Ya hice disclaimer en el prólogo, así que "vamos a lo que nos truje".
REINICIO
La luz produce sombras
Escuchaba mucho ajetreo. Se sentó en la cama y sintió que le dolía todo el cuerpo. "Un momento, esto no es Hogwarts" pensó. Y rápidamente volteó hacia la cama que estaba a su derecha donde solo vio a un extraño hombre que tenía vendado todo el brazo izquierdo. Esa tampoco era Hermione, por cierto.
A su lado había flores con mensajes como "mejórate" y cosas así. También estaba un cambio de ropa con sus lentes encima. Se puso los lentes.
- Por fin despiertas -le decía Ginny desde la puerta. Luego se acercó para tomar asiento a los pies de la cama.
- Eh… Sí. ¿Dónde estoy? -se sentía muy mal de estar hablando con ella; después de todo, Ron había muerto por su culpa.
- En San Mungo. En Hogwarts tenían muchas personas y tus heridas eran tan graves que simplemente no te podían dar toda la atención que necesitabas. Apenas les dió los primeros auxilios, Madam Pompfrey envió acá a quienes lo necesitaban. Un mortífago no lo logró y murió antes de llegar -dentro de la tristeza que reflejaba su rostro, se veía muy tranquila ¿a qué hora le iba a empezar a gritar reprochando la muerte de su hermano?
- Oh -atinó a decir. Se sentía incómodo ¿qué le podía decir?- Ginny, yo…
- No. No empieces -le interrumpió- Tú no tienes la culpa de lo que le pasó a Ron. Para empezar, tú no elegiste ser el niño mencionado en aquella profecía. Todos sabíamos el riesgo que corríamos siendo tus amigos. Ron y Hermione decidieron ir contigo, tú no los obligaste. Sé que de ser tu decisión, no habrías dejado que muriera, pero no estaba en tus manos -a este punto, lágrimas corrían por su rostro, pero no dejaba de sonar firme y segura- Si los papeles hubieran estado invertidos, habrías hecho lo mismo y Ron lo sabía, por eso lo hizo. No te culpo. Nadie te culpa.
- Pero esta no era su guerra. Él no debía estar ahí, ¡no debería haber muerto! -dijo con amargura.
- No debería, pero murió. Y no es cierto que no era su guerra, por que la oscuridad nos iba a afectar a todos. Te aseguro que donde sea que esté, está feliz de que tú venciste y su muerte no fue en vano -y en medio de las lágrimas, sonrió- Todos estamos tristes, eso no lo dudes; pero no te guardamos rencor, por que sabíamos que lo querías tanto como nosotros. En caso contrario, yo no estaría aquí, ni mi mamá te habría cuidado ayer todo el día. Ha estado preocupada por tí ¿sabes? Sería terrible para ella perder a dos de sus hijos ¿no lo crees?
Al escuchar las palabras de Ginny, se sintió un poco mejor. Ellos no creían que fuera su culpa y más aún, no le odiaban.
- Muchas gracias, Ginny -respondió mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. Una lágrima por su amigo. Una pregunta surgió en su mente- ¿Qué pasó con… con su cuerpo?
- Cuando te quedaste dormido, McGonagall y alguna otras personas que estaban en condiciones fueron a buscar a los caídos. Avisaron a nuestros padres y hace dos días que lo sepultamos -dijo, recobrando un poco la tranquilidad y secándose las lágrimas.
- ¿Cuánto llevo inconsciente? -necesitaba cambiar de tema.
- Cuatro días -le dijo mientras se levantaba- Necesito ir a avisar a alguien que ya desperate. Creo que escuché que te dejarían ir en cuanto despertaras.
Salió dejando la puerta abierta, para regresar poco después seguida de un sanador de mediana edad. El hombre lo saludó y comenzó a revisar los lugares donde antes estaban las heridas de Harry. Algunas habían sanado por completo sin dejar rastro, mientras que otras seguían levemente abiertas o en su lugar había alguna cicatriz.
- Parece estar usted muy bien -dijo al fin- Ya solo quedan alguna pequeñas cortaditas sin importancia, que si usted promete cuidar, podría irse hoy mismo antes de que anochezca.
