azulina tan pura y transparente... solo quise hacerle saber que lo que piensa y lo que siente es realmente importante para mi, aunque eso me lastime. Lo único que quería, era darle las gracias por apreciarme tanto...- recupero la compostura- Pero, ¡¿No se me pudo ocurrir otra cosa!
Aquella noche transcurrió en medio de un tremendo aguacero y rayos que surcaban los cielos de la ciudad de Odaiba.
Al siguiente día, las calles húmedas y flora citadina daban testimonio contundente del diluvio de la noche anterior. Era martes, y si, era día de escuela. Pese a todas las mentiras que había inventado Takeru sobre una posible gripa junto con indicios de temperatura, su madre no desistió de mandarlo a la universidad,
Takeru: ¡Genial!- decía sarcástico- No se me pudo haber ocurrido hacer algo tan estupido al menos en viernes – se dependía ya de camino a la escuela sin mirar otra cosa que no fuera el suelo que pisaba.
Conforme más se acercaba a la facultad, más nervioso se ponía al imaginar a su compañero dándole los buenos días al tiempo que le pedía una explicación. Sin más remedio debía hacerlo, era inevitable, pero ahora ¿Qué excusa inventaría? Después de todo aquel día había comenzado con un montón de mentiras que su mamá no había creído, seguramente el arte de mentir era algo que no se le daba.
Continuaba el rubio ojiazul ideando la excusa que le daría a Ken.
¿Me tropecé y tu amortiguaste la caída? ¿Me dio un ataque epiléptico? Mejor aun ¿Tengo lagunas mentales? -Obviamente ni siquiera el se creía semejantes mentiras.
Takeru: Pues ni modo – decía resignado – tendré que decirle la verdad.
Al fin llego a su salón de clases, poso su vista en todos los alumnos que ya estaban presentes, ni señales de Ichijouji. De repente sintió una mano posarse sobre su hombro.
Daisuke: ¿Buscas a Ken?
Takeru no pudo evitar dar un salto del susto que le dio la repentina llegada del moreno, o ¿tal vez sería a causa de su pregunta? Como quiera que fuere el asunto es que el rubio trato de ocultar el rubor evidente que apareció en sus mejillas.
Takeru: ¡Daisuke! Tu siempre tan brusco- dijo molesto- Y para tu información no, no busco a Ichijouji, buscaba una banca para sentarme.
Daisuke: Pues... todavía quedan muchas – señalo con la mano todas las que aun estaban desocupadas que eran casi medio salón ya que era temprano y no había muchos alumnos todavía.
Takeru: (Aparece la gota en su cabeza) Buscaba una banca lejos de ti – dijo en tono sarcastico. (Sabemos que no andaba de muy buen humor)
Daisuke: Si, ya decia yo que no estabas buscando a Ken, ya que hoy es martes – dijo, después de todo, sentándose al lado de Takeru.
Takeru: Y eso qué – pregunto sin interés.
Daisuke: Pues que los martes no tomamos ninguna clase con Ichijouji, ¿recuerdas? –
Takeru: ¿No? – pregunto extrañado.
Daisuke: Claro, no ves que hoy el y Hikari toman clase. T.K. ¿estas bien? – pregunto notando la extraña reacción en el rostro del rubio.
Takeru: ¿Eh?
Daisuke: No me estas escuchando. Sabes, has estado muy extraño de unos días para acá- termino diciendo cruzando los brazos detrás de su cabeza al tiempo que se acomodaba en el respaldo de la banca.
Bien, al menos por las clases de la mañana se había quitado un peso de encima porque no tendría que ver al niño genio. Pero a las once era la hora del almuerzo y posiblemente se daría el encuentro, no obstante, el franco japonés deseaba evitarlo al menos por aquel día.
Por más que Daisuke le insistió que salieran al patio, no hubo poder humano que alejara a Takaishi de su asiento en el salón. Todos habían salido y estaba completamente solo; tomo el almuerzo que de vez en cuando le ponía su mamá y lo degusto con agrado ya que era poco común que probara comida casera por la razón de que su madre siempre estaba en el trabajo. Claro, el desde pequeño había aprendido a cocinar y de hecho incluso llegaba a guisar para su hermano y su papá cuando de repente los visitaba, pero no hay nada mejor, que la comida de mamá.
Termino sus alimentos pero aun quedaba mucho tiempo de la hora del almuerzo. Sentado en su pupitre alcanzo a escuchar el barullo que había fuera, en el patio; parecía que las voces y las risas se hacían más fuertes. El estaba aburrido, así que poco a poco fue a tomar lugar pegado a las ventanas que daban al patio. Desde ahí se podía observar hasta los limites de la universidad que no esta por demás decirlo, era bastante grande.
