Disclaimer: A quien todavía no lo sepa, estos personajes no son míos, pertenecen a una señora muy rica que vive en Inglaterra.
REINICIO
En el pueblo
Abrió los ojos, perezosamente. Entonces recordó: "Hoy llega Hermione".
Se levantó para darse un rápido baño y luego bajó a tomar el desayuno. Cuando se acercaba a la cocina, oyó como Ginny le decía a su mamá que quizá era tiempo de ir a despertarlo.
- No es necesario. Ya estoy aquí.
Tal vez era la boba sonrisa en su cara lo que hizo que Ginny le empezara a hacer silenciosas burlas cuando su madre se dio la vuelta.
Comían en silencio y en los descuidos de la señora Weasley, la chica aprovechaba para darle mal rato a Harry. En algún punto, Harry perdió la paciencia y le prometió que las pagaría.
- Harry, Ginny -les llamó la señora Weasley, mientras recogía los platos del desayuno- ayer limpié la habitación de Percy, solo falta cambiar las vestiduras de la cama. ¿Harían eso por mí?
- Claro -contestó Harry, sin pensarlo.
Subieron las escaleras hasta llegar a la habitación. Era la primera vez que Harry estaba ahí en los siete años de conocer a la familia. Era más pequeña que la de Ron, pero se veía mejor cuidada, como si el dueño siempre hubiera sido más cuidadoso. Había libros por todas partes, todos muy bien ordenados.
- Ten -le dijo ella, lanzándole las sábanas a la cara- tú de aquél lado y yo aquí.
Apenas terminaban cuando escucharon que se acercaba algo que Ginny no sabría decir qué era, pero Harry supo que era un coche.
Ambos se asomaron a la ventana y vieron que, efectivamente, un coche negro venía por la brecha de terracería que conducía a la casa.
- No es un coche volador, así que debe ser de muggles -razonó la pelirroja-. Tal vez los padres de Hermione vienen a traerla.
Se separaron de la ventana, salieron del cuarto y bajaron las escaleras casi corriendo.
La señora Weasley ya estaba afuera, esperando a que el auto se detuviera por completo. Cuando eso por fin sucedió, del lado del conductor no bajó ningún padre, sino Hermione. Tomó a Hedwig del otro asiento y se acercó a abrazar a la mujer. Al soltarla, se dirigió a Ginny y le dió también un gran abrazo. Le entregó la jaula con la lechuza.
Entonces volteó a ver a su amigo. Le sonreía ampliamente, pero sus ojos se llenaban de lágrimas. Corrió hacia él y se aferró muy fuerte. Ninguno de los dos tenía intención de soltar al otro.
- Esta jaula casi no pesa, no se apuren -la otra chica les sacó de su mundo. Harry pensó que ya se le estaba haciendo costumbre andarlo molestando- ¿o es que se quedaron pegados y necesitan un hechizo para despegarse?
- Oh, ya basta Ginny, tenían tiempo sin verse -le reprendió su madre- Harry, querido, ayuda a Hermione a subir sus cosas a la habitación. ¿Dónde están tus cosas, linda?
- En el auto -respondió.
A regañadientes, se separó de Harry para ir a abrir la parte trasera del coche, donde estaba su baúl. El chico tomó el baúl y lo subió hasta el cuarto.
Bajó para encontrar al trío de mujeres sentados en la sala, teniendo una tranquila plática. Tan pronto notaron su presencia, todas guardaron silencio y se le quedaron viendo. Él las vió de regreso. Mujeres juntas que cuando te ven, dejan de hablar y te miran insistentemente: sospechoso y escalofriante.
- Madre, como tú dijiste allá afuera -dijo al fin Ginny-: tienen tiempo sin verse. Quizá necesitan un tiempo para hablar a solas ¿no lo crees?
La mujer asintió y las dos pelirrojas salieron en dirección a la cocina.
- Hola - le dijo ella, con otra linda sonrisa.
- Hola -correspondió al saludó- ¿Vamos afuera?
Cuando ella dijo que sí, él le tomó la mano y salieron al jardín de adelante.
- No sabía que tuvieras un coche -"que inteligente" se dijo "tanto tiempo lejos y cuando por fin la ves, le hablas de coches"
- Mis papás apenas me lo dieron, por haberme graduado de la escuela. Dicen que como ya voy a cumplir diez y ocho años, ya pronto me voy a querer mudar y que un auto sería de gran ayuda.