Ginny sonrió tras el hombre, le dijo que ya se harían ellos cargo de que el se cuidara e hizo que el hombre fuera pronto por las pociones que se tenía que tomar.
- ¿Lo ves? Ya pronto estarás en casa.
¿En casa? ¿A qué se refería con eso? Antes de que pasara la batalla y todo eso, había hablado con Ron y habían acordado que él no volvería con los Dursley ese verano. Si aprovaba todas las materias necesarias, había sería ingresado automáticamente en la escuela de Aurores y los dos meses de espera los pasaría en la madriguera. Pero después de lo sucedido, no creía prudente ir ahí.
¿O acaso lo llevarían con los Dursley? Bueno, ya podía hacer magia fuera de la escuela, que era una ventaja estando ahí; pero no tendría el ánimo suficiente para soportar a sus tíos y su enorme primo.
El sanador interrumpió sus pensamientos cuando volvió con unos pequeños frascos y se los tendió para que bebiera el contenido. El sabor horrible.
- Bien -dijo sonriendo al ver la cara de asco de Harry- Vuelvo en dos horas para asegurarme de que hizo efecto y entonces se podrá marchar.
Seguía preguntándose a dónde iría al salir del hospital, pero no quizo preguntarle a Ginny, no fuera a malinterpretar y creyera que quería quedarse en su casa. Bueno, la verdad es que él sí quería, pero tal vez ellos no lo querrían ahí.
Serían dos horas muy largas e incómodas si ella se quedaba ahí, no sabría de que hablar sin hacerla sentir peor. Se lo repetía en la cabeza: ella había dicho que no le guardaban rencor, pero aún así se sentían mal por la muerte de Ron.
Ella pareció darse cuenta de su incomodidad, por lo que le dijo que se durmiera, que ella mientras tenía que hablar con algunas personas antes de se fueran.
No tenía sueño, así que aprovechando que estaba solo, se puso a pensar en todo lo que había sucedido desde un día antes de que Voldemort llegara a atacar el colegio.
A la hora del almuerzo, cinco días antes de terminar el curso, lo había mandado llamar a su oficina. Desde que vio la nota de tristeza y preocupación en el rostro del viejo mago, supo de lo que se trataba. Los miembros de la Orden del Fénix que estaban infiltrados, habían reportado demasiada actividad en las últimas semanas; cada día era más tenso, pues sabían que no tardarían en atacar. Ron y Hermione lo acompañaron, como cada vez que iban a hablar de ese tema.
Entonces se los dijo: Voldemort estaba decidido a atacar la noche siguiente. No quería preocuparlos, pero creía que era mejor prevenirlos.
Durante esa noche, los maestros estuvieron lanzando hechizos protectores alrededor del castillo y llevando alumnos de un lado a otro para mantenerlos a salvo.
Él no podía dormir, así que tomó la capa invisible y se dirigió a la salida. Daría una vuelta para despejarse la mente. Quizá fuera la última. Cuando atravesaba la sala común, una voz lo detuvo:
- Sabes que no deberías salir a estas horas y con esta situación. Si no vuelves a la cama, voy a quitarte diez puntos.
¿Cómo rayos se había dado cuenta de que estaba ahí si tenía la capa?
- ¿Crees que me importan los puntos que me puedas quitar, cuando puede que mañana sea mi último día? -le respondió de mal modo, quitándose la capa de encima.
- No, pero si no mueres, yo te voy reprochar de por vida el que no hayamos ganado la copa de las casas en nuestros último año -le hizo una seña para que fuera a sentar a su lado- Depués de que te fueras sin decir palabras, Ron y yo hemos acordado que iremos contigo mañana. Queremos estar a tu lado para ayudarte -al decir esto, le dedicó una cálida sonrisa y ponía una mano sobre la suya.
- No. No deben. Sabes que es muy arriesgado. Esta es mi pelea, no tengo por que llevarlos a una muerte casi segura.
- Pero si no nos llevas; vamos por que queremos. Por que te queremos -se puso muy seria- Mira, sabemos los riesgos que hay. Pero preferimos morir en batalla, siendo útiles; en vez de quedarnos aquí solo esperando. Y si no tienes ayuda, es más probable que mueras y sería cuestión de tiempo para que vinieran por nosotros.