La viata era demasiado agradable pese a la constante amenaza de lluvia que abrigaba la ciudad. Al principio se distrajo mirando a un grupo de amigos sentados en derredor los cuales parecian ser miembro del club de manga, pues no dejaban de hojear las revistas de dicho tema, eso sin mencionar que sacaban y sacaban mangas de Dragon Ball, Saint Seiya y de cualquier historia de CLAMP. Poco después paso su azulada mirada hacia cierto chico loco que no dejaba de asediar a una chica bella de cabello castaño. Más allá, cerca de las canchas de football, la figura delgada del capitán del equipo robo su atención. El corazón le palpito solo un poco más fuerte, más al estar tan lejos del joven Ichijouji y sabiendo que el peliazul no se daba cuanta de que lo observaba se sintió con la libertad de contemplarlo a su gusto.
Al observar la actitud del chico que le había declarado abiertamente sus sentimientos, le sorprendió mucho notar que Ken actuaba completamente normal; al parecer, Ken seguía siendo un chico super talentoso en el football, en los estudios y sobre todo entre las chicas. Solo había algo diferente en el, parecía estar más feliz que de costumbre. Le sonreia a todo el mundo, a sus compañeros de equipo, a las porristas que nunca faltaban, hasta al pesado de Daisuke que no dejaba pasar la oportunidad de gastarle alguna broma. Ante tales hechos, las cejas del rubio en la ventana se fruncieron un poco para luego llevar a su dueño a alejarse del espectáculo.
Takeru: ¿Qué fue eso? – sedecia a sí mismo- Senti como un calor invadio ligeramente mi pecho. Será que... me puse... ¿Celoso?...- guardo silencio unos breves segundos- ¡No! ¡No es posible!
Pasarón las horas en un abrir y cerrar de ojos para Takeru quién perdido en sus pensamientos había perdido la noción del tiempo. Pronto se vio caminando escaleras abajo, ya habían terminado las clases. Ni cuenta se había dado de cuando se despidió o se deshizo de la presencia de Daisuke. Lo único que hacía era caminar con la vista baja hasta que se choco con alguien.
Takeru: Perdón – haciendo una reverencia – No me fije por donde... – se detuvo al contemplar que era con Ken con quien había chocado.
Ken: ¡Oh! no, en realidad fui yo el que no me di cuenta... perdóname tu a mí – también se disculpo haciendo una reverencia. El rubio pudo notar claramente que el rostro jovial de su amigo continuaba radiante justo como lo había visto antes.
Amigo X: ¡Vamos Capitan! Se nos va a hacer tarde – le gritaba uno de los chicos con los que estaba.
Ken: ¡Si! ¡Ya voy!- respondió a su compañero para luego dirigirse a Takeru – Bueno, pues, hasta luego- y se hecho a caminar con sus amigos.
Algo extraño ocurrio en el corazón de Takaishi, sintió un vuelco en el corazón al contemplar a su "amigo" alejarse con un grupo de desconocidos. No era de extrañar, ya que Takeru y Ken habían sido los mejores amigos, pasaban la mayor parte del tiempo juntos pues tenían una forma de ser muy parecida; pero después de todo lo que había pasado, Takeru se sentía desplazado, olvidado por su antiguo mejor amigo. Era un gran sentimiento de tristeza y de pérdida el que sentía Takeru.
Takeru: ¡Ken! – grito a su "amigo" que ya iba un tanto lejos. El mencionado se detuvo y giro el angelical rostro en dirección al rubio - ¡Perdóname! ¡Perdóname por todo! – dijo tristemente para luego continuar con su camino a casa.
Pero como suele suceder en las novelas románticas fue el caso que antes de cumplir su proposito escucho un voz familiar tras su espalda invocando su nombre.
¡Takeru! –gritaba con insistencia.
Al escuchar aquella melodiosa voz, el dueño del nombre se detuvo y se giro sobre si para cerciorarse de que sus oidos no lo habían engañado. Efectivamente, era el capitan del equipo de futbol el que lo había llamado. Venia corriendo tras el, al parecer llevaba ya un rato con paso veloz pues se notaba agitado.
Ken: Yo... – dijo al llegar, tratando de recuperar la respiración – no se... no se qué es lo que quisiste decir hace un rato. Eso me preocupa.
Inevitablemente una ligera sonrisa se escapo de los pequeños labios de Takeru al escuchar aquellas últimas palabras. Tal vez y solo tal vez... no todo estaba perdido aún.
Si lo se, estubo muy chafa el capitulo, pero aun así me dio por subirlo ya que si no es ahora me tardo otro tanto y ya tengo vergüenza de que no actualizo pronto. Sorry. Me es difícil escribir medio a escondidas por aquello del yaoi. Como sea. Espero terminar el proximo capitulo. Saludos y muchas muchas gracias por tomarse la molestia de leer esto.