- Vaya -contestó. Los padres de Hermione siempre habían sido muy comprensivos y generosos con su hija- ¿De qué hablaban allá adentro?
- De tí -le respondió sinceramente-. De cómo has pasado tus días aquí.
- Ya veo.
Habían caminado un rato, ahora estaban fuera de la propiedad de los Weasley.
- ¿Cómo sigues de… -empezaba a preguntar Harry.
- ¿Esto? -dijo la chica, señalándose a sí misma- No fue nada. Dos costillas y un dedo roto y unos cuantos raspones. A la mañana siguiente ya estaba como nueva.
- Lo siento mucho.
- Por favor, no empieces a culparte otra vez, Harry -le rogó la chica- Te lo dije la noche anterior a la pelea: sabía los riesgos que había al ir contigo. Y Ron también.
- No iba a decir que fuera mi culpa, eso ya me lo han dejado todos muy claro. Pero en verdad siento que te haya pasado todo eso -le apretó la mano un poco más- y que hayas perdido a tu mejor amigo.
- Yo también lo siento.
- Apenas me lo puedo creer: Hagrid, Dumbledore, Ron y tantos miembros de la orden…
Entonces la abrazó. Los dos lo necesitaban mucho. Aprovecharon que no estaba Ginny para interrumpirlos y se quedaron un largo rato así. Ella escondió la cara en su pecho mientras sollozaba y él le acariciaba el pelo.
-Me dijeron que me cuidaste en el hospital. Muchas gracias -cambió de tema.
Ella pareció apenarse y agachó la cabeza.
- Es que no quería que te encontraras solo al momento de despertar -explicó- Quería asegurarme de que todo estuviera bien. Pero la familia de Ron no me dejó quedarme más tiempo, dijeron que necesitaba descanso y mis padres estuvieron de acuerdo. Entre todos ellos me hicieron ir a casa. Me hubiera gustado quedarme más tiempo, pero…
- Me lo dijeron todo. De todas maneras muchas gracias -y dudó antes de decir su última frase- Aunque me hubiera dado mucho gusto que tú fueras la primera persona que viera al despertar.
- Yo también quería verte cuanto antes -dijo ella- ¿o es que no recuerdas que hicimos un trato?
- Lo recuerdo muy bien -le contestó- Pero no sé si sea apropiado…
- También he pensado en eso. No creo que sea muy considerado de nuestra parte enunciable a todos que tenemos una relación a solo unos días de la muerte de nuestro mejor amigo.
- Ya no sé ni que pensar -suspiró- Me duele lo que pasó, pero no le veo caso a esperar el momento en que dejemos de extrañarlo.
- Es que eso nunca va a pasar -replicó ella- Él fue nuestro mejor amigo desde hace siete años y nadie ha vivido lo que nosotros. Eso nos ha unido mucho más.
Le lanzó una mirada, como resignada a cumplir algún castigo.
- Si quieres, dejamos este tema en paz por un rato. Ya tendremos más tiempo para hablar de ello -sugirió la joven.
- No.
Ella lo miró sorprendida. Hasta él mismo se sorprendió de su respuesta. Y es que eran pocas las veces que Harry decía las cosas tal como le venían a la mente.
- Es decir -intentó corregir-, no quiero dejarlo para después por que no sabemos lo que pueda pasar; tal como lo dijo Ron. No sé cuanto tiempo tenga contigo, no quiero dejar ir ni un día más, no me gustaría lamentarme dentro de unos años por haber desperdiciado este tiempo. Y conociendo mi suerte, me da miedo perderte, por que siempre pierdo a las personas que más quiero: en este momento, la persona que más quiero eres tú.
Callados, se quedaron viendo el uno al otro. Harry jamás supo de donde salieron esas palabras. Él, que siempre se quedaba para sí mismo lo que pensaba, que solo decía la mitad de lo que pasaba por su mente.
En uno de sus ya conocidos arrebatos, Hermione se lanzó a sus brazos y colocó la cabeza en su hombro. Apenas podía creer todo lo que había escuchado. Sabía cuanto le costaba a Harry expresar lo que sentía y pensaba.
-Te quiero mucho, Harry -susurró, escondida en su pecho.
- Yo también -disfrutó el sentirla otra vez.
- ¿Crees que Ginny le diga a todos si le contamos?
- No -estaba bastante seguro- O yo publico que ella intercambia correspondencia con Malfoy.
Todo el romance en la cara de Hermione, se fue para dar paso a una tremenda sorpresa.
- ¿Cómo dices?