- Pero…
- Pero nada -le interrumpió- Harry, no creas que tomamos esta decisión a la ligera. Yo supe que te acompañaría desde el mismo día que nos contaste acerca de la profecía. Tal vez seas tú quien tiene que derrotar a Voldemort, pero nosotros podemos ayudarte a llegar hasta él, por que va a estar protegido por sus mortífagos. Además ¿crees que yo quiero morir? Ninguno de nosotros quiere, pero no te vamos a dejar solo. Vamos a ir aunque a ti no te parezca y, si me lo preguntas, yo creo que es mejor que aceptes y nos lleves de buena gana a que vayamos todos enojados. Sabes que trabajamos mejor cuando estamos de acuerdo.
No dejaba lugar a replicas y la verdad es que se sentía mucho mejor de saber que ellos le apoyarían hasta el final.
- Muchas gracias, Hermione -le dijo al fin, con una sonrisa. Luego, no pudo resistir la tentación y le dio un abrazo muy fuerte.
La sintió corresponder al abrazo y le susurró un "te quiero" al oído.
Al separarse, ella se levantó y le dijo que se fuera a dormir, necesitaba energías para mañana. De paso le recomendó que no fuera a clases. Era tan extraño escucharla decir eso.
Ella se fue a su dormitorio y él se quedó ahí por un rato más, frente a la chimenea, pensando en las palabras de Hermione. Era tan bueno saber que tenía unos amigos que le seguirían hasta el mismo infierno si fuera necesario. Un rato después subió a su cuarto a intentar dormir.
Entró al cuarto para escuchar los ronquidos de Ron que dormía a pierna suelta. Increíble que había decidido ir a una pelea tan peligrosa mañana por la noche y en esos momentos dormía tan tranquilamente. Y Hermione que se había portado tan comprensiva hacía unos minutos. No cabía duda, cada día le gustaba más. Y mañana se lo diría. Tal vez ella no sentía igual, pero algo le decía que debía hacerla o se arrepentiría. Podría morir mañana y no se quería ir sin haber confesado su secreto.
Se había despertado al sentir los rayos del sol en la cara. No supo cuando se quedó dormido. Era hora de levantarse a vivir el que tal vez fuera su último día. Ron ya no estaba en la cama. Se cambió y decidió hacer caso a Hermione y no ir a clases.
Bajó al comedor y vio que estaba casi vacío. Ya era un poco tarde y todos se estaban yendo a clases. Los que pasaban a su lado lo miraban raro, como si es tuvieran viendo a un (futuro) muerto. Fue fácil ubicar a Ron y a Hermione. Que curioso, ella tampoco había ido a clases.
- Buenos días -le saludó Ron.
- Buenos días.
Se sentó y desayunaron en silencio. Los profesores se retiraban a sus clases, pero ninguno les decía a ellos que hicieran lo mismo. Solo les lanzaban una mirada de tristeza. Para su fortuna, Malfoy no se apareció a molestarlos.
Tras terminar su desayuno, salieron rumbo al lago y se sentaron bajo a un lago que estaba cerca de la orilla. Hablando de varios temas se les fueron las horas. Rieron mucho recordando los años anteriores, sobretodo Ron y Harry que reían de las burlas e imitaciones que hacía el primero de todo mundo; principalmente de Snape, Malfoy y Hermione.
No fueron a comer, primero por que no tenían hambre (bueno, Ron un poco) y, segundo, no querían que todos los vieran raro. A la hora de la última clase de la tarde (pociones), Ron se puso serio.
- Antes de irme, quiero decirles que ustedes son los mejores amigos que puede haber -se acercó un poco al lago y tiró una piedrecita al tentáculo del calamar- Los quiero mucho. Gracias por soportar todas mis bobadas.
Luego se acercó a ellos y les dio un abrazo.
- También yo los quiero mucho -dijo Hermione- Solo para que lo recuerden, por que esta no es una despedida.
- ¡Sí que lo es! -dijo Ron. Los otros dos lo vieron con cara de horror- Uno nunca sabe lo que puede pasar, tal vez no salga con vida después de esta noche, por eso me despido: ¡No me perdería por nada la última clase de pociones! Así que hacia allá voy. Por otro lado; si no muero, no quiero que Snape me salga con que reprobé el curso por no asistir a la última clase -añadió con su tono bromista y se fue agitando la mano.