- Que Ginny… -comenzaba otra vez, pero ella lo interrumpió.
- Sí, te escuché la primera vez, es solo que no me lo creo -y se fue sumiendo en sus pensamientos, asimilando la información- … lo mantiene en secreto; así como calló que él la buscaba antes… ¿cómo te enteraste?
- Vi a la lechuza de él en su habitación, no le quedó de otra que decirme.
- Es extraño en ella -seguía procesando todo- … Pero supongo que puede controlar la situación.
Sonaba a conclusión.
- ¿Terminaste? -no se molestó en disimular la impaciencia en su voz- Estábamos hablando de otra cosa.
- Fuiste tú quien sacó el tema -se defendió.
- Pero no para que te pusieras a indagar en este mismo momento.
- ¿Es que no es momento adecuado para preocupar por mis amigos?
- No… -entonces captó las palabras y rogó por haber escuchado mal- ¿Malfoy es tu amigo?
- ¡Claro que no! -y el gesto de su cara sugería que la sola idea le daba fobia- Me refería a Ginny.
- Bien. Pero ¿podrías hacerlo después? Por que antes de que empezaras a pensar en la interesante correspondencia de Draco y Ginny, yo te iba a pedir que… -trago saliva ¿donde estaba el valor de hacía dos minutos?- que seas mi novia.
A Hermione le cayó un chorro de agua muy helada en la cabeza; o por lo menos, así se sintió. Su mejor amigo, Harry Potter, el mismo que en quinto año había echado a perder la relación todavía sin empezar con Cho Chang; le pedía a una chica que fuera su novia, sin que ella (Hermione) le tuviera que estar aconsejando a cada paso. Y la chica era ella.
Abrió la boca, pero no dijo palabra.
- Podemos mantenerlo en secreto por un tiempo -empezaba a decir Harry, mientras jugaba nerviosamente con sus manos.
- No -él puso cara de susto o decepción, no se podría decir. Entonces corrigió- Sí ¿Qué estoy diciendo?
Respiró profundamente, pensó en lo que iba a decir y volvió a hablar.
- Sí quiero ser tu novia -dijo al fin- Y también creo que lo más prudente es no decirle a nadie todavía.
- Bien -dijo él.
De no haber estado tan nerviosos, se habrían dado un gran beso. Pero como sí estaban muy nerviosos, solo atinaron a tomarse de la mano y caminar de regreso a la madriguera, pues no dudaban que la señora Weasley ya estuviera preocupada y mandara a Ginny a buscarlos. Además, necesitaban asimilar todo lo que habían dicho duarnte su corta plática.
Conforme caminaban, la cantidad de adrenalina en su sangre disminuyó y junto con ella, su nerviosismo. Se soltaron las manos, para no levantar sospechas y con dos grandes y bobas sonrisas, cruzaron la puerta.
En la sala, estaba la señora Weasley, leyendo un viejo libro de Gilderoy Lockhart. Cuando notó su presencia, volteó a verlos.
- Que bien, llegan justo a tiempo para tomar el lunch -les sonrió, al tiempo que dejaba el libro al lado, para levantarse e ir a la cocina- ¿Alguno de ustedes me haría el favor de llamar a Ginny? Arthur no viene hoy tampoco, hasta la hora de la cena…
Hermione fue rápido a las escaleras para ir a llamar a su pelirroja amiga. Él se quedó ahí, ayudando a la mujer a poner la mesa.
Cuatro días pasaron desde que Hermione llegó y tuvieron aquella plática y aún seguían sin poderse dar un beso. Ginny parecía ser tan inoportuna como Ron. Se podría decir que la pelirroja sabía lo que estaba pasando y lo hacía a propósito (conociéndola, era muy probable).
Ese día, habían decidido visitar a este último, ya que Hermione no había tenido oportunidad de hacerlo antes.
Fueron en el coche de Hermione.
- ¿Estás segura de que esto es seguro, linda? - dudaba la madre de sus amigos.
Después de haber tenido una no muy grata experiencia con cierto coche volador, era normal que no le diera confianza subirse a cualquier otro en su vida. Menos aún si era conducido por alguien de la edad de su hijo menor.
Pero la chica era muy inteligente y se las arregló para meterla en la parte trasera del coche. El señor Weasley, por otro lado, estaba más que feliz de montar un auto completamente muggle y tener la oportunidad de cambiar él las estaciones de radio, poder prender la calefacción, el aire acondicionado, etc.
La visita fue más corta y con menos lágrimas que la vez anterior.
Tras salir del cementerio, decidieron bajar al pueblo; aprovechando el coche.
- ¿Por qué no van a dar una vuelta por ahí? -sugirió el señor Weasley- Ginny puede guiarlos. Mientras, Molly y yo podríamos ir a conseguir polvos flu y otras pocas cosas que necesitamos.
- Yo creo que esa es muy buena idea, papá -se les adelantó Ginny- Puedo enseñarles tanto la parte mágica y en la parte muggle, ellos me puede ayudar a mí ¿No lo creen?
Se volteó hacia ellos y les hizo gestos, indicándoles que aceptaran.
- Sí -dijo Hermione. Quizá eran poco frecuentes las ocasiones en que bajaban al pueblo. O tal vez era que muy pocas veces la dejaban recorrer el pueblo a sus anchas.
- Bien -sonrió la señora Weasley- nos vemos aquí mismo en dos horas. Después podemos ir a tomar la cena en algún restaurant del pueblo e irnos a dormir a casa.
Todos pensaron que la idea era maravillosa, así que no perdieron el tiempo y los jóvenes se fueron a recorrer las calles, mientras los adultos iban por las tiendas comprando sus cosas.
Ginny saltaba de un lado a otro, señalando los lugares que más le gustaban y explicando alguna que otra cosa del pequeño pueblo.
Cuando veía algún invento muggle que le interesaba, les preguntaba qué era y cómo funcionaba. Su favorita fue la máquina de sacar gomas de mascar: ella ponía la moneda muggle (las veintitrés que gastó, se las dio Hermione), giraba la perilla y la máquina le daba una goma con forma esférica de algún escandaloso color. No podía creer que aquello no fuera magia.
- Y lo mejor de todo -decía, tratando de no ahogarse con las tres gomas que se había echado a la boca- es que no hay sabores feos como mocos o mugre de uña.
Los otros se rieron del comentario y de lo infantil que se veía su amiga. En ese momento les recordó mucho a Ron.
Vieron la torre de la alcaldía del pueblo. El reloj de ahí les indicaba que faltaban veinticinco minutos para regresar al punto donde se habían separado.
- Les voy a dar un rato de descanso -les notificó Ginny- aprovechen. Tienen veinte minutos, por que hay que volver con mis padres.
Y sin dejarles decir más, se perdió de vista (junto con todas sus gomas de mascar), tras dar vuelta en una esquina.
- Nunca voy a entender a las mujeres -dijo el chico, rascándose la cabeza- ¿crees que sepa algo?
- No sé -le respondió- A veces me da la impresión de que puede leer la mente.
Se sintió aliviado de no ser el único que tenía la sospecha acerca de la pelirroja.
- Como sea, hay que aprovechar nuestro tiempo.
- Estoy de acuerdo. Ginny acaba de señalar una heladería -recordó ella- Comemos un helado pequeño aquí y llevamos a la madriguera, para después de la cena.
- Pero a Ginny no le damos, por entrometida -bromeó Harry.
- Como quieras -se rió.
Lo jaló a la tienda de helados, donde compraron un pequeño helado (de tres bolas) para cada uno. "Es que hace mucho calor" argumentó ella cuando él le replicaba que eso no era pequeño y que no se lo iban a terminar antes de la cena. Y si lo lograban, no iban a poder comer más.
Sentados los dos en un parquecito del centro del pueblo, comían muy tranquilo, sentados en unas extrañas sillas de metal. Hermione se estaba terminando su cono, gustosamente; cuando Harry fue a tirar el suyo.
- Demasiado helado para mí -explicó.
- Pues por la gran mancha en tu cara, yo diría que te gustó mucho.
- ¿Dónde? -se pasó la servilleta por los labios- ¿Ya?
- No. Aún está ahí.
- Dime en donde está.
Le dió la última mordida al helado y se acercó.
- Aquí -tomó la servilleta de su mano y le limpió la mejilla- Listo.
- Gracias -y aprovechando que estaban tan cerca y solos, la tomó por la cintura.
Se acercaron hasta sentir los labios del otro. Fue un extraño primer beso: el frío del helado y el calor de sus alientos. Un beso con sabor a vainilla, cereza y cariño. El miedo a que los descubrieran, el nerviosismo del inicio de una relación, la alegría de por fin expresar con la piel lo que sentían y el deseo de que nunca terminara; todo ello hacía que una extraña, pero agradable sensación como de vértigo les recorriera el cuerpo entero.
El beso fue tan profundo como lo puede ser uno donde solo los labios participan.