Los otros dos se quedaron riendo ante tales ocurrencias en semejantes momentos. Ni en las peores situaciones Ron dejaría de ser Ron.
- Genio y figura… -dijo Hermione.
Harry sonrió más ampliamente. Se habían quedado solos, era su oportunidad. Caminó hacia el lago y empezó a hablar.
- Tiene razón: uno nunca sabe lo que puede pasar -se volteó a verla- No importa lo que pase esta noche, yo quiero que sepas que te quiero…
- Ya lo sabía -contestó ella con su cara de sabiduría.
- Déjame terminar, por favor -dio un pequeño suspiro y siguió- Tú y Ron han estado ahí en los momentos mas difíciles de mi vida y se los agradezco mucho. Les he tomado mucho cariño. No sé que haría sin ustedes, gracias por venir conmigo esta noche. Espero que no nos pase nada. Y en caso de que algo me pase a mí, no quiero irme callando cuanto… cuanto me gustas. Has sido siempre una amiga incondicional, has creído ciegamente en mi y me apoyas en las peores situaciones y poco a poco, sin darme cuenta, me fuiste gustando cada día más… No pretendo que me digas que sientes igual, de hecho, no busco una respuesta; solo quería que lo supieras…
- Ya lo sabía -repitió ella. Él la miró confundido- Harry, eres muy inteligente y me atrevería a decir que el mejor mago que conozco. Logras todo lo que te propones; pero si hay algo que no sabes hacer, eso es disimular tus sentimientos.
Él se quedó callado un momento, luego dijo:
- Bien… Me alegro de que lo sepas -¿qué más decía? Hace cinco minutos la idea parecía muy brillante, pero ahora se sentía un tonto- Pues ya está. Asunto concluido.
- No -¿no? ¿no, qué?- Esto no se termina aquí -se alcaró la garganta- Tú también me gustas, yo también te lo pensaba decir hoy, pero me alegra que hayas sido tú quien lo dijo primero. Hagamos un trato: los dos tratamos de no morirnos esta noche y mañana seguimos hablando ¿de acuerdo?
Le acariciaba la frente, quitándose el cabello de la cara; un gesto tan tierno y cálido como sencillo.
- De acuerdo -atinó a contestar. Estaba sorprendido por como habían ido las cosas.
- Bien, entonces mañana Ron podrá reirse de nosotros -sonrió ampliamente y Harry deseó que Voldemort jamás hubiera existido y así poder ser cualquier mago adolescente cuya mayor preocupación fueran las notas de la escuela y la linda mujer que estaba parada frente a sí.
Entonces decidió olvidarse de todo un minuto. Un minuto era suficiente.
Dio un paso hacia ella, que ya sabía lo que iba a pasar. Tímidamente, acercó una mano a su rostro y sintió su suave mejilla. Al sentir el contacto, ella cerró los ojos. Era todo lo que necesitaba, sabía que esa era la señal que le indicaba que podía continuar, así que acercó su rostro lentamente, concentrado en sus labios.
- ¡Harry! ¡Hermione! -Ron se acercaba corriendo a ellos, estaba muy alterado- Parece que los han visto. Ya vienen. Llegó la hora.
Fueron corriendo al castillo, donde Dumbledore les habló nada más entrar. No quería dejarles ir, pero sabía que la lucha entre Harry y Voldemort era inevitable. Y dejar ir a Harry sin sus mejores amigos era como dejarle ir sin su varita. No tuvo más opción, con todo su pesar, les dejó ir, pero les dijo que no irían solos: cada acompañante que llevaran, significaba más tiempo y más oportunidades para vencer. Los acompañaron Hagrid, él mismo y los pocos miembros de la Orden que habían podido llegar.
Salieron al campo, cerca de la cabaña de Hagrid y ahí los esperaron, para llevarlos luego al bosque, lejos de los alumnos.
No recordaba mucho de la batalla, fue muy rápido. Solo recordaba cuando escuchó el grito de Ron y cómo lo vió caer lentamente. El tiempo se hizo enterno en ese instante y sintió como si el corazón se le detuviera. Todos se dieron cuenta y lo protegieron de todo ataque mientras él corría hacia su amigo.