Muy a su pesar, se separaron lentamente.
- De nada -sonreía Hermione- ¿Cómo te pudiste manchar la mejilla?
Él se encogió de hombros. Le dió otro pequeño beso. Comprobó que tras superar la pena del primero, dar un segundo y hasta un tercer beso era más fácil.
El reloj de la torre sonó, indicando que faltaban cinco minutos para la hora acordada con los señores Weasley. Tomaron los botes de helado y se pusieron en marcha.
Caminaron al coche y a lo lejos podían ver a los padres de sus amigos. Ellos todavía no los veían y justo cuando Harry levantaba el brazo para llamar su atención, alguien se lo jaló de nuevo hacia abajo.
- Hola de nuevo - le sorprendió Ginny.
Por la cara de Hermione, supo que ella tampoco sabía de donde había salido ni en qué momento les había alcanzado.
- Si no quieren, no tenemos por qué decirles a mis papás que nos separamos -les sugirió.
Aceptaron inmediatamente. Les preocupó el pensamiento de que Ginny tal vez ya lo sabía todo, pero no creían que fuera a decir palabra. Además, por esa vez, se alegraron de que por lo menos no hubiera llegado a interrumpir.
- ¿Cómo estuvo su paseo? -les preguntó el señor Weasley, que cargaba unas enormes bolsas.
- ¡De maravilla! -dijo Ginny, sin dar oportunidad de que le ganaran la palabra- Hermione me enseñó a utilizar una máquina que te entrega gomas de mascar.
El padre de la chica se mostró interesado en la plática de todos los artefactos muggles de los que Harry y Hermione le habían enseñado. Tomó una goma de la bolsa que la chica traía, considerablemente menos llena que antes.
Notas:
Hola!
Me siento muy feliz de que me hayan dejado más reviews (mi hermana, que me hacía burla de que solo una persona leía mi historia, se tuvo que tragar sus palabras). Esto me anima mucho al seguir escribiendo. Muchas gracias.
Ahora voy a tratar de responder a sus inquietudes:
Pipu-Radcliffe: Una vez más, mil gracias. Eres la mejor lectora que alguien puede desear. A mí también me pareció simpática la idea de ver a los Weasley bromeando (que ya les hacía falta). Y yo creo que Ginny, con su carácter, su inteligencia y su belleza (por que la Ginny que yo imagino es muy linda, la de las películas no me convence); puede conseguir a cualquier tipo y casarse, si bien no en un palacio, por lo menos en una gran mansión.
elizapotter130291: Gracias a tí también. Yo sé que hace falta Ron, es parte vital de toda la historia de Harry Potter. Pues ya Hermione llegó y todo el capítulo lo dediqué a ellos; después de todo, la historia es sobre ellos. Ginny y Draco... esa es la gran incógnita. Ella está muy dolida por lo que ha pasado, pero Draco lanzó por la borda a su familia por demostrar que está interesado. No sé que voy a hacer con ellos todavía.
Florcha: Sí, murieron muchas personas que siempre han sido importantes en la vida de Harry y es lo que lo ha puesto tan triste. Y es que en las guerras hay que sacrificar para ganar: ellos se sacrificaron para que Harry y las generaciones que vienen tuvieran un mejor futuro. ¿Por qué hacer que muera Ron? La verdad no lo sé. Mira, lo que Voldemort quería era hacer a Harry y a Hermione (los sobrevivientes de la batalla) sufrir mucho y con eso lo logró muy bien. Además, no es la única venganza que tenga en contra de los dos... Además, yo no sabríaplasmar el carácter de Ron en una historia; es un personaje muy complejo. Y no es que los Weasley no cuiden al miembro menor de la familia y que por eso no se den cuenta de lo que pasa; es que Ginny es bastante astuta: por eso adivina lo que piensan los demás, sabe qué decir en cada ocasión y se libra de situaciones inconvenientes. Si Harry se lo tomó tan calmado al descubrir lo de las lechuzas, es por que él tiene sus propias preocupaciones.
Voy a tratar de no hacer esto tan empalagoso, pero como se habrán dado cuenta, soy una romántica empedernida. Por lo menos ya no está tan triste, estamos superando la pérdida del pelirrojo.
Se acerca el cumpleaños de Harry (me he estado quebrando el coco, sacando cuentas con el calendario, para hacer que todo coincida) y se va a armar un gran alboroto. Y no precisamente que sea una fiesta...
Hasta el próximo capítulo.