El dolor estaba impreso en su rostro, pero al ver a Harry sonrió. Hizo uso de todas sus fuerzas para hablar.
- Hola. Esto duele mucho, ¿sabes?
- ¿Qué va?, es tu imaginación -le contestó él.
- No, te lo digo en serio. Tenía razón cuando dije que nadie sabía lo que podía pasar -tomó un largo aliento e hizo otra mueca de dolor- La poción de hoy me salió bien a la primera y Snape me tuvo que dar 15 puntos…
- Sí, pero seguro mañana te los quita por habérmelo contado -lo estaba tomado de la mano, que se estaba poniendo cada vez más helada.
- No le voy a dar el gusto -le sonrió y sintió el dolor hacerse más intenso- Harry, tengo miedo, amigo.
- No lo tengas, no te va a pasar nada.
- Yo sé que sí, ya no me queda mucho tiempo, así que por favor, dile a mi mamá que la quiero mucho y que no hablaba en serio eso de irme viajando por el mundo y vivir del dinero que me dieran por cantar en las calles. Es decir, canto pésimo ¿quién pagaría por que le destrocen los tímpanos? La verdad es que iba a montar pequeños espectáculos de magia entre los muggles.
Harry volvió a pensar lo mismo: ni en la peores situaciones, Ron dejaría de ser tan… Ron.
- Más te vale que le ganes o me muero de un coraje -le dijo sonriendo.
Y esa fue la última sonrisa.
Había sentido tantas cosas al ver morir a su amigo, que no se midió a la hora de descargar maldiciones contra todo el que se le atravesara en el camino. Luego a algún inconsciente se le atravesó en la cabeza la "genial" idea de usar a Hermione como rehén para chantajearlo, pero al pobre le fue peor. Hermione supo defenderse, aunque no salió ilesa.
Cuando por fin llegó a su objetivo, estaba muy cansado, pero no lo suficiente para vengar todas las muertes de sus seres queridos.
Voldemort tampoco estaba en las mejores condiciones: Dumbledore había dado una muy buena pelea.
Así terminó esa noche: siendo el asesino del mago oscuro más poderoso de la historia, sintiéndose mal por los que lo habían apoyado hasta morir, agradeciéndoles su confianza ciega y regresando con el triunfo y la derrota a su colegio; todo ello, con solo su mejor amiga a su lado.
Su mejor amiga…
¡Hermione! ¿Qué había pasado con ella? Al llegar a la enfermería les dieron una poción, ella estaba en la cama de al lado; pero al caer dormido ya no supo más.
El sanador volvió en ese momento interrumpiendo sus pensamientos.
- Bien, señor Potter, vengo a asegurarme de que las pociones hicieron efecto -se acercó y le hizo un chequeo muy rápido, tras lo cual le dejó saber- Sí, todo está bien. Ya se puede ir. Voy a avisarle a su amiga para que pasen al área de recepción a llenar unos papeles y se puedan marchar.
Tomó la ropa que había visto antes y fue a buscar algún lugar en el cual cambiarse. Tras abrir un armario y una salida de emergencia, encontró por fin un baño.
Salió y caminó de regreso al cuarto donde lo esperaba no solo Ginny, sino también el Charlie y el señor Weasley. Se le hizo un nudo en la garganta.
- Harry, gracias a Merlín ya estás bien -le dijo el señor Weasley- ¿Listo? Tenemos que irnos o Molly se va a preocupar.
El nudo se hizo más grande.
- Eh… Yo preferiría irme a casa de mis tíos, si no les importa.
- ¡Claro que nos importa! -le contestó de immediate el señor Weasley- No vamos a dejar que te vayas con esos muggles otra vez.
Mientras Ginny decía algo así como "Se los dije, el cabeza dura no entiende, necesita que se lo expliquen con títeres".
Sin dejarlo decir palabra, lo empujaron hasta la salida y depués de llenar unos cuantos formularios salieron a la calle donde tomaron un taxi a la madriguera.
Notas:
A quien siga leyendo, muchas gracias (de nuevo).
Como lo prometí, este capítulo es más largo. Espero que no sea tedioso.
Trato de apegarme tanto como puedo al carácter de cada personaje, espero no decepcionarlos (por eso Harry es tan necio).
Pronto subiré el siguiente capítulo. Hasta entonces.
